miércoles, 6 de diciembre de 2023

CÓMO VENCER LA ENVIDIA Y LA AMBICIÓN EN EL TRABAJO

 


Manfred Kets De Vries en INSEAD Knowledge del pasado 4 de noviembre plantea que la competencia sana es natural pero que cuando se llevan al extremo  se puede transformar en una peligrosa obsesión. Las personas centradas en ser siempre las mejores con frecuencia se encuentran dominadas por una insaciable ambición y envidia, percibiendo el mundo como un campo de batalla en el que solo existen vencedores y perdedores.

Un ejemplo claro de esta tendencia destructiva la tenemos en el caso del general romano Craso, con frecuencia aclamado como el hombre más rico de Roma, que aunque poseía una inmensa fortuna y poder, estaba consumido por una insaciable sed de tener más. Esta ambición le llevó a intentar conquistar el imperio de los Partos en el año 53 AC, campaña que le costó la vida. La leyenda cuenta que al ser ejecutado los partos vertieron oro fundido en su boca, para burlarse simbólicamente de su sed perpetua de riqueza.

La combinación de avaricia y envidia, dos de los siete pecados capitales, con frecuencia conduce a resultados catastróficos. La avaricia  o el constante deseo de aventajar y acumular a toda costa está con frecuencia ligada a un sentimiento de derecho y se llega a convertir en un saco sin fondo. Los individuos muy avariciosos pueden sentirse temporalmente satisfechos con sus últimos logros, pero pronto retornan a sentirse insatisfechos y vacíos. Este inacabable círculo vicioso implica que nunca van  a gozar del sentimiento de disfrute y plenitud que buscan.

La envidia, por otro lado, se caracteriza por el descontento y resentimiento hacia aquellos que poseen lo que el envidioso desea. Estos individuos se comparan constantemente con otros y envidian su éxito, belleza, fortuna o riqueza. Perciben cualquier amenaza a su estatus o logros como una afrenta a su narcisismo. No tener lo que otros tienen amplifica sus sentimientos de baja autoestima, con frecuencia desembocando en comportamientos dirigidos a desautorizar a aquellos a los que envidian.

La avaricia y la envidia son como dos gemelos idénticos de muchas formas. Ambas son emociones complejas humanas  que ocasionan efectos psicológicos negativos severos. También están íntimamente ligadas al deseo de adquirir ya sea riqueza, posesiones, estatus o reconocimiento. Ambas, también, surgen de comparaciones sociales. La avaricia emerge cuando las personas se comparan con otras que tienen más, conduciendo a un deseo de igualar o superar a éstas. La envidia aparece cuando los individuos se comparan con aquellos que poseen lo que desean, ocasionando sentimientos de inadecuación y resentimiento.

Desde un enfoque psicológico la avaricia con frecuencia se origina por un trauma emocional o de necesidades no cubiertas, utilizando los objetos y posesiones como un sustituto de su vacío. Similarmente este vacío y sentimiento de inadecuación con frecuencia subyace en el corazón de la envidia. Los individuos movidos por la avaricia o la envidia con frecuencia carecen de hábitos que les hagan sentirse satisfechos por lo que se sienten perpetuamente insatisfechos, cegados por sus deseos.

Con moderación el deseo de riqueza, poder y estatus puede movilizar ambiciones positivas y empujar  a las personas hacia sus metas. Pero si es exagerado llevan a acciones dañinas y despiadadas. En el mundo actual, capitalista y materialista estas tendencias pueden entorpecer el logro de una vida plena y con sentido.

Para vencer a la ambición y envidia el autor recomienda seguir 6 pasos:

1.- Comprender las raíces de nuestras emociones y aceptar su presencia. De esta forma podremos dedicar tiempo a la introspección y a explorar qué es lo que está desencadenado los sentimientos de ambición y envidia.

Debemos reflexionar sobre nuestra verdadera identidad, sobre los valores que guían nuestras acciones y sobre las creencias que moldean nuestras perspectivas. Descubrir nuestras motivaciones y deseos, tanto los visibles como los ocultos nos ayudará a entender lo que está alimentando estas emociones negativas.

2.- Centrarnos en lo que importa, identificando lo que nos hace sentir bien sobre nosotros mismos. También, tener un propósito claro nos ayudará a centrarnos en lo que de verdad importa y evitar deseos innecesarios. Sobre todo debemos reconocer que acumular posesiones o compararnos con los demás no nos va a traer la satisfacción que ansiamos, ya que esa necesidad de tener más solo va a servir para intensificar los sentimientos de inadecuación.

3.- Concentrarnos en el progreso y crecimiento personal. Cada vez que surjan sentimientos negativos debemos reflexionar sobre cuál es el desencadenante, ya que entender nuestras motivaciones nos va a permitir tomar decisiones más conscientes.

Debemos trasladar nuestro foco de la ambición y la envidia hacia nuestro propio progreso y crecimiento personal, así como reconocer nuestras cualidades positivas y logros en lugar de quedar atascados en lo que nos falta o está mal.

4.- Practicar la gratitud y humildad. Intentar apreciar las cosas buenas que ya tenemos, cultivando un sentimiento de gratitud por todos los aspectos positivos de nuestras vidas, tanto grandes como pequeños. Como dijo Epicuro” Aquel que no se contenta con poco, no estará satisfecho con nada”. Desarrollar verdadera empatía hacia los demás e intentar entender sus expectativas y experiencias puede ayudar a desviar el foco de los deseos egoístas y la excesiva competitividad hacia el crecimiento y mejora personales-

La humildad es otra vía de atemperar los sentimientos de grandiosidad y de necesidad constante de tener más. Mostrar empatía y generosidad hacia aquellos que son menos afortunados que nosotros nos proporcionará mayor satisfacción.

5.- Alcanzar la plenitud ayudando a los demás. Dedicar tiempo a actividades más centradas en la comunidad, como el voluntariado, desvía nuestra atención de los sentimientos de avaricia y envidia. Pasar tiempo con personas que son menos ambiciosas y envidiosas puede ofrecernos un refuerzo positivo para distintos tipos de comportamiento.

También podemos sentir satisfacción por los logros de los demás y al compartir nuestros recursos y apoyar a los demás podemos experimentar un sentimiento vicario de gratificación y plenitud.

6.- Pedir ayuda. Si intentar gestionar la avaricia y envidia nos resulta una tarea demasiado abrumadora podemos pedir ayuda a terapeutas, coaches o grupos de apoyo. Compartir los negros sentimientos con personas de confianza puede ofrecernos perspectiva y ayuda a la hora de gestionar nuestros deseos. No olvidar que abordar estos sentimientos tiene que ser un proceso mantenido ya que cambiar hábitos y patrones mentales muy arraigados lleva su tiempo.

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