domingo, 3 de diciembre de 2023

LOS SECRETOS DEL APRENDIZAJE PARA LIBERAR TALENTO

 


Adam Grant en “Hidden potential. The science ofachieving greater things”, que estamos comentando, plantea que en distintos tipos de  aprendizaje sentir incomodidad puede servir para liberar potencialidades ocultas. Asumir el riesgo de enfrentarnos a situaciones incómodas es una habilidad de carácter ligada a la determinación. Exige coraje ponernos en el mundo antes de sentirnos preparados y estar dispuestos para cometer más errores que otros. La mejor manera de acelerar el crecimiento consiste en abrazar, buscar y amplificar la incomodidad.

Antes de la década de los 70 del pasado siglo el aprendizaje consistía en, independientemente de las fortalezas personales, absorber conocimientos uniformes a través de las mismas lecturas y lecciones estandarizadas. A partir de la década de los 70 una nueva corriente de pensamiento alteró el mundo de la educación. La premisa central era que si los estudiantes tenían dificultades era porque los métodos de instrucción no se adaptaban a sus estilos de aprendizaje o al modo cognitivo en el que destacaban a la hora de adquirir y retener la información. Por ejemplo, los que aprendían a través del lenguaje para captar nuevos conceptos necesitarían leer y escribirlos. Los visuales deberían verlos en imágenes ilustradas, diagramas y tablas, los auditivos deberían escucharlos en voz alta y los kinestésicos deberían experimentarlos,  representándolos con movimientos corporales. Actualmente aproximadamente el 89% de los profesores en todo el mundo creen que deben acoplar la formación a los estilos de aprendizaje de los estudiantes.

El problema es que los estilos de aprendizaje realmente son un mito. Cuando un equipo de expertos realizó una revisión de varias décadas de investigación sobre los estilos de aprendizaje encontraron una alarmante falta de apoyo a esta teoría. En experimentos controlados con lecciones específicas y estudios longitudinales durante un semestre, tanto los estudiantes jóvenes, como los adultos, no obtenían mejores resultados en sus tests cuando sus profesores o sus hábitos de estudio se alineaban con sus preferencias o habilidades.  

Ahora se sabe que nuestras preferencias no son rígidas  y si aprovechamos solo nuestras fortalezas podemos perder la oportunidad de fortalecer nuestras debilidades. La forma en la que nos gusta aprender es la que nos hace sentirnos  cómodos, pero no es necesariamente aquella con la que aprendemos mejor. A veces aprendemos mejor de la forma que nos hace sentir más incómodos porque es la que nos hace trabajar más duro.

Por ejemplo, la procrastinación es un problema común siempre que sentimos que tenemos que salir de nuestra zona de confort. Muchas personas la asocian con pereza. Pero muchos psicólogos han encontrado que no consiste en un problema de gestión del tiempo, realmente es un problema de gestión de las emociones. Cuando procrastinamos no estamos intentando evitar un esfuerzo, estamos evitando los sentimientos desagradables que la actividad nos despierta. Antes o después, sin embargo, nos damos cuenta que los que estamos consiguiendo es evitar llegar  adonde queremos ir.

Por tanto, si evitamos la incomodidad de las técnicas de aprendizaje que nos resultan más complicadas estaremos limitando nuestro aprendizaje.

Los fans de los estilos de aprendizaje nos quieren hacer creer que el aprendizaje verbal es bueno para una persona y el auditivo lo es para otra. Pero el aprendizaje no consiste siempre en encontrar el método correcto para nosotros, con frecuencia se trata de encontrar el método adecuado para la tarea.

Una demostración fascinante de este hecho surge de un experimento en el que a estudiantes se les pedía que leyesen un artículo científico en poco más de veinte minutos. Aleatoriamente, a la mitad se les asignaba que los leyesen y  a la otra mitad que lo escuchasen. Los que escuchaban disfrutaron de la lección más que los que tenían que leerla, pero cuando se les preguntaba sobre el contenido del artículo dos días después, se comprobó que habían aprendido menos.

Aunque escuchar suele ser más divertido, leer mejora la comprensión y el recuerdo. Mientras la escucha fomenta el pensamiento intuitivo, la lectura activa procesos más analíticos. Con la lectura naturalmente vamos despacio en el comienzo de un párrafo para ir procesando la idea principal y utilizamos las pausas entre párrafos y los encabezamientos para  desglosar la información.

El confort en el aprendizaje se convierte en  una paradoja ya que no podemos sentirnos cómodos en una habilidad hasta que hayamos practicado lo suficiente para que la dominemos. Pero practicar antes de dominarla nos resulta incómodo, por lo que con frecuencia lo evitamos. Acelerar el aprendizaje requiere un segundo tipo de coraje: tener el valor de utilizar nuestro conocimiento al ir adquiriéndolo, como pasa  por ejemplo con los idiomas.  

En un experimento las psicólogas Kaitlin Woolley y Ayelet Fishbach estudiaron a cientos de personas que asistían a clases de mejora de sus dotes de improvisación, a las que aleatoriamente se les asignó que se centrasen en distintos roles. Las que persistieron más tiempo y adoptaron más riesgos creativos  no fueron aquellas a las que se les pidió que se centrasen en el aprendizaje, sino a las que se aconsejó que intencionadamente buscasen la incomodidad. A estas últimas se les había dicho que su meta era sentirse incómodas y torpes, ya que éstas eran señales de que el ejercicio estaba funcionando. Una vez que las personas interpretaban la incomodidad como un signo de crecimiento se sentían motivadas para ir más allá de sus zonas de confort.

Pensar que podemos cometer errores nos resulta muy angustioso, especialmente si somos tímidos. La timidez surge del  miedo   a una evaluación negativa en situaciones sociales.

Cuando los terapeutas tratan las fobias utilizan dos tipos de terapias de exposición:

a).- La desensibilización sistemática. Comienza con exponer a la persona a microdosis  de su amenaza para ir incrementándola a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si te dan miedo las arañas dibujas una y luego puedes ver una araña en una caja cerrada. Antes de enfrentarte a una araña en libertad aprendes a gestionar tu miedo en situaciones menos amenazantes.  

b).- La “inundación”. Consiste en lo contrario. Por ejemplo en el caso de la araña el terapeuta puede liberar una araña encima de tu brazo. Puede asustarnos mucho, pero si sobrevivimos al calvario ilesos, nuestro terror visceral se evaporará. La terapia de exposición reduce la incomodidad al ampliarla. Es muy útil,  también, para enseñar a los pilotos a volar en situaciones extremas. Los programas de entrenamiento eficaces están diseñados intencionadamente para introducir nuevas e inesperadas amenazas. Los pilotos aprenden a afrontar la incomodidad intensificándola y van construyendo sus habilidades mientras van navegando a través de situaciones complicadas.

El aprendizaje con frecuencia se entiende como el proceso por el que reconocemos, corregimos y prevenimos errores. Pero, muchos experimentos han mostrado que cuando los estudiantes están aprendiendo información nueva, si aleatoriamente se les asigna adivinar de forma errónea antes de ofrecerles la respuesta correcta, normalmente van a cometer menos errores más adelante en los tests. Cuando se nos anima a arriesgarnos y a poder cometer errores, terminamos cometiendo menos. Los errores tempranos nos ayudan a recordar, después, la respuesta correcta y nos motivan para seguir aprendiendo.

Al permitirnos cometer errores pensamos, en teoría, que:

1.- Vamos a parecer estúpidos.

2.- Vamos a sentirnos avergonzados.

3.-  Se van a reír de nosotros.

4.- Vamos a sentirnos muy incómodos.

Pero la realidad nos muestra que nos va a permitir:

1.- Ir y continuar aprendiendo.

2.- Ganar coraje.

3.- Reírnos de nosotros mismos.

4.- Ampliar nuestra zona de confort.

Se produce, también, un fenómeno que los psicólogos llaman el ciclo de la laboriosidad aprendida  que consiste en que cuando somos alabados por hacer un esfuerzo, el sentimiento del esfuerzo comienza, por si mismo, a tener propiedades de recompensa secundarias y en lugar de tener que forzarnos a nosotros mismos para continuar , nos sentimos atraídos hacia el esfuerzo.

Tradicionalmente se ha pensado que el aprendizaje tiene una serie de fases que comienzan por la adquisición de conocimientos, lo que nos lleva a una situación de confort, que nos permite pasar a la práctica y de ésta al progreso, de forma secuencial.

Lo que ocurre en realidad es que el conocimiento tiene que ir unido a la práctica lo que puede generar incomodidad, para ir seguido por más práctica  que lleva al progreso  que nos conduce a una zona de confort, que tiene que ir acompañada de más práctica,

Si esperamos hasta que nos sintamos preparados para abordar nuevos retos, podemos no afrontarlos nunca, ya que puede que no llegue el día en el que nos despertemos sintiéndonos preparados. Nos preparamos si nos arriesgamos y damos el salto.

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