Meredith Wells Lepley,
en Psychology Today del 22 de enero, propone una serie de estrategias para
gestionar los cambios desde una perspectiva psicológica organizacional, ya que
cuando nos enfrentamos cambios no deseados el estrés, el miedo, la ansiedad, la
ira y la resistencia suelen ser reacciones comunes, pero los que imponen los
cambios pueden utilizar estrategias inteligentes para ayudar a que los demás
acepten y se adapten a los cambios más fácilmente y los que se enfrentan a esos
cambios no bien recibidos puedan utilizar estrategias personales que les
permitan gestionar esos cambios con menor estrés y ansiedad.
Investigaciones han
mostrado que cuantos más cambios tengamos que abordar en una año, más
posibilidades tendremos de enfermar, independientemente de que estos sean
buenos o malos. En general los cambios autoimpuestos son más fáciles de
gestionar porque los hemos elegido, aunque no sean fáciles de alcanzar.
Entre las reacciones
más comunes que experimentamos ante los cambios impuestos, desde el campo de la
psicología se han identificado las siguientes:
1.- Miedo y ansiedad.
2.- Pensamientos
centrados en el peor escenario posible.
3.- Enfado e ira. Podemos pensar: “¡Esto es ridículo¡” o
”No saben lo que están diciendo”, por ejemplo.
4.- Rechazo al cambio y
determinación de continuar como siempre.
5.- Aceptación de la
situación y adaptación a la nueva realidad.
6.- Emoción ante la nueva gran novedad en
nuestras vidas.
7.- Abandono de la
situación, buscando una nueva organización más alineada con nuestros valores y
necesidades.
Los grandes cambios
pueden ser muy retadores, pero los psicólogos y los gestores de cambios conocen
algunas estrategias que pueden
facilitar el proceso y permitir que las personas aborden los cambios con menor
ansiedad y resistencia. Entre ellas:
A).-
Si imponemos los cambios:
a).- Comunicar, comunicar , comunicar. No
asumir que las personas han escuchado o entendido nuestras explicaciones la
primera vez que las planteamos. Las personas necesitan al menos escuchar algo
siete veces para que les cale.
b).- Anunciar los
cambios concediéndoles la debida
importancia. Hacerlo de la forma apropiada, no intentando que pasen
desapercibidos.
c).- Escuchar las preocupaciones. Pueden
existir repercusiones que no han sido consideradas y que deben ser gestionadas.
d).- No endulzar el cambio. Pueden
existir aspectos negativos para algunas personas y tratar de trivializarlos va
a reducir su confianza en nosotros.
e).- Recordar otros
cambios que han sido positivos.
f).- Comprobar regularmente,
a nivel individual, el impacto de los cambios.
g).- Arreglar todo lo
que podamos, intentando suavizar todo lo posible los impactos negativos.
B).-
Si el cambio nos ha sido impuesto:
a).- Considerar el
cambio al que nos enfrentamos y hacer un listado de todos los miedos y
ansiedades que nos surgen ante él.
b).- Recordar dos o tres cambios significativos a los
que nos hemos enfrentado en nuestras vidas. Hacer un listado de los
temores que experimentamos y reflexionar sobre el porcentaje de esos miedos que
se hicieron realidad. Lo normal es que fuese una proporción muy pequeña.
c).- Pensar que igual
que los superamos podemos hacer lo mismo en la nueva ocasión.
d).- Analizar las razones
por las que nos podemos estar resistiendo a los cambios y pensar si se trata
del escenario más frecuente o el peor. Suele ocurrir que ante un cambio forzado que no nos gusta vamos directamente al peor escenario. Debemos procurar,
en cambio, pensar de forma realista y crítica sobre cuál es el escenario más
posible.
e).- Hacer preguntas. En ocasiones
nuestra resistencia al cambio, particularmente en el caso del cambio
relacionado con el trabajo, es debida a no tener toda la información. Primero debemos
buscar toda la información para tener una visión completa y entender cuál es la
naturaleza y razón detrás del cambio, antes de enfadarnos y rechazarlo.
f).- Buscar apoyo y
recursos para ayudarnos a abordar el cambio.
Una vez que tenemos
toda la información relevante y el apoyo que necesitamos para que la ansiedad
se reduzca un poco, seremos capaces de pensar en una buena estrategia,
reflexionando sobre todos los posibles pasos que podemos dar para avanzar en
nuestra nueva realidad. Cuando hemos pensado en todas las opciones razonables
debemos escoger la que consideremos mejor para nosotros y seguir adelante.
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