miércoles, 16 de julio de 2025

LA NECESIDAD DE SABIDURÍA PARA EL LIDERAZGO

 


Olga Hypponen en chiefexecutive.net del pasado 8 de julio plantea que en una era marcada por la crisis, la complejidad y el colapso de la confianza la inteligencia sola no es suficiente. Lo que el mundo actual demanda es sabiduría, líderes que puedan pensar de forma sistémica, actúen éticamente y lideren con humildad en situaciones de presión.

Según la autora parece como si el mundo se estuviera volviendo del revés. La guerra está produciendo millones de desplazados, la catástrofe climática no parece ya una amenaza distante sino una realidad presente y las libertades políticas están siendo erosionadas entre una creciente ola de polarización y populismo. En el entorno laboral después de años de progreso hacia unas prácticas más humanas, parece que estamos experimentando una regresión y no sabemos dónde están nuestros líderes, ya que la confianza en el liderazgo se ha colapsado, pero no porque estemos sufriendo una crisis de competencia, sino porque nos enfrentamos a una crisis de sabiduría.

Aunque los cocientes intelectuales se han incrementado significativamente en el siglo pasado, la inteligencia sola es insuficiente para el liderazgo. Lo que se necesita es sabiduría en el liderazgo. Necesitamos líderes que puedan gestionar la complejidad, tolerar la ambigüedad, tomar decisiones asentadas y razonadas bajo presión y actuar al servicio de algo más grande que ellos mismos. Líderes que no sean solo inteligentes, sino sabios.

Los líderes sabios equilibran la eficiencia con la visión a largo lazo. Reconocen el impacto de sus decisiones sobre los empleados, las comunidades y la sociedad en general. Buscan dejar un mundo mejor del que se encontraron.

La sabiduría puede resultar elusiva para describir o medir, pero la mayor parte de las personas la reconocemos cuando la vemos. La mayor parte de los estudios sobre la sabiduría consideran que tiene cuatro elementos:

a).- Cognitivo: Incluye el conocimiento basado en la experiencia sobre la vida, la habilidad para auto-reflexionar y ajustar nuestro propio pensamiento (metacognición) y el conocimiento tácito (implícito) y explícito y la intuición. Aspectos críticos de este elemento de la sabiduría son la habilidad para reconocer e integrar múltiples perspectivas, un profundo deseo de entender la vida y de aprender, tolerancia a la ambigüedad y a las contradicciones y humildad intelectual (el reconocimiento de las limitaciones de nuestro propio conocimiento).

b).- Emocional: Incluye la conciencia de nuestros propios estados emocionales y la habilidad de regular nuestras emociones para mantenernos equilibrados en situaciones complicadas.

c).- Relacional: Los aspectos relacionales de la sabiduría enfatizan las conexiones positivas con los demás y la preocupación genuina, la empatía y la compasión en relación con los otros. Consiste en esforzarse por lograr resultados que equilibren las ganancias y pérdidas para todos los involucrados y la búsqueda del bien común, en lugar de las ganancias exclusivamente para nosotros o para nuestro grupo.

d).-Ético: Incluye actuar guiados por principios éticos y morales y esforzarse en hacer elecciones que sean justas, honestas y respetuosas con los demás, aunque sean costosas.

Estos elementos interactúan entre si y, por ejemplo rasgos no cognitivos como la humildad y la compasión moldean la forma en que las habilidades cognitivas se aplican en el mundo real. La sabiduría es profundamente humana y se puede enseñar. Tiende a crecer con la experiencia vital, pero su desarrollo puede ser apoyado por prácticas que cultiven el autoconocimiento, la toma de perspectiva y la búsqueda de sentido. Algunos enfoques que podemos utilizar son:

1.- Desarrollar la metacognición. Por ejemplo animando a los líderes a que reflexionen sobre cómo piensan, lo que influye en sus decisiones, las estrategias que utilizan, las presunciones que hacen y sobre lo que se pueden estar perdiendo.

2.- Practicar  técnicas de distanciamiento y de toma de perspectiva. Por ejemplo intentar hablar de nosotros utilizando la tercera persona como si nos estuviésemos observando a nosotros mismos o procurar buscar diversas perspectivas para ver las situaciones desde distintos puntos de vista.

c).-  Desarrollar  una autoconciencia más profunda y estrategias de regulación emocional, para que los líderes observen y gestionen sus estados internos. No suprimiendo la emoción, pero manteniendo el contacto con ella sin estar controlado por ella y desarrollando rutinas y mecanismos para gestionar el estrés.

d).- Aclarar los valores, reflexionando sobre lo que importa más y utilizándolo como guía.

e).- Crear significado y conocimiento a través del diálogo abierto. Aprender a través de la invitación a que los demás compartan sus perspectivas, el compromiso  con el pensamiento crítico, el cuestionamiento de las presunciones y creencias y la empatía.

f).- Ayudar a través del coaching a que los líderes desarrollen su capacidad de pensamiento sistémico y de navegar por la complejidad.

La sabiduría no consiste en ser agradable o introspectivo, es la capacidad de tomar decisiones razonadas y éticas en situaciones conflictivas y complicadas. Es preguntarse no solo cual es la jugada inteligente, sino cuál es la correcta. El liderazgo sabio refleja la madurez de considerar a los demás no por cálculos políticos sino porque al hacerlo se obtienen mejores resultados y promueve la colaboración, la consistencia y la integridad a largo plazo, sobre los triunfos a corto plazo y de breve duración y la manipulación.

En un tiempo en el que la polarización y el miedo tientan a las personas hacia el autoritarismo y la simplicidad, la sabiduría ofrece algo más al estar asentada en valores clave, al estar comprometida con una humanidad compartida y al facilitar la humildad de actuar con conciencia. Y no es un lujo, es un imperativo que afortunadamente no está reservado para unos pocos, ya que es una capacidad que puede ser desarrollada.

 

 

 

 

 

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