En nuestro mundo cada
vez más complejo, dinámico y diverso, la negociación es vista como el mecanismo
más práctico y eficaz que tenemos para asignar recursos, equilibrar intereses
opuestos y solucionar conflictos de todo tipo.
Deepak Malhotra y Max H. . Bazerman , profesores en la escuela de negocios de Harvard, en el “Negociador genial”, comparten distintas estrategias que nos
van a permitir negociar como genios. La parte primera del libro la dedican a
analizar:
I.-
LA CAJA DE HERRAMIENTAS DEL NEGOCIADOR.
1.-
RECLAMAR VALOR EN LA NEGOCIACIÓN. Su objetivo es
conseguir el mejor acuerdo posible para uno mismo. Los autores definen valor
como cualquier cosa que encontramos útil o deseable, por lo que se puede medir
en dinero, servicios, felicidad o en otras mediciones. Plantean que la
negociación ayuda a crear valor por medio de acuerdos que dejan a ambas partes
en una situación mejor que la que tenían sin acuerdo. El grado en que estará
mejor cada parte dependerá, de alguna forma, del valor creado que hayan
conseguido reclamar o capturar cada una de ellas.
Los autores destacan
que los errores más comunes y costosos en una negociación suelen producirse
antes de que las conversaciones comiencen, debido a la inexistencia de una
preparación previa. Plantean que con la falsa hipótesis de que la negociación
es “todo arte y nada ciencia”, la mayoría de los negociadores no la preparan
adecuadamente, apoyados, habitualmente
también, en la opinión de que la “acción real” empieza en la mesa de
negociación. Proponen cinco pasos previos a la negociación para tratar de garantizar el éxito.
a).-
Calibrar nuestra BATNA (Mejor alternativa posible en un
acuerdo negociado, MAPAN en español). El
primer paso de cualquier negociación consiste en preguntarse: “¿Qué haré si la
actual negociación acaba sin acuerdo?”, para decidir la conducta a seguir en el
caso de que ´´esta acabe en un punto muerto. Si no comprendemos claramente
nuestra BATNA no sabremos cuándo aceptar una oferta final y cuándo es
conveniente abandonar para buscar otras opciones. Valorar nuestra BATNA
requiere las siguientes fases:
1ª.- Identificar todas
las posibles opciones alternativas que se podrían seguir si no se consigue
alcanzar un acuerdo con la otra parte.
2ª.- Calcular el valor
asociado a cada alternativa.
3ª.- Seleccionar la
mejor alternativa.
b).-
Calcular nuestro precio de reserva (PR). Éste es el punto
de ruptura de la actual negociación, a partir de ese momento no podemos ceder.
Una cuidadosa valoración de nuestra BATNA es esencial para establecer un valor
de reserva lógico, basado en una evaluación realista de nuestras alternativas y
decidir cuál es la oferta más baja que estamos dispuestos a aceptar.
c).-
Calibrar la BATNA de la otra parte. Este es un paso crucial
y puede representar la diferencia entre conseguir un buen acuerdo y uno
magnífico o entre un éxito y un fracaso.
d).-
Calcular el precio de reserva de la otra parte.
Para poder valorar hasta que límite podemos forzar
la negociación con ella.
e).-
Evaluar la zona de posible acuerdo. Se trata de intentar
encontrar todos los posibles acuerdos que pueden ser aceptables para ambas
partes. Es el espacio que se encuentra entre el PR de un negociador y el PR del
otro y cualquier posible propuesta que se encuentre fuera de estos límites será
rechazada por una de las partes.
Los negociadores geniales
saben actuar según la información que tienen, adquirir la que no tienen y
protegerse de la que no pueden obtener.
Entre los errores
comunes que encuentran Malhotra y Bazerman que cometen los negociadores cuando
intentan captar valor en un trato están:
a).- Hacer la primera
oferta cuando no se está en una posición fuerte para hacerla.
b).- Hacer una primera
oferta que no es lo bastante agresiva.
c).- Hablar pero no
escuchar.
d).- Tratar de influir
en la otra parte sin tratar de aprender de ella.
e).- No poner en tela
de juicio nuestros supuestos sobre la otra parte.
f).- Calcular mal la
zona de posible acuerdo y no reevaluarla durante la negociación.
g).- Hacer más
concesiones que la otra parte.
Los autores proponen
para evitar estas equivocaciones:
PLANTEAR LA PRIMERA OFERTA. El principal beneficio
de hacer la primera oferta en una negociación es que establece un anclaje, que
es una cifra o propuesta que centra la atención y las expectativas de la otra
parte. Cuando la otra parte es la que fija un anclaje, influye en la percepción
que tenemos de cuál es su precio de reserva y de la zona de posible
acuerdo y en nuestra contraoferta. El
poder de los anclajes es importante. Las investigaciones han demostrado que
afectan incluso a los que tienen experiencia y pericia en las negociaciones. Dado
su poderoso efecto parece que puede ser ventajoso hacer una primera oferta
agresiva, pero en ocasiones es mejor dejar que la otra parte mueva ficha
primero si no contamos con suficiente información sobre la otra parte. Puede
suponer perder la posibilidad de anclar la negociación, pero también evita la
desventaja de no establecer un anclaje lo suficientemente agresivo o de
proponer un anclaje demasiado extremo que ofenda y ahuyente a la otra parte.
Pedir demasiado poco disminuye la cantidad de valor que podemos conseguir, pero
pedir demasiado disminuye nuestras posibilidades de consumar un acuerdo.
Los negociadores
geniales saben cómo equilibrar estos dos intereses y saben que factores deben
tener en cuenta cuando estructuran su oferta inicial.
Cuando la otra parte
hace la primera jugada nos volvemos, como hemos visto, vulnerables a los
efectos del anclaje, pero existen diversas maneras que permiten evitar que
dicho anclaje nos afecte en exceso:
Estrategia
1: ignorar el anclaje. Lo mejor en el caso de que la otra
parte haga una oferta agresiva (tanto baja como alta) es no hacerle caso y
responder, por ejemplo, de esta manera: “ A juzgar por su oferta, me parece que
quizás estemos viendo este acuerdo de maneras muy diferentes. Podemos intentar
salvar las distancias hablando….” De esta forma podemos intentar tomar el
control de la conversación.
Estrategia
2: separar la información de la influencia. Todas las
ofertas son una mezcla de información e influencia. La otra parte dice algo
sobre lo que cree y quiere (información), pero también tiene el poder de
desbaratar nuestra estrategia (influencia). Por lo tanto, hay que procurar
separar la información contenida en los detalles de la oferta del intento de la
otra parte de influir en nuestras ideas. Para evitar esto último debemos
ceñirnos a nuestro enfoque original, no permitiendo que el anclaje de la parte
contraria lo debilite. Esto no implica que debamos ignorar cualquier
información importante que pueda cambiar nuestra opinión sobre los límites de
la zona de posible acuerdo.
Estrategia
3: evitar dedicar mucho tiempo al anclaje. Cuanto más se discute
un anclaje en una negociación más peligroso se vuelve. Si pedimos a la otra
parte que justifique su oferta o la explique con más detalle aumentamos el
poder de ese anclaje para definir los parámetros de la negociación. Por otra
parte tampoco debemos perdernos la oportunidad de averiguar algo nuevo sobre el
trato ni sobre el punto de vista del interlocutor, por lo que podemos, si la
oferta de la parte contraria nos ha sorprendido, sondear un poco para comprobar
si realmente hay alguna información fundamental que obtener. Si vemos que esto
no ocurre tenemos que desviar rápidamente la atención del anclaje, expresando
nuestro punto de vista y aprovechando para definir la negociación en nuestros
propios términos.
Estrategia
4: hacer una contraoferta con anclaje y proponer posteriormente moderación. Si
no es posible ignorar o descartar el anclaje de la otra parte podemos intentar
contrarrestar su influencia presentando una contraoferta agresiva. Al hacerlo
conservaremos la capacidad de capturar espacio en la zona de posible acuerdo. El
problema que puede surgir es que ambas partes se mantengan inflexibles en la
defensa de sus ideas y se llegue a un punto muerto. Para reducir este riesgo
podemos indicar la necesidad de trabajar juntos para acortar distancias.
Podemos dar el primer paso hacia la moderación discutiendo nuestro propio punto
de vista ( justificando nuestra agresiva contraoferta).
Estrategia
5: dar tiempo a la parte contraria para que puedan moderar su oferta. Si
la oferta inicial de la otra parte es muy extrema podemos plantearles que ésta
no puede servir de base para iniciar las
conversaciones, para seguir con la información relativa a nuestro punto de
vista y con la invitación a continuar la
negociación desde un punto de partida muy diferente. Es posible que la parte
contraria necesite tiempo para poder reducir sus demandas sin quedar en
evidencia. La oferta inicial podía no tener ninguna justificación sólida y hay
que conceder espacio para que puedan justificar sus nuevas propuestas más
razonables.
Los autores plantean
que, una vez hemos reunido la suficiente información, antes de la negociación y
al comienzo de la misma, es el momento de presentar nuestra PRIMERA OFERTA. Los factores a considerar para hacerlo son
los siguientes:
a).-
Mantener toda la zona de posible acuerdo en juego. Para
ello debemos hacer una oferta que quede fuera de ella y que sabemos que la otra
parte no va a aceptar. La idea es forzar a la otra parte a negociar su entrada
en dicha zona. Si nuestra primera oferta ya está dentro de ella hemos
renunciado desde el principio a la capacidad de reclamar el valor que hay entre
nuestra oferta y el punto de reserva de la otra parte.
b).-
Proporcionar una justificación para nuestra oferta. Tenemos
que considerar el contexto ya que el grado de agresividad debe ser el apropiado
para la situación, para no ofender a la parte contraria ni perder credibilidad.
Para decidir cuál puede ser nuestra primera oferta podemos hacernos la
siguiente pregunta: “¿Cuál es la oferta más agresiva que puedo justificar?”
Nunca debemos hacer una oferta tan extrema que no podamos plantearla de la
siguiente manera: Querría proponer ….., porque…..” Si no podemos finalizar esta
frase de forma coherente es posible que estemos pidiendo demasiado.
c).-
Fijar unas aspiraciones altas, pero realistas. Los
negociadores que se fijan unos objetivos atrevidos tienden a lograr resultados
más favorables que los que tienen unas metas más modestas. La razón estriba en
que los que se fijan unas aspiraciones altas suelen presentar primeras ofertas
más agresivas para alcanzar su meta y en que se esfuerzan, normalmente, más en
el regateo una vez que las ofertas de apertura de ambas partes se encuentran
encima de la mesa. Se ha demostrado que las metas que se inspiran en
aspiraciones altas, pero son sensatas (se basan en la zona de posible acuerdo),
son eficaces porque motivan la conducta del que las propone y minimizan su
vulnerabilidad a las posibles tácticas de influencia.
d).-
Considerar el contexto y la relación. Los autores destacan
que ambos aspectos son lo más importante
que hay que considerar cuando se hace cualquier oferta en el contexto de una
negociación. Hay que valorar: el tipo de relación que se mantiene con la otra
parte, si un regateo duro puede ser mal recibido, si puede estar en juego la
reputación de una o ambas partes, las normas que impulsas las
interrelaciones y la comprensión de las
necesidades y puntos sensibles de la relación.
La meta a alcanzar debe ser, no sólo, alcanzar el mejor
acuerdo posible conservando la relación,
sino conseguir el mejor acuerdo reforzando la relación y la reputación.
Un factor que es muy
importante considerar en esta fase es SABER
HASTA DÓNDE SE PUEDE PRESIONAR A LA PARTE CONTRARIA. Conocer el punto en el
que la otra parte es previsible que abandone la negociación nos facilitará saber
exactamente hasta donde podemos presionar y cuánto valor podemos capturar. La
dificultad estriba en conseguir esta información que, naturalmente, la parte contraria no está
dispuesta a ofrecernos. Los autores proponen seguir los siguientes pasos:
1.-
Agotar todas las fuentes de información previas a la negociación. Llegar
a comprender mejor la zona de posible acuerdo y los intereses de la otra parte
es sólo uno de los beneficios de conseguir información antes de negociar. La
información también nos ayuda a evitar que nos manipulen o nos mientan durante
la negociación y a que la otra parte nos tome más en serio.
2.-
Identificar nuestros supuestos antes de la negociación. Es
fundamental que seamos conscientes de
nuestras limitaciones ante una negociación. Los negociadores sensatos elaboran
una lista de lo que suponen y de lo que no saben antes de la negociación ( por
ejemplo el precio de reserva o la zona de posible acuerdo de la otra parte). Es
evidente que no se puede controlar todo, pero sí es necesario que seamos
capaces de identificar todos los supuestos en los que se basa el camino que
pensamos seguir.
3.-
Hacer preguntas que pongan en tela de juicio nuestros supuestos. La
manera equivocada de abordar una
negociación es empezar regateando como si nuestros supuestos fueran correctos.
Por el contrario debemos hacer preguntas para intentar aclarar las cosas.
4.-
Plantear preguntas indirectas. A veces la parte
contraria se negará a responder a las preguntas que les hagamos para intentar
averiguar su precio de reserva. En este caso es necesario recurrir a preguntas
menos directas que puedan ir aportando esta información.
5.-
Protegerse de las mentiras y de la incertidumbre con contratos de contingencia.
En
ocasiones a pesar de haber identificado lo que no sabíamos, de agotar todas las
fuentes de información antes de la negociación y de haber intentado conseguir
toda la que nos falta por otras vías, sentimos que nos falta información vital.
En estos casos puede resultar de utilidad redactar un contrato de contingencias
que son acuerdos que dejan ciertos elementos del trato sin resolver hasta que
la incertidumbre se resuelva en el futuro. Por ejemplo en un acuerdo se puede introducir
una cláusula que modifique las condiciones del mismo si cambian determinadas
situaciones.
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