La
cuarta elección que proponen A.G. Lafley y Roger L. Martin en “Playing to win.How strategy really works”, que estamos analizando en entradas anteriores, es:
IV.- DESARROLLAR LAS COMPETENCIAS
CRUCIALES PARA GANAR.
Éstas
son aquellas actividades que, desempeñadas al más alto nivel, facilitan que las
elecciones de dónde ganar y cómo hacerlo cobren vida. Deben funcionar como un
sistema de actividades que se refuerzan entre sí, tal como mantiene Michael Porter. Éste defiende que una ventaja competitiva fuerte y sostenible es
difícil que surja de una sola capacidad, como por ejemplo tener la mejor
tecnología o los mejores vendedores, sino de un conjunto de competencias que
encajen entre sí y se refuercen.
Para
Porter la posición estratégica de una organización se encuentra en una serie de
actividades diseñadas para ofrecer un valor único. A la representación gráfica
de estas actividades y sus relaciones entre sí le llama “SISTEMA DE ACTIVIDADES” (en él están representadas tanto as
competencias centrales como las actividades que las apoyan).
Al
reflexionar sobre las competencias el riesgo se encuentra en caer en la
tentación de preguntarnos exclusivamente en qué somos realmente buenos e
intentar construir la estrategia alrededor de ello, sin pensar que las cosas en
las que podemos ser buenos en la actualidad pueden no ser irrelevantes para los
clientes y consumidores, por lo que no nos van a dar una ventaja competitiva.
Es más recomendable comenzar fijando las aspiraciones y decidiendo dónde jugar
y cómo ganar. De esta forma podremos considerar las competencias en función de
estas elecciones y ver lo que tenemos que empezar a hacer y dejar de hacer para
conseguir ganar.
Los
autores mencionan como ejemplo entre las
capacidades definidas por Procter y Gamble las siguientes:
1.-
Entender a los consumidores, para conocerlos realmente y ser capaces también de
descubrir necesidades no cubiertas o
desconocidas hasta el momento y diseñar mejores soluciones que las de los
competidores. Se trata de convertir al consumidor en el jefe.
2.-
Crear marcas que aporten fuerte valor para los clientes para garantizar su
longevidad en el mercado.
3.-
Innovar, tanto para ofrecer nuevos productos y servicios como en las formas de
gestionar la organización y las relaciones con los grupos de interés.
Si
contamos con un sistema de actividades viable nos podremos preguntar si es
distintivo o si es similar a los de los competidores. Esto es importante porque
si un competidor tiene un conjunto de competencias muy similar al nuestro en
cualquier momento puede introducirse en nuestro terreno de juego e imitar
nuestra estrategia para ganar. Porter destaca que no todos los elementos del
sistema tienen que ser únicos o imposibles de replicar, sino que lo que debe
ser inimitable es la combinación de las capacidades.
Otra
cuestión que es conveniente plantear es si el sistema se puede defender ante un
ataque de la competencia. Si es fácilmente replicable o superado no se puede
defender la estrategia que hemos seleccionado ya que no nos proporciona una
ventaja competitiva significativa. En este caso hay que revisar las elecciones
sobre dónde y cómo jugar ya que nuestra meta tiene que ser encontrar un
conjunto de capacidades que apoyen dichas elecciones y que son posibles,
distintivas y defendibles.
Una
organización deberá tener distintos sistemas de actividades para las distintas
funciones y servicios, pero al menos
algunas de las capacidades de cada sistema deben estar alineadas con las que se
han seleccionado como cruciales para toda la compañía.
Lafley
y Martin para lograr contar con las capacidades adecuadas recomiendan:
1.-
Discutir, debatir y pulir el sistema de actividad. Es un trabajo complicado y
puede implicar muchas pruebas antes de tener el definitivo.
2.-
No obsesionarse con definir estrictamente si una competencia es crucial o de
apoyo. Centrarnos en seleccionar las actividades que van a ser más importantes
para poder conseguir nuestros objetivos fijados en dónde y cómo ganar.
3.-
No conformarnos con un sistema de actividades genérico. Crear uno distintivo
que refleje las elecciones que hemos hecho.
4.-
Jugar con las fortalezas que nos hacen únicos.
5.-
Tener toda la organización en mente al diseñar los distintos sistemas de
actividades, contando con capacidades comunes que la mantengan alineada.
6.-
Ser honesto respecto a la situación de nuestras capacidades, preguntándonos qué
es necesario para mantener y conseguir contar con las competencias requeridas.
7.-
Comprobar el grado en el que nuestro sistema de actividad es posible,
distintivo y defendible en relación con nuestros competidores.
8.-
Empezar a construir sistemas de actividades al nivel más bajo que consideremos
indivisible, lo que podremos comprobar si se cumplen alguna de estas dos
condiciones:
a).-
El sistema de actividad será muy similar si descendemos un nivel, pero
b).-
Es muy diferente si miramos a un nivel superior. Los autores ponen el ejemplo
de una marca de champú. Si vamos a un nivel inferior nos encontramos con el
producto individual, que puede tener distintas modalidades: clásico, anticaspa,
cabello dañado,….El sistema de actividad será muy similar para cada uno de
ellos, por lo que no es necesario descender a ese nivel, pero si vamos a un
nivel superior nos encontraríamos con la categoría de cuidado de cabello
compuesta por sistemas de actividades
distintas correspondientes a las distintas líneas de productos: suavizantes,
tintes, geles acondicionadores,… Ese
nivel deberá contar con un sistema más general que capte la esencia de los que
están más abajo y conecte con los que se encuentren en un nivel superior.
Todos
los niveles que se encuentran por encima del sistema de actividad que es
indivisible deben contribuir a aportar una ventaja competitiva. Lo pueden hacer
de dos maneras:
a).-
Mediante el beneficio consecuencia de realizar actividades compartidas. Por
ejemplo un laboratorio de investigación sobre cuidado del cabello, es útil para
las distintas categorías de productos. Resultaría más caro tener uno para cada
una (tintes, acondicionadores,…).
b).-
En un nivel superior se pueden obtener beneficios a través de la transferencia
de conocimientos. Un buen directivo comercial de una categoría puede pasar a un
nivel superior de la organización.
La
quinta y última elección es la que, según los autores, más se descuida. Es,
como ya hemos mencionado anteriormente:
V.- SELECCIONAR LOS SISTEMAS DE
GESTIÓN ADECUADOS.
Aunque
las cuatro elecciones anteriores hayan sido fijadas adecuadamente la estrategia
puede fallar de forma estrepitosa si no conseguimos definir los sistemas de
gestión que van apoyarlas. Una
organización necesita:
1.-
Un proceso potente para crear, revisar y
comunicar la estrategia a todos los niveles para que sea comprendida y asumida
por todos los profesionales. El reto está en hallar formas sencillas, claras y
atractivas de hacerlo
2.-
Estructuras que sustenten y potencien las competencias nucleares. El reto se
encuentra en determinar qué clase de sistema es necesario para cada
competencia y cuál es la forma más
adecuada de crearlos.
3.-
Medidas especificas para asegurarnos de que la estrategia está funcionando
según nuestras expectativas.
El
contar con un sistema de medida del progreso obliga a que:
a).-
Nos centremos ya que somos conscientes de que nuestros resultados van a ser
examinados y el triunfo o el fracaso
serán evidentes, por lo que se genera un incentivo personal para lograr un buen
desempeño.
b).-
Recibir feedback, puesto que la medida nos va a permitir comparar los
resultados esperados con los reales y posibilita ajustar las elecciones
estratégicas.
Para
que el sistema de medida sea eficaz es crucial indicar previamente cuáles son
los resultados esperados de forma específica y no genérica. Si no lo hacemos
podemos caer en la tendencia de racionalizar cualquier resultado para hacerlo
coincidir, más o menos, con el esperado. En una organización todas las unidades
funcionales o de negocio deben contar con un sistema específico de medidas relacionadas
con el contexto organizacional y con las elecciones propias de la unidad. Estos
indicadores deberán abarcar distintos aspectos: financiero, grupos de interés, dimensiones internas para
evitar que el equipo se centre exclusivamente en un parámetro para contemplar
su éxito.
La
construcción de sistemas de gestión cuesta tiempo, dinero y necesita un enfoque
claramente establecido. Deben estar engranados con el contexto individual y las
capacidades.
Los
autores plantean las siguientes recomendaciones en este apartado:
1.-
Seleccionar los sistemas de gestión que son necesarios para desarrollar y
promover las competencias elegidas.
2.-
Mantener las reuniones para analizar la estrategia de forma continuada, creando
un ritmo interno que mantenga el foco en las elecciones que importan.
3.-
Utilizar un lenguaje claro y sencillo al comunicar las estrategias claves a la
organización. Para llegar al núcleo, no complicar excesivamente las cosas.
4.-
Definir medidas que nos informen, a corto y a largo plazo cuál es nuestro
desempeño en relación con nuestras elecciones estratégicas.
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