David Dubois, profesor
asistente de marketing en INSEAD, en INSEAD Knowledge del pasado 19 de
noviembre plantea cómo se puede incrementar la autoridad moral de los líderes.
El cliché de que el poder corrompe da una
explicación fácil a los múltiples casos de corrupción que se están descubriendo
a nivel político y organizacional recientemente, pero no aporta ninguna
solución y lo que es peor parece normalizar la inmoralidad en la cumbre,
alimentando una complacencia peligrosa.
Dubois, junto a Joris Lammers de la Universidad
de Colonia, Adam D. Galinsky de la Universidad de Columbia y Derek D. Rucker de
la universidad de Northwestern, argumentan en un artículo “Power and Morality”,
publicado en “Current Opinion in Psychology”, sintetizando
décadas de investigaciones, que las personas poderosas no tienen por qué sufrir
necesariamente un proceso de deterioro moral, sino que en determinadas
circunstancias tener poder puede hacer que las personas sean más morales.
El poder se asimila con frecuencia a una droga que altera la
mente y esta comparación tiene una validez científica. Los investigadores del
tema han encontrado dos grandes rutas por las que el poder altera el pensamiento
y el comportamiento: la desinhibición y el centrarse en uno mismo.
El poder es desinhibidor, al menos en parte,
porque activa la ruta cerebral que regula el comportamiento que busca
recompensas. El poder, por tanto tiende a aumentar la posibilidad de que las
personas actúen para satisfacer sus necesidades. En esta búsqueda de la
autogratificación los poderosos se sienten menos influidos por factores
inhibidores, tales como las prohibiciones sociales o religiosas. Por este
motivo es más usual que se involucren en comportamientos normalmente
reprobables como pueden ser el adulterio o la violación de normas de tráfico.
El sentimiento de poder se ha demostrado,
también, que incrementa el egoísmo y reduce la consideración por los demás, la
empatía y la compasión, haciendo que los poderosos se preocupen menos por el
sufrimiento de los demás.
El egoísmo y la falta de inhibición no son, a pesar de
todo sinónimos de corrupción. Investigaciones muestran que la arrogancia de los
poderosos puede ser un valor moral, permitiéndoles tomar decisiones que pueden
no prestar a tención a determinados códigos morales para obtener un bien mayor.
Los poderosos, también, se muestran menos susceptibles ante las presiones
de conformidad que pueden hacer que los grupos
cierren los ojos ante comportamientos inmorales y no temen manifestar
sus opiniones sinceramente aunque no coincidan con las de los demás.
Si el poder tiene
implicaciones morales tanto positivas como negativas, para lograr que los
individuos y las organizaciones inclinen la balanza hacia las primeras, se debe
actuar con precaución ya que si hacemos que los poderosos se vuelvan inseguros
de su poder puede aumentar los efectos destructivos del mismo y el maltrato de
los subordinados.
Un estudio de 2014 encontró que la combinación de poder y toma de
perspectiva, imaginando el mundo desde otro punto de vista, incrementa las
relaciones interpersonales y promueve el
que la información se comparta, conduciendo
a una toma de decisiones más ajustada. Esta puede ser la fórmula ideal para un
liderazgo con autoridad moral.
El fomento de la toma de perspectiva puede ser tan sencillo como el
asegurar que se les recuerde a los líderes frecuentemente su interdependencia con
el resto de la organización. El intercambio de roles o la interacción regular
con compañeros en otros departamentos y con colaboradores sirve para contener
la miopía de centrarse excesivamente en uno mismo.
El tomar una perspectiva no sirve para implantar principios morales en
personas fundamentalmente inmorales, pero puede ayudar a los líderes a expresar
instintos que ya poseen, convirtiendo así la simple autoridad en capacidad y
autoridad moral.
Dubois concluye que el análisis que han efectuado de su investigación
plantea que el poder no tiene por qué inevitablemente corromper, depende de
cada líder y de su situación. Dentro de cada mal jefe se puede encontrar un boy
scout esperando a salir.
Hola Isabel, gracias por compartir este interesante y útil artículo. Hace unos días publiqu'e en mi blog un post relacionado con la credibilidad de los jefes. Me gusta mucho investigar sobre este tema. saludos
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