Alison Wood Brooks y Leslie K. John, en la edición de mayo-junio de Harvard Business Review, plantean que aunque gran parte del trabajo diario de los ejecutivos se emplea en solicitar información a los demás, no suelen considerar que hacer preguntas sea un arte que debe ser perfeccionado y pulido o que sus propias respuestas a preguntas pueden facilitar el que las conversaciones resulten más productivas.
Al actuar así pierden una
gran oportunidad ya que preguntar es una
herramienta única y poderosa para liberar valor en las organizaciones:
incentiva el aprendizaje y el intercambio de ideas, fomenta la innovación y la
mejora en el desempeño, genera entendimiento y confianza entre los miembros del
equipo, entre otros efectos beneficiosos.
Al hacer preguntas
incrementamos nuestra inteligencia emocional, lo que a su vez nos hace
mejores interrogadores y se convierte en
un ciclo virtuoso.
Alison Wood al comenzar a
estudiar las conversaciones en Harvard Business School, hace varios años, llegó a unas conclusiones rápidamente: las
personas no hacemos las suficientes preguntas. De hecho entre las quejas más
frecuentes que hacemos después de mantener una conversación como puede ser tras
una entrevista o una reunión de trabajo
o una primera cita tenemos el deseo de haber hecho más preguntas o la sorpresa
ante el hecho de que no nos hayan hecho más preguntas.
Existen numerosas razones
por las que reaccionamos de esta forma. Entre ellas destacan:
a).- Somos egocéntricos
queremos impresionar a los demás con nuestros pensamientos, historias e ideas y
no pensamos en hacer preguntas a los demás porque no nos interesa lo que nos
puedan decir.
b).- Somos apáticos y no
nos molestamos en preguntar o pensamos que nos van a aburrir las respuestas que
nos pueden dar.
c).- Tenemos un exceso de
confianza en nuestros conocimientos y creemos que ya conocemos las posibles
respuestas.
d).- Somos inseguros y
pensamos que podemos hacer las preguntas equivocadas y ser considerados
incompetentes o maleducados.
e).- No entendemos ni
somos conscientes de lo beneficiosos que puede ser el hacer las preguntas
adecuadas. Según las autoras éste es el mayor inhibidor.
El primer paso para
desarrollar el arte de hacer preguntas consiste en empezar a hacer más
preguntas. Evidentemente no sólo el volumen de preguntas interviene en la
calidad de una conversación, sino,
también, el tipo, el tono, la secuencia y el marco son muy importantes.
Las investigaciones
llevadas a cabo por las autoras sugieren que en una conversación el mejor
enfoque va a depender de cuáles son las metas de los interlocutores,
específicamente si la discusión va a ser cooperativa o competitiva o una
combinación de ambas. Entre las recomendaciones generales para dominar el arte
de hacer preguntas proponen:
1.-
Realizar preguntas de seguimiento. Las investigaciones de
Wood han revelado que existen cuatro tipos de preguntas:
a).- Introductorias:
¿Cómo estás?
b).- De espejo: Estoy
bien ¿y tú, cómo estás?
c).- De cambio: se
refieren a un tema totalmente distinto.
d).- De seguimiento: solicitan
más información.
Aunque todas surgen de
forma natural en cualquier conversación las últimas parece que tienen un poder
especial ya que muestran a nuestro interlocutor que estamos escuchando, que nos
importa lo que dice y que queremos saber más.
2.-
Escoger bien el momento de hacer preguntas abiertas.
A ninguna persona le gusta sentirse interrogado y algunas preguntas parece que
sólo permiten decir sí o no. Las preguntas abiertas pueden contrarrestar este
efecto y pueden ser muy útiles para aprender algo nuevo o destapar determinada
información.
No son recomendables, por
el contrario, en algunas situaciones como por ejemplo en el curso de una
negociación tensa.
3.-
Secuenciar las preguntas adecuadamente. El orden óptimo de las
preguntas depende de las circunstancias. Por ejemplo en el curso de una
discusión tensa el plantear las preguntas más duras al principio puede hacer
que el interlocutor se sienta más dispuesto a abrirse. Leslie y colaboradores
han encontrado que las personas estamos más dispuestas a revelar información sensible cuando las preguntas se
realizan en un orden decreciente de intrusión. En cambio si la meta es
establecer relaciones el enfoque opuesto es el mejor.
4.- Utilizar el tono
correcto. Las personas solemos ser más comunicativas cuando se utiliza un tono
informal más que uno muy formal.
5.- Prestar atención a
las dinámicas grupales. La dinámica de una conversación puede variar
drasticamente en función de si es entre dos personas o en grupo. No sólo la
disposición a contestar preguntas se ve afectada por la presencia de otros,
sino que los miembros de los grupos
suelen tender a seguir los caminos marcados entre ellos. Por ejemplo si una
persona comienza a abrirse el resto del grupo hará lo mismo.
Las conversaciones siguen
un continuum que va de puramente competitivas a puramente cooperativas. Por
ejemplo las discusiones sobre la asignación de recursos escasos suelen ser
competitivas mientras que las que se mantienen entre amigos y compañeros suelen
ser, generalmente, cooperativas.
Los autores plantean los
siguientes desafíos que surgen cuando se
hacen y contestan preguntas y proponen tácticas para manejarlos:
I.-
CONVERSACIONES COMPETITIVAS:
1.-
Al hacer preguntas:
A).- Reto: nuestro
interlocutor en la conversación se muestra reticente a compartir información y
puede llegar a mentir.
B).- Tácticas:
a).- Hacer directamente
preguntas cerradas con respuestas “sí o no” para evitar respuestas evasivas.
b).- Hacer preguntas de
seguimiento (aunque parezcan repetitivas) para obtener mayor información.
c).- Formular preguntas
duras utilizando presunciones pesimistas para reducir las posibilidades de que
nuestro interlocutor intente mentir ( por ejemplo: “¿las ventas no han ido
bien, verdad?”).
d).- Hacer las preguntas
más sensibles al principio. De esta forma las siguientes parecerán menos
intrusivas y la otra parte estará más dispuesta a contestarlas abiertamente.
2.-
Al responder:
A).- Reto: contestar
preguntas nos puede poner en una situación de desventaja.
B).- Tácticas:
a).- Prepararse. Pensar con antelación cuál es la
información que queremos mantener oculta para evitar las respuestas impulsivas.
b).- Esquivar el tema contestando a una pregunta similar
que hubiésemos preferido.
c).- Desviar y tomar el
control de la conversación planteando una pregunta como respuesta.
d).- Considerar compartir
información negativa, en lugar de rechazar contestar, para generar confianza.
I.-
CONVERSACIONES COOPERATIVAS:
1.-
Al hacer preguntas:
A).- Reto: Los compañeros
amablemente evitan el conflicto o dudan antes de compartir malas noticias.
B).- Tácticas:
a).- Hacer preguntas
abiertas para que aflore el feedback negativo.
b).- Comenzar por las
preguntas menos sensibles para generar una buena relación e ir planteando las
más complicadas poco a poco.
c).- Como en el caso de
los contextos competitivos formular preguntas duras utilizando presunciones
pesimistas.
2.-
Al responder:
A).- Reto: No olvidar que
las conversaciones deben ser productivas y evitar hablar demasiado libremente.
B).- Tácticas:
a).- Evitar ser
repetitivo y monótono. Utilizar la energía, el humor y el “storytelling” para
enganchar a nuestros interlocutores.
b).- No hablar mucho
sobre nosotros mismos y recordar hacer preguntas sobre los demás.
c).- Esquivar las
preguntas complicadas contestando con otra pregunta o con algo divertido.
Una conversación es como
un baile que necesita que las parejas estén sincronizadas y al igual que la
forma en la que hacemos las preguntas puede facilitar la generación de
confianza y la disposición para compartir información, también influye la forma
en que respondamos.
Responder preguntas
requiere elegir en un continuum entre la privacidad y transparencia. ¿Debemos
contestar la pregunta? ¿Si lo hacemos hasta dónde debemos comunicar? ¿Qué hacer cuando la pregunta, si
contestada con sinceridad, nos puede dejar en una situación de desventaja? Cada
extremo del espectro: opacidad completa o transparencia total tiene sus
ventajas e inconvenientes: mantener información privada puede hacer que nos
sintamos más libres para experimentar y aprender. En las negociaciones reservar
información sensible (como por ejemplo que nuestras alternativas son muy
débiles), puede ayudarnos a asegurar mejores resultados. Por otra parte, la
transparencia es esencial sin queremos forjar conexiones sólidas. Por ejemplo,
en el contexto de una negociación puede favorecer el que se alcancen acuerdos
que aporten valor ya que al compartir la información los participantes pueden
identificar elementos que pueden tener una importancia relativa para una parte
pero mucha importancia para la otra.
Si queremos maximizar los
beneficios de contestar preguntas y minimizar los riesgos es importante decidir
antes de que la conversación comience qué información estamos dispuestos a
compartir y cuál queremos mantener privada.
Me a gustado el tema 🤙
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