Ron Carucci en hbr.org del pasado 1 de mayo
plantea que las personas que ocupan los puestos más altos en una
organización gozan de un alto nivel de influencia sobre aquellos a quienes
lideran. Éstos miran hacia sus líderes buscando pistas sobre lo que es aceptable
y lo que no lo es, sobre los hábitos del equipo, tanto buenos como malos, y sus
comportamientos serán reproducidos.
El autor identifica tres hábitos que ejercen la peor influencia sobre la
organización y propone recomendaciones para solucionar las situaciones
ocasionadas:
1.- PRIORIDADES DISPERSAS
La mayor parte de los líderes utilizan mal el tiempo en que se reúnen entre
ellos y dejan sin resolver decisiones y problemas que necesitan una solución,
con lo que se desperdician recursos, se pierden esfuerzos y se genera
confusión.
Los equipos de liderazgo efectivos tienen sus prioridades claramente
definidas y se centran en la que tienen una mayor importancia estratégica sin
desviarse de ésta.
2.- RIVALIDADES INSANAS
La competencia entre equipos de liderazgo
no es rara, ya que los líderes se sienten en la obligación de diferenciarse de
sus compañeros para obtener los “grandes trabajos”. Pero un equipo de líderes
muy individualistas, luchando por los recursos, el estatus, la influencia y con
mucha frecuencia por el puesto del “jefe” pueden fracturar la organización que
dirigen.
La competencia insana erosiona la confianza. Si los miembros del equipo
desconfían de las motivaciones y agendas no habladas de sus compañeros de
equipo directivo actuarán para autoprotegerse y hasta en su propio interés para
evitar caer en fallos personales, y cuando las cosas van mal se acusarán
unos a otros en lugar de asumir sus responsabilidades.
Es casi imposible tomar y ejecutar decisiones difíciles o críticas cuando los
miembros del equipo no se fían unos de otros y resulta igualmente complicado
para el resto de la organización el intentar ejecutar esas decisiones si todos
saben que estaban tomadas por personas que no estaban alineadas entre sí.
Los equipos directivos deben operar como una fuerza unida. Las metas
compartidas deben estar acompañadas por la responsabilidad compartida. Las
rivalidades se deben reservar para la competencia externa.
3.- CONFLICTOS IMPRODUCTIVOS
Cuando el conflicto y la información se gestionan mal entre el equipo
directivo el resto de la organización hace lo mismo, el desempeño se ve
afectado de forma negativa y el compromiso se desploma.
Hablar negativamente a espaldas de los demás, retener y no compartir
perspectivas honestas y sinceras y vetar decisiones una vez se han tomado son
ejemplos de conductas que deben considerarse inaceptables. Los equipos
directivos deben tener normas escritas para evitar estos comportamientos que
deben ser conocidas por toda la organización, para que los directivos sean conscientes
de que les están observando y verificando que las cumplen.
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