Jesse Sostrin en strategy+business del pasado 22 de mayo plantea que la resiliencia es un acto de desafío. Un momento de resiliencia es nuestra oportunidad de encararnos con la adversidad y decir: “Hoy no. No voy a paralizarme o a reducir mi potencial para sacar el máximo provecho de esta oportunidad”.
Desafortunadamente, para
muchos líderes sometidos a un cambio constante, a la ambigüedad creciente y a
la complejidad del mundo de las organizaciones actuales mes la adversidad la
que toma el control y les dice: ”Sí. Voy a cambiar tus planes, voy a interferir
en tus progresos, voy a hacer que te cuestiones tus metas y me aseguraré de
boicotear tu seguridad en el camino”.
La buena noticia es que
la resiliencia es una capacidad que puede ser desarrollada a través de la
observación intencionada y la práctica. Sostrin propone seguir estas tres
estrategias para lograrlo:
1.- Diseñar un plan. Nuestra
propia resiliencia influye en todo en nosotros desde en nuestra capacidad de resolver problemas e
innovar hasta en nuestro bienestar físico, mental y emocional. La resiliencia
es como una supercompetencia que interviene en otras de las que necesitamos
para trabajar y liderar bien.
Una vez que hemos
internalizado la importancia de construir y mantener nuestra propia resiliencia
debemos diseñar un plan para manifestarla y deberemos trabajar en él de forma
constante.
Existen diversos enfoques
que nos ayudan a entender la naturaleza de la adversidad y nuestra respuesta
ante ella. Entre ellos está el “Cociente de Adversidad” desarrollado por PaulG. Stolz que mide nuestra resiliencia en función de la fortaleza de 4 factores
que son:
a).- El control o grado
en que pensamos podemos influir en lo que va a ocurrir.
b).- La decisión personal
de hacer algo, aunque sea mínimo, para mejorar la situación.
c).- El alcance o grado
en que la adversidad puede extenderse a otras facetas de nuestra vida o de la
situación ( el trabajo afectando la vida personal, por ejemplo).
d).- El tiempo que
percibimos que la situación se puede prolongar.
Debemos comenzar por ser
conscientes de nuestra respuesta en el momento en el que surge la adversidad y
trabajar estas cuatro dimensiones, una a una, para asegurarnos de que no
perdemos la oportunidad de mejorar la situación.
2.- Vencer la batalla
interna. Tim Gallwey desarrolló el concepto del “juego interno” en su trabajo
con atletas y líderes de diversos sectores, al descubrir que el desempeño se ve
enormemente influido por la forma en la que las personas gestionan sus patrones
mentales en los momentos de acción críticos.
Todos los líderes experimentan
una batalla interna entre los pensamientos destructivos y constructivos,
actitudes y creencias que sutilmente, pero poderosamente, modelan sus
comportamientos y en última instancia sus desempeños. La adversidad es una de
las fuerzas predominantes en ese juego.
Por ejemplo cuando
nuestro patrón mental produce ruido en forma de dudas, creencias limitantes,
falta de concentración o destellos de
miedo, éste interfiere en nuestros procesos conscientes de toma de decisiones.
Si queremos enfocar nuestro juego interno correctamente deberemos acallar este
ruido y reducir su interferencia para recobrar el control y restaurar la
integridad de nuestro diálogo interno que nos conducirá a realizar mejores
actuaciones. Pero si la adversidad incrementa nuestro sentido de urgencia y
confusión las interferencias de nuestra mente ansiosa pueden sabotear rápidamente
aquello que estamos intentando conseguir.
3.- Controlar las
microadversidades. Las grandes adversidades son las que suelen llamar la
atención: “nuestra compañía acaba de venderse”, “Nuestro competidor consiguió
el encargo”, “ a un compañero le han diagnosticado una enfermedad grave”,…
Aunque éstas tienen el potencial para reformular el enfoque de nuestras vidas no
son necesariamente el mejor punto para comenzar a construir nuestra
resiliencia. La mejor estrategia consiste en equilibrar y abordar las microadversidades diarias(
rechazaron una de mis ideas, mi jefe me ha encargado un proyecto que no me
gusta demasiado,….) para ir incrementando nuestra resiliencia y encontrarnos en
una mejor posición cuando surja una adversidad más importante
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