Jason Harris en “The soulful art of persuasión. The 11 habits that will make anyone a master influencer”, como hemos comentado en una entrada anterior, plantea que las
disposiciones personales que facilitan el que seamos personas con mayor
capacidad de persuadir se pueden agrupar en cuatro categorías:
La primera es que las personas persuasivas
son AUTÉNTICAS Y ORIGINALES. Ser
nosotros mismos, como hemos visto, en cualquier interacción es una clave
fundamental para ser persuasivos.
Otro aspecto fundamental, en este
apartado, consiste en aprender
a contar historias. Los hechos, argumentos y razonamientos lógicos hablan a
nuestro intelecto pero si queremos atraer de verdad necesitamos contar
historias. Si queremos que nuestro punto de vista se torne real para nuestra
audiencia , especialmente si se muestra escéptica, tenemos que ser capaces de
transportarles emocionalmente a través de nuestra narrativa.
Diversos investigadores han reconocido
desde hace mucho tiempo que el contar historias es una actividad universal y
beneficiosa que se remonta a los primeros tiempos de la especie humana. Por
ejemplo investigaciones realizadas por el antropólogo Daniel Smith y su equipo
han encontrado que puede jugar un papel muy importante en la evolución de la
cooperación humana al ser un medio para difundir normas sociales y cooperativas
para coordinar los comportamientos grupales. Contamos historias para comunicar
nuestros valores y para animar a que los demás los adopten.
Las
investigaciones sobre el tema han encontrado que cuando nos sentimos “transportados
por una historia nuestros cerebros procesan la información de forma diferente. Somos menos conscientes del mundo real y más
del mundo que transmite la historia, lo que nos hace más abiertos a alterar
nuestras creencias.
Cuando persuadimos a través de historias
no tenemos que llamar la atención de la audiencia sobre cuál es nuestro punto
principal. Es suficiente que en ésta se insinúen nuestros puntos principales y
la audiencia llegará a ellos por sí misma, siempre que le demos la oportunidad
de hacerlo. Esto es crucial porque las conclusiones a las que llegamos por
nosotros mismos siempre serán mejor recibidas que aquellas que sintamos que no
tenemos más remedio que aceptar.
El autor recomienda seguir una serie de pasos para contar buenas historias. Son los siguientes:
1.-
COMENZAR CON UNA VERDAD SENCILLA
Si queremos comunicar una idea con una
historia debemos ser capaces de ser conscientes
de cuál es el mensaje antes de empezar.
Si no somos capaces de exponer nuestro mensaje en una frase sencilla y poco
complicada es que no tenemos mensaje y si pretendemos comunicar más de un
mensaje en una sola historia lo más frecuente es que perdamos a nuestra
audiencia. Las historias complejas que están abiertas a múltiples
interpretaciones pueden ser buenas obras de arte o literarias pero no son
buenos vehículos para un mensaje persuasivo.
2.-
CENTRARNOS EN UNA ESTRUCTURA CLÁSICA
La historia debe ceñirse a una
estructura básica que es tan antigua como el arte de contar historias. En su
forma más sencilla sería:
a).-
El objetivo: ¿Quiénes son nuestros personajes? ¿Qué quieren?
La historia comienza con uno o varios
protagonistas que necesitan o quieren algo. Su motivación debe ser fuerte para
impulsar la historia y debe ser algo con lo que nuestra audiencia se pueda
identificar.
b).-
El obstáculo: ¿Qué se encuentra en su camino?
Los protagonistas, después, deben
superar una serie de trabas para conseguir alcanzar su meta. En el momento en que introducimos el obstáculo
nuestra audiencia debe conocer qué está en juego y qué es lo que tiene que
pasar, por lo que deben experimentar algún grado de incertidumbre y de tensión.
c).-
La resolución: ¿Cuál es el resultado?
Puede ser que los protagonistas superen
los obstáculos y alcancen su objetivo o que no lo hagan. Independientemente del
resultado final la liberación emocional que surge al término de una historia
bien contada debe ser la parte más memorable, por lo que tiene que ser cuando
nuestro mensaje es más aparente. El protagonista puede haber logrado su meta o
no pero la forma en la que ha tenido éxito o ha fracasado es la que lleva el
mensaje.
Harris defiende la idea de que entender
los mecanismos básicos de una buena historia persuasiva es una cosa pero que el
convertirnos en buenos narradores de historia es otra cosa que se puede
aprender a través de un esfuerzo consciente
y repetido y para ello propone utilizar cinco técnicas. Éstas son:
TÉCNICA
1: RECOPILAR GRANDES HISTORIAS
¿Qué es lo que hace que una historia sea
buena? En parte es el hecho de que se adapte a la estructura adecuada pero lo
que realmente hace que destaque es que se centra en aquello que queremos
destacar, de forma que nos sintamos emocionados al transmitirla y repetirla.
Puede ser un episodio de nuestra historia familiar o algo divertido o
extravagante que nos haya ocurrido o algo que hayamos leído. Sea lo que sea
cuando lo encontremos debemos transcribirlo lo más detalladamente posible y
recogerlo en un cuaderno o documento especial dedicado a recopilar este tipo de
historias.
Una vez que tengamos la historia debemos
determinar cuál es su mensaje principal y apuntar cuál es la idea o lección que
la historia presenta, como, por ejemplo, ilustrar la importancia de mantener
las promesas, de aprovechar el momento o de hacer nuestras compras a tiempo.
Sea cuál sea el mensaje debe ser obvio desde la primera vez que escuchamos la
historia.
TÉCNICA
2: EDITAR LAS HISTORIAS
Una vez que hayamos encontrado una
historia que exprese nuestro mensaje y que la hayamos escrito detalladamente
debemos transformarla en un relato que capte la atención de nuestra audiencia,
para lo cual debemos editarla. Al hacerlo es aconsejable hacernos las siguientes
preguntas:
a).-
¿Le estoy facilitando a mi audiencia toda la información correcta?
Nuestros oyentes probablemente no hayan
escuchado nuestra historia antes por lo que nos debemos asegurar de que les
estamos ofreciendo toda la información que necesitan para entender la acción.
Por ejemplo debemos estar atentos a posibles personajes cruciales que puedan
surgir de la nada o ante el lenguaje técnico que puede ser familiar para
nosotros pero no para nuestra audiencia.
b).-
¿Estoy describiendo imágenes lo suficientemente vívidas?
Nuestra meta consiste en transportar a
nuestra audiencia por lo que tenemos que conseguir despertar su imaginación. Esto
significa encontrar oportunidades que permitan introducir detalles que hagan
que nuestra historia vibre y cobre vida en sus mentes.
c).-
¿Qué puedo suprimir?
Cualquier elemento de la historia que no
ayude a establecer nuestro objetivo, el obstáculo o la resolución probablemente
puede cortarse ya que tenemos que tener en cuenta que las mejores historias
contadas no deben durar mucho más de dos minutos. Una buena regla es recordar
que necesitamos aproximadamente un minuto para decir 125 palabras por lo que
nuestra historia no debe tener más de 250 0 300 palabras.
TÉCNICA
3: ENSAYAR
Una vez que tengamos un borrador que nos
guste debemos ensayar. El autor recomienda para ello primero leerlo varias
veces en voz alta, no para memorizar el texto sino para familiarizarnos con él.
Cuando llegue el momento de contar la historia no queremos que parezca que
estamos recitando un guión pero tenemos que dominar la historia y los detalles
para que no titubeemos o dudemos al exponerla.
Después, Harris, defiende la importancia
de grabar nuestro ensayo para analizar los posibles defectos al transmitir la
historia.
Si nos sentimos muy nerviosos al hablar
en público podemos memorizar las primeras y últimas líneas para adquirir una
mayor confianza.
TÉCNICA
4: APRENDER DE LOS MEJORES
Debemos encontrar ejemplos de personas
que saben contar muy buenas historias y por las que sentimos admiración por la
forma en que lo hacen ya que nos pueden mostrar técnicas que nos pueden
resultar de utilidad cuando vayamos a contar historias.
TÉCNICA
5: NO DESPRECIAR LAS HISTORIAS POR NO SER MUY ORIGINALES
Tenemos la tentación de pensar que las
grandes historias deben ser originales para poder cautivar a la audiencia. Pero
esto no siempre tiene que ser así ya que, de hecho, contar una historia que
nuestra audiencia ya conoce puede tener más influencia que una que desconoce,
como demuestra un reciente estudio llevado a cabo por los psicólogos Gus Cooney,Daniel Gilbert y Timothy D. Wilson. Una
de las razones que explican este hecho según la investigación es que las
historias que resultan familiares tienen el poder de activar en los oyentes
memorias de su propia experiencia pasada y pueden, por tanto, desencadenar gran
riqueza de emociones, lo que no ocurre con las historias nuevas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario