The School of Life es una iniciativa del filósofo Alain de Botton que nació
como respuesta a la creencia sentida por su creador de que todas las personas
necesitamos ayuda y que no tenemos que avergonzarnos por ello. Buscó la
colaboración de diversos intelectuales de amplio espectro y con ellos puso en marcha, en el verano de 2008, esta institución
que se encuentra situada en el centro Londres.
The School of Life defiende con pasión la creencia de que el aprendizaje es
relevante y por ello ofrece cursos sobre los aspectos más importantes de la
vida diaria: el trabajo, relaciones, viajes, política, familia, para ayudar a
vivir bien la vida.
Una de sus últimas propuestas es la edición de una colección de seis libros
que pueden ser descritos como un canto
coral a la vida y que hablan de reflexionar sobre el modo en que vivimos y nos
relacionamos, de cómo podemos conocernos
y de cómo aprender a cuidarnos para poder disfrutar de la vida: “Cómo encontrar un trabajo satisfactorio” de Roman Krznaric, “Cómo pensar más en el sexo” cuyo autor es Alain de Botton, “Cómo prosperar en la Era digital” de Tom Chatfield, “Cómo
cambiar el mundo escrito por John-Paul Flintoff, “Cómo estar mentalmente equilibrado” cuya autora es Philippa Perry y “Cómo preocuparse menos por el dinero” escrito por John Armstrong.
Roman Krznaric, autor de varios libros, entre ellos el ya mencionado “Cómo encontrar un trabajo satisfactorio”,
en el boletín de de “The school of life” de esta semana habla del dilema que se plantea actualmente a los
profesionales de elegir entre ser un generalista o un especialista.
Retrocede a la época de Adam Smith en la
que éste argumentaba que los trabajadores en las industrias rendirían más si se
especializaban exclusivamente en la realización de una o dos tareas, en lugar
de fabricar el producto completo. Inventó la división del trabajo.
El autor considera que esa idea es uno de los legados más desastrosos de la
revolución industrial ya que ha conducido a la creencia de que el convertirnos
en expertos en un campo limitado es lo que podemos esperar y aspirar en nuestra
vida profesional, con lo que en contadas ocasiones tenemos el privilegio de realizar una tarea completa, desde su
inicio hasta su finalización, tal como hacían los artesanos.
Roman Krznaric se pregunta si ser un especialista es la mejor forma de
utilizar nuestros talentos. Reconoce que determinados especialistas son
necesarios, poniendo como ejemplo a los cirujanos cardiacos, pero estima que el
coste de ser especialistas a nivel personal es el abandono de los beneficios de
ser generalista que se centran fundamentalmente en la posibilidad de
desarrollar muchas facetas de nuestra personalidad y de utilizar la multiplicidad de nuestros
talentos. Como ejemplos menciona a los grandes generalistas del renacimiento y
entre ellos a Leon Battista Alberti que era escritor, artista, arquitecto,
poeta, criptógrafo, lingüista, filósofo, músico y gimnasta.
Distingue entre dos abordajes clásicos para ser un generalista:
1.- Seguir el ideal de Karl Marx que
consistía en trabajar a tiempo parcial en varias actividades simultáneamente:
“ser cazador por la mañana, pescador por la tarde, pastor al atardecer y
crítico literario por la noche, sin llegar a dominar nunca ninguna de las
disciplinas”. En la actualidad se les llama a estos profesionales “trabajadores
del portafolio”.
2.- Convertirse en un “especialista en serie” que va dominando una carrera
tras otra. El autor reconoce que ha elegido
esta opción por lo que ha trabajado primero como académico, luego como
jardinero y posteriormente como consejero financiero, carpintero y en la
actualidad como escritor.
Como conclusión reivindica la necesidad de no olvidar la importancia de ser
generalista para poder desarrollar todo nuestro potencial.
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