John Kotter, uno de los
mayores expertos en gestión del cambio, en su artículo: “Leading change, why
transformation efforts fail”, incluido en el libro “HBR¨S 10 must reads On Change” analiza distintos errores que cometen los directivos en las organizaciones
al intentar su transformación y que
dificultan la ejecución de los 8 pasos para el cambio descritos por Kotter y de
los que hablamos en una entrada anterior.
Son los siguientes:
1.-
NO CREAR UN SENTIDO DE URGENCIA LO
SUFICIENTEMENTE POTENTE.
Según el autor casi un
50% de las organizaciones fallan en esta fase. Entre los motivos tenemos:
a).- Subestimar los
esfuerzos que va a costar sacar a los profesionales de su zona de confort.
b).- Sobreestimar el
éxito que han tenido en crear la sensación de necesidad urgente de cambio.
c).- Escasa paciencia
que les lleva a no preparar bien los pasos preliminares.
Esta etapa se ha
planteado bien si al menos un 75% de los profesionales que se van a ver
afectados por los cambios son conscientes de la necesidad y urgencia de los
cambios.
2.-
NO CONTAR CON UNA COALICIÓN DIRECTORA SUFICIENTEMENTE FUERTE.
En los casos de
transformación de organizaciones que tienen éxito la coalición que lidera los
cambios crece constantemente con el tiempo, pero para ello es necesario contar
desde el principio con una mínima masa crítica. Ésta debe estar formada por el
directivo de mayor nivel y un número de colaboradores, que puede oscilar de 5
hasta 50, que se juntan y se comprometen a conseguir un desempeño excelente a
través de los cambios. Normalmente en este grupo no se encontrarán todos los
responsables porque algunos de ellos no mostrarán, al menos al principio, una
predisposición favorable a los cambios.
En una fase posterior
este equipo director estará formado por un número de profesionales que oscilará
de 3 a 5 para ir manteniendo los esfuerzos, salvo en las organizaciones de gran
tamaño que puede necesitar la implicación de un número mayor de personas. Puede
incluir miembros que no pertenezcan al equipo directivo, tales como mandos intermedios o expertos en las áreas a
transformar, por lo que suele operar fuera de los límites de la jerarquía
formal de la organización. Esta última característica , aunque pueda parecer
inoportuna, es necesaria ya que si la jerarquía existente funcionase bien
probablemente no serían necesarios cambios radicales .Éstos van a demandar, con frecuencia, la
realización de actividades fuera de los límites, protocolos y expectativas formales.
El equipo que va a
liderar los cambios tiene que tener el apoyo de la alta dirección, pero
necesita que esté cohesionado para generar un compromiso común. Para ello son
necesarias reuniones frecuentes entre sus miembros para el seguimiento de las
medidas tomadas y la resolución de los problemas que van surgiendo y contar con
un liderazgo eficaz.
3.-
FALTA DE VISIÓN.
Para que un cambio
tenga éxito necesita que el equipo que lo lidera presente una visión del futuro
que sea fácil de comunicar y que resulte atractiva a todos los grupos de
interés. Esta visión debe clarificar la dirección en que la organización o el
departamento debe seguir y tiene que ser
sensata y sólida para que el esfuerzo de transformación no se disuelva en un
listado de proyectos confusos e
incompatibles que no lleven a ninguna parte.
En cambios fallidos,
con frecuencia, se encuentran numerosos planes, instrucciones y programas pero
sin una visión clara que los guíe.
Kotter propone la
siguiente recomendación: si no podemos comunicar la visión a un colaborador en
cinco minutos como máximo y obtener una reacción que implique que la entiende y
le interesa, no podemos pensar que hemos finalizado esta fase correctamente y
debemos reflexionar y seguir intentándolo.
4.-
NO ALCANZAR EL NIVEL DE COMUNICACIÓN ADECUADO.
Es frecuente que
aparezcan los siguientes patrones de comunicación:
a).- El grupo que
lidera el cambio desarrolla una visión adecuada del cambio y procede a
comunicarlo por medio de una sola reunión o un único comunicado al respecto.
b).- El máximo
responsable de la organización dedica mucho tiempo a los discursos a sus profesionales,
pero poco a hablarles del cambio.
c).- Se realizan
numerosas presentaciones y se envían boletines hablando de la visión y del
cambio, pero la conducta de numerosos directivos no es acorde con la visión
planteada. El resultado es que aumenta el cinismo de los profesionales hacia la
transformación propuesta y una disminución de la comunicación.
El cambio es imposible
si no cuenta con la participación de los profesionales que se van a ver
afectados y si éstos no están en disposición de hacer los sacrificios
que sean necesarios. Es frecuente que no quieran esforzarse aunque estén
descontentos con el “status quo” si no creen que un cambio beneficioso es
posible, por lo que es imprescindible que reciban grandes cantidades de
información creíble.
Los directivos deben
convertirse en ejemplos del cambio que se quiere alcanzar y aprovechar todas
las ocasiones en que estén en contacto con sus colaboradores para transmitir el
mensaje, utilizando todos los canales de comunicación que tienen a su
disposición.
5.-
NO REMOVER LOS OBSTÁCULOS QUE SE VAN PRESENTANDO PARA ALCANZAR LA NUEVA VISIÓN.
Una transformación que
va teniendo éxito involucra cada vez a un mayor número de personas, que se
atreven a abordar nuevos enfoques, a desarrollar nuevas ideas y a ir liderando
los cambios a su nivel. La única
restricción es que todas estas acciones encajen en la nueva visión. Esta
renovación necesita para que sea eficaz que se eliminen los obstáculos a su
desarrollo.
En ocasiones las
barreras son de índole organizacional, la estructura puede actuar como un freno
a las reformas, en otras ocasiones son los propios directivos los que quieren
bloquear los cambios negándose a aceptarlos o planteando demandas que no son
consistentes con el esfuerzo colectivo.
Puede resultar imposible
llegar a remover todos los obstáculos, pero si hay que afrontar y eliminar los principales
si queremos que el cambio se produzca.
6.-
NO PLANIFICAR Y CREAR PEQUEÑOS TRIUNFOS.
Una transformación real
lleva tiempo conseguirla y los esfuerzos de renovación pueden perder fuerza si
no existen metas a corto plazo a alcanzar y celebrar con reconocimientos y
recompensas para los profesionales que han contribuido a su consecución.
7.-
DECLARAR PREMATURAMENTE EL ÉXITO DE LA INICIATIVA.
En ocasiones tras un
tiempo de duro trabajo los directivos se pueden ver tentados a declarar
victoria ante el primer éxito palpable. Mientras que celebrar un éxito es
conveniente el declarar que se ha “ganado la guerra” puede ser catastrófico.
Hasta que los cambios no se hayan afianzado profundamente en la cultura corporativa, un proceso que
puede necesitar años, se pueden producir retrocesos.
Los líderes de las
transformaciones que tienen éxito lo que hacen es aprovechar la credibilidad
que van ofreciendo las pequeñas victorias para ir abordando problemas mayores. Afrontan
las modificaciones en los sistemas y estructuras que no son acordes con la
visión y que no se han planteado al comienzo, por no ser el momento apropiado.
8.-
NO ANCLAR LOS CAMBIOS EN LA CULTURA CORPORATIVA.
El cambio permanece
cuando se convierte en “la forma en que aquí hacemos las cosas”, e impregna
todos los niveles de la organización. Hasta que los nuevos comportamientos no
estén enraizados en normas sociales y en valores compartidos son vulnerables a
su degradación en el momento en el que cese la presión para el cambio.
Dos factores son
particularmente importantes para institucionalizar el cambio en la cultura de
una organización y deben ser abordados por sus impulsores:
a).- El intento
consciente de mostrar a los profesionales de cómo los nuevos enfoques,
comportamientos y actitudes han ayudado a mejorar el desempeño. Si no se hace
los profesionales pueden hacer conexiones inexactas y desarrollar perspectivas
erróneas. Requiere un esfuerzo de comunicación bidireccional constante.
b).- Dedicar tiempo para asegurarse de que los
nuevos directivos que se puedan ir nombrando personifican la nueva visión. Si
los requerimientos para la promoción no cambian y se adaptan a la nueva visión la
transformación no suele durar.
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