domingo, 10 de enero de 2016

LOS 9 SECRETOS DE LOS ORADORES EXCELENTES III. AUTENTICIDAD, BREVEDAD Y VARIEDAD


En dos  entradas anteriores hemos visto los tres componentes emocionales y los tres innovadores fundamentales, presentados por Carmine Gallo en su libro “Talk like TED. The 9 Public Speaking Secrets of the World´s Top Minds  que constituyen 6 de los secretos de los oradores excelentes. 
                                                        
Los tres últimos tienen carácter memorable para conseguir que nuestra presentación sea recordada y no olvidada con el paso del tiempo y son:

I.- AJUSTARSE A LA REGLA DE LOS 18 MINUTOS

18 minutos es el tiempo ideal que debe durar una presentación. Si necesitamos más tiempo entonces deberemos introducir pausas suaves cada diez minutos utilizando vídeos, demostraciones, historias,…
Distintas investigaciones han descubierto que el exceso de información previene la transmisión eficaz de las ideas.

Paul King, experto en comunicación, en sus investigaciones sobre el estado de ansiedad que se produce al escuchar y sus repercusiones, demuestra que aunque siempre hemos pensado que la ansiedad impacta sólo al orador, también afecta a la audiencia.  Esto ocurre porque la acumulación de información hace que el trabajo mental resulte cada vez más pesado y la necesidad de recordarla ejerce una mayor presión que puede ser excesiva. El procesamiento cognitivo: pensar, escuchar, hablar, son actividades que tienen una demanda física. Si nos concentramos realmente al escuchar vivimos una experiencia físicamente agotadora. King explica este fenómeno porque el que escucha está continuamente añadiendo material para recordar. Si lo hacemos durante 5 minutos la ansiedad será ligera, si la presentación dura 18 minutos el acumulo de información será mayor y la ansiedad crece y si la extensión es de 60 minutos o mayor corremos el riesgo de bloquear a la audiencia salvo que introduzcamos pausas con historias, vídeos, la intervención de otros oradores,…

Cuanto más extensa es una presentación más esfuerzo tiene que hacer el oyente para organizar, comprender y recordar y la ansiedad crece y con ella puede surgir la frustración e incluso el enfado. Como King destaca la mayor parte de las investigaciones sobre el proceso de memorizar sugieren que es mejor estudiar un contenido en dos o tres ocasiones durante un corto periodo de tiempo en lugar de dedicar exclusivamente un periodo largo.

Procesar nueva información consume energía y el cerebro se cansa con facilidad. Roy Baumeister ha realizado una serie de experimentos dirigidos a medir los niveles de glucosa en las personas antes y después de realizar actividades sencillas, tales como ver un vídeo mientras se proyectan palabras en la parte inferior de la pantalla. En el estudio de pedía a algunos de los participantes que ignoren el texto y al resto que hiciesen lo que quisiesen. Posteriormente se medían los niveles de glucosa y surgieron diferencias. Las personas que habían mantenido una actitud relajada no experimentaron ningún cambio, pero el nivel de glucosa descendió apreciablemente en las que intentaban evitar leer las palabras.

Una presentación larga y confusa fuerza al cerebro de los oyentes a trabajar duro y a consumir energía.  Las células en el cerebro necesitan casi el doble de energía que las del resto del cuerpo. La actividad mental rápidamente consume glucosa. Esta es la razón por la que una presentación de 18 minutos funciona bien: deja a la audiencia con la glucosa suficiente para pensar en ella, compartir sus ideas y trabajar sobre las mismas. Si hablamos durante mucho tiempo conseguiremos que la atención de los que nos escuchan se disperse.

Las restricciones son claves para obtener una presentación creativa. El autor piensa que la limitación de la duración a 18 o 20 minutos aporta el tiempo suficiente para que el orador pueda persuadir a su audiencia. Si es menor algunos miembros de la misma(sobre todo si son inversores o clientes) pueden creer que no han recibido suficiente información, pero si es más larga se corre el riesgo  de perder la atención de los oyentes.

El discurso inaugural de John Kennedy es un ejemplo excelente de un mensaje corto e inspirador.



Una explicación sencilla de temas complejos transmite confianza a la audiencia sobre el dominio de los mismos del orador. Albert Einstein dijo en una ocasión: ”Si no lo puedes explicar de forma sencilla es que no lo entiendes bien”. En el mismo sentido E.F.Schumacher, economista y autor de “Small is beautiful” mantenía que .”Cualquier tonto inteligente puede hacer las cosas más grandes y más complejas. Se necesita un toque de genio y valor para ir en la dirección opuesta”. El coraje es la palabra clave. Se necesita para hacer que las cosas sean sencillas. Se necesita para limitar una presentación a 18 minutos y hacer que se comprenda.

Si queremos condensar todo nuestro conocimiento es útil recordar la “regla de tres”, que consiste en que las personas podemos recordar realmente bien tres piezas de información, si añadimos más la retención va a fallar. En este sentido muchos oradores expertos utilizan tres historias para enmarcar sus presentaciones.

Otra técnica se centra en construir un mapa del mensaje al preparar las presentaciones. Éste es la representación visual de nuestra idea. Para prepararlo debemos seguir tres pasos:




1.- Redactar un encabezamiento o título del tipo de los que se cuelgan en  twitter. Debemos preguntarnos cuál es  la idea más importante que queremos que la audiencia recuerde de nuestro mensaje. Una vez que la hayamos definido tenemos que dibujar un círculo en nuestro mapa e incluir la respuesta en ella (éste será nuestro título).

2.- Apoyar el titular con tres mensajes clave.

3.- Reforzar los tres mensajes con historias, estadísticas y ejemplos.

II.- OFRECER PRESENTACIONES CON COMPONENTES QUE AFECTEN A MÁS DE UNO DE LOS SENTIDOS: TACTO, GUSTO, OLFATO, OÍDO Y VISTA.

Esta recomendación se apoya en el hecho de que el cerebro no presta atención a las cosas que le aburren.es casi imposible sentirse aburrido si estamos expuestos a imágenes sorprendentes, a vídeos cautivadores, a presentaciones intrigantes, a bellas palabras y a más de una voz que cuente una historia y nos haga vivirla.

Richard Mayer, profesor de psicología, en sus investigaciones con sus estudiantes encontró que aquellos que, en las mismas, estaban expuestos a entornos multisensoriales (texto, imágenes, animaciones y vídeos), recordaban siempre mejor la información que se les transmitía que aquellos que solamente escuchaban o leían la misma. Mayer decía que no teníamos por qué sorprendernos por esto ya que cuando al cerebro se le permite hacer dos representaciones mentales de una explicación, un modelo verbal y otro visual, las conexiones mentales que se establecen son mucho más fuertes.

Las diferencias entre los dos tipos de aprendizaje: auditivo y visual eran todavía más llamativas cuando la audiencia carecía de conocimientos previo del tema, ya que los estudiantes que si los tenían eran capaces de generar sus propias imágenes mentales al escuchar o leer.

Los grandes oradores son conscientes de este fenómeno y construyen sus presentaciones alrededor de uno de los sentidos, predominantemente, pero incorporar, al menos, uno o dos de los otros. Poe ejemplo utilizando imágenes en lugar de texto siempre que sea posible. Los conceptos presentados en forma de imágenes se recuerdan mejor. Si escuchamos una información seremos capaces de recordar un 10% tres días después, pero si añadimos una imagen el porcentaje de retención sube hasta un 65%, ya que las imágenes son procesadas en nuestro cerebro a través de diversos canales en lugar de por uno solo lo que produce una codificación más profunda y significativa.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que aunque la visión es el sentido predominante recordamos información mucho mejor si se estimulan muchos sentidos al mismo tiempo. Nuestro sentido del oído es muy poderoso: la forma en la que decimos las cosas (tono, intensidad, volumen, articulación) puede llegar al alma del oyente. Mediante las palabras podemos llegar a pintar las imágenes en la mente de nuestra audiencia. Los neurocientíficos han encontrado que la corteza visual de nuestro cerebro no puede establecer una diferencia entre lo que es real y lo que es imaginado. Si podemos pensar sobre algo vívidamente, realmente imaginarlo, se activan las mismas áreas del cerebro que si lo estamos contemplando de verdad. Esta es la razón por la que las metáforas y analogías son formas muy efectivas de pintar una imagen en nuestro cerebro.

El Santo Grial de una presentación consiste en transportar a la audiencia a otro lugar. Para conseguir que la audiencia “sienta” nuestra presentación hay que incluir demostraciones, mostrar productos o servicios y pedir al público que participe.



III.- SER AUTÉNTICO, ABIERTO Y TRANSPARENTE.

La mayor parte de las personas son capaces de detectar a un embaucador e impostor. Si intentamos ser alguien que no somos no conseguiremos ganar la confianza de la audiencia.

Nunca tenemos que olvidar que cuando damos  una presentación nuestro objetivo debe ser inspirar a nuestra audiencia, movilizarla y animarla a que crea que puede alcanzar sus sueños y para ello tenemos que tener credibilidad. Nunca lograremos convencer a nuestra audiencia si ésta no nos admira y confía en nosotros.

Richard Branson mantiene que:” Si queremos ser oradores impresionantes debemos creer en lo que decimos y si hablamos con convicción y nos mostramos apasionados con nuestro tema, la audiencia será más tolerante con nuestros errores, porque confiarán en  que les estamos diciendo la verdad. Por tanto debemos preparar nuestra intervención, dedicarle el tiempo necesario, relajarnos y hablar desde el corazón”.



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