Fred Kofman en “The meaning revolution. The power of transcedent leadership” plantea que el mayor factor motivador en las organizaciones no es el salario u otros incentivos económicos sino la oportunidad de servir a un propósito significativo que transciende nuestras carreras y a nosotros mismos.
En una organización
normal somos retribuidos no por hacer nuestro trabajo sino por desempeñar un
rol. Nuestro trabajo real es, pues, ayudar a nuestra empresa a ganar, esto es a
alcanzar su misión de forma rentable y ética. Lo que ocurre es que, con demasiada
frecuencia cada individuo y cada parte de la organización persiguen sus propios
intereses a expensas de la totalidad de la misma. Edward Deming, padre del
concepto de la calidad total obervaba que: “las personas con metas y trabajos
que dependían de alcanzarlas probablemente lograrán esos objetivos aunque
tengan que destrozar la empresa para conseguirlo”.
Las organizaciones con
frecuencia se enfrentan a un dilema que parece irresoluble ya que por un lado
los incentivos individuales crean silos y por otro los incentivos colectivos
pueden destruir la productividad. La mayor parte se centran en lo malo
conocido: los indicadores de desempeño individuales y aceptan el consecuente
impacto en la colaboración. Kofman propone para solucionar este problema la
utilización del propósito aceptando que el tipo de liderazgo que se necesita
para comprometer a las personas con un trabajo que tenga un significado es más
complicado de lo que puede parecer.
El autor define liderazgo
como el proceso por el que una persona (el líder) obtiene el compromiso interno
de otros (los seguidores) para alcanzar una misión que esté alineada con los
valores del grupo. El compromiso no se puede conseguir a través de recompensas
ni castigos sino que puede ser inspirado sólo a través de la creencia de que
dar lo mejor al proyecto realzará sus vidas.
En una organización
tenemos que ser conscientes de que somos parte de un equipo y que no podremos ganar
si el equipo no gana, por lo que deberemos colaborar con nuestros compañeros.
Los grandes líderes deben
hacerse las siguientes preguntas:
a).- ¿Cómo puedo inspirar
a mi equipo u organización para que trabajen al unísono?
b).- ¿Cómo animo a cada
persona a que acepte su responsabilidad por su desempeño individual al tiempo
que realiza los sacrificios necesarios para colaborar en la consecución de la
meta de la organización?
c).- ¿Cómo integrar la
responsabilidad individual y la cooperación?
d).- ¿Cómo inspirar a mi
equipo u organización para que alcancen grandes, sorprendentes y duraderas
metas?
e).- Cómo lograr que mi
vida y las de los que me rodean tengan un sentido trascendente?
Desafortunadamente las
técnicas de management convencionales no son capaces de dar respuesta a estas
cuestiones de forma eficaz.
Para ser un líder
inspirador lo primero que tenemos que hacer es entender que ese tipo de
liderazgo no tiene nada que ver con la autoridad formal sino que está
relacionado con la autoridad moral. Los corazones y las mentes no pueden ser comprados o forzados sino que sólo pueden
ser merecidos y ganados y por tanto, sólo se conceden a misiones que merecen la
pena y a líderes que se lo merecen.
Como líderes no debemos
querer siempre que nuestros seguidores hagan lo
que les decimos porque no podemos saber en todas las ocasiones lo que tienen que hacer en cada
caso para ayudar a que el equipo gane de forma más efectiva. Y aunque
quisiésemos que obedeciesen también queremos que pongan sus esfuerzos y
experiencia para ganar, para lo cual deseamos que actúen con iniciativa,
inteligencia y entusiasmo y estos comportamientos no se pueden extraer a la
fuerza, deben ser inspirados por el amor y el entusiasmo, por lo que debemos
conseguir que nuestras vidas y las del resto del equipo tengan un significado.
Un gran líder hace a sus
seguidores el siguiente ofrecimiento:
“Además
de una compensación y beneficios económicos te facilitaré la oportunidad de impregnar
tu vida de un sentido, a través de una plataforma en la que puedas construir un sentimiento
de valía personal y social. Esta plataforma te permitirá que prosperes no sólo
desde un punto de vista material sino, también, desde una perspectiva:
a).-
Emocional porque te relacionarás con nosotros como un miembro más del equipo.
b).-
Mental porque tu inteligencia se respetará.
c).-
Espiritual porque formarás parte de un proyecto que trasciende nuestros
pequeños egos y nos conecta a un propósito más importante.
A
cambio espero tu entusiasmo y que pongas toda tu energía al servicio de este
gran proyecto, que ejemplifiques nuestros valores y cultura y que impulses el
que los demás lo hagan y que te relaciones con tus compañeros de equipo con
amabilidad, compasión y solidaridad, subordinando tu agenda personal y
colaborando con tus compañeros de equipo para conseguir que éste triunfe.
Asimismo te pido que pongas tu corazón y mente en conseguir la noble misión que
perseguimos, alineando nuestros esfuerzos con los del resto de la organización”.
Con sus propuestas Kofman
pretende dar respuestas a dos preguntas:
1.-
¿Por qué las organizaciones no tienen éxito?
El mayor problema al que
se enfrenta una organización consiste en lograr alinear a sus miembros cada uno
con sus propios intereses en la consecución de una meta común, lo cual no se
alcanza, a largo plazo, a través de
beneficios económicos, según el autor.
El segundo mayor problema
es conseguir que la información adecuada llegue a las personas adecuadas en el
tiempo y formato adecuados para poder tomar la decisión correcta.
2.-
¿Cómo pueden las organizaciones y las personas que las integran ganar?
A través del liderazgo
trasformador se pueden abordar los problemas planteados en la pregunta
anterior de forma más eficaz ya que se apoya en el poder inspirador de los
incentivos intangibles como, por ejemplo, el sentimiento individual de colaborar en un propósito importante, el sentido del logro
y la autoestima, así como los valores y ética compartidos y el deseo de formar
parte de una comunidad.
Los bienes inmateriales que
son los pilares del liderazgo trascendente muestran una peculiar combinación de
dos particularidades que permiten a los líderes gestionar dilemas
organizacionales en forma que el dinero o las retribuciones en especie no
pueden:
a).- Los bienes éticos y
morales se pueden ofrecer a todos y no implican como los materiales que si se
los das a unos otros pueden quedarse sin nada y generarse rivalidades debido a
la escasez de recursos a la hora de repartirlos. Por otro lado los intangibles
no tienen límites y crean cohesión porque se basan en normas culturales
compartidas.
b).- Los bienes éticos y
morales se pueden considerar privados y por tanto exclusivos por lo que si no
formas parte de la organización tanto formalmente como emocionalmente no están a
tu disposición. De esta forma se origina un sentimiento de comunidad de mentes
que piensan de manera similar, que comparten un conjunto de valores éticos y que tiene unos límites marcados. Este propósito común favorece la cohesión
entre los miembros de una organización con más eficacia que si empleamos cualquier
bien material.
Los bienes morales
permiten a los líderes discriminar entre profesionales motivados por la misión
(misioneros) y aquellos motivados por el dinero (mercenarios). Si ofrecemos la
combinación adecuada entre incentivos tangibles
e intangibles podremos apelar a distintos grupos de empleados
potenciales.
El autor plantea que la
ansiedad más universal que experimentamos los seres humanos es la del miedo a
que nuestra vida se desperdicie y no tenga sentido y de que no dejemos ninguna
huella en este mundo. El liderazgo trascendente facilita a aquellos que siguen
sus principios una vía para gestionar esta ansiedad existencial.
Se necesita un tipo de
persona especial para poder ser un líder trascendente, que sea capaz de mirar intensamente
en su interior para entender esta ansiedad clave que existe en todos nosotros.
Tiene que estar dispuesto a enfrentarse a su miedo a la muerte para poder crear
un proyecto significativo e inmortal con
el que sus profesionales se puedan comprometer, alineando los propósitos
individuales con uno de carácter colectivo que les haga crecer. Debe inspirar a
sus seguidores apoyándose no en “el palo y la zanahoria” sino apelando a su
creencia de que han empleado su tiempo diariamente en hacer algo que sea
beneficioso para la sociedad y facilitar el desarrollo de sus colaboradores para
que puedan alcanzar la misión
Asimismo, interioriza los
pensamientos de Lao Tzu cuando decía:
“El
líder malvado es aquel al que la gente desprecia. El buen líder es aquel al que
la gente reverencia. El gran líder es aquel del que las personas dicen lo
hicimos nosotros.”
Las organizaciones pueden
convertirse en hogares de significado apoyados en cimientos de benevolencia,
servicio y amor en la que el líder debe ser un ejemplo sincero.
La búsqueda de la
felicidad y de un significado son dos motivaciones centrales en la vida de las
personas y ambas son esenciales para su bienestar y crecimiento, pero sólo la
última es propiamente humana. Ambas, con frecuencia, se apoyan entre sí pero no
siempre ocurre porque se puede ser feliz y no llevar una vida que tenga un
propósito de índole trascendente.
La diferencia puede estar
en que:
1.- La felicidad
entendida como placer y sentimientos positivos tiene más que ver con la
satisfacción de nuestras necesidades y con alcanzar aquello que queremos.
2.- El propósito
entendido como significado e impacto positivo está relacionado con el
desarrollo de una identidad personal y con actuaciones que tienen un propósito
y unos principios.
Podemos encontrarnos que
nos sentimos felices si consideramos que llevamos una vida fácil y hemos
logrado un cierto éxito pero sentir que nuestra vida no tiene mucho
significado. Los niveles elevados de significado están relacionados con los
pensamientos profundos, los que están conectados a niveles más altos de
preocupación, estrés y ansiedad, pero tener un propósito está asociado a
capacidades de adaptación tales como perseverancia, gratitud y expresión
emocional.
El propósito tiene dos
componentes fundamentales:
a).- Cognición: hacer que
la vida tenga un sentido.
b).- Motivación: tener un
sentido.
El componente cognitivo
implica integrar las experiencias en una narrativa coherente como si fuese una
historia, tomando la perspectiva de una tercera persona de nuestra vida. El componente
motivador nos lleva a perseguir de forma activa metas a largo plazo que
reflejan nuestra propia identidad y trascienden a unos intereses estrechos y
mezquinos.
Mientras sentirnos
felices se deriva de sentirnos bien el significado se deriva de ayudar a los
demás o de nuestra contribución a la sociedad. De acuerdo con una encuesta
Gallup de 2012 el 60% de los estadounidenses se sentían felices sin mucho
estrés o preocupaciones, pero otra encuesta del Centro de Control de
Enfermedades encontraba que el 40% no habían descubierto un propósito positivo
para sus vidas o no sabían qué era lo que podía ayudarles a encontrar éste y de
ellos un 20% sufrían desórdenes de ansiedad y depresiones. Diversas
investigaciones demuestran que tener un propósito que tenga un significado trascendente
en nuestras vidas incrementa nuestro bienestar y satisfacción, mejora nuestra
salud física y mental, aumenta nuestra resiliencia y autoestima y disminuye las
posibilidades de caer en estados depresivos. Por el contrario la búsqueda exclusiva
de la felicidad o del placer hace que las personas sean menos felices.
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