Nicole Soames en “The negotiation book. Practical Steps to becoming a master negotiator”, que estamos comentando, propone seguir una serie de pasos para convertirse en un maestro negociador. Tras el primer paso: DESARROLLAR UN PATRÓN MENTAL NEGOCIADOR, tenemos el segundo que es:
II.-
PREPARARSE PARA TENER ÉXITO EN LA NEGOCIACIÓN:
Las personas pensamos
erróneamente que los mejores negociadores son aquellos que piensan y reaccionan
con rapidez, cuando en realidad los mejores son los que están bien preparados,
tal como decía Benjamin Franklin: “ si fallas en preparar te estás preparando
para fallar”.
Siempre debemos preparar
una negociación. Las personas con frecuencia acuden a las reuniones sin pensar
que van a terminar teniendo que negociar, por lo que siempre es necesario estar
preparado. Otro error que cometemos con frecuencia es pensar que sólo debemos
prepararnos para negociaciones grandes y formales, cuando de hecho necesitamos
más tiempo para preparar aquellas en las que nos sentimos más involucrados
emocionalmente.
La preparación debe
incluir todas las fases de la negociación: previa, al comienzo, durante y al
finalizar y debe centrarse en identificar y entender nuestras propias motivaciones
y las de la otra parte para descubrir los puntos de coincidencia para que la
negociación resultante sea un éxito.
Para comprender cuáles
son nuestras necesidades particulares podemos utilizar el método de los 5 “por
qué” que consiste en preguntarnos cuál
es el resultado que deseamos de esa negociación y seguir indagando hasta que
lleguemos a la causa raíz. No debemos olvidar que si no conocemos exactamente lo
que esperamos obtener de una negociación difícilmente tendremos el resultado
esperado.
Otro aspecto importante a
considerar es el de nuestro estilo negociador más dominante. Existen cuatro
estilos de negociación principales:
1.-
Orientado a resultados y seguro de sí mismo. Se caracteriza
porque la persona:
a).- Es competitiva.
b).- Se centra en el
resultado y no en las relaciones.
c).- Piensa que le
respetarán si muestra una actitud dura.
e).- Resistirá hasta conseguir
lo que quiere.
f).- Está dispuesta a
hacer lo que sea para ganar y obtener los mejores resultados.
g).- Le gusta tomar
decisiones.
h).- Busca la rapidez.
i).- Le gusta tener el
control.
2.-
Extrovertido y persuasivo. Se caracteriza porque la persona:
a).- Prefiere centrarse
en la visión global en lugar de atascarse en los detalles analíticos.
b).- Considera el
mantener las relaciones como un punto clave al negociar.
c).- Con frecuencia
piensa en el impacto sobre las relaciones.
d).- No desea que la otra
parte piense mal de ella.
e).- Evita ser responsable
de “hundir” las negociaciones.
f).- Muestra sus
emociones durante la negociación.
3.-
Fiable y consistente. Se caracteriza porque la persona:
a).- Se preocupa por lo
que pueda ocurrir con ambas partes.
b).- Escucha con atención
y considera la postura de la otra parte.
c).- Se siente bien si la
parte contraria consigue lo que quiere.
d).- No le gustan las
confrontaciones.
e).- Le gusta que las negociaciones
sean tranquilas.
f).- No le gusta tomar
decisiones precipitadas.
g).- Si se siente
intimidada o la negociación se endurece tiende a retirarse.
4.-
Orientado a los detalles y centrado en los resultados. Se
caracteriza porque la persona:
a).- Da más importancia a
los resultados que a las relaciones.
b).- Es analítica y debe
conocer todos los detalles antes de comenzar la negociación.
c).- Prefiere no tener
sorpresas en el curso de la negociación.
d).- Nunca muestra sus
emociones durante la negociación.
e).- Si los resultados no
son los que espera abandona la negociación sin preocuparse por la relación con
la otra parte.
f).- No le gusta que
intenten forzarle a tomar una decisión prefiere apartarse a sentirse
presionada.
Una vez que hemos
identificado nuestro estilo de negociación debemos utilizar esta información
para ayudarnos a entender cómo puede afectar nuestro comportamiento antes,
durante y después de la negociación.
Posteriormente debemos
continuar nuestra preparación procurando conocer y comprender cuáles son las
necesidades particulares y desafíos a los que se enfrenta la otra parte.
Sólo si entendemos lo que
realmente les motiva podemos tener la oportunidad de influir en ellos. Si somos
capaces de ponernos en “sus zapatos” podremos identificar todos los factores
ocultos que pueden llegar a bloquear la negociación. Siempre tenemos que
recordar que las mejores negociaciones son aquellas que benefician a ambas
partes por lo que es vital que consideremos sus necesidades como parte de la
preparación.
Stephen Covey en su libro
“Los 7 hábitos de las personas muy efectivas” planteaba que el hábito número 5 es
“Busca primero entender y luego ser entendido”. Esto es más fácil de decir que
de hacer, por ejemplo en una reunión solemos estar más preocupados por
conseguir presentar y que se acepte nuestro punto de vista y no dedicamos
tiempo a intentar reflexionar sobre las perspectivas de la otra parte. La mayor
parte de las personas no anticipan lo que los demás pueden estar pensando
porque están demasiado concentradas planificando lo que quieren obtener. Debemos
asegurarnos que en la fase de preparación pensamos en lo que le podemos ofrecer
a la otra parte. Al dar a los otros algo que desean normalmente van a
reaccionar con reciprocidad y nos van a dar algo a nosotros a cambio.
Para entender
completamente lo que mueve a la parte contraria debemos intentar identificar su
estilo de negociación y esto sólo podremos hacerlo si dejamos nuestras
emociones a un lado y pensamos objetivamente utilizando la clasificación
anteriormente expuesta. La cultura de su organización, contactos en común que
podamos tener y personas que hayan negociado con ellos con anterioridad nos
pueden facilitar numerosas pistas.
Uno de las mayores
ventajas que obtendremos de conocer nuestro estilo de negociación y el de los
otros es que podremos reconocer cómo pueden afectar en las relaciones nuestras
con ellos. Por ejemplo dos personas que son muy seguras y orientadas a
resultados pueden llevarse muy bien al tener un enfoque similar pero pueden
chocar violentamente si ambas son muy directas y dominantes. Conocer lo que les
motiva nos va a permitir responder de forma adecuada.
En esta fase de
preparación es esencial ser ambicioso y para ello debemos estar muy convencidos
del valor de lo que estamos ofreciendo ya que en caso contrario nos arriesgamos
a transmitir dudas a través de nuestro lenguaje corporal o tono de voz. Esto implica
estar bien preparado con datos que nos permitan hacer frente a cualquier
pregunta o planteamiento complicado. Debemos pensar en todas las razones por
las que a la otra parte le conviene aceptar nuestras propuestas ya que siempre
tenemos que recordar que la negociación trata de encontrar la zona en que ambas
partes puedan llegar a un acuerdo satisfactorio.
No hay que olvidar que
rara vez vamos a conseguir un “si” a nuestra oferta inicial. Antes de una
negociación tenemos que decidir cuáles van a ser nuestras posiciones: la más
alta, la razonable y la más baja y aplicar este enfoque a cada una de las variables
incluidas en nuestra propuesta para ampliar nuestras posibilidades de
asegurarnos el mejor resultado posible.
Una forma de mantener
nuestra “ambición” durante una negociación consiste en evitar el lenguaje “debilitante”,
esto es las frases que debilitan nuestra posición en una negociación. La autora
recomienda no utilizar nunca las
siguientes frases:
a).-
“Quizás nos podríamos encontrar en un punto medio”.
El arte de la negociación se apoya en un lenguaje seguro y que transmita
confianza. Si no nos hemos preparado bien antes de comenzar las conversaciones
nos podemos encontrar desde el principio utilizando frases vagas y
estereotipadas para llegar a compromisos no reflexionados, sin olvidar que hay
que definir también que queremos decir con “el punto medio”.
b).-
“No estoy de acuerdo”. Decir que no estamos de acuerdo no
nos va a llevar a ninguna parte. Tenemos que reconocer que ambas partes tienen
sus posiciones propias pero que argumentar no es negociar y que hay que buscar
acuerdos beneficiosos para ambas partes.
c).-
“Esta es mi oferta final”. Tenemos que procurar no
arrinconarnos a nosotros mismos o a la otra parte. Sólo debemos decir “esta es
mi oferta final” si realmente es lo que queremos decir y estamos preparados
para mantenerlo. Aunque con frecuencia resulta muy tentador responder con este
comentario si ambas partes están contra las cuerdas es muy difícil llegar a una
conclusión mutuamente satisfactoria. Si posteriormente cedemos estaremos
perdiendo credibilidad.
d).-
“Preguntaré a mi jefe”. Mina nuestra credibilidad y sugiere
que no estamos alineados como equipo lo que puede facilitar el que la otra
parte fuerce la situación. Al tiempo le estamos transmitiendo a la otra parte
que no somos nosotros quienes tomamos las decisiones y aunque este sea el caso
no debemos dejar que la otra parte lo sepa para no debilitar nuestra posición
en la negociación.
Soames recomienda seguir
los siguientes pasos para evitar la utilización de este tipo de lenguaje:
1.- Identificar cuando lo
utilizamos nosotros o la otra parte. Una forma de hacerlo es apuntar lo que las
personas dicen cuando debilitan su posición.
2.- Ser conscientes de
cuando lo empleamos y corregirlo inmediatamente, diciendo por ejemplo “No
quería decir que te pagaré entre 80 y 100€, sino que te pagaría 80€”.
3.- Hacer pausas en la
conversación para reflexionar y evitar decir lo primero que nos viene a la
mente. Debemos responder no reaccionar.
4.- Pedir feedback a
amigos o compañeros para que nos ayuden a detectar las ocasiones en que
empleamos este tipo de lenguaje para que podamos realizar el esfuerzo de
surpimirlo conscientemente la siguiente ocasión que parezca que va a surgir.
Trabajando duro y
empleando un lenguaje claro y preciso transmitiremos una imagen de seguridad y
tendremos más posibilidades de influir en el resultado de la negociación.
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