miércoles, 2 de octubre de 2019

POR QUÉ LA AMABILIDAD ES LA CLAVE PARA LA MEJORA DEL BIENESTAR


Kelli Harding, profesora de psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Columbia,  en una entrevista publicada en Knowledge Wharton el pasado 26 de septiembre, habla de su libro “The rabbit effect: live longer, happier and healthier with the groundbreaking science of kindness”, donde  expone los hallazgos más recientes sobre el sorprendente efecto de la amabilidad sobre nuestra salud.
Décadas de investigaciones evidencian que parece que el factor cuya contribución es más importante para nuestra salud es la calidad de nuestras relaciones y que, aunque la calidad de la asistencia médica es totalmente fundamental sólo representa entre el 10% y el 20% de los resultados que garanticen el bienestar. El estilo de vida es importante pero especialmente en la faceta que tiene que ver con nuestras relaciones. Esto es con cómo somos tratados diariamente en todas las áreas de nuestra vida, desde nuestra vida personal, como profesional, académica o comunitaria.

Por tanto aunque la asistencia médica sea muy importante debemos pensar cómo se apoya a las personas en la vida comunitaria y en sus interacciones cotidianas. Por ejemplo numerosos estudios han mostrado que el predictor más fuerte de la muerte de un hombre por una enfermedad cardíaca no son los niveles altos de colesterol o de tensión arterial, sino su trabajo; es fundamental para evitarlo tener un buen jefe y facilitar a los jefes la adquisición de las competencias necesarias para serlo.

Investigaciones recientes sobre epigenética  y sobre los telómeros muestra que las acciones cariñosas pueden modificar nuestra fisiología. El “estudio sobre los conejos” fue la punta del iceberg que ha marcado el comienzo de la investigación sobre el tema: Robert Nerem al final de la década de los años 70 del pasado siglo realizó un experimento con conejos genéticamente idénticos a los que se les suministraba una dieta alta en grasas para ver si ésta afectaba a la salud del corazón. Observó que un grupo de los conejos estaba obteniendo unos resultados muy buenos y no podía explicar las razones, llegando a pensar que algo se estaba haciendo mal. Al analizar lo que diferenciaba a este grupo en relación a los demás vieron que era que una de las investigadora no se limitaba a darles la comida sino que les cogía, les hablaba y acariciaba. Les estaba ofreciendo cariño y amabilidad. Ante estos resultados tan sorprendentes replicaron el estudio y los hallazgos fueron similares publicando los mismos en Science.

Otro factor que se analiza en el libro es el de la soledad, que tiene dos aspectos:

a).- El número de contactos o relaciones que tenemos.

b).- El nivel o grado de conexión que sintamos con los demás.

La soledad es otro de los factores que está demostrado que supone un grave riesgo para la salud, igual que el tabaquismo, el exceso de alcohol, la obesidad o la hipertensión. El conocimiento de su influencia sobre nuestra salud permite que diseñemos actuaciones dentro de nuestras posibilidades para ayudar a los demás. Ser amable es complicado y duro en ocasiones, requiere aprender a navegar a través de los conflictos y éstos surgen varias veces al día.

La equidad y la justicia son otros elementos que influyen en nuestro estado de salud. Las “microagresiones” que sufrimos todos los días tienen un efecto acumulativo negativo sobre nuestra salud. Para evitarlas debemos ser todos conscientes de nuestros prejuicios y tratar de ser más amables con los demás para no ocasionarles ningún daño. Por ejemplo, los estudiantes de medicina de la facultad de Columbia realizan un test online que les permite encontrar cuáles son sus prejuicios con la idea de que  reflexionen sobre posibles creencias y actuaciones que no son conscientes que tienen y que ejecutan.

Harding finaliza la entrevista respondiendo a la pregunta de qué es lo que nos falta en medicina destacando la importancia de la amabilidad y que tenemos que centrarnos y reflexionar sobre cómo nos estamos tratando unos a otros, tanto a nivel individual y como  miembros de la sociedad. Estas son las dimensiones sociales de la salud de las que no se habla en las organizaciones sanitarias. No tenemos que olvidar, pues, ser amables en todos los entornos de nuestra vida.

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