Rebecca Knight en Physician Leadership News del pasado 28 de mayo plantea que todos hemos experimentado momentos en
los que nos hemos preguntado si estamos trabajando en la organización adecuada.
Este malestar se produce preferentemente cuando nos enfrentamos al ecuador de
nuestra vida laboral y como mantiene Gianpero Petriglieri, profesor de
comportamiento organizacional en INSEAD, es mucho más que un episodio
momentáneo de frustración o dudas ante un proyecto de trabajo poco atrayente.
Se trata de un sentimiento
que nos hace cuestionarnos si nos estaremos perdiendo algo y si realmente
estamos haciendo lo que nos gustaría. Si nos encontramos en esta situación la
autora propone las siguientes recomendaciones:
1.- Identificar la causa de nuestro descontento
profesional, si es nuestro trabajo o la
organización en la que prestamos nuestros servicios. Dependiendo de la
respuesta la solución es distinta y debemos tener en cuenta nuestras limitaciones:
necesidad de ganar determinada cantidad de dinero (por nuestros compromisos
personales) o de vivir en determinada zona geográfica, por ejemplo.
2.- Introducir pequeños cambios. No es infrecuente el que nos sintamos bien en
nuestras organizaciones pero mal en nuestro trabajo. Un posible remedio sugiere
Petriglieri consiste en considerar qué pequeños cambios pueden hacer que nos
sintamos mejor, porque aunque no podamos cambiar las circunstancias quizás
podemos modificar el microentorno en el que operamos. Alterar nuestras rutinas
y “rejuveneciendo” nuestros compromisos puede tener un gran impacto en nuestra
perspectiva. La clave está en ser cuidadoso en lo que escogemos hacer, con
quién elegimos hacerlo y dónde lo vamos a hacer.
3.- Centrarse en el aprendizaje. Uno de los principales culpables de este
malestar es el aburrimiento. Whitney Johnson opina que: “Nuestra vida y nuestra
carrera es una gran curva de aprendizaje, pero cuando llegamos a la cuarentena
sabemos lo que estamos haciendo y somos buenos en ello, por lo que nos
aburrimos. Echamos de menos el chute de dopamina que acompaña al aprendizaje y
al logro. Pedir una promoción para acometer nuevos retos y responsabilidades es
una respuesta natural”. Pero Johnson recomienda considerar un movimiento
lateral, para lo que tenemos que preguntarnos si un ascenso es el único camino.
Quizás no tengamos que hacerlo si podemos hacer otra cosa que nos permita
crecer y aprender.
Si no existen posibilidades
atractivas Johnson recomienda diseñar nosotros una buscando problemas existentes
en nuestra organización y defendiendo que nosotros estamos bien preparados para
resolverlos. Nos podemos preguntar: ¿A qué retos se enfrentan mis compañeros?,
¿Qué frustra a mis clientes? Y luego: ¿Qué cumplidos recibo constantemente?,
¿Qué cosas me resultan fáciles y a los demás difíciles?, por ejemplo. Debemos ser
creativo y pensar en formas en que podemos utilizar nuestras fortalezas para el
bien de nuestra organización y proponerlas a nuestros jefes.
Lo importante es que no nos
quedemos esperando a que alguien venga a decirnos cuál tiene que ser nuestro
propio trabajo, sino que nos movamos para crearlo.
4.- Conscientemente buscar un significado. El deseo no satisfecho de tener un impacto es
otra fuente común de hastío y de infelicidad profesional, según Petriglieri.
Podemos llegar a un punto en el que estemos trabajando muchas horas diariamente
mientras nos preguntamos para qué lo hacemos. Petriglieri mantiene que: “el
significado no va a llamar a nuestra puerta, ya que es como el amor que hay que
buscarlo continuamente y trabajando para conservarlo”. Propone realizar el
esfuerzo, por ejemplo, de reunirnos con personas que se beneficien directamente
de nuestro trabajo, sean clientes o compañeros ya que cuando vemos cómo nuestro
trabajo es de utilidad para otros es difícil no encontrar el significado.
5.- Considerar un cambio de carrera. Si todas estas estrategias no funcionan puede
haber llegado el momento de considerar un cambio aunque la perspectiva nos
resulte intimidante. Para ello debemos recordar los aspectos positivos de esta
situación como el que seguramente somos expertos en algo y que ya no
necesitamos la aprobación de los demás como nos ocurría a los 20 años. Tenemos
que utilizar ese conocimiento para pensar en profundidad en lo que queremos
hacer s no es nuestra carrera actual y, si es necesario recurrir a un coach.
6.- Cuestionar nuestras creencias. Nuestros sentimientos de malestar profesional
pueden ser señales de que, por ejemplo, nos sentimos asfixiados por una cultura
que pretende que nos sintamos perpetuamente obsesionados con nuestra carrera,
con lo que hemos descuidado otras facetas de nuestra vida. Puede ser que
necesitemos buscar modos de satisfacer nuestra autoestima y felicidad en
nuestra vida fuera del trabajo. Es verdad que esta no es la forma en la que las
personas más ambiciosas y exitosas están condicionadas para pensar, ya que se
espera que encontremos nuestro propósito a través del trabajo y si no lo hacemos
nos sentimos estigmatizados y para superarlo Petriglieri propone que seamos
capaces de perdonarnos y rodearnos de personas que nos apoyen y que no nos
juzguen por nuestro deseo de escapar de las trampas tradicionales que acompañan
al éxito.
Knight, como conclusión,
sugiere que recordemos estos principios:
HACER:
a).- Diagnosticar el
problema y preguntarnos si las raíces del mismo se encuentran en el trabajo o
en la organización.
b).- Buscar el significado
relacionándonos con personas que se beneficien del mismo.
c).- Considerar un
movimiento lateral ya que es una buena forma de asumir nuevos desafíos y de
aprender.
NO HACER:
a).- Desechar el poder de
realizar pequeños cambios en nuestra rutina y entorno.
b).-
Esperar a que lleguen las oportunidades. Debemos buscar problemas que queramos resolver y luego diseñar un nuevo trabajo.
c).-
Centrarnos solo en la vida
profesional. Debemos pensar en formas de obtener satisfacción de nuestra
familia, amigos, proyectos o hobbies fuera del trabajo.
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