Elizabeth Doty en strategy+business del pasado 14 de junio plantea que con el formato
adecuado se pueden evitar silencios embarazosos en las reuniones y conseguir
nuestros fines.
Dick Axelrod, en sus investigaciones, ha encontrado que los primeros cinco minutos de
una reunión marcan el tono de la misma, pero después de la introducción muchos
líderes con frecuencia van al núcleo de su agenda simplemente anunciando cuál
es el asunto y esperando algún tipo de respuesta para encontrarse con el
silencio, comentarios banales o la vuelta a conversaciones previas. Estos
líderes puede que entiendan el valor de la escucha, del diálogo y de la participación
activa pero no son conscientes de que hasta los equipos más cohesionados tienen
más éxito cuando reciben una invitación clara sobre cómo contribuir y que su
objetivo es específico y tangible.
Por tanto,
para ayudar a que los asistentes a una reunión se involucren de forma
productiva los líderes deben diseñar activamente cómo esperan que sea el punto
medio de sus reuniones. Este diseño no debe ser muy elaborado para dar a las
personas la oportunidad que necesiten.
El autor
propone 4 formas de estructurar de forma ligera la conversación:
1.- Elegir una entrada para centrar la discusión. Formulada como una pregunta, si es lo suficientemente específica, permitirá
que las personas respondan sin mucho esfuerzo y si es lo suficientemente
abierta invitará a nuevas perspectivas e ideas. Si, por ejemplo, nuestra meta
es lograr un cambio podemos buscar preguntas que requieran que los
participantes tengan que ampliar su pensamiento como: ¿Qué deberíamos diseñar
si pudiésemos empezar desde cero y por qué?
Podemos comenzar
también con una actividad como “Hagamos un listado de las barreras que nos
podemos encontrar para poder alcanzar nuestra meta”. Luego, mientras escuchamos
las ideas del grupo podemos ofrecer nuevos apuntes que muevan el grupo hacia
adelante. Por ejemplo una pregunta potencial de seguimiento podría ser: ¿Cuál
de estas barreras se encuentran dentro de nuestras posibilidades de control? o
¿Cómo podemos reducirlas o eliminarlas?
2.- Decidir cómo incrementar la creatividad del
grupo. Es un hecho comprobado que las personas
tendemos a perder de vista información contextual clave, como por ejemplo cómo
piensan o sienten los consumidores, datos relevantes o las promesas que ya se
han efectuado, si éstas son muy abstractas. Para evitarlo es importante fomentar
los “estímulos” tangibles que los participantes necesitan para centrarse.
El estímulo ideal se caracteriza por:
a).-
Orienta y reorienta a las personas hacia la tarea y el contexto relevantes.
b).-
Añade algo nuevo a su pensamiento.
c).- Genera
algún tipo de emoción y cuanto más vívido y concreto sea es mejor.
3.- Seleccionar un formato que se adapte a los
participantes. Hay que pensar en que configuración debe tener
el grupo: grande, pequeño o individual, en cada paso de la reunión.
Generalmente las discusiones en grandes grupos son importantes para la alineación,
síntesis, consenso y compromisos para la acción. Los grupos pequeños liberan
más energía, permiten un mayor grado de discusión en menor tiempo y facilitan
la seguridad psicológica necesaria para el pensamiento divergente. Las reuniones
individuales generan espacio para la reflexión, la preparación y la
planificación para la acción.
Como la
preferencia por cada formato suele depender de los distintos estilos de
personalidad con frecuencia es útil incorporar los tres a la reunión. El autor
suele comenzar con trabajo individual o en pequeños grupos para pasar luego a
una discusión en grupo, para finalizar con la reflexión y planificación de
acciones a nivel individual o en pequeños grupos.
4.- Establecer el resultado tangible que
queremos obtener de las reunión.
Dependiendo de nuestra meta el output ideal debe incluir una combinación de
recomendaciones individuales, tales como planes de acción individuales y trabajo
conjunto como compromisos de grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario