Marcy Syms en
SmartBrief on Leadership del pasado 25 de julio plantea que la falta de respeto
afecta a la cultura en los entornos laborales de forma negativa incrementando
la falta de compromiso, disparando los costes relativos a la salud de los empleados y la rotación de los mismos.
En el acelerado mundo de
los negocios actual muchas compañías pasan por alto una realidad crítica: una
cultura organizacional que no es respetuosa y un liderazgo tóxico
silenciosamente erosionan la rentabilidad, la innovación y la fidelidad a la
marca, lo que puede producir catastróficas consecuencias.
Para sentirnos
respetados debemos sentirnos reconocidos y apreciados. Ser respetuoso puede ser un comportamiento aprendido.
Bullying es lo opuesto al respeto. Romper los hábitos
asociados a éste último es difícil pero posible. No se puede dirigir una
compañía con miles de empleados y millones de clientes, por ejemplo, sin ser
conscientes de una verdad fundamental: si las personas no se sienten respetadas
dejarán de estar presentes mental o físicamente.
La cultura es como una
mano invisible que moldea todas las decisiones, ventas o servicios y si se
convierte en tóxica el daño puede ser silencioso, grave y muy costoso. La falta de respeto no solo
afecta negativamente al desempeño, aleja a las personas, por ejemplo un
comentario desconsiderado puede lastimar meses de duro trabajo. Syms destaca
que en su labor como Ceo y líder aprendió de primera mano la importancia de
valores como responsabilidad, justicia y transparencia no solo para clientes,
sino también para los empleados, supervisores y compañeros de trabajo.
Si tratamos a las
personas con dignidad darán lo mejor de sí mismos, si se les desprecia
silenciosamente comenzarán a abandonar tanto mentalmente como físicamente. La cultura
deficiente no solo afecta el resultado, también al bienestar de los
profesionales. Los que sufren falta de respeto tienen más posibilidades de padecer estrés, burnout
, bajas laborales y “presencialismo” costoso, en el que las personas están presentes
pero con un bajo desempeño.
Los líderes tiene que
ser conscientes para corregir esta situación que en el liderazgo es más
importante el ejemplo que la jerarquía. Si un CEO no escucha, porqué lo va a
hacer un mando intermedio. Si el respeto no fluye de arriba abajo no existirá
en primera línea. Pero la mayor parte de la cultura deficiente no procede de la
malicia, lo hace del descuido y la falta de interés, por la falta de tiempo delos
líderes por sentirse muy ocupados. Pero ignorar la cultura es como no cambiar
el aceite porque el motor sigue funcionando y eventualmente lo que tendremos son problemas.
Debemos comenzar por un
cambio en nuestro patrón mental para contemplar el respeto no como una
competencia “blanda”, sino como una herramienta estratégica, por lo que hay que
medirla, invertir en ella y protegerla.
Primero debemos
comenzar por medirla y hacer un diagnóstico, utilizando encuestas de compromiso
para identificar los puntos principales que ocasionan falta de compromiso.
Luego hacer un modelo de lo que debe ser el respeto, incluyendo el comportamiento que
debe mostrar el CEO. Tercero invertir en la formación para el desarrollo de habilidades “blandas” como la
escucha, la empatía y la resolución de conflictos. Debemos enseñar a nuestros
profesionales como deben tratarse entre sí.
Cuarto, abordar la
falta de respeto inmediatamente, un incidente puede causar más mal que un
acuerdo perdido. Debemos mostrarnos amables y compasivos pero firmes y rápidos
al afrontar la falta de respeto cuando se produce. Quinto, apoyar el bienestar
del profesional a través de políticas flexibles y de invertir en la salud mental
de éste. Finalmente ligar métricas culturales a resultados clave de negocio
para que el respeto sea algo más que una retórica y sea medido y gestionado
como otros datos importantes.
Los costes de la falta
de respeto y de una cultura deficiente son tangibles, medibles y crecientes. Desde
la falta de compromiso y el gran incremento en los costes relacionados con la
salud hasta una elevada rotación y un grave daño en la reputación de la
organización, estos efectos colaterales son sistémicos y prevenibles. Al final
liderar con respeto no es una opción, es una estrategia.
Dana Maor, HansWerner Kaas, Kurt Strovnik y Ramesh Srinivasan, asociados senior en McKinsey & Company, en"The journey of
leadership. How CEO,s learn to lead from the inside out”, presentan
el enfoque “paso a paso” que siguen en la compañía para ayudar a transformar a
los líderes, tanto desde una óptica profesional como personal, para tener éxito
como CEO,s.
Este proceso de liderazgo centrado en las personas de “dentro a fuera”, se
caracteriza por tener dos partes principales, la primera se centra en los aspectos emocionales,
psicológicos y humanos de liderarnos a nosotros mismos (podemos llamarla:
“Comienza contigo”) .
En esta primera parte el líder va a
aprender a escuchar a su ser interior y a superar sus barreras y prejuicios,
así como a tener claro qué es lo que desea alcanzar. Esto va a requerir que
examine su situación sin prejuicios, centrándose en 6 características: las dos primeras humildad y seguridad y confianza en uno mismo las hemos
comentado en una entrada anterior. La tercera
es:
III.-SENCILLEZ,
ABNEGACIÓN Y ALTRUISMO (DEJA DE INTENTAR DEMOSTRAR QUE ERES EL MEJOR)
En ciertos casos el líder se siente
inseguro sobre su posición y piensa que tiene que probar su superioridad ante
los demás. Esto le puede llevar a que en lugar de abrirse a las distintas
opiniones y a cambiar su mente cuando sus colaboradores tengan una idea mejor
que la suya, mantenga un patrón mental de que él tiene que tener siempre la
razón.
Es un problema muy frecuente ya que
nuestro ego nos da un falso sentimiento de superioridad, que abre un boquete
entre nosotros y nuestro equipo. Debemos dejar de pensar en intentar probar que
somos los mejores a pensar en lo que es mejor para nuestra organización. En
lugar de tener un patrón mental rígido, tener uno flexible por el que cuando
los datos lo demuestren podamos cambiar de opinión y poner a nuestra
organización por delante de nuestro ego. No tenemos que intentar demostrar a
los demás lo grandes que somos. Si queremos conseguir que nuestro equipo y
nuestra compañía sean más eficaces debemos dejar nuestro ego a un lado.
Tener ego no es malo. Todos los líderes
necesitan poseer una auto imagen bien desarrollada. Pero los problemas surgen
cuando los líderes tienen un ego inflado, que les lleva a la necesidad de
sentirse grandiosos. Un ego excesivo en ocasiones procede de la necesidad de
demostrar algo a alguien, sean nuestros padres, parejas, compañeros o hasta a
nosotros mismos. Es una fuerza poderosa que puede evitar que demos lo mejor de
nosotros mismos. En el trabajo el ego puede desencadenar malos comportamientos,
como la arrogancia y autopromoción que pueden hacer que los demás no quieran
trabajar con nosotros. El objetivo es desarrollar un ego sano, anclado en una
autoestima sana.
Este tercer elemento del liderazgo el altruismo implica aprender a reconocer
cuando estamos actuando con un sentimiento inflado sobre nosotros mismos y si lo estamos haciendo aplastar esa tendencia
poniendo los intereses de la organización por encima de nuestra gloria
personal.
Los líderes excelentes cuando toman decisiones
importantes piensan primero en los valores. se dicen a si mismos que están aquí
para crear valor para la organización o sistema al que sirven, no para ellos. Esta
idea de liderazgo de servicio hace que se pregunten si la decisión que piensan
tomar es la mejor para la organización, para el propósito de ésta y para sus
profesionales o es el ego el que está dominando y hace que se centre en lo que
es mejor para él.
Los mejores líderes, también, tienen la
seguridad en si mismos adecuada para poder escuchar a los demás sabiendo que el
hacerlo no pone en cuestión su credibilidad. De hecho tiene el efecto contrario
y habiendo escuchado a todos los grupos de interés y conocido sus perspectivas,
tienen la seguridad para tomar la decisión correcta, aunque no sea la más
popular, ni la obtenida por consenso o para agradar a los grupos de interés Están
dispuestos a cambiar de opinión si es lo apropiado una vez que han escuchado a
los demás.
La historia está llena de personas que
fueron capaces de olvidar su ego persiguiendo un bien mayor, como por ejemplo podemos
destacar las figuras de:
a).- Mahatma Gandhi que con frecuencia
rechazó poder y riqueza y hasta puso su salud y vida en riesgo por liderar la
resistencia no violenta al gobierno británico en la India.
b).- Nelson Mandela que, a pesar de ser
encarcelado durante veintisiete años por el gobierno sudafricano nunca perdió de
vista su meta de acabar con el apartheid y eventualmente consiguió su fin y
liderar la nación.
c).-
Abraham Lincoln es en el caso de Estados Unidos el más notable ejemplo de líder
altruista y de servicio Estuvo dispuesto a poner las necesidades de su país
sobre la acumulación de poder personal, lo que le permitió acabar con la
esclavitud y preservar la unión en Estados Unidos. En su libro “Team of Rivals”
la historiadora Doris Kearns Goodwin explica cómo durante la guerra civil
norteamericana Lincoln, poniendo su ego a un lado, fue capaz de reclutar el mejor equipo de
colaboradores, aunque fuesen sus
oponentes más destacados y fieros, en lugar de contar con personas que
siempre le diesen la razón. . Sabía que no podía él solo sacar al país de la
crisis que estaba experimentando si no contaba con las opiniones diversas,
teniendo la humildad de fomentar el debate y las discusiones, de escuchar y de
cambiar de opinión si lo consideraba necesario.
En contraste con esta actitud, muchos
CEO,s dedican demasiada energía a tratar de probar lo grandes que son, en lugar
de procurar hacer su trabajo de la manera más eficaz y productiva posible, al
estar más obsesionados en su glorificación que en crear valor para su organización.
Cuando la estrategia de una organización
debe cambiar, con frecuencia no es muy fácil acometer esta modificación ya que
muchas veces el líder ha dedicado mucho tiempo, recursos y prestigio personal
a la antigua estrategia y, de repente admitir que la organización necesita una
nueva dirección no es fácil de asimilar. Podemos pensar que al abandonar o ajustar el
plan actual perderemos influencia a los ojos de nuestros empleados o que nos
considerarán indecisos o pensarán que estamos muy confundidos y dubitativos. A
pesar de todo es mejor para los líderes que dejen sus egos a un lado y
abracen el nuevo plan. Un líder altruista no se preguntaría cómo puede
construir su reputación en el rol que desempeña, por el contrario, se
preguntaría qué tipo de organización iba a dejar atrás, qué lideres había
desarrollado e impulsado y si había llevado la organización hacia delante y
tomado las decisiones adecuadas, aunque en ocasiones pudiesen haber tenido un
coste para él.
Para suavizar y hacer menos doloroso el
hecho de cambiar de curso de acción ayuda el contar con un método para tomar
decisiones que asegure que los valores de nuestra organización se mantienen y
que justifique la necesidad del cambio. De esta forma, si es necesario un
cambio de rumbo y la nueva decisión encaja con los valores culturales de la
organización las personas estarán más dispuestas a entenderle y aceptarle.
Por tanto, los buenos líderes no solo
aprenden a ser altruistas y a vencer a sus egos, también procuran institucionalizar el proceso para hacerlo, por
ejemplo, a través dela definición de principios éticos que sirvan de guía para sus comportamientos y decisiones.
Los autores recomiendan que nos hagamos
las siguientes preguntas para averiguar si estamos actuando movidos por nuestro
ego, en lugar de por la búsqueda de lo que es bueno para la organización:
1.- ¿Qué parte de mí está tomando la
decisión? ¿Es la parte creativa, valiente, apasionada y arriesgada o la que evita el conflicto y busca la
aprobación?
2.- ¿Estoy tomando una decisión que tiene más que ver con mi propia
reputación y ego o con la organización que voy a dejar atrás?
3.- ¿Cómo y cuándo voy a estar dispuesto a
cambiar de opinión, basándome en lo que escucho de los demás?
4.- ¿Tengo la confianza en mí mismo
suficiente para escuchar a los demás sin sentir que mi credibilidad está siendo
cuestionada?
5.- ¿Tengo la seguridad en mí mismo
suficiente para, una vez escuchados todos los grupos de interés y a sus
perspectivas , tomar la decisión adecuada, no la más popular, ni la movida por
consenso ni diseñada para agradar a los grupos de interés?
6.- ¿Cómo y cuándo estoy dispuesto a
cambiar mis opiniones e ideas basándome en lo que escucho de los demás?
7.- ¿Cómo puedo saber si mis creencias y
presunciones son equivocadas y deben modificarse o si necesito buscar de forma objetiva opciones mejores y
diferentes?
Tomar decisiones basadas en el bien de la
organización, centrándonos en los objetivos o prioridades que van a impulsar el
éxito de nuestra organización, es la muestra definitiva de altruismo. Ser capaz
de ir más allá de nuestro propio interés y ego para conseguir alcanzar lo que
es mejor para nuestro equipo, organización y sociedad que nos rodea es crítico
para tener éxito y es la mejor definición de un liderazgo altruista. Pero, para
poder asegurarnos de que estamos teniendo los mejores pensamientos y
perspectivas de los compañeros consejeros y amigos tenemos que introducir la
vulnerabilidad como elemento importante del liderazgo.
Dave Coffaro en
SmartBrief on Leadership del pasado 18 de Julio plantea que cuando olas
tormentas de cambio se avecinan los equipos miran al líder para que les dirija.
Independientemente de
la nueva tecnología, estrategias o datos que tengamos a nuestra disposición los
principios fundamentales sobre cómo navegar durante los cambios no han
cambiado. Los líderes con frecuencia se ven desbordados por la búsqueda de la
nueva herramienta o modelo pero cuando las “aguas” se ponen turbias son los
principios atemporales los que mantienen al barco equilibrado. Éstos son:
1.-
Los líderes son los que marcan primero el tono
Cuando todo está
cambiando los miembros de los equipos instintivamente miran hacia arriba, hacia
su líder. Si el líder titubea, reacciona excesivamente o parece confuso la
disonancia se extiende con rapidez. El primer movimiento para navegar durante
un cambio es interno, no externo. El líder no va a poder liderar a los demás a
través de un cambio si no se ha preparado previamente. El autoconocimiento, la
regulación emocional y la capacidad de cambiar nuestros ajustes internos se
mantienen como aspectos cruciales y no negociables.
2.-
La claridad vence a la certidumbre
Con frecuencia los
líderes se atascan porque no tienen todas las respuestas. Pero el cambio
demanda no tanto certidumbre como claridad. Los líderes deben encontrar
serenidad y calma dentro del caos, no pueden esperar a que las aguas se calmen
para actuar.
Tratar de predecir cada
“ola” es fútil. En lugar de eso deben comunicar con claridad lo que saben, lo
que no saben y lo que es más importante en cada momento. Su labor no consiste
en predecir el futuro sino en aportar claridad al presente.
3.-
El movimiento es la norma, no la excepción
Seguimos considerando
al cambio como una modificación en la rutina cotidiana y no lo es, ya que es un
proceso continuo. La labor del líder consiste en construir equipos y sistemas
que prosperen dentro de los cambios.
4.-
La adaptabilidad es más importante que el dominio
No necesitamos dominar
todas las herramientas, pero si nuestra capacidad de adaptación. Los líderes
que se aferran demasiado fuertemente a las competencias que les hicieron
triunfar en el pasado con frecuencia tienen dificultades para liderar hacia el
futuro.
Esto no significa que descartemos
nuestra experiencia, sino ampliar su
ámbito. La adaptabilidad es una competencia esencial para el liderazgo.
5.-
El elemento humano es siempre fundamental
Todo trabajo de
transformación al final es humano. Podemos tener la mejor estrategia en el
mundo pero si nuestros profesionales se sienten inseguros sobre el camino hacia
el que se dirige la organización, confusos o poco comprometidos, la estrategia
no va a servir para nada.
Los líderes deben
mostrar empatía, estar presentes y fomentar la conexión, no olvidando que por
muy atractivas que las nuevas tecnologías y estrategias puedan parecer sin lsa personas
no se consigue nada.
6.-
Las herramientas cambian, los principios se mantienen
Podremos tener cada vez
herramientas, sistemas y datos más
sofisticados a nuestra disposición , pero no hay que confundir las herramientas
con los principios. Lo que nos mantiene a través de una tormenta es la firmeza
de la mano del líder en el timón.
Dana Maor, HansWerner Kaas, Kurt Strovnik y Ramesh Srinivasan, asociados senior en McKinsey & Company, en"The journey of
leadership. How CEO,s learn to lead from the inside out”, presentan
el enfoque “paso a paso” que siguen en la compañía para ayudar a transformar a
los líderes, tanto desde una óptica profesional como personal, para tener éxito
como CEO,s.
Como hemos comentado en una entrada anterior , este proceso de liderazgo centrado en las personas de “dentro a fuera”, se
caracteriza por tener dos partes principales, la primera se centra en los aspectos emocionales,
psicológicos y humanos de liderarnos a nosotros mismos (podemos llamarla:
“Comienza contigo”) .
En esta primera parte el líder va a
aprender a escuchar a su ser interior y a superar sus barreras y prejuicios,
así como a tener claro qué es lo que desea alcanzar. Esto va a requerir que
examine su situación sin prejuicios, centrándose en 6 características: Humildad, seguridad y confianza, altruismo, vulnerabilidad,
resiliencia y versatilidad.
I.- HUMILDAD (NO SOMOS
LOS MÁS LISTOS)
Nadie quiere sentirse solo, pero cuando
llegamos a los puestos de mayor responsabilidad es lo que ocurre. En ocasiones
nadie nos habla porque actuamos como si fuésemos los más listos y nadie se
atreve a decir algo que pueda ser considerado incorrecto o trasladar malas
noticias al jefe.
Cuando algunos CEO,s se sienten inseguros o
indecisos tienden a convencerse a sí mismos de que son más importantes que los
demás, para sentirse seguros en sus roles. Esto les lleva a pensar que son
mejores y más listos que sus compañeros. Los líderes que caen en esta trampa no
suelen ser personas engreídas, pero pueden creer que su rol requiere que tomen
decisiones en solitario, lo cual en realidad no suele ser así.
Los líderes actúan de este modo para
vencer sus inseguridades, pero en otras ocasiones es su propio equipo el que
espera que tenga todas las respuestas. Esto puede causar una falta de
empoderamiento y hasta un clima de miedo en la organización. Los equipos
aplazarán cualquier decisión esperando que la tome el CEO.
Los mejores líderes son conscientes de que
no tienen todas las respuestas y escuchan a quienes les rodean. Escuchar puede
resultar difícil para aquellos líderes senior que han sido reconocidos durante
toda su carrera por su firmeza a la hora de tomar decisiones, su habilidad de
mantener el control y su seguridad en sí mismos. La mayoría de los profesionales que llegan al nivel de CEO son, evidentemente, muy inteligentes,
pero su verdadero valor viene de su vista de pájaro única, de su habilidad para
conectar todos los puntos y de juntar múltiples perspectivas. Y, para hacer esto
bien deben aplicar su experiencia y sabiduría de una forma diferente. En lugar
de creer que tienen todas las respuestas, piensan cuidadosamente sobre lo que
han escuchado, reflexionan y comprenden las causas raíz y sus implicaciones.
Crean círculos de consejeros que puedan guiarles, ofrecerles opiniones opuestas
y animarles a que adopten nuevas perspectivas. Convierten en un hábito el ir
más allá de su zona de confort para estar dispuestos a aprender sin temor y a
cuestionar creencias y presunciones profundamente arraigadas.
Lo importante es preguntarnos a quién
debemos escuchar. La respuesta va a depender del tipo de problema que queramos resolver.
Normalmente si queremos mejorar, por ejemplo, una operación o proceso deberemos
escuchar a lo que nuestros responsables más inmediatos o a los mandos
intermedios dos o tres niveles más abajo tengan que decir, en el caso de
decisiones estratégicas o relativas al personal es mejor recurrir al comité de
dirección y si el cambio es muy grande hay que incluir a los clientes - consumidores.
Un trabajo fundamental del CEO es, pues, escuchar y tratar de extraer ideas de otros ,
tratando de no responder negativamente a lo que nos están diciendo.
Otra ventaja de escuchar en profundidad a
los que el líder tiene cerca es que no solo hace que se sientan bien los demás, sino que
le ayuda a que entienda cómo su equipo llega a una decisión y así puede evaluar
sus procesos de pensamiento todos los días, cómo están pensando y si están
creciendo en su trabajo.
La humildad y la actitud abierta son
también importantes cuando el líder está esforzándose por tomar una decisión
muy importante que pueda cambiar las reglas del juego. Para asegurarse de que
está en el buen camino los mejores CEO,s buscan mantener conversaciones
sinceras con sus diferentes grupos de interés. Muestran la humildad de escuchar
cuidadosamente sus consejos y están dispuestos a actuar de acuerdo a ellos. Estos
líderes consideran que depender de los demás no es una debilidad sino una
herramienta crucial para llegar a la solución correcta.
Por tanto, ser humilde implica reconocer
que no tenemos todas las respuestas y que si escuchamos en profundidad podremos
ser capaces de identificar y definir las preguntas más cruciales para resolver
o para encontrar inspiración para una respuesta. La escucha verdadera tiene una
cualidad ying y yang, ya que por un lado
nuestra mente debe estar receptiva para recibir las ideas de los demás y por
otro debemos sintonizar nuestra atención a la especificidad de lo que se está
diciendo:
a).- Actitud abierta. Aquellos que logran
abrirse a los demás viven en el momento presente y crean un espacio suficiente
para que los otros puedan ser escuchados. Esto comienza con la auto- conciencia
y la auto-regulación, enlenteciendo nuestra charla interior y conectando con
nuestra percepciones internas ( nuestras sensaciones corporales, emociones y
pensamientos), lo que nos va a permitir ser conmovidos por las ideas,
perspectivas, sentimientos, motivaciones e intenciones de los demás. De esta
forma responderemos de forma más abierta en lugar de hacerlo a través del
filtro de nuestros pensamientos y emociones.
b).- Sintonizar. Cuando alguien acude a
nosotros con una idea o mensaje no solo
tenemos que estar abiertos a sus pensamientos, sino que debemos centrarnos
precisamente en lo que dice. Si no lo hacemos alguien puede venir a nosotros
con una idea o mensaje y podemos perdernos sus temores, preocupaciones o
intenciones. Por tanto debemos atender y sintonizar con precisión lo que los
otros están intentando decir.
Los autores recomiendan que nos hagamos
las siguientes preguntas para ayudarnos a escuchar mejor:
1.- ¿Soy el tipo de persona que piensa que ya sabe
las respuestas antes de empezar una conversación?
2.- ¿Interrumpo a mis compañeros antes de
que hayan tenido tiempo de exponer sus ideas o pensamientos?
3.- ¿Me muestro sereno y presente o distraído
cuando los demás me están hablando?
4.- ¿Qué es lo peor que puede pasar si
dejo de actuar como si fuese el más listo y me abro a las opiniones y pensamientos
de los demás?
5.- ¿Qué es lo que tengo que perder aunque
lo que escuche contradiga la forma en que veo el mundo?
6.- Cómo puedo reconciliar distintas ideas
para producir mejores opciones e iniciativas para que podemos concluir que el
equipo es el más inteligente de la sala?
II.- SEGURIDAD Y
CONFIANZA EN UNO MISMO (¿REALMENTE PERTENEZCO AQUÍ?)
Cuando los líderes tienen dificultades en
ocasiones es debido a su falta de confianza para actuar. Piensan que no tienen
el poder para proponer nuevas ideas o marcar nuevas direcciones arriesgadas
para la organización o creen que no están teniendo el mejor desempeño. Y sin mostrar la
voluntad y fortaleza necesarias con frecuencia fracasan. El liderazgo implica
que los líderes deben vencer sus incertidumbres, para lo cual tienen que
reflexionar sin prejuicios y seriamente sobre cómo son para encontrar cuáles
son sus debilidades para poder corregirlas y superarlas.
Si experimentamos un sentimiento inherente
de pertenencia significa que poseemos un sentido sano de quiénes somos. Nos
sentimos seguros a la hora de abordar riesgos personales, admitir errores,
pedir ayuda, tomar decisiones complicadas aunque sean impopulares e invitar a la
colaboración.
Para fortalecer nuestro sentimiento de
pertenencia los autores sugieren que nos hagamos las siguientes preguntas:
1.- ¿Qué razones emocionales y racionales
son esenciales para mí para quedarme en esta organización?
2.- ¿Me habrían escogido si no creyesen
que puedo hacer el trabajo?
3.- ¿Estoy aprendiendo las habilidades
correctas para mantenerme al día ante las demandas continuamente en evolución
de mi trabajo?
4.- ¿Me siento seguro para asumir riesgos
personales, admitir errores, invitar a la colaboración, tomar decisiones difíciles?,
¿si no lo estoy, qué es lo que hace que me sienta así?
5.- ¿Si creo que pertenezco, cómo podría
enfocar esta situación o decisión de manera diferente?
Los mejores líderes desarrollan un sentido
de verdadera pertenencia cuando están convencidos de que son la persona
adecuada para el trabajo, aunque experimenten algunas inseguridades. Encuentran
el coraje para superar la falta de confianza en sí mismos descubriendo qué es
lo que les está retrayendo y se enfrentan a ello. Están, también abiertos al
feedback sincero de aquellos que les rodean para poder aprender a contribuir de
forma significativa. No se trata de la necesidad de sentirse superiores o queridos
por los demás, sino de tener un sentimiento compartido de pertenencia, anclado
en el coraje compartido de tomar decisiones aunque sean impopulares o puedan presentar
algún riesgo a nivel personal.
Olga Hypponen en
chiefexecutive.net del pasado 8 de julio plantea que en una era marcada por la
crisis, la complejidad y el colapso de la confianza la inteligencia sola no es
suficiente. Lo que el mundo actual demanda es sabiduría, líderes que puedan
pensar de forma sistémica, actúen éticamente y lideren con humildad en
situaciones de presión.
Según la autora parece
como si el mundo se estuviera volviendo del revés. La guerra está produciendo
millones de desplazados, la catástrofe climática no parece ya una amenaza
distante sino una realidad presente y las libertades políticas están siendo
erosionadas entre una creciente ola de polarización y populismo. En el entorno
laboral después de años de progreso hacia unas prácticas más humanas, parece
que estamos experimentando una regresión y no sabemos dónde están nuestros
líderes, ya que la confianza en el liderazgo se ha colapsado, pero no porque
estemos sufriendo una crisis de competencia, sino porque nos enfrentamos a una
crisis de sabiduría.
Aunque los cocientes
intelectuales se han incrementado significativamente en el siglo pasado, la
inteligencia sola es insuficiente para el liderazgo. Lo que se necesita es
sabiduría en el liderazgo. Necesitamos líderes que puedan gestionar la
complejidad, tolerar la ambigüedad, tomar decisiones asentadas y razonadas bajo
presión y actuar al servicio de algo más grande que ellos mismos. Líderes que
no sean solo inteligentes, sino sabios.
Los líderes sabios
equilibran la eficiencia con la visión a largo lazo. Reconocen el impacto de
sus decisiones sobre los empleados, las comunidades y la sociedad en general.
Buscan dejar un mundo mejor del que se encontraron.
La sabiduría puede resultar
elusiva para describir o medir, pero la mayor parte de las personas la
reconocemos cuando la vemos. La mayor parte de los estudios sobre la sabiduría consideran que tiene cuatro elementos:
a).-
Cognitivo: Incluye el conocimiento basado en la experiencia
sobre la vida, la habilidad para auto-reflexionar y ajustar nuestro propio
pensamiento (metacognición) y el conocimiento tácito (implícito) y explícito y
la intuición. Aspectos críticos de este elemento de la sabiduría son la
habilidad para reconocer e integrar múltiples perspectivas, un profundo deseo
de entender la vida y de aprender, tolerancia a la ambigüedad y a las
contradicciones y humildad intelectual (el reconocimiento de las limitaciones
de nuestro propio conocimiento).
b).-
Emocional: Incluye la conciencia de nuestros propios estados
emocionales y la habilidad de regular nuestras emociones para mantenernos
equilibrados en situaciones complicadas.
c).-
Relacional: Los aspectos relacionales de la sabiduría
enfatizan las conexiones positivas con los demás y la preocupación genuina, la
empatía y la compasión en relación con los otros. Consiste en esforzarse por
lograr resultados que equilibren las ganancias y pérdidas para todos los
involucrados y la búsqueda del bien común, en lugar de las ganancias
exclusivamente para nosotros o para nuestro grupo.
d).-Ético:
Incluye actuar guiados por principios éticos y morales y esforzarse en hacer
elecciones que sean justas, honestas y respetuosas con los demás, aunque sean
costosas.
Estos elementos interactúan
entre si y, por ejemplo rasgos no cognitivos como la humildad y la compasión
moldean la forma en que las habilidades cognitivas se aplican en el mundo real.
La sabiduría es profundamente humana y se puede enseñar. Tiende a crecer con la
experiencia vital, pero su desarrollo puede ser apoyado por prácticas que
cultiven el autoconocimiento, la toma de perspectiva y la búsqueda de sentido.
Algunos enfoques que podemos utilizar son:
1.- Desarrollar la
metacognición. Por ejemplo animando a los líderes a que reflexionen sobre cómo
piensan, lo que influye en sus decisiones, las estrategias que utilizan, las presunciones
que hacen y sobre lo que se pueden estar perdiendo.
2.- Practicar técnicas de distanciamiento y de toma de perspectiva.
Por ejemplo intentar hablar de nosotros utilizando la tercera persona como si
nos estuviésemos observando a nosotros mismos o procurar buscar diversas
perspectivas para ver las situaciones desde distintos puntos de vista.
c).- Desarrollar una autoconciencia más profunda y estrategias
de regulación emocional, para que los líderes observen y gestionen sus estados
internos. No suprimiendo la emoción, pero manteniendo el contacto con ella sin
estar controlado por ella y desarrollando rutinas y mecanismos para gestionar
el estrés.
d).- Aclarar los
valores, reflexionando sobre lo que importa más y utilizándolo como guía.
e).- Crear significado y conocimiento a través del
diálogo abierto. Aprender a través de la invitación a que
los demás compartan sus perspectivas, el compromiso con el pensamiento crítico, el cuestionamiento
de las presunciones y creencias y la empatía.
f).- Ayudar a través
del coaching a que los líderes desarrollen su capacidad de pensamiento
sistémico y de navegar por la complejidad.
La sabiduría no consiste
en ser agradable o introspectivo, es la capacidad de tomar decisiones razonadas
y éticas en situaciones conflictivas y complicadas. Es preguntarse no solo cual
es la jugada inteligente, sino cuál es la correcta. El liderazgo sabio refleja
la madurez de considerar a los demás no por cálculos políticos sino porque al
hacerlo se obtienen mejores resultados y promueve la colaboración, la
consistencia y la integridad a largo plazo, sobre los triunfos a corto plazo y
de breve duración y la manipulación.
En un tiempo en el que
la polarización y el miedo tientan a las personas hacia el autoritarismo y la
simplicidad, la sabiduría ofrece algo más al estar asentada en valores clave,
al estar comprometida con una humanidad compartida y al facilitar la humildad de
actuar con conciencia. Y no es un lujo, es un imperativo que afortunadamente no
está reservado para unos pocos, ya que es una capacidad que puede ser
desarrollada.
Peter T. Coleman en la
edición de julio – agosto de Harvard Business Review plantea que en estos
tiempos turbulentos aprender a gestionar disputas es imprescindible.
Los últimos años han
sido agotadores para muchas organizaciones occidentales. Los conflictos civiles
parece que se han extendido, con choques sobre temas raciales, de género y de grandes
desigualdades en las rentas de los trabajadores, incremento del autoritarismo,
problemas de inmigración, cambio climático y guerras que aumentan la división
en unas sociedades crecientemente polarizadas.
Es por tanto quizás
inevitable que los conflictos en el entorno laboral crezcan también. Por
ejemplo una encuesta reciente realizada por Society for Human ResourceManagement mostraba que el 76% de los trabajadores estadounidenses encuestados habían
contemplado acciones de descortesía en el último mes, y 21% los habían
experimentado personalmente. Un 26% estaban dispuestos a abandonar su trabajo
por ellas.
Investigaciones
realizadas por el autor revelan que los líderes necesitan poseer cuatro
competencias clave para navegar en los conflictos actuales. La primera y básica
es la conciencia de uno mismo y la auto - regulación, para reconocer y
gestionar nuestras propias reacciones para poder mantener la calma y responder
estratégicamente. La segunda competencia es la de contar con fuertes
habilidades sociales para, por ejemplo, gestionar el conflicto, que incluyen la
escucha activa o el evitar caer en prejuicios y así ayudar a los líderes a
alcanzar soluciones constructivas. La tercera
es la adaptabilidad situacional para conocer cómo diseñar estrategias que
encajen en los diferentes tipos de conflictos y saber cuándo inclinarse, dar un
paso hacia atrás o ajustarse a los diferentes matices culturales , es también
crucial. Finalmente la sabiduría sistémica que va a permitir a los líderes
abordar conflictos crónicos y arraigados al facilitar tener una visión más
amplia, abrazar la complejidad y aprender de pasados éxitos y fracasos.
Los líderes que
demuestran tener estas cuatro competencias tienen lo que el autor llama alto
cociente de inteligencia para responder ante los conflictos (CIQ). Su
investigación indica que estos ejecutivos no solo destacan en la resolución de
disputas, también crean entornos laborales en los que los profesionales
experimentan una mayor satisfacción con su trabajo, empoderamiento y bienestar.
Estos líderes tienden a crear culturas organizacionales marcadas por una mayor
creatividad y una
mayor habilidad para gestionar el estrés y la incertidumbre. Las investigaciones
del autor han mostrado también que existen correlaciones significativas entre
la percepción de los empleados sobre el CIQ de sus líderes y la seguridad
psicológica que sienten en su trabajo.
Es fácil confundir
inteligencia emocional con inteligencia ante los conflictos, pero son conceptos
diferentes: la inteligencia emocional se refiere a la habilidad para reconocer,
comprender y gestionar nuestras propias emociones así como las de los demás.
Implica habilidades como la empatía, la auto-regulación y la conciencia social.
La inteligencia ante los conflictos incluye un conjunto de competencias más
amplio dirigido a gestionar y resolver desacuerdos. Mientras la primera es un
componente crucial de la inteligencia ante los conflictos y permite a las
personas comprometerse y adaptarse de forma constructiva, la segunda incluye el
comprender las dinámicas sociales, los factores situacionales y las fuerzas
sistémicas que influyen en las disputas.
Coleman en su
investigación ha encontrado que existen siete principios que son muy útiles en
situaciones volátiles y los emplean con frecuencia mediadores expertos. Son:
I.-
SENTAR LAS BASES
Antes de que las partes
en disputa se reúnan los mediadores expertos dedican meses a identificar a las
personas clave, estableciendo canales de comunicación y construyendo un clima
de confianza con ambas partes. Los líderes
competentes similarmente construyen las bases para la resolución de disputas
fortaleciendo el clima de trabajo dentro de la organización, la infraestructura
y las habilidades de gestionar el conflicto y el compromiso, antes de que los
desacuerdos lleguen a un punto crítico. Y, cuando el conflicto estalla eligen
sus movimientos con mucho cuidado. Como diplomáticos que son conscientes de que
las primeras 48 horas de una crisis pueden determinar la naturaleza de las
relaciones durante años, entienden que sus respuestas iniciales van a condicionar
todo lo que ocurra después.
II.-
CREAR UNA BUEN RELACIÓN
Los negociadores
avezados crean lo que los diplomáticos llaman “paz positiva” entre las partes en
una disputa. No solo acaban con los conflictos, sino que ayudan a promover
fuertes relaciones de colaboración. Incorporan a los acuerdos medidas que
incrementan la confianza de cada parte en la otra, conociendo que cada
interacción positiva va a ayudar a construir amortiguadores ante futuras crisis.
Los mediadores con frecuencia compatibilizan charlas de alto el fuego con
iniciativas como intercambios culturales o proyectos económicos conjuntos que
impulsan la confianza y la resiliencia, por ejemplo.
Los líderes pueden
adoptar este enfoque diseñando proyectos o empresas comunes que junten a las personas. De esta
forma se promueve un compromiso positivo y se genera sintonía, que puede mantenerse
e incluso crecer durante momentos de tensión.
III.-
EQUILIBRAR LA DISCIPLINA CON LA CREATIVIDAD
Si observamos a un
maestro negociador en acción veremos que constantemente se mueve entre el
firme establecimiento de límites y la resolución de problemas colaborativa. En un
momento está marcando claras “líneas rojas” y en el siguiente está explorando
compromisos innovadores.
IV.-
DOMINAR LA ADAPTABILIDAD
Conflictos diferentes
demandan distintas herramientas diplomáticas. Un enfoque que funciona para
disputas sobre recursos puede fallar completamente en choques basados en
problemas de identidad. Los mediadores expertos desarrollan diversas
estrategias de intervención, como el transporte de mensajes entre las partes en
disputa, un compromiso a distintos niveles que va a implicar esfuerzos paralelos entre el
gobierno, las organizaciones y la sociedad civil y corredores de paz que crean
determinadas zonas seguras para el diálogo y para los esfuerzos humanitarios mientras
un conflicto se mantiene activo.
V.-
APROVECHAR EL CONTEXTO MÁS AMPLIO
Cuando las
conversaciones de paz se atascan los diplomáticos experimentados miran más allá
de las hostilidades inmediatas y tratan de entender una constelación más amplia
de fuerzas que están creando tensiones y de aprender a trabajar con ellas.
Saben que, en ocasiones, la clave para desbloquear una disputa bilateral se
encuentra en un compromiso multilateral.
VI.-
BUSCAR LA PAZ GENERACIONAL
Los maestros
negociadores piensan en términos de décadas,. Como pacificadores invierten en
cambios graduales que creen armonía organizacional duradera.
VII.-
APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES
Los avances más
profundos en una negociación con frecuencia ocurren por algo inesperado, un
encuentro emocional sorpresa, terrenos comunes no anticipados o una crisis que
revela un problema compartido. Los mediadores hábiles aprender a estar alerta
ante la aparición de posibles puntos de inflexión, canales informales, áreas
sorprendentes de alineamiento y otras oportunidades sutiles que puedan
transformar los conflictos.
El mayor reto para los
líderes de organizaciones de negocios es transformar la cultura de la
organización para empoderar a los empleados a todos los niveles para que puedan
gestionar las disputas eficazmente. Promoviendo las habilidades de gestión de conflictos
en todos los rangos laborales los líderes pueden asegurar que sus
organizaciones prosperen hasta cuando se enfrenten a tensiones internas. Esto
implica ir más allá de ver el conflicto como algo a evitar y enmarcarlo como
una fuente potencial de energía, innovación y crecimiento.
Este cambio comienza con
la creación de espacios seguros donde poder llevar a cabo conversaciones
complicadas sobre asuntos sensibles para normalizar la idea de que el conflicto
cuando se maneja bien impulsa la mejora en lugar de la destrucción.
Los líderes pueden
ayudar a los profesionales a adoptar esta actitud modelando y celebrando
ejemplos de conflictos resueltos satisfactoriamente, compartiendo historias
sobre como los desacuerdos constructivos pueden conducir a avances y soluciones
y reconociendo a aquellos que han utilizado estrategias eficaces.
Un estudio reciente
realizado por el equipo de investigación sobre liderazgo – CIQ en la
Universidad de Columbia ha encontrado que en las organizaciones donde los
empleados valoraban a sus líderes con puntuaciones elevadas en CIQ la cultura
en su conjunto era más colaborativa y menos conflictiva. En otras palabras los
comportamientos positivos que los líderes utilizaban para gestionar los conflictos eran imitados por sus
empleados.
En la actualidad la
pregunta que se deben hacer los líderes no es como construir una cultura de
gestión inteligente de los conflictos, sino lo rápido que pueden empezar a
hacerlo. En un mundo donde el cambio es constante y la complejidad está
aumentando la habilidad para gestionar conflictos se está convirtiendo en un
requerimiento central para conseguir el éxito de las organizaciones. Aquellos
que dominen esta competencia no solo sobrevivirán a las tormentas ocasionadas
por los conflictos, sino que aprenderán a navegar por ellas.
Chiara Trombini, Winnie Jiang y Zoe Kinias en INSEAD Knowledge del pasado 3 de julio plantean que
cuando las personas se sienten apoyadas y seguras ayudan a construir una mejor
sociedad a largo plazo.
La necesidad de contar
con entornos de trabajo que sean verdaderamente inclusivos, amables y justos
está creciendo intensamente, por lo que los líderes deben crear entornos donde
los empleados se sientan empoderados para ayudarse unos a otros, apoyen
iniciativas de diversidad y contribuyan a las causas comunes.
Investigaciones previas
han ligado este tipo de comportamiento prosocial a rasgos de personalidad o al
impacto inmediato de determinados estilos de liderazgo, pero las
investigaciones de las autoras muestran que cuando las personas se sienten apoyadas
por los que les rodean ganan un sentimiento de “seguridad sentida” que les
motiva a ayudar a los demás, no solo en el momento, también a largo plazo. Este
tipo de seguridad es distinta de la seguridad psicológica, que puede cambiar
dependiendo de las características del grupo, mientras que la “seguridad
sentida” es generalmente más estable y opera a un nivel individual, basado en
las conexiones con otras personas y se moldea principalmente por el estilo de
apego sentido con un cuidador primario en la edad temprana, con apegos seguros
conduciendo a una mayor seguridad en la edad adulta. Pero investigaciones
muestran que relaciones establecidas más
tarde en la vida, como con las parejas, pueden influir también en este tipo de
seguridad.
Las investigaciones de las
autoras extienden esta idea al ámbito laboral mostrando la importancia de las relaciones
con los compañeros de trabajo. Sus hallazgos sugieren que existe una fuerte
relación entre recibir apoyo social y un compromiso a largo plazo para ayudar a
los demás, gracias al incremento en la “seguridad sentida”. Los líderes pueden
aprovechar estos descubrimientos para crear un entorno donde los empleados
consideren a su organización y a sus compañeros como una “base segura” que ofrezca
apoyo emocional, informativo e instrumental cuando surjan los desafíos. Para
ello deben:
1.-
Aumentar el apoyo “informativo”: ayudar a los profesionales a adquirir
conocimiento
En lugar de centrarse
en programas de mentoring formales, que las investigaciones sugieren tienen un
impacto limitado en la satisfacción en el trabajo, las organizaciones deben
centrarse en crear oportunidades de mentoring informales, mediante, por
ejemplo, la conexión entre trabajadores junior y senior. Estas relaciones crean
una sensación de seguridad y contribuyen significativamente al bienestar y al
progreso del liderazgo. Los líderes deben, pues, fomentar las iniciativas de
mentoring sin forzarlas y para ello deben:
a).- Hacer que el feedback sea
recíproco. Promover que todos compartan feedback para crear una dinámica de
aprendizaje en dos sentidos.
b).- Detectar y conectar talento. Proactivamente
presentar a empleados jóvenes o poco representados a colegas influyentes para que
puedan guiarles.
c).- Crear espacios para networking no estructurados. Reemplazar
eventos rígidos por reuniones casuales donde los empleados puedan juntarse con
compañeros de distintos departamentos o niveles. El foco debe estar en
construir relaciones no solo en el desarrollo de carreras.
d).- Reunir a personas alrededor de
historias. Fomentar el que los profesionales compartan momentos decisivos de
sus carreras en entornos informales.
2.-
Generar apoyo emocional: ayudar a que
los profesionales se sientan cuidados
Para crear un
sentimiento de unidad y de propósito compartido las compañías deben asegurar la
colaboración entre grupos y que los empleados que no se identifican con un
grupo específico tengan espacios para conectar. Para hacerlo los líderes deben:
a).- Facilitar la
colaboración entre grupos, organizando eventos conjuntos, tales como paneles de
discusiones o proyectos de equipo, que reúnen a grupos con identidades
distintas para favorecer la empatía y la comprensión compartida.
b).- Crear comunidades
basadas en distintos intereses y redes alrededor de habilidades profesionales o
hobbies.
c).- Ofrecer apoyo anónimo para mejorar
el bienestar. Crear plataformas confidenciales donde los empleados puedan
buscar apoyo emocional sin miedo a ser juagados y sin la presión de tener que
mantener una determinada imagen.
3.-
Ofrecer apoyo instrumental: ayudar a los profesionales de maneras prácticas
Incrementar la “seguridad
sentida” de los empleados formando a los líderes para que incluyan a los
miembros de sus equipos en proyectos de alto nivel y creando otras
oportunidades de visibilidad, lo que va a reforzar la inclusión, bienestar y
motivación de éstos. Para ello los líderes deben:
a).- Apoyar activamente al talento. En
lugar de aconsejar exclusivamente a los profesionales tienen que usar su
influencia para asegurar oportunidades de alto nivel para sus profesionales.
b).- Modela y normalizar la flexibilidad. Muchos
líderes apoyan en teoría el trabajo flexible pero no lo utilizan ellos mismos,
con lo que los empelados piensan que si lo hacen podrán ser penalizados.
c).- Fomentar una cultura de bienestar. Por
ejemplo compartiendo historias personales ( cuando sea apropiado) sobre cómo
han gestionado ellos el estrés o utilizando programas de bienestar para que
estos recursos resulten más accesibles a los profesionales.