miércoles, 14 de febrero de 2024

EN DEFENSA DEL ABURRIMIENTO

 


Manfred Kets De Vries en INSEAD Knowledge del pasado 6 de febrero plantea que la monotonía puede encender nuestra creatividad, favorecer nuevas aventuras y nuevos comienzos. Las personas que poseen todo son con frecuencia los que caen en el aburrimiento con más facilidad. En un intento de romper con el hastío se dedican  a adquirir casa lujosas, yates, aviones, colecciones de arte o viñedos, por ejemplo. Pero el atractivos de estas distracciones es efímero y a pesar de la opulencia de lo que les rodea se sienten insatisfechos. Su riqueza atrae a amigos superficiales y atractivos, pero la sensación de vacío permanece.

Esta situación no es única y, aunque tradicionalmente se ha asociado a la élite social el aburrimiento es un desafío que trasciende la riqueza. Es una experiencia universal, una señal de que estamos limitando alcanzar nuestro pleno potencial.

El aburrimiento nos invita a que actuemos y nos involucremos en nuevas experiencias. Pero para aprovechar su potencial primero debemos entenderlo.

La forma en la que experimentamos y percibimos el aburrimiento está moldeada por la sociedad y cultura en la que vivimos. Hace cientos de años tareas que ahora no nos ocupan tiempo necesitaban un tiempo muy largo para completarse. En la actualidad con los avances tecnológicos y una cultura de inmediatez nuestro ámbito de atención está disminuyendo y nuestras mentes deben trabajar más duramente para encontrar actividades que la mantengan ocupada.

El aburrimiento surge cuando nos desinteresamos de nuestras actividades habituales o cuando no tenemos ganas de hacer algo. En este estado mental nos encontramos en una zona entre la acción y la inacción, experimentando sentimientos encontrados entre el deseo de hace lago y el de no hacer nada. Cuando surge podemos encontrar dificultades para identificar nuestros deseos y para determinar hacia dónde dirigir nuestra energía. En lugar de eso nos enfrentamos a una situación de vacío, y nos sentimos impasibles, fatigados, nerviosos y agitados.

Esta combinación de agitación y letargo distingue al aburrimiento de sentimientos como la apatía. Cuando estamos aburridos reconocemos que lo que estamos haciendo ya no nos estimula y, con frecuencia, sentimos un deseo de cambiar la situación presente y buscar alternativas. Por el contrario, la apatía se caracteriza por la ausencia completa de deseo, por una falta de motivación y el fracaso a la hora de buscar alternativas. Las personas que experimentan aburrimiento crónico son aquellas que tienen un riesgo mayor de drogadicción, alcoholismo, juego compulsivo, desórdenes alimenticios, dificultades para controlar la ira y bajo desempeño escolar y laboral.

Puede convertirse en motivo de preocupación si va acompañado de manifestaciones de comportamiento tales como energía reducida, pérdida de peso no deseada o problemas del sueño. Estos patrones pueden ser interpretados como intentos de afrontar un estado mental abatido, indicando una ausencia de recursos internos para el autocuidado. Puede implicar, también, problemas mentales más severos.

Por el contrario el aburrimiento episódico sirve para animarnos a la acción. Experimentar este sentimiento puede ayudarnos a darnos cuenta de que lo que estamos hacienda no nos da la suficiente satisfacción y servir como precursor de un periodo de creatividad e imaginación. De hecho muchas de las ideas más creativas surgen tras una fase de aburrimiento. El desafío está en utilizar el aburrimiento como una ventaja para nosotros.

El autor recomienda para librarnos de este estado:

1.- Profundizar para averiguar qué es lo que nos revigoriza y estimula

Entender qué está pasando es el primer paso para superarlo. Reformular los sentimientos de aburrimiento como una oportunidad de explorar nuestra vida interior. En lugar de depender de estímulos externos y soluciones superficiales para suavizar nuestros sentimientos de aburrimiento, explorar nuestros recursos internos para averiguar qué es lo que nos hacer sentirnos más vivos.

Muchas personas aburridas no se conocen bien y no se han embarcado en un viaje de autoexploración, posiblemente ante el temor de lo que puedan descubrir. Como resultado prefieren optar por distracciones externas.

Pero es posible aprovechar este estado mental para ser más reflexivos y conscientes de las cosas en nuestras vidas que necesitan les prestemos nuestra atención. El aburrimiento puede actuar como un catalizador para ayudarnos a discernir lo que nos da energía y propósito.

Para comprender totalmente la causa de nuestro aburrimiento debemos monitorizar con exactitud nuestros estados de ánimo. Ser conscientes de nuestras fluctuaciones emocionales puede revelar patrones interesantes. Puede ayudarnos a entender quiénes somos realmente, que estimula nuestras mentes y qué nos mantiene ocupados. Una mente reflexiva sirve como un antídoto eficaz contra el aburrimiento.

2.- Redescubrir un sentimiento de pertenencia y plenitud

En nuestra búsqueda de una fuente renovada de motivación podemos encontrar que hemos estado abandonando dos factores  importantes de significado: el sentimiento de pertenencia y el de trascendencia. Los sentimientos de soledad con frecuencia subyacen en el aburrimiento. Una carencia de relaciones íntimas debe ser un estímulo para procurar mejorar nuestros lazos sociales al reconectar con amigos o familiares o a buscar nuevas interacciones con otras personas.

Más aún estar aburrido nos dice que debemos encontrar nuevas formas de rejuvenecer nuestros sentidos introduciendo nuevas actividades en nuestras vidas profesionales y personales.

Otro remedio contra el aburrimiento consiste en implicarnos en actividades que nos trasciendan, que van más allá se nuestros estrechos intereses personales pero que pueden ser muy enriquecedoras como las humanitarias o comunitarias.

Cuando el aburrimiento impacta significativamente en nuestra calidad de vida y experimentamos sentimientos de indefensión, desesperanza, tristeza, irritabilidad y evitación de relaciones personales y de culpabilidad es recomendable buscar ayuda externa. Un psicoterapeuta, coach o cualquier otro profesional experto pueden ser de gran ayuda para que entendamos nuestro estado de ánimo, así como para redescubrir nuestro propósito y pasión por la vida.

El aburrimiento no debe ser solo percibido como un fenómeno negativo, sino como una señal de alarma de que nuestra forma actual de vida no nos llena en plenitud. Es una llamada para buscar un nuevo camino y un nuevo comienzo.



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