Mike Staver, en su nuevo libro “Leadership Isn’t forCowards,” (el liderazgo no es para cobardes) sugiere que la cobardía puede ser
considerada como la peor característica que un líder puede demostrar.
El autor plantea que todos sentimos miedo,
pero lo que diferencia a una persona madura de otra que no lo es, es la forma
en que respondemos ante éste. Los líderes con coraje se enfrentan a lo que se
tiene que enfrentar y hacen lo que tienen que hacer. Por el contrario los
líderes cobardes buscan excusas, “esconden la cabeza en la arena” y normalmente
escogen la salida más fácil y si pueden
evitan actuar. No es necesario ser un completo cobarde para dejar que el miedo
influya en la efectividad del liderazgo. En muchas ocasiones los directivos no
son conscientes de la intensidad con la que el miedo está influyendo en su
proceso de toma de decisiones.
Mike Staver sugiere que analicemos nuestro
comportamiento desde la siguiente perspectiva para comprobar el grado en el que
el miedo está influyendo en nuestra forma de tomar decisiones cuando ocupamos
puestos directivos:
1.- BUSCAMOS CON FRECUENCIA LA SALIDA MÁS FÁCIL.
Evitamos tomar decisiones atrevidas y con
decisión porque nos hacen salir de nuestra zona de confort. Posteriormente
racionalizamos las causas por las que no hicimos lo que sabíamos que teníamos
que haber hecho. Es más fácil evitar actuar8 al menos en el corto plazo) pero
también supone un camino que conduce ala mediocridad y al anquilosamiento.
2.- PRETENDEMOS NO SABER LO QUE REALMENTE SABEMOS.
Fingimos no conocer las oportunidades que
existen para evitar riesgos. Intentamos disimular que sabemos que algún
directivo o profesional a nuestro cargo no está actuando correctamente y está haciendo
la vida imposible a sus colaboradores para evitar tomar una decisión. Éstas,
entre otras muchas situaciones en las que pretendemos no saber algo nos permiten
evitar momentos dolorosos y sentirnos
bien en el corto plazo, pero tienen un precio muy alto a largo plazo. Siempre
existe un precio a pagar por las acciones necesarias que no se han tomado. El
papel de un líder consiste en mirar la realidad de frente y aceptarla para
poder afrontar las decisiones duras que se tengan que tomar.
3.- EVITAMOS CENTRARNOS EN LO IMPORTANTE.
La mayoría de las personas tendemos a
distraernos con facilidad con cosas superficiales. En muchas ocasiones incluso
buscamos esas distracciones o no ñas rechazamos porque , de este modo
justificamos el evitar centrarnos en temas que nos pueden ocasionar ansiedad o
ser desagradables o complicados. Todos podemos estar siempre ocupados, se
necesita fortaleza y coraje para mantenermos centrados en lo que realmente es
importante, independientemente de lo placentero que nos resulte.
4.- SIMULAMOS IGNORAR LAS CAUSAS QUE IMPIDEN EL ADECUADO
FUNCIONAMIENTO DE LA ORGANIZACIÓN.
Puede ser que sea una política, directriz,
persona, equipo o actitud la razón que
está impidiendo el óptimo desenvolvimiento del líder, del
equipo o de la organización. El líder debe preguntarse qué está haciendo o no
haciendo que supone un carga o un retroceso. En el centro de sus
responsabilidades como líder se encuentra el papel de eliminador de obstáculos.
Tiene por yanto que actuar con coraje para remover todos los obstáculos que
pueda y para intentar minimizar el efecto de los que se tienen que mantener
para lograr garantizar la productividad y
el funcionamiento adecuado de la organización.
5.- RENUNCIAMOS A EQUILIBRAR LA RAZÓN Y EL "CORAZÓN" A LA HORA DE
TOMAR DECISIONES.
Si queremos analizar las situaciones de
forma eficiente necesitamos considerar los hechos y las intuiciones. Muchos
líderes se limitan a valorar la perspectiva analítica, pero los líderes que
tienen coraje entienden que las decisiones que van a tener un impacto directo
en la vida de otras personas necesitan considerar los dos aspectos, aunque
signifique que tienen que salir de su zona de confort para hacerlo. Las dotes de liderazgo se verán realzadas, el desempeño de los equipos mejorará y se incrementará la confianza y el compromiso
que sienten sus miembros hacia el líder si éste tiene la capacidad de liderar
teniendo en cuenta la razón y la emoción.
6.- NOS REFUGIAMOS UTILIZANDO LA EXCUSA DE NO ESTAR TODAVÍA PREPARADOS.
Los líderes y las organizaciones pierden
mucho tiempo en estar preparados para estar preparados. Posteriormente tienen
que formar un comité o un grupo de trabajo para evaluar la situación para
realmente estar preparados. De esta forma demoran continuamente la toma de decisiones
ya que sienten temor a tener que decidir y poder equivocarse. Retrasan el
enfrentarse al momento de la verdad estando perpetuamente preparándose. es
evidente de que las decisiones se tienen que tomar de forma meditada y que
deben ser fruto de investigaciones, si es necesario, pero llega un momento en
el que se tienen que tomar independientemente de que las condiciones no sean
las perfectas.
7.- VEMOS SÓLO LA INFORMACIÓN QUE CONCUERDA CON NUESTRAS CREENCIAS.
Tendemos, de forma espontánea, a ignorar
la información que contradice nuestras creencias sobre el mundo, especialmente
nuestras creencias negativas. si creemos que no gustamos a alguien sólo veremos
aquellos comportamientos que refuercen nuestra idea, si pensamos que algo no se
nos da bien sólo consideraremos aquello que lo evidencie. Esta tendencia es tan
fuerte que nos ciega ante la evidencia contraria. Para evitarlo debemos
intentar no tomar decisiones si antes no analizamos distintas perspectivas y
consideraciones aunque no coincidan con nuestras ideas.
8.- CULPAMOS CONSTANTEMENTE A LOS DEMÁS.
Ésta es una forma contraproducente de
actuar en situaciones complicadas. Al culpar a otros nos ponemos en una
posición de víctima que no tiene ningún control sobre la situación, por lo que
no vamos a hacer nada para cambiar la situación puesto que es el problema de
otro. Esta victimización puede afectar no sólo a los individuos, sino también a
las organizaciones en su totalidad. El reconocimiento de que somos los
responsables últimos de los resultados de nuestros pensamientos y acciones nos
concede un nivel de libertad que no pueden experimentar aquellos que escogen culpabilizar a los
demás. Los líderes con coraje se mueven por el imperativo de eliminar el buscar
excusas y de asumir sus errores.
9.- RECOMPENSAMOS EL ESFUERZO MÁS QUE EL LOGRO.
Es un error mostrarnos muy blandos en las expectativas y decir
"hazlo lo mejor que puedas". El líder debe estimular y recompensar la mejora en el desempeño y exponer claramente
las consecuencias de no alcanzarlo.
Los directivos en ocasiones se preocupan
de que puedan molestar a sus profesionales si marcan unas expectativas altas y
evitan hacerlo. Por el contrario su responsabilidad es la contraria siempre
desde una perspectiva humana y respetuosa para con los trabajadores.
10.- NO DELEGAMOS Y ESTAMOS ENCIMA
CONTINUAMENTE.
Algunos líderes piensan que el delegar
la responsabilidad sobre algún tema supone que luego tienen que estar
constantemente vigilando que las cosas se están haciendo de la forma que ellos
piensan se tienen que hacer. Es otra manifestación del miedo, ya que supone la
desconfianza de que las cosas se harán si no se supervisa constantemente hasta
el más mínimo detalle. La solución es simple que el líder haga su trabajo y
deje que sus colaboradores hagan el suyo o que tome medidas y se libre de los
profesionales incompetentes y los sustituya por otros que sí sean competentes.
El trabajo del líder consiste en
identificar los resultados que hay que alcanzar y desarrollar una estrategia
para lograrlos. Debe sentar los criterios pero mostrar flexibilidad en la forma
en que los colaboradores van a obtenerlos.
11.- SOLUCIONAMOS LOS PROBLEMAS DE TODOS.
La resolución de problemas supone una
parte del ejercicio del liderazgo. Hay
que evitar solucionar los problemas de los demás ya que estamos contribuyendo a
crear una dependencia y a generar el sentimiento de que no confiamos en la
capacidad de los demás. El líder debe controlar sus miedos y ansiedades y tener
fe en sus colaboradores, para permitir que éstos puedan responder adecuadamente
y estar más satisfechos.
12.- PERMITIMOS QUE NUESTROS MIEDOS,
TEMORES Y "BASURA MENTAL" ENTURBIEN NUESTROS RAZONAMIENTOS.
Si conseguimos librarnos de parte de
nuestros temores liberaremos tiempo para hacer las cosas que realmente nos
inspiran y actuaremos con coraje y valentía. Sin estos momentos de paz y
claridad seguiríamos corriendo hasta experimentar "burnout", sin ser
conscientes de que podíamos habernos detenido, adaptado y después continuar con
menor ansiedad y mejores resultados.
13.- OLVIDAMOS EL PRESENTE EN FAVOR DEL PASADO O DEL FUTURO.
Necesitamos valor para estar siempre
presentes. Se necesita disciplina para no rumiar sobre lo que ha ocurrido en el
pasado o lo que puede pasar en el futuro y comprometernos con el presente. Esto
no significa que debamos despreciar el pasado, debemos aprender de él, así como
planificar el futuro, pero sin olvidarnos de ser conscientes del presente para
no perdernos lo que ocurre en el momento actual.
14.- SOMOS MUY SEVEROS.
Evitamos reconocer los logros de
nuestros colaboradores o lo hacemos incorrectamente con lo que contribuimos a
la desmotivación de los profesionales que trabajan con nosotros.
En ocasiones los líderes temen que
reconocer un trabajo antes de que esté terminado puede desmotivar o se
encuentran incómodos con la intimidad y vulnerabilidad que puede suponer el agradecer
sinceramente algo a un subordinado. El coraje se puede mostrar unas veces al
demostrar confianza en los colaboradores y en salir de la zona de confort para
ofrecer cara a cara el reconocimiento que los profesionales anhelan.
15.- SOMOS MUY BLANDOS.
Es el otro lado del espectro del líder
severo y se manifiesta cuando se reconoce indiscriminadamente cualquier
actuación con lo que pierde su eficacia o cuando se finge el reconocimiento de
tal manera que no existe concordancia entre éste y el resto del comportamiento
del que lo está ofreciendo. Las dos formas resultan falsas y erosionan la
confianza que los colaboradores sienten hacia
el líder.
El origen de este comportamiento puede
ser el mismo que en el caso del líder severo: el miedo a la intimidad que puede
suponer el mantener una conversación honesta y sentida o el temor a la
confrontación que se puede plantear si se ofrece un feedback razonado y
crítico.
Es una obligación del líder el que el
reconocimiento que ofrece sea siempre sincero y responda a causas justificadas.
Llegué por casualidad a tu blog y lo que he leído me parece muy interesante.
ResponderEliminarSaludos
Carolus
http://www.elartedelaestrategia.com/liderazgo.html
Me ha gustado mucho esta entrada, me parece muy acertada y me hace ver claras algunas cosas
ResponderEliminar