Rick Brinkman y Rick Kirschner finalizan su recorrido por las tipologías
de personas complicadas, recogidas en su libro "Dealing with people you can´t stand", con "el juez", "el entrometido" y " el mártir", que aunque según los
autores se presentan con más frecuencia en nuestra vida extralaboral, también
están presentes, si reflexionamos un poco, en el mundo de las organizaciones.
XI.-
EL JUEZ:
Los jueces marcan un
estándar que resulta imposible de alcanzar, juzgan y critican para
posteriormente declarar a los demás culpables y condenarles a su desaprobación.
Su comportamiento de
acuerdo con la lente del entendimiento se origina de la intención positiva de
hacer las cosas bien. Existen dos caminos por los que esta intención puede
conducir a este complicado comportamiento:
a).- Intención
amenazada: miedo a estar equivocado.
b).- Intención
proyectada: identificar lo que los demás hacen mal.
En general los jueces
se convierten en personas excesivamente dadas a la crítica, que encuentran
fallos en todo y en todos por lo que pueden ser percibidos por los demás como
perfeccionistas insatisfechos, cínicos imposibles o implacables criticones, a
los que nunca se va a poder contentar por lo que no merece la pena intentarlo.
La actitud que debemos
intentar tener con este tipo de personas es la de contrarrestar a nivel interno
los comentarios negativos. Por ejemplo si el juez dice que lo hemos hecho todo
mal podemos decirnos a nosotros mismos que sabemos que lo hicimos lo mejor que
pudimos. El actuar de esta manera nos ayuda a mantener la perspectiva y es como
un rayo de luz que nos permite ser positivos en medio de la crítica constante.
Nuestra conducta ante
ellos debe mostrar que no tenemos nada de lo que defendernos y presentar
nuestros argumentos de forma lógica, metódica y serena, sin cuestionar su
juicio o mostrar sus posibles errores (no lo aceptaría), sino reconociendo que
lo que dice refleja sus opiniones que no vamos a contradecir ya que nuestra
intención es presentar nueva evidencia e interpretar los hechos de manera
distinta.
Cuando el juez nos
acusa de que no hemos estado a la altura de sus expectativas perfeccionistas
debemos preparar nuestra defensa sin estar a la defensiva ya que nuestro
objetivo es que éste desestime sus juicios previos. El PLAN DE ACCIÓN que proponen los autores es el siguiente:
1ª
opción: Admitir el juicio y seguir adelante. En ocasiones no
tiene sentido dedicar tiempo y energía a intentar cambiar el juicio del juez.
Si escogemos esta alternativa debemos agradecer al juez sus buenas intenciones
y seguir adelante: “te agradezco que hayas sido honesto conmigo y me hayas
dicho lo que sientes”, “agradezco tus interesantes sugerencias”, …
2ª
opción: Pedir aclaración de los comentarios. Solicitar que
fundamente sus comentarios con evidencias sólidas: “¿Cuándo afirmas que hay que
hacer las cosas de este modo, en qué te basas? ¿Quién mantiene qué eso es lo
correcto? ¿Qué evidencias existen?”,… Si el juez responde con generalizaciones
pedir que concrete hasta que con frecuencia tenga que reconocer que la opinión
es exclusivamente personal.
3ª
opción: Recurrir la “sentencia”. Se debe utilizar sólo
en el caso de que haya surgido nueva evidencia específica o que no se haya examinado previamente que
contradiga la opinión del juez. Es conveniente que vaya acompañada de
sugerencias constructivas.
Si el juicio es público
y estás afectando a personas a las que apreciamos podemos hacer comentarios
positivos para contrarrestar el efecto de las palabras del juez.
4ª
opción: Juzgar al juez. Un error común que cometemos es
intentar cambiar las ideas del juez, pero podemos cambiar de estrategia para
forzar al juez a que de atacar tenga que pasar a defenderse y conseguir que se
retracten. A las personas que juzgan a los demás les desagrada que les juzguen
a ellos.
5º
opción: Reconocer sus buenas intenciones y exponer las consecuencias nocivas de su actitud proponiendo alternativas. En
ocasiones tenemos que decir al juez la verdad sobre su conducta desmoralizante
y plantear otras formas de lograr mejores resultados. Los pasos a seguir pueden
ser:
a).- Apreciar
su intención positiva al demostrar que se preocupan por nosotros y por
hacer las cosas bien. Podemos decir: que apreciamos que quiera que hagamos las
cosas correctamente o que me desea que tenga una vida mejor o que todo salga
bien.
b).- Concretar el
problema de comportamiento. En ocasiones los jueces pueden estar centrándose en
un solo aspecto y no contemplan otros que pueden tener importancia.
c).- Mostrar las
consecuencias desmotivadoras que origina su conducta en los demás. Por ejemplo
podemos preguntar: “¿Cuando hiciste esto qué
ocurrió?” y responderles: ”Estás
perdiendo a las personas que te importan porque cuando les hablas mal de
los demás piensan que harás lo mismo con ellos en cuanto se den la vuelta y
procuran evitarte”.
d).- Sugerir nuevas
opciones o comportamientos que van a funcionar mejor.
e).- Reforzar el cambio
de actitud para que sean conscientes de que con las críticas constantes no van
a obtener ningún resultado y que en cambio con comportamientos positivos si
pueden lograr lo que desean.
XII.- EL “ENTROMETIDO”:
Este tipo de persona
piensa que sabe lo que es mejor para los demás por tanto tratan de controlarles su vida a
través de preguntas y consejos no solicitados.
Su comportamiento
comienza cuando la intención de hacer las cosas se combina con la intención de hacer las cosas bien y se
proyecta en otras personas. Siente, entonces, la necesidad de intervenir y
busca que los demás cambien lo que están haciendo y cómo lo están haciendo
señalando lo que tiene que ser evitado y marcando la dirección hacia lo que tiene
que ser hecho, según su opinión. Demuestran que no tienen confianza en que los
demás tengan la capacidad de hacer las cosas de forma autónoma por lo que
tienen que decirles lo que tienen que hacer para garantizar la obtención de los
resultados correctos. Al interferir en lugar de persuadir su intentos de ser
influyentes se interpretan como un incordio.
Existen distintos
grados en este comportamiento:
a).- Básico: en este
nivel los entrometidos intentan conocer lo que hacemos aunque no sea de su
incumbencia.
b).- Controlador: su
objetivo es saber lo que hacemos para asegurarse de que hacemos exactamente lo
que ellos quieren que hagamos. Pueden decir: “No hagas esto, haz esto otro”,
“Haz lo que te digo que hagas o serás considerado un fracasado”,…
c).- Indiscreto e
invasivo: dicen que hacen las cosas por nosotros, contra nuestros deseos, pero
por nuestro bien, ya que ellos saben lo que es bueno para nosotros y nosotros
no vamos a ser capaces de asumir plenamente nuestras responsabilidades.
d).- Manipulador: se
meten en detalles concretos de nuestras vidas, sin que lo sepamos y al
descubrirlo tenemos que cargar con las consecuencias.
Es una conducta
complicada de afrontar porque las intenciones de los entrometidos suelen ser
buenas y es casi imposible lograr que modifiquen su comportamiento, ya que
están convencidos de que están actuando correctamente.
Los autores recomiendan
que adaptemos nuestra actitud para:
1.- Abordar a los
entrometidos con cautela y un fuerte sentido de responsabilidad. Dialogar con ellos
con determinación aceptando que ellos van a hacer lo que consideren correcto.
Intentar no tomarles demasiado en serio aunque se muestren muy invasivos.
2.- Mantener la calma y
la reflexión en presencia de preguntas invasivas u hostiles. Recordar que no
tenemos que responder a todas sus preguntas y podemos preguntarles a ellos
también: si indagan sobre nuestras finanzas, por ejemplo, podemos preguntarles
sobre las suyas. Hablar con seguridad para transmitirles el mensaje de que
somos responsables de nuestros actos y de que estamos alerta para seleccionar
la mejor opción. Nuestro comportamiento no verbal debe reflejar, también, que somos responsables y queremos
hacer lo que es correcto.
3.- No contestar
preguntas que no nos hayan hecho de forma específica. Si no preguntan no
debemos decir nada. Si hacen preguntas específicas recordar, como ya hemos
comentado previamente, que no hay que responder.
4.- No facilitar
detalles ni revelarles nada que no queramos que sepan para que no se entrometan
en ello.
5.- No implicarlos en
algo salvo que sepamos que tienen algo concreto que ofrecer.
El objetivo al tratar
con este tipo de personas es conseguir que no invadan y controlen nuestras
vidas y para ello hay que hacerles saber que existen unos límites que no se pueden
cruzar. El PLAN DE ACCIÓN que
proponen Brinkman y Kirschner es el siguiente:
1ª
Opción: Reconocer y apreciar sus intenciones. Este
comportamiento en ocasiones va asociado a un sentimiento de soledad y se suele
presentar en personas de cierta edad con tiempo libre que pueden estar
sintiendo que no son necesarias y que para paliar esta sensación creen que
pueden ser útiles ofreciendo sus experiencias o para compensar sus propios
errores, que no pudieron evitar quieren que no les suceda lo mismo a los demás.
Si les decimos que lo
que están haciendo no es correcto pueden desencadenar una oleada de
autojustificaciones y comunicación defensiva que puede dañar las relaciones
posteriores. Debemos agradecerles sus buenas intenciones y transmitirles que
respetamos y compartimos su deseo de hacer las cosas y hacerlas bien.
2º
Opción: Darles un espacio para que se entrometan. Podemos
preguntar su opinión sobre temas en los que su actuación no vaya a ser dañina y
pueda ser constructiva. Al pedirles su colaboración les damos la posibilidad de
sentirse apreciados y pueden saciar su necesidad de interferir en otros
aspectos de nuestras vidas.
3ª
Opción: Entrometernos con el entrometido. Existen distintas
posibilidades:
a).- Tomar el control.
Podemos dejar de ser las víctimas del entrometido si asumimos nosotros el
control. Para ello debemos indagar para llegar a conocer sus intereses y
demostrarles que puede ser que no sepan tanto de un tema como creen.
b).- Tener respuestas preparadas. Si los
entrometidos se entrometen de forma previsible podemos anticipar lo que les
vamos a decir para desbaratar sus intenciones y así poder reaccionar de forma
adecuada.
c).- Crear una
distracción. Por ejemplo:
Pregunta del
entrometido:“Esta chaqueta no le va a calentar lo suficiente. ¿Por qué no le
has comprado otra?
Respuesta: “Te
agradezco que menciones el invierno. Por cierto el otro día encontré unos escaparates que te podrían
gustar mucho,…..”
Una vez que hemos
empezado a hablar hay que continuar con el nuevo tema durante al menos 30
segundos más. Esta táctica puede servir para distraerles y que abandones sus
intenciones de entrometerse en nuestras vidas. Se puede emplear, también una
distracción visual, llamando la atención sobre algo que ocurre a nuestro
alrededor.
4ª
Opción: Negociar los límites. Para ello podemos:
a).- Planificar una
reunión para hablar del papel que el entrometido está jugando en nuestras
vidas. Tenemos que acordar una fecha y lugar para hablar, preferentemente en un
lugar neutral donde ambas partes puedan sentirse cómodas y relajadas.
b).- Preparar la
reunión. Debemos establecer previamente cuáles son los límites que podemos
soportar y que vamos a marcar.
Tenemos que empezar por
examinar el problema y determinar sus causas: ¿Me siento avasallado y saturado
por su presencia constante?, ¿Me abruma con sus consejos no solicitados?, ¿Me trata como a un niño? , ¿Interfiere y
hace cosas en contra de mi voluntad?,…
Posteriormente ya
estamos en situación de analizar cuáles son nuestros intereses y cómo queremos
que cambie la situación para después poder transmitir esta información de forma
adecuada.
Es conveniente
considerar, también, cuáles pueden ser las necesidades e intereses del
entrometido para ayudarnos en la negociación que vamos a tener que tener con
él.
c).- Actuar con
inteligencia. Ser agradable durante el encuentro y si vemos que nos sentimos
frustrados y atascados hacer una pausa para reflexionar y volver luego con
nuevos ánimos. Mantener la conversación centrada en aspectos específicos e
intereses y buscar una solución que deje bien al
entrometido cuando éste acepte cambiar de actitud.
La reunión la debemos
enfocar de la siguiente forma:
1.- Comenzar con una
frase positiva que reconozca una supuesta intención positiva del entrometido:
“Te agradezco que,…”
2.- Describir el
problema.
3.- Hablar de los
efectos que nos ocasiona el comportamiento del entrometido, sin comentar la
opinión que éste nos merece con su actitud y de las consecuencias negativas que
puede tener para él si continúa con su
conducta. Es la parte más complicada de la conversación.
4.- Ceder la palabra al
entrometido para que se explique, defienda y se justifica. Demostrar interés
por sus palabras y procurar descubrir los intereses que subyacen a su
comportamiento que puedan dar ideas para posibles opciones posteriores.
5.- Fijar los límites.
Si hemos escuchado correctamente seguramente estaremos en condiciones de
hacerlo de forma que sea bien aceptada por la otra parte. Podemos también,
pedirle su opinión sobre cuál puede ser la alternativa a elegir. Tenemos que
ser muy específicos en esta fase y dejar claro cuáles son nuestros deseos con
respecto a la relación posterior que queremos mantener con el entrometido.
6.- Establecer una
señal que se va a emplear cada vez que el entrometido traspase los límites.
Puede ser un gesto o una palabra o frase que sirva para recordarle que no
queremos que actúe de ese modo.
7.- Reforzar los
límites. Cuando veamos que el entrometido actúa como deseamos reconocer el
cambio de comportamiento y felicitarle por el mismo.
XIII.-
EL “MÁRTIR”:
Se caracterizan por
hacer favores, deseados o no, que vienen con una obligación posterior para el
que los recibe.
a).- Suave. Comienzan
por hacer lo que tienen que hacer para pasar posteriormente a lo que no tienen
que hacer sin preguntar. Interpretan o detectan que existe una necesidad y la satisfacen mientras
piensan que nos están haciendo un favor.
b).- Con quejas. El
mártir hace las cosas pero al mismo tiempo se va quejando en voz alta y expresando que le vamos a deber favores por
lo que está haciendo.
c).- Con
auto-compasión. Tras un mal día el mártir puede reclamar atención a gritos y
caer en un estado de autocompasión y desesperanza, al ver que no recibe de los
demás lo que espera.
El mártir daña sus
intereses, con su comportamiento, de al menos dos maneras:
1.- Sus regalos y
servicios no solicitados no son apreciados y los demás no sienten compasión ante personas que parece que se dan lastima a
sí mismas.
2.- Sus regalos se
consideran como algo asumido y no se valoran. Los demás pueden llegar a considerar
que si quieren hacerlo están en su derecho y no les conceden ninguna
importancia. Cuanto más falla el mártir lo intenta con más intensidad y cuanto menos apreciado es más da. Se meten
en un círculo vicioso porque con su comportamiento resulta poco atractivo .
Los mártires buscan
detectar cualquier signo de vulnerabilidad en los demás para utilizarlo, por lo
que es conveniente mantener una actitud alerta ante ellos e intentar
conseguir una cierta distancia emocional
en nuestro interior para evitar el sentimiento de culpabilidad al no responder
a sus expectativas.
Nuestra conducta se
debe centrar en mostrarles algo de reconocimiento por algo que hacen o por lo
que no hace. Los autores recomiendan que en nuestro trato con ellos no debemos:
a).- Llamarles
mártires. Si hacemos esto crearemos una situación conflictiva ya que ellos
buscan nuestra gratitud y empatía no que etiquetemos su comportamiento.
b).- Adoptar una
actitud de defensa ya que el problema es suyo, no nuestro. Si lo hacemos
parecerá que nos estamos excusando.
c).- Tratar de arreglar
el problema, ya que sólo existe en la mente del mártir y cualquier intento sólo
servirá para reforzar sus ideas.
d).- Dejar que hagan
todo el trabajo. Si vemos que el mártir se está encargando de todo tipo de tareas,
para luego poder quejarse, intentar descargarle de parte de ellas y si insisten
en asumirlas informarles de que la responsabilidad de hacerlo es exclusivamente
suya y por lo tanto no van a poder protestar posteriormente.
Nuestro objetivo al
tratar con este tipo de personas debe ser cortar las ataduras, mientras
conservamos la relación. Brinkman y Kirschner proponen el siguiente PLAN DE ACCIÓN:
1ª
Opción.- Buscar ocasiones de apreciar. Si actuamos de manera
preventiva podemos evitar las quejas posteriores.
a).- Decirles lo que
nos gusta. Cuando hacen o dicen cosas que no apreciamos debemos decirles que
agradecemos su buena intención pero que nos gustaría más que hiciesen otras
cosas que valoramos más. al dirigirles hacia un área que ellos saben que nos
importa aprenden a jugar un papel en nuestras vidas que realmente puede tener
un significado para nosotros.
b).- Ponernos de su
lado. Si hacemos algo que les molesta y nos culpabilizan por haber herido sus
sentimientos podemos pedir disculpas y reconocer su visión de la situación.
2ª
Opción: Interrumpir los intentos de culpabilizar.
a).- Reconociéndolos e interpretándolos de forma correcta. No
cayendo en la trampa.
b).- Dando la vuelta a
la situación y si el mártir pretende que nos sintamos culpables por algo
hacerles que se sientan mal por intentarlo. Por ejemplo si el mártir nos dice
que no hemos apreciado lo que han hecho por nosotros responder que nosotros si
lo hacemos pero que es él el que no lo reconoce.
c).- Cortando la
situación y actuando como queremos sin caer en sentimientos de culpa. La mejor
respuesta es cortar la conexión entre lo que deseamos hacer y los motivos que
les asignan los mártires. Por ejemplo:
Mártir: "Adelante
, evidentemente te importa más esa persona que yo".
Respuesta: "Realmente
me estoy haciendo cargo de esta persona porque di mi palabra, como seguro que
tu hubieses hecho de estar en mi lugar, así que te agradezco tu
comprensión".
d).- Analizando si
realmente podemos tener una deuda con ellos y preparar un plan para saldar la
deuda para que el mártir no tenga una justificación para quejarse.
Opción
3: Ayudar a que manejen sus inseguridades.
Muchas veces actúan sí porque retroalimentan sus percepciones, por lo que
tenemos que intentar reafirmar su autoestima. Podemos.
a).- En muchas
ocasiones los mártires se dedican a recordar las cosas malas que han podido experimentar
analizando minuciosamente cada
detalle o aumentan la importancia de un
pequeño aspecto. Por ejemplo si falta algún tipo de bebida en una reunión, que
por todo lo demás se está desarrollando perfectamente pueden decir que la
velada se ha arruinado. El problema estriba realmente en su respuesta a la situación. Nuestra actitud puede ser:
Mártir: "Nada
puede ir peor".
Respuesta: "¿Nada?
¿No puedes pensar en algo que pueda ser peor?
b).- Contrarrestar su
frustración. Los mártires tienden a expresar ésta con un sentimiento de
aurocompasión aunque se estén refiriendo a sucesos ajeos a su control. Suelen
decir: siempre, nunca, todos o nada. Podemos intentar paliar su frustración con
ejemplos específicos:
Mártir: "Nunca
vienes a visitarme".
Respuesta:"
¿Nunca? ¿No recuerdas que la semana pasada vinimos a vete?"
c).- Intentar que cambien sus demandas por
preferencias. Las personas con demandas rígidas, como suelen ser los mártires ,
tratan de controlar los hechos y a las personas y cuando sus demandas no se ven
satisfechas suelen sentirse mal. Pueden evitarlo si en lugar de considerar sus
deseos como demandas los cambian a preferencias con lo que en lugar de
centrarse en cómo deben ser las cosas lo
hacen en cómo preferirían que fuesen teniendo en cuenta la realidad.
Mártir: "Habría
hecho cualquier cosa por tí si hubieses preguntado?"
Respuesta.
"¿Hubieses preferido hacer cualquier cosa que te pidiese?"
Opción
4: Rechazar las peticiones irrazonables.
Decir
que no con calma y sencillez, sin buscar excusas. "te lo agradezco pero
tengo que rechazar tu ofrecimiento" o " te lo agradezco pero quizás en
otro momento", son ejemplos de
respuestas.
Opción
5: Plantear la necesidad de un cambio de conducta. En ocasiones no queda
más remedio que decirle al mártir cómo le está perjudicando su comportamiento y
cómo pensamos que obtendría mejores resultados. Para ello:
a).- Proyectar una
intención positiva. Comenzar por agradecerles sus esfuerzos.
b).- Ser específico
sobre el problema de comportamiento.
c).- Demostrar cómo esa
conducta es nociva.
d).- Sugerir
alternativas de mejora.
e).- Reforzar los
posibles cambios. Reconociéndolos y destacándolos siempre que se produzcan.
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