domingo, 12 de mayo de 2013

¿CÓMO TRATAR CON PERSONAS A LAS QUE NO SOPORTAMOS? VII






Rick  Brinkman y Rick  Kirschner finalizan su recorrido por las tipologías de personas complicadas, recogidas en su libro "Dealing with people you can´t stand", con "el juez", "el entrometido" y  " el mártir", que aunque según los autores se presentan con más frecuencia en nuestra vida extralaboral, también están presentes, si reflexionamos un poco, en el mundo de las organizaciones.

XI.- EL JUEZ:


Los jueces marcan un estándar que resulta imposible de alcanzar, juzgan y critican para posteriormente declarar a los demás culpables y condenarles a su desaprobación.

Su comportamiento de acuerdo con la lente del entendimiento se origina de la intención positiva de hacer las cosas bien. Existen dos caminos por los que esta intención puede conducir a este complicado comportamiento:

a).- Intención amenazada: miedo a estar equivocado.

b).- Intención proyectada: identificar lo que los demás hacen mal.

En general los jueces se convierten en personas excesivamente dadas a la crítica, que encuentran fallos en todo y en todos por lo que pueden ser percibidos por los demás como perfeccionistas insatisfechos, cínicos imposibles o implacables criticones, a los que nunca se va a poder contentar por lo que no merece la pena intentarlo.

La actitud que debemos intentar tener con este tipo de personas es la de contrarrestar a nivel interno los comentarios negativos. Por ejemplo si el juez dice que lo hemos hecho todo mal podemos decirnos a nosotros mismos que sabemos que lo hicimos lo mejor que pudimos. El actuar de esta manera nos ayuda a mantener la perspectiva y es como un rayo de luz que nos permite ser positivos en medio de la crítica constante.

Nuestra conducta ante ellos debe mostrar que no tenemos nada de lo que defendernos y presentar nuestros argumentos de forma lógica, metódica y serena, sin cuestionar su juicio o mostrar sus posibles errores (no lo aceptaría), sino reconociendo que lo que dice refleja sus opiniones que no vamos a contradecir ya que nuestra intención es presentar nueva evidencia e interpretar los hechos de manera distinta.

Cuando el juez nos acusa de que no hemos estado a la altura de sus expectativas perfeccionistas debemos preparar nuestra defensa sin estar a la defensiva ya que nuestro objetivo es que éste desestime sus juicios previos. El PLAN DE ACCIÓN que proponen los autores es el siguiente: 

1ª opción: Admitir el juicio y seguir adelante. En ocasiones no tiene sentido dedicar tiempo y energía a intentar cambiar el juicio del juez. Si escogemos esta alternativa debemos agradecer al juez sus buenas intenciones y seguir adelante: “te agradezco que hayas sido honesto conmigo y me hayas dicho lo que sientes”, “agradezco tus interesantes sugerencias”, …

2ª opción: Pedir aclaración de los comentarios. Solicitar que fundamente sus comentarios con evidencias sólidas: “¿Cuándo afirmas que hay que hacer las cosas de este modo, en qué te basas? ¿Quién mantiene qué eso es lo correcto? ¿Qué evidencias existen?”,… Si el juez responde con generalizaciones pedir que concrete hasta que con frecuencia tenga que reconocer que la opinión es exclusivamente personal.

3ª opción: Recurrir la “sentencia”. Se debe utilizar sólo en el caso de que haya surgido nueva evidencia específica  o que no se haya examinado previamente que contradiga la opinión del juez. Es conveniente que vaya acompañada de sugerencias constructivas.  

Si el juicio es público y estás afectando a personas a las que apreciamos podemos hacer comentarios positivos para contrarrestar el efecto de las palabras del juez.

4ª opción: Juzgar al juez. Un error común que cometemos es intentar cambiar las ideas del juez, pero podemos cambiar de estrategia para forzar al juez a que de atacar tenga que pasar a defenderse y conseguir que se retracten. A las personas que juzgan a los demás les desagrada que les juzguen a ellos. 

5º opción: Reconocer sus buenas intenciones y exponer las consecuencias nocivas  de su actitud proponiendo alternativas. En ocasiones tenemos que decir al juez la verdad sobre su conducta desmoralizante y plantear otras formas de lograr mejores resultados. Los pasos a seguir pueden ser:

a).-  Apreciar  su intención positiva al demostrar que se preocupan por nosotros y por hacer las cosas bien. Podemos decir: que apreciamos que quiera que hagamos las cosas correctamente o que me desea que tenga una vida mejor o que todo salga bien. 

b).- Concretar el problema de comportamiento. En ocasiones los jueces pueden estar centrándose en un solo aspecto y no contemplan otros que pueden tener importancia. 

c).- Mostrar las consecuencias desmotivadoras que origina su conducta en los demás. Por ejemplo podemos preguntar: “¿Cuando hiciste esto qué  ocurrió?” y responderles: ”Estás  perdiendo a las personas que te importan porque cuando les hablas mal de los demás piensan que harás lo mismo con ellos en cuanto se den la vuelta y procuran evitarte”.

d).- Sugerir nuevas opciones o comportamientos que van a funcionar mejor.

e).- Reforzar el cambio de actitud para que sean conscientes de que con las críticas constantes no van a obtener ningún resultado y que en cambio con comportamientos positivos si pueden lograr lo que desean.

XII.-  EL “ENTROMETIDO”:


Este tipo de persona piensa que sabe lo que es mejor para los demás  por tanto tratan de controlarles su vida a través de preguntas y consejos no solicitados. 

Su comportamiento comienza cuando la intención de hacer las cosas se combina  con la intención de hacer las cosas bien y se proyecta en otras personas. Siente, entonces, la necesidad de intervenir y busca que los demás cambien lo que están haciendo y cómo lo están haciendo señalando lo que tiene que ser evitado y marcando la dirección hacia lo que tiene que ser hecho, según su opinión. Demuestran que no tienen confianza en que los demás tengan la capacidad de hacer las cosas de forma autónoma por lo que tienen que decirles lo que tienen que hacer para garantizar la obtención de los resultados correctos. Al interferir en lugar de persuadir su intentos de ser influyentes se interpretan como un incordio.

Existen distintos grados en este comportamiento:

a).- Básico: en este nivel los entrometidos intentan conocer lo que hacemos aunque no sea de su incumbencia.

b).- Controlador: su objetivo es saber lo que hacemos para asegurarse de que hacemos exactamente lo que ellos quieren que hagamos. Pueden decir: “No hagas esto, haz esto otro”, “Haz lo que te digo que hagas o serás considerado un fracasado”,…

c).- Indiscreto e invasivo: dicen que hacen las cosas por nosotros, contra nuestros deseos, pero por nuestro bien, ya que ellos saben lo que es bueno para nosotros y nosotros no vamos a ser capaces de asumir plenamente nuestras responsabilidades.

d).- Manipulador: se meten en detalles concretos de nuestras vidas, sin que lo sepamos y al descubrirlo tenemos que cargar con las consecuencias. 

Es una conducta complicada de afrontar porque las intenciones de los entrometidos suelen ser buenas y es casi imposible lograr que modifiquen su comportamiento, ya que están convencidos de que están actuando correctamente.

Los autores recomiendan que adaptemos nuestra actitud para:

1.- Abordar a los entrometidos con cautela y un fuerte sentido de responsabilidad. Dialogar con ellos con determinación aceptando que ellos van a hacer lo que consideren correcto. Intentar no tomarles demasiado en serio aunque se muestren muy invasivos.

2.- Mantener la calma y la reflexión en presencia de preguntas invasivas u hostiles. Recordar que no tenemos que responder a todas sus preguntas y podemos preguntarles a ellos también: si indagan sobre nuestras finanzas, por ejemplo, podemos preguntarles sobre las suyas. Hablar con seguridad para transmitirles el mensaje de que somos responsables de nuestros actos y de que estamos alerta para seleccionar la mejor opción. Nuestro comportamiento no verbal debe reflejar,  también, que somos responsables y queremos hacer lo que es correcto.

3.- No contestar preguntas que no nos hayan hecho de forma específica. Si no preguntan no debemos decir nada. Si hacen preguntas específicas recordar, como ya hemos comentado previamente, que no hay que responder.

4.- No facilitar detalles ni revelarles nada que no queramos que sepan para que no se entrometan en ello. 

5.- No implicarlos en algo salvo que sepamos que tienen algo concreto que ofrecer. 

El objetivo al tratar con este tipo de personas es conseguir que no invadan y controlen nuestras vidas y para ello hay que hacerles saber que existen unos límites que no se pueden cruzar. El PLAN DE ACCIÓN que proponen Brinkman y Kirschner es el siguiente:

1ª Opción: Reconocer y apreciar sus intenciones. Este comportamiento en ocasiones va asociado a un sentimiento de soledad y se suele presentar en personas de cierta edad con tiempo libre que pueden estar sintiendo que no son necesarias y que para paliar esta sensación creen que pueden ser útiles ofreciendo sus experiencias o para compensar sus propios errores, que no pudieron evitar quieren que no les suceda lo mismo a los demás.

Si les decimos que lo que están haciendo no es correcto pueden desencadenar una oleada de autojustificaciones y comunicación defensiva que puede dañar las relaciones posteriores. Debemos agradecerles sus buenas intenciones y transmitirles que respetamos y compartimos su deseo de hacer las cosas y hacerlas bien.

2º Opción: Darles un espacio para que se entrometan. Podemos preguntar su opinión sobre temas en los que su actuación no vaya a ser dañina y pueda ser constructiva. Al pedirles su colaboración les damos la posibilidad de sentirse apreciados y pueden saciar su necesidad de interferir en otros aspectos de nuestras vidas. 

3ª Opción: Entrometernos con el entrometido. Existen distintas posibilidades:

a).- Tomar el control. Podemos dejar de ser las víctimas del entrometido si asumimos nosotros el control. Para ello debemos indagar para llegar a conocer sus intereses y demostrarles que puede ser que no sepan tanto de un tema como creen. 

b).-  Tener respuestas preparadas. Si los entrometidos se entrometen de forma previsible podemos anticipar lo que les vamos a decir para desbaratar sus intenciones y así poder reaccionar de forma adecuada.

c).- Crear una distracción. Por ejemplo:

Pregunta del entrometido:“Esta chaqueta no le va a calentar lo suficiente. ¿Por qué no le has comprado otra?

Respuesta: “Te agradezco que menciones el invierno. Por cierto el otro día  encontré unos escaparates que te podrían gustar mucho,…..” 

Una vez que hemos empezado a hablar hay que continuar con el nuevo tema durante al menos 30 segundos más. Esta táctica puede servir para distraerles y que abandones sus intenciones de entrometerse en nuestras vidas. Se puede emplear, también una distracción visual, llamando la atención sobre algo que ocurre a nuestro alrededor. 

4ª Opción: Negociar los límites. Para ello podemos:

a).- Planificar una reunión para hablar del papel que el entrometido está jugando en nuestras vidas. Tenemos que acordar una fecha y lugar para hablar, preferentemente en un lugar neutral donde ambas partes puedan sentirse cómodas y relajadas.

b).- Preparar la reunión. Debemos establecer previamente cuáles son los límites que podemos soportar y que vamos a marcar. 

Tenemos que empezar por examinar el problema y determinar sus causas: ¿Me siento avasallado y saturado por su presencia constante?, ¿Me abruma con sus consejos no solicitados?,  ¿Me trata como a un niño? , ¿Interfiere y hace cosas en contra de mi voluntad?,…

Posteriormente ya estamos en situación de analizar cuáles son nuestros intereses y cómo queremos que cambie la situación para después poder transmitir esta información de forma adecuada.

Es conveniente considerar, también, cuáles pueden ser las necesidades e intereses del entrometido para ayudarnos en la negociación que vamos a tener que tener con él.

c).- Actuar con inteligencia. Ser agradable durante el encuentro y si vemos que nos sentimos frustrados y atascados hacer una pausa para reflexionar y volver luego con nuevos ánimos. Mantener la conversación centrada en aspectos específicos e intereses  y  buscar una solución que deje bien al entrometido cuando éste acepte cambiar de actitud.

La reunión la debemos enfocar de la siguiente forma:

1.- Comenzar con una frase positiva que reconozca una supuesta intención positiva del entrometido: “Te agradezco que,…”

2.- Describir el problema. 

3.- Hablar de los efectos que nos ocasiona el comportamiento del entrometido, sin comentar la opinión que éste nos merece con su actitud y de las consecuencias negativas que puede tener para él si continúa con su  conducta. Es la parte más complicada de la conversación.

4.- Ceder la palabra al entrometido para que se explique, defienda y se justifica. Demostrar interés por sus palabras y procurar descubrir los intereses que subyacen a su comportamiento que puedan dar ideas para posibles opciones posteriores. 

5.- Fijar los límites. Si hemos escuchado correctamente seguramente estaremos en condiciones de hacerlo de forma que sea bien aceptada por la otra parte. Podemos también, pedirle su opinión sobre cuál puede ser la alternativa a elegir. Tenemos que ser muy específicos en esta fase y dejar claro cuáles son nuestros deseos con respecto a la relación posterior que queremos mantener con el entrometido. 

6.- Establecer una señal que se va a emplear cada vez que el entrometido traspase los límites. Puede ser un gesto o una palabra o frase que sirva para recordarle que no queremos que actúe de ese modo.

7.- Reforzar los límites. Cuando veamos que el entrometido actúa como deseamos reconocer el cambio de comportamiento y felicitarle por el mismo.

XIII.- EL “MÁRTIR”:


Se caracterizan por hacer favores, deseados o no, que vienen con una obligación posterior para el que los recibe. 


a).- Suave. Comienzan por hacer lo que tienen que hacer para pasar posteriormente a lo que no tienen que hacer sin preguntar. Interpretan o detectan que existe  una necesidad y la satisfacen mientras piensan que nos están haciendo un favor. 

b).- Con quejas. El mártir hace las cosas pero al mismo tiempo se va quejando en voz alta  y expresando que le vamos a deber favores por lo que está haciendo.

c).- Con auto-compasión. Tras un mal día el mártir puede reclamar atención a gritos y caer en un estado de autocompasión y desesperanza, al ver que no recibe de los demás lo que espera. 

El mártir daña sus intereses, con su comportamiento, de al menos dos maneras:

1.- Sus regalos y servicios no solicitados no son apreciados y los demás no sienten compasión  ante personas que parece que se dan lastima a sí mismas.

2.- Sus regalos se consideran como algo asumido y no se valoran. Los demás pueden llegar a considerar que si quieren hacerlo están en su derecho y no les conceden ninguna importancia. Cuanto más falla el mártir lo intenta con más intensidad  y cuanto menos apreciado es más da. Se meten en un círculo vicioso porque con su comportamiento resulta poco atractivo .

Los mártires buscan detectar cualquier signo de vulnerabilidad en los demás para utilizarlo, por lo que es conveniente mantener una actitud alerta ante ellos e intentar conseguir  una cierta distancia emocional en nuestro interior para evitar el sentimiento de culpabilidad al no responder a sus expectativas.

Nuestra conducta se debe centrar en mostrarles algo de reconocimiento por algo que hacen o por lo que no hace. Los autores recomiendan que en nuestro trato con ellos no debemos:

a).- Llamarles mártires. Si hacemos esto crearemos una situación conflictiva ya que ellos buscan nuestra gratitud y empatía no que etiquetemos su comportamiento.

b).- Adoptar una actitud de defensa ya que el problema es suyo, no nuestro. Si lo hacemos parecerá que nos estamos excusando. 

c).- Tratar de arreglar el problema, ya que sólo existe en la mente del mártir y cualquier intento sólo servirá para reforzar sus ideas.

d).- Dejar que hagan todo el trabajo. Si vemos que el mártir se está encargando de todo tipo de tareas, para luego poder quejarse, intentar descargarle de parte de ellas y si insisten en asumirlas informarles de que la responsabilidad de hacerlo es exclusivamente suya y por lo tanto no van a poder protestar posteriormente. 

Nuestro objetivo al tratar con este tipo de personas debe ser cortar las ataduras, mientras conservamos la relación. Brinkman y Kirschner proponen el siguiente PLAN DE ACCIÓN:

1ª Opción.- Buscar ocasiones de apreciar. Si actuamos de manera preventiva podemos evitar las quejas posteriores. 

a).- Decirles lo que nos gusta. Cuando hacen o dicen cosas que no apreciamos debemos decirles que agradecemos su buena intención pero que nos gustaría más que hiciesen otras cosas que valoramos más. al dirigirles hacia un área que ellos saben que nos importa aprenden a jugar un papel en nuestras vidas que realmente puede tener un significado para nosotros.

b).- Ponernos de su lado. Si hacemos algo que les molesta y nos culpabilizan por haber herido sus sentimientos podemos pedir disculpas y reconocer su visión de la situación.

2ª Opción: Interrumpir los intentos de culpabilizar. 

a).-  Reconociéndolos  e interpretándolos de forma correcta. No cayendo en la trampa.

b).- Dando la vuelta a la situación y si el mártir pretende que nos sintamos culpables por algo hacerles que se sientan mal por intentarlo. Por ejemplo si el mártir nos dice que no hemos apreciado lo que han hecho por nosotros responder que nosotros si lo hacemos pero que es él el que no lo reconoce. 

c).- Cortando la situación y actuando como queremos sin caer en sentimientos de culpa. La mejor respuesta es cortar la conexión entre lo que deseamos hacer y los motivos que les asignan los mártires. Por ejemplo:

Mártir: "Adelante , evidentemente te importa más esa persona que yo".

Respuesta: "Realmente me estoy haciendo cargo de esta persona porque di mi palabra, como seguro que tu hubieses hecho de estar en mi lugar, así que te agradezco tu comprensión".

d).- Analizando si realmente podemos tener una deuda con ellos y preparar un plan para saldar la deuda para que el mártir no tenga una justificación para quejarse. 

Opción 3:  Ayudar a que manejen  sus inseguridades. Muchas veces actúan sí porque retroalimentan sus percepciones, por lo que tenemos que intentar reafirmar su autoestima. Podemos.
a).- En muchas ocasiones los mártires se dedican a recordar las cosas malas que han podido experimentar  analizando minuciosamente cada detalle  o aumentan la importancia de un pequeño aspecto. Por ejemplo si falta algún tipo de bebida en una reunión, que por todo lo demás se está desarrollando perfectamente pueden decir que la velada se ha arruinado. El problema estriba realmente en su respuesta  a la situación. Nuestra actitud puede ser:

Mártir: "Nada puede ir peor".

Respuesta: "¿Nada? ¿No puedes pensar en algo que pueda ser peor?

b).- Contrarrestar su frustración. Los mártires tienden a expresar ésta con un sentimiento de aurocompasión aunque se estén refiriendo a sucesos ajeos a su control. Suelen decir: siempre, nunca, todos o nada. Podemos intentar paliar su frustración con ejemplos específicos:

Mártir: "Nunca vienes a visitarme".

Respuesta:" ¿Nunca? ¿No recuerdas que la semana pasada vinimos a vete?"

c).-  Intentar que cambien sus demandas por preferencias. Las personas con demandas rígidas, como suelen ser los mártires , tratan de controlar los hechos y a las personas y cuando sus demandas no se ven satisfechas suelen sentirse mal. Pueden evitarlo si en lugar de considerar sus deseos como demandas los cambian a preferencias con lo que en lugar de centrarse en cómo deben ser las cosas  lo hacen en cómo preferirían que fuesen teniendo en cuenta la realidad.

Mártir: "Habría hecho cualquier cosa por tí si hubieses preguntado?"

Respuesta. "¿Hubieses preferido hacer cualquier cosa que te pidiese?"

Opción 4: Rechazar  las peticiones irrazonables. Decir que no con calma y sencillez, sin buscar excusas. "te lo agradezco pero tengo que rechazar tu ofrecimiento" o " te lo agradezco pero quizás en otro momento",  son ejemplos de respuestas. 

Opción 5: Plantear la necesidad de un cambio de conducta.  En ocasiones no queda más remedio que decirle al mártir cómo le está perjudicando su comportamiento y cómo pensamos que obtendría mejores resultados. Para ello:

a).- Proyectar una intención positiva. Comenzar por agradecerles sus esfuerzos.

b).- Ser específico sobre el problema de comportamiento.

c).- Demostrar cómo esa conducta es nociva.

d).- Sugerir alternativas de mejora.

e).- Reforzar los posibles cambios. Reconociéndolos y destacándolos  siempre que se produzcan.


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