Amy Gallo, colaboradora habitual de Harvard Business Review en el apartado de mejores prácticas de HBR Blog Network, del pasado 2 de mayo, plantea que si queremos llegar a ser líderes debemos empezar a actuar como tales antes de serlo formalmente y así no sólo vamos demostrando nuestro potencial sino que también vamos preparando el camino para conseguir serlo. Propone las siguientes recomendaciones:
1.- Centrarnos en desarrollar un trabajo excelente y destacar en él.
2.- Contribuir al éxito del jefe. Debemos ser conscientes de que tenemos que tener en cuenta y ejecutar las prioridades de éste. Demostrar que queremos colaborar en los proyectos que sean importantes para el directivo y procurar proponer soluciones para los problemas que vayan surgiendo.
3.- Aprovechar las oportunidades de ejercer el liderazgo aunque sean pequeñas. Promover nuevas iniciativas, especialmente las que puedan ser visibles fuera de la unidad para que los demás puedan observar nuestro potencial. Participar en actividades fuera del trabajo, por ejemplo colaborando en la organización de acciones en distintas asociaciones.
4.- Asumir proyectos en el “espacio blanco”. Estos son los problemas que los demás profesionales no quieren abordar o ni siquiera saben que existen. Todas las organizaciones tienen necesidades a las que nadie presta atención o que se ignoran de forma activa. Cuando aceptamos una tarea que nadie quiere hacer estamos destacando de forma positiva.
5.- No actuar como un cretino. Existe una delgada línea entre ser ambicioso de forma sana y reaccionar de forma inadecuada. No debemos intentar ejercer autoridad donde no la tenemos y practicar un liderazgo de servicio en el que debemos centrarnos en las necesidades del equipo más que en las nuestras individuales.
6.- Mostrar cautela al compartir nuestras ambiciones. Puede resultar apropiado manifestar nuestras expectativas a nuestro jefe si mantenemos una relación de confianza con él, pero enfocándolas siempre dentro del ámbito de lo que puede ser beneficioso para la organización y de cuál puede ser nuestra contribución dentro de la misma.
7.- Encontrar modelos. Buscar profesionales que estén desempeñando los roles a los que aspiramos y estudiar cómo actúan, se comunican y visten. Procurar poder colaborar con alguien en el nivel superior al que estamos que tenga las características que queremos incorporar para aprender de ellos. Identificar comportamientos que queremos emular que sean coherentes con nuestros principios y analizar la conducta de los compañeros que se han atascado en sus carreras profesionales como ejemplos de lo que no hay que hacer.
8.- Crear una red de relaciones. Existe un adagio que dice: “No consiste en a quién conoces, sino en quién te conoce a ti”. Normalmente cuando somos evaluados para una promoción no sólo interviene el jefe directo en la decisión sino que tiene que contar con la opinión de otros profesionales de la organización. Hay que aprovechar, por tanto y no desdeñar, cualquier oportunidad de cualquier interacción aunque sea informal. Tenemos que aprovechar todas las oportunidades de demostrar nuestros conocimientos y el valor que aportamos a la organización.
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