Edgar H. Schein, profesor emérito de Management en MIT Sloan School of Management y
autor de numerosos libros sobre el tema, en su última obra “Humble Inquiry. The gentle art of asking instead of telling” plantea que es muy importante que
aprendamos a hacer mejores preguntas que nos ayuden a construir relaciones
positivas. Para ello ha llegado a la conclusión de que tenemos que utilizar una
forma especial de preguntar a la que llama la “indagación con humildad” y a la que define como el arte sutil de conseguir
que las personas se abran, haciendo preguntas de las que no conocemos la
repuesta y de establecer una relación basada en la curiosidad y el interés por
la otra persona. Pone como ejemplo la situación en el sector sanitario
estadounidense en el que encuentra que los profesionales sanitarios no se
sienten seguros de transmitir información negativa o de corregir a un compañero
que ha cometido un error o que los médicos hacen exclusivamente las preguntas
que consideran útiles para hacer un diagnóstico dejando de hacer otras que
pueden evitar que cometan errores. Esta situación piensa que es fruto de una
cultura en que existe temor en los colectivos de un nivel inferior a plantear
temas que deben ser abordados y a corregir a los superiores antes de que cometan
fallos con el consiguiente peligro para
la seguridad del paciente que estas actitudes conllevan.
Schein sugiere que
debemos convertirnos en expertos en hacer las preguntas adecuadas si queremos establecer relaciones o solucionar problemas, ya que los
ingredientes que faltan en la mayor parte de las conversaciones son la curiosidad y la disposición a hacer
preguntas de las que no conocemos previamente la respuesta.
El arte de preguntar se
convierte en más complicado al aumentar el estatus. Nuestra cultura enfatiza
que los líderes deben ser los más sabios, marcar el camino y articular los
valores, lo cual les predispone a decir más que a preguntar. Resulta paradójico
puesto que son los líderes los que van a necesitar más utilizar la “indagación con humildad” ya que las
tareas complejas e interdependientes requieren que se establezcan relaciones
positivas y de confianza con los subordinados para facilitar la buena
comunicación ascendente, lo que garantizará la eficiencia y seguridad de la
organización.
Si
queremos obtener mejores resultados deberemos:
a).-
Hablar menos.
b).- Aprender a
preguntar más indagando con humildad, de forma que le transmita a mi
interlocutor que estoy preparado para escuchar y a dedicarte tiempo, así como
mi vulnerabilidad ante él ya que él conoce algo que yo necesito o quiero saber.
Todos creemos que
sabemos hacer preguntas pero, con
frecuencia, en realidad lo que hacemos
es intentar confirmar que lo que pensamos es lo correcto, ya que consideramos
que tener que preguntar es una señal de debilidad o ignorancia por lo que
tendemos a evitar hacerlo siempre que podemos.
c).- Escuchar mejor.
La humildad en su
interpretación más general se refiere a conceder a alguien un estatus más
elevado que el que nos concedemos a nosotros mismos. Ser humillado significaría
se públicamente despojado de nuestro estatus. Es inaceptable en cualquier
cultura el humillar a una persona, pero las reglas de lo que constituyen
humillación varían en las distintas culturas dependiendo de la forma de concesión
de estatus.
El autor diferencia
tres clases de humildad en función de tres tipos de estatus:
1).-
Humildad básica.
En sociedades tradicionales en las que el estatus se adquiere por nacimiento o posición social, la humildad
no es una elección, es una condición que no podemos modificar arbitrariamente
aunque no estemos de acuerdo con ella.
En la mayor parte de las sociedades la “clase alta” recibe un respeto
intrínseco basado en el estatus por nacer en ella. En las democracias
occidentales existe el conflicto de cuál debe ser el grado de humildad mostrado
ante alguien que ha nacido con unos supuestos derechos, pero que no se los ha
ganado. Pero existe el consenso de que
es necesario un mínimo de respeto y de reconocimiento cuando estamos ante nuestros
mayores o dignatarios.
2).-
Humildad opcional. La que experimentamos cuando nos
encontramos con personas a las que admiramos por sus logros. Es opcional porque
podemos elegir si podemos ponernos en situación de estar en presencia de otros
que han conseguido más éxitos que nosotros.
3).-
Humildad ocasional. La que sentimos cuando dependemos de
otras personas para realizar algo o alcanzar una meta de la que somos
responsables. Mi estatus en ese momento es inferior al de la otra persona
porque ésta sabe algo o puede hacer algo que necesito para cumplir mis
objetivos. El otro tiene poder sobre mí porque puede ayudarme o entorpecer mi
labor y yo tengo que mostrar humildad porque dependo temporalmente de él. En
estas circunstancias también tengo el poder de elegir el comprometerme con
tareas que van a exigir mi dependencia de otros o no hacerlo. Con frecuencia
preferimos equivocarnos y no admitir nuestra necesidad de ayuda.
Este tipo de
dependencia es fácil de contemplar en los casos de los subordinados, pacientes,
clientes,…porque la situación en la que se encuentran define un estatus
relativo. Es menos visible entre los miembros de un equipo y casi totalmente invisible en el caso
de los jefes que asumen que el poder formal que le concede su puesto de trabajo
garantiza el desempeño del subordinado y no es consciente de que depende de él
para alcanzar su meta.
Cuando necesitamos de
la participación de alguien para conseguir que una tarea se realice es esencial
que construyamos una buena relación con esa persona que facilite una
comunicación abierta y fluida.
El autor pone como
ejemplo la situación en un quirófano inglés, en el que se va a realizar una
operación compleja. El cirujano, profesional respetado, es hijo de un lord y ha
atendido a la familia real en alguna ocasión. El anestesista ha llegado para
una rotación recientemente desde Japón. La instrumentista es americana y
trabaja en el hospital porque su marido ha sido trasladado a Inglaterra. El
auxiliar procede de un barrio de clase
baja londinense y ha llegado todo lo alto que puede llegar con su formación.
Todos los miembros del
equipo van a sentir algún grado de humildad básica con respecto al cirujano,
excepto posiblemente, la enfermera que al ser americana no tiene el mismo
respeto por la estructura de clases inglesa. Ella y el anestesista sentirán
humildad opcional ante el cirujano como reconocimiento por sus competencias
profesionales y el auxiliar la percibirá en relación al resto del equipo. De lo
que puede que no sean todos plenamente conscientes es de la interdependencia
entre ellos para poder realizar eficientemente y con éxito la intervención y
que va a producir sentimientos de humildad ocasional entre ellos.
Schein plantea que la
esencia de la “indagación con humildad” va más allá de hacer preguntas, ya que
deriva de una actitud de interés y curiosidad, que implica el deseo de
construir relaciones que conduzcan a una comunicación más abierta y favorece
que nos situemos en una posición vulnerable que puede despertar sentimientos
positivos de ayuda y colaboración en los demás. Esta actitud se refleja en una
variedad de comportamientos que demuestran nuestro interés y que no se limitan
a formular preguntas específicas, como pueden ser un determinado lenguaje
corporal o la utilización de los silencios que fomentan que la otra persona
hable aunque nosotros no digamos nada.
Los sentimientos de
humildad ocasional son la base, con frecuencia, de la curiosidad y el interés.
Siento que me puedes enseñar algo o quiero conocer algunas de tus experiencias
o sentimientos porque me importas o necesito algo de ti para realizar una
tarea. Esta situación hace que temporalmente sea dependiente y vulnerable y
esta subordinación transitoria es la que hace que te sientas psicológicamente
seguro e incrementa las posibilidades de que me digas lo que sabes o me ayudes
a hacer mi trabajo. Si te aprovechas o
me engañas aprenderé que debo evitarte en un futuro o te castigaré si soy tu
jefe. Si, por el contrario, colaboras
conmigo estaremos construyendo una relación positiva.
Este tipo de indagación
no es una lista de chequeo que seguir es un comportamiento que surge del
respeto, la curiosidad y del deseo de mejorar la calidad de las conversaciones
al estimular una actitud más abierta y el compartir información relevante para
la tarea a realizar.
Schein distingue cuatro
formas distintas de indagación:
1.- Indagación con
humildad. Este tipo maximiza nuestra curiosidad y nuestro interés en la otra
persona y minimiza los prejuicios e
ideas preconcebidas sobre ella. Reconozco mi ignorancia y solicito información
de la manera menos amenazadora posible. No quiero que la otra persona se sienta
obligada a darme una respuesta socialmente aceptable, sino que se sienta libre
para responder contando lo que siente realmente. Busco que mi interlocutor
sienta que me intereso por él y le acepto y que tengo una curiosidad sincera
por conocer lo que tiene en su mente sobre una determinada situación en la que
nos encontramos.
El autor recomienda que
para conseguir indagar de esta forma debemos intentar minimizar nuestras ideas
concebidas, limpiar nuestra mente al comienzo de la conversación y maximizar
nuestra escucha activa mientras se va desarrollando la misma. La otra persona
percibirá si somos sinceros o no fundamentalmente no sólo por lo que
preguntemos, sino por cómo seamos capaces de escuchar la respuesta. Nuestra
actitud y nuestros motivos se revelarán en las preguntas sucesivas y en las
respuestas mientras la conversación sigue su curso.
2.- Indagación
diagnóstica. Una de las desviaciones más frecuentes del tipo anterior de
indagación ocurre cuando siento una gran curiosidad por un aspecto en particular de lo que la otra persona está
diciendo y elijo centrarme en ello. Por medio de ella influimos en los procesos
mentales de la otra persona. Al hacer una nueva pregunta en lugar de contestar
a la pregunta original tomamos el control de la dirección de la conversación y
debemos considerar si esto es deseable o no, ya que puede ser que el objetivo
sea el conseguir realizar un trabajo o que en realidad sea una curiosidad
malsana e inapropiada. Por ejemplo si alguien nos pregunta cómo llegar a una
determinada dirección y contestamos preguntando para qué quiere ir allí. Las
preguntas se pueden centrar en conocer:
a).- Los sentimientos y
reacciones: “¿Cómo te sientes en esta situación?”, “¿Cuál ha sido tu respuesta
emocional ante…..?”. Aunque parezca que son inocentes y que muestran una
disposición a ayudar en realidad pueden controlar una situación y forzar a los
demás a que piensen sobre algo que a lo mejor no habían considerado o no querían
considerar, lo cual puede no ser apropiado.
c).- Las acciones:
“¿Qué has hecho hasta ahora?”, “¿Qué te propones hacer ahora?”. Son preguntas
que se centran en lo que los otros han hecho o piensan hacer en el futuro.
d).- La situación en su
conjunto. Son las preguntas sistémicas. Por medio de ellas ambas partes
intentan llegar a comprender las actuaciones de los demás: “¿Qué hicieron
después?”, “¿Cómo piensas que se sintió cuando hiciste …..?”, “¿Cómo habrían
reaccionado si les hubieses dicho cómo te sentías?”,…
3.-
Indagación con confrontación. Su esencia es que
insertamos nuestras ideas en forma de pregunta. Ésta puede seguir estando
basada en la curiosidad y el interés, pero siempre en relación con nuestros
propios intereses. Busco información ligada a algo que quiero hacer o sobre lo
que estoy pensando. Tácitamente con esta forma de indagar estoy procurando
aconsejar lo que con frecuencia va a generar resistencias en los demás y no va
a contribuir a establecer relaciones ya que la otra parte va a sentir que tiene
que dar explicaciones o defenderse si no está de acuerdo con lo que proponemos.
Se pueden centrar en
intentar conocer:
a).- Los sentimientos y
reacciones: “¿Eso no te enfureció?” ( en lugar de preguntar cómo te sentías).
b).- Las causas y los
motivos: “¿Piensas que se colocaron de esa forma porque estaban asustados?”( la
alternativa más adecuada sería preguntar por las razones por las que se
colocaron de ese modo).
c).- Las acciones: “¿Por
qué no le dijiste algo al grupo?”, ( en lugar de preguntar qué hizo)“¿Por qué no
vamos al cine? ” ( otra alternativa más correcta podía ser empezar por
preguntar qué podríamos hacer ).
d).- La situación en su
conjunto: “¿Se sorprendieron todos los miembros del grupo?” ( en lugar de
plantear cuáles fueron las reacciones de los demás).
4.-
Indagación orientada al proceso. Una alternativa es
dirigir el foco de la conversación a la conversación en sí. Se puede
categorizar como:
a).- Proceso de
indagación con humildad. “¿Qué está ocurriendo aquí?”, “¿Hemos ido demasiado
lejos?” o “¿Es esto demasiado personal?”, por ejemplo.
b).- Proceso de
indagación diagnóstico: “¿Por qué elegiste hablarme de tus sentimientos de esa
determinada forma?”, “¿Qué piensas que está pasando entre nosotros en este
momento determinado?” o “¿Qué te debería estar preguntando ahora?”
c).- Proceso de
indagación con confrontación: “¿Por qué estabas a la defensiva cuando pretendía
contarte cómo me sentía?”, “¿Estás molesto, te he molestado?” o “¿te sientes
motivado por lo que te estoy proponiendo?”
La ventaja de este tipo
de indagación es que se centra en la relación y facilita el que ambas partes
comprueben si sus metas con respecto a la misma se están alcanzando. Si se
utiliza con humildad puede ser la mejor forma de reconducir conversaciones
complicadas porque permite recalibrar las expectativas.
Me ha parecido una excelente sistematización acerca del arte de preguntar. Y me lo ha parecido tanto desde el punto de vista "técnico" o "cómo preguntar" como desde otro punto de vista, también muy familiar para un coach: "desde dónde" viene la pregunta.
ResponderEliminarUn coach, sea cual sea su conocimiento del asunto, se ubica intencionalmente en una posición de "no saber". Esto deriva de la convicción de que el propietario y protagonista de la cuestión y de sus alternativas de solución es su cliente. Desde una posición consecuente con el "no saber" no tiene mucho sentido el "decir" y lo tiene todo el "preguntar". Esto, probablemente, se beneficiaría de un mayor desarrollo, sobre todo para quienes no estén muy familiarizados con la metodología del coaching, aunque sólo añadiré un par de matices más.
Uno es acerca del nivel de interrogación. Puedo interrogar acerca del qué, del cuándo, del cómo... y también acerca del "quién". Éste nos gusta particularmente a los coaches. Por ejemplo "¿Quién eres tú cuando haces eso?" o "¿Quién serás tú cuando logres eso"?
El otro es que el "decir" suele ser un decir acerca del "dicente" y no necesariamente acerca del interlocutor o de la situación acerca de la que se trata. Y aquí tiene su papel protagonista este modo humilde de preguntar que propone el artículo y el libro que glosa.
Muchas gracias por esta excelente entrada.
Un cordial saludo.