William Ury, director
del Proyecto de Negociación Global de la Universidad de Harvard, en su libro
“Getting past no. Negotiating en difficult situations”, cuya primera edición data de 1993 y la última de 2004, pero que no ha perdido su vigencia, ofrece un método de 5
pasos para negociar con cualquiera, incluso con aquellas personas complicadas que
no quieren decir sí.
Todos negociamos
diariamente. Gran parte de nuestro tiempo lo empleamos en tratar de llegar a
acuerdos con otros. Podemos tratar de negociar con un espíritu cooperativo pero
con frecuencia nos sentimos frustrados. Queremos conseguir un sí, pero la
respuesta que obtenemos es un no.
Negociar se puede
definir, de manera amplia, como el proceso de comunicación dirigido a conseguir
acuerdos con otros, cuando algunos de nuestros intereses son compartidos y
otros opuestos. Incluye, por tanto,
cualquier actividad informal en la que tratamos de obtener algo que deseamos de
otra persona.
Todos somos
negociadores, pero a muchos de nosotros no nos gusta negociar, porque pensamos
que va a ser una confrontación estresante. Nos vemos teniendo que afrontar una
elección desagradable:
a).- Ser blandos, para
preservar la relación y terminar cediendo nuestra posición.
b).- Ser duros, para
mantener y lograr alcanzar nuestra posición, con la posibilidad de estropear o
perder una relación.
Existe una alternativa:
la solución de problemas conjunta, que es una combinación de las dos
alternativas anteriores. En lugar de atacarnos unos a otros, atacar el problema
unidos. El enfoque, en este caso, se centra en los intereses y no en las
posiciones. Comenzando por identificar los intereses (preocupaciones, deseos,
miedos y necesidades que subyacen y motivan las posiciones opuestas) de cada
parte. Posteriormente se exploran las distintas opciones para satisfacer dichos
intereses. La meta es alcanzar un acuerdo mutuamente satisfactorio de forma
amistosa.
Ury señala que entre
las barreras que interfieren esta cooperación destacan las siguientes:
1.-
Nuestra reacción. La primera barrera la encontramos en
nosotros mismos. Los seres humanos somos
como máquinas que reaccionamos. Si estamos en una situación de tensión, nos
encontramos con un no o creemos que estamos siendo atacados nuestra reacción
natural es devolver el golpe. Esta
actuación sólo va a servir para perpetuar el ciclo acción-reacción, con la
consecuencia de que todas las partes pierden. O, por el contrario reaccionamos
impulsivamente cediendo para finalizar la negociación y preservar la relación,
con lo que perdemos y mostramos nuestra debilidad, quedando expuestos a la
explotación por parte de los demás. El problema con que nos enfrentamos en la
negociación no es sólo, por tanto, el complicado comportamiento de la otra
parte, sino nuestra propia reacción que puede fácilmente perpetuar esa
conducta.
2.-
Su emoción. La siguiente barrera son las emociones
negativas de la otra parte. Oculta tras sus ataques puede encontrarse ira u
hostilidad. Detrás de sus posiciones rígidas miedo o desconfianza. Convencidos
de que ellos tienen la razón y nosotros estamos equivocados pueden rechazar
escuchar. Si contemplan el mundo como un lugar donde o comes o eres comido se
sienten justificados para utilizar tácticas desagradables.
3.-
Su posición. En la toma de decisiones conjunta, nos
enfrentamos al problema y lo atacamos juntos. La barrera con la que nos podemos
encontrar es la posición de la otra parte que se aferra a la suya y trata de
que nosotros cedamos la nuestra. Con frecuencia esto ocurre porque no conocen
otra forma de negociar y utilizan las tácticas convencionales. Para ellos la
única alternativa que existe en que una parte ceda y ellos no están dispuestos
a hacerlo.
5.-
Su poder. Si la otra parte enfoca la negociación como una propuesta de ganar
–perder estará decidida a vencernos. Puede estar guiada por la idea de que: “Lo
que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable”. Si puede conseguir lo que
quiere a través del poder no ve la necesidad de cooperar con nosotros.
Ury propone, en su
libro, una estrategia para atravesar todas estas barreras. Su esencia es la
acción indirecta. Requiere que seamos capaces de hacer lo opuesto a aquello que
sentimos que haríamos naturalmente en situaciones complicadas (por ejemplo no
responder ante la hostilidad de la misma manera y no seguirles el juego).
Nuestra mayor oportunidad como
negociadores es conseguir cambiar el juego hacia un planteamiento de solución
de problemas conjunta.
Para cada una de las
barreras existe un paso correspondiente en la estrategia:
PRIMER
PASO: supone evitar nuestra reacción natural y recuperar
nuestro equilibrio mental y mantenernos centrados en lograr aquello a lo que
aspiramos. Una imagen útil para obtener perspectiva de una situación es imaginarnos
en un balcón mirando hacia nuestra negociación desde fuera.
SEGUNDO
PASO: implica vencer las emociones negativas de la otra
parte, su actitud defensiva, sus miedos, suspicacias y hostilidad. Es muy
sencillo discutir pero necesitamos resistir a la tentación. Necesitamos ayudar
a la otra parte a que recupere su equilibrio mental. Para crear el clima
correcto para la solución de problemas conjunta necesitamos difuminar sus
emociones negativas, para lo cual debemos hacer lo contrario de lo que esperan
y no actuar como adversarios, sino escucharles, reconocer sus sentimientos y
opiniones, mostrándoles respeto. Necesitamos ponernos en su lugar.
TERCER
PASO: en esta fase debemos intentar de abordar el problema
de forma conjunta. Es complicado si la otra parte se aferra a sus posiciones y
pretende que nosotros cedamos. La reacción natural sería la de rechazo, pero
Ury recomienda hacer lo opuesto y aceptar lo que dicen pero reformularlo en un
intento de superar el problema. Por ejemplo preguntar: “ ¿Qué más me puedes
decir sobre el problema? Ayúdame a entender por qué quieres eso”. Actuar como si fuésemos socios interesados
genuinamente en resolver el problema. El tercer paso es, pues, Reformular.
CUARTO
PASO: aunque hayamos logrado comprometer ya a la otra
parte en la necesidad de la resolución conjunta de problemas podemos estar
lejos de alcanzar un acuerdo mutuamente satisfactorio. La otra parte puede
sentirse insatisfecha o desconfiar de los beneficios del acuerdo. Es el momento
de “construir un puente de oro” que vaya de su posición hacia una solución
satisfactoria para ambas partes. Es
necesario acortar la distancia entre sus intereses y los nuestros. Necesitamos
conseguir que no se sientan mal y que el acuerdo parezca que es una victoria
suya. El cuarto paso es tender un “puente de oro”.
QUINTO
PASO: independientemente de nuestros esfuerzos la otra
parte puede negarse a cooperar, creyendo que nos puede ganar. En este punto
podemos sentirnos tentados a recurrir a coacciones o amenazas, pero éstas sólo
conducen a batallas inútiles y costosas. La alternativa es utilizar nuestro
poder para educar, enseñando que no pueden ganar si están solos y que sólo lo
podrán conseguir mediante la colaboración con nosotros. El quinto paso sería
usar nuestro poder para educar.
La secuencia de pasos
es importante. No podemos diluir las emociones negativas de la otra parte si no
hemos conseguido controlar las propias. Es difícil construir un “puente de oro”
si no están de acuerdo con la solución de problemas conjunta. Esto no significa
que una vez que hemos tomado un paso lo hayamos completado. Por el contrario
tenemos que seguir “yendo al balcón” a lo largo de toda la negociación y cuando
resurja la ira y frustración de la otra parte tenemos que seguir poniéndonos en
su lugar para intentar comprenderlos.
Al ser cada persona
diferente, en cada ocasión, necesitaremos conciliar estos principios con
nuestro conocimiento de cada individuo para poder diseñar una estrategia que
funcione. No existe ninguna receta mágica que garantice el éxito en cada
negociación, pero el secreto de una negociación eficaz reside en su
preparación.
Existen cinco puntos
importantes, según Ury, para diseñar la ruta para lograr un acuerdo mutuamente
satisfactorio:
1.-
LOS INTERESES.
Las negociaciones
suelen comenzar cuando las posiciones de una parte entran en conflicto con las
de la otra parte. Pero la solución conjunta de problemas se basa en los
intereses que están debajo de las posiciones. La distinción es fundamental:
nuestra posición son las cosas concretas que decimos que queremos. Nuestros intereses
son las motivaciones intangibles que nos
conducen a esas posiciones (nuestras necesidades, deseos, preocupaciones,
temores y aspiraciones). Si queremos conseguir alcanzar un acuerdo que
satisfaga a ambas partes tenemos que comenzar por averiguar los intereses de la
otra parte. Para ello debemos:
a).-
Identificar nuestros intereses. Si no sabemos dónde
queremos llegar es difícil que podamos llegar a ningún lado. Descubrimos
nuestros intereses por medio de estas preguntas: “¿Por qué?, ¿Por qué quiero eso?,
¿Qué problema intento resolver? Es importante graduarlos por importancia para
no caer en el error de ceder en un interés importante a cambio de otro de menor
relevancia para nosotros.
b).-
Averiguar sus intereses. La
habilidad más importante en una negociación es la capacidad de ponernos en el
lugar del otro. Si queremos conseguir cambiar su forma de pensar primero
tenemos que comprender cómo piensan. Para ello podemos intentar, desde su punto
de vista, imaginar qué es lo que más les importa. Luego debemos preguntarnos si
siempre actúan de una manera complicada o es una situación temporal, qué es lo
que ha podido pasar en su vida profesional o personal que esté influyendo en su
actitud hacia nosotros y si tienen una
reputación de honestidad. Si tenemos tiempo hablar con personas que les
conozcan bien (amigos, jefes, compañeros, clientes,…). Cuanto más sepamos de la
otra parte mayores oportunidades tendremos de influir en ellos.
II.-
LAS OPCIONES.
El propósito de conocer
los intereses de la otra parte es ver si podemos diseñar opciones creativas que
puedan satisfacerles. Una opción es un posible acuerdo o parte de un acuerdo.
Aunque es posible que no podamos satisfacer nuestras posiciones si podemos
llegar a satisfacer nuestros intereses. Un error común en una negociación es
centrarnos en una única solución: nuestra posición original. Al abrirnos a la
consideración de múltiples opciones podemos generar nuevas posibilidades,
alguna de las cuales puede satisfacer los intereses de ambas partes.
III.-
LOS ESTÁNDARES.
Los negociadores que
tienen éxito convierten el proceso de selección de opciones en una búsqueda con
la otra parte para llegar a una solución mutuamente satisfactoria. Se apoyan en
estándares justos independientes de los deseos de cada parte. Éstos son
instrumentos de medida que permiten decidir cuál es una solución justa.
Estándares comunes pueden ser el valor de mercado, la legislación sobre el tema
o simplemente la forma en que cuestiones similares han sido resueltas en el
pasado. La principal virtud de utilizar estándares es que en lugar de que una parte ceda ante otra en
un determinado punto, ambas pueden recurrir a lo que parece justo. Es más fácil
que un cliente acepte un estándar como el valor de mercado que el que esté de
acuerdo en pagar una determinada cantidad porque digamos que son nuestras
tarifas.
Por tanto, antes de una
negociación hay que decidir qué
estándares vamos a utilizar en nuestra negociación, para prepararnos a
persuadir.
IV.-
LAS ALTERNATIVAS.
Con frecuencia las
personas acuden a las negociaciones buscando un acuerdo y examinan sus
alternativas sólo si las cosas van mal. Esto es un error ya que conocer cuáles
son nuestras alternativas puede determinar nuestro éxito a la hora de
satisfacer nuestros intereses.
El propósito de una
negociación no es siempre llegar a un acuerdo, sino el explorar si ésta es la
forma más adecuada de satisfacer nuestros intereses o si es mejor intentar
conseguir la mejor alternativa posible a un acuerdo negociado (MAPAN o BATNA).
Por ejemplo si estamos negociando con nuestro jefe una subida de sueldo nuestro MAPAN sería el encontrar trabajo en
otra empresa. Cuanto mejor sea nuestra MAPAN mayor poder tendremos en una
negociación.
Es importante:
1.- Su identificación y
para ello Ury propone hacernos tres tipos de preguntas:
a).- ¿Qué puedo hacer
sólo con mis medios para alcanzar mis intereses?
b).- ¿Qué puedo hacer
directamente a la otra parte para que respeten mis intereses? Por ejemplo,
convocar una huelga.
c).- ¿Cómo puedo hacer
que la otra parte se implique en mis intereses? Nuestra alternativa puede ser
recurrir a un mediador.
2.- Su desarrollo. No
basta con conocer cuál es, tenemos que hacer que se convierta en una realidad.
Por ejemplo encontrar una oferta de trabajo en otra empresa antes de comenzar a
negociar un ascenso.
3.- Decidir si debemos
negociar.
4.- Descubrir cuál es
la mejor alternativa a un acuerdo de la parte contraria. Nos va a informar del
desafío al que nos enfrentamos que es encontrar un acuerdo que sea mejor para
ellos que su MAPAN.
V.-
LAS PROPUESTAS.
El autor considera que
una propuesta es un posible acuerdo que estamos dispuestos a aceptar. Puede
existir más de un posible acuerdo que cumpla los requisitos de mejorar las
mejores alternativas de ambas partes para valorarlos podemos hacernos las
siguientes preguntas:
1.- ¿A qué aspiro? En
muchas ocasiones nos conformamos con metas modestas por temor a equivocarnos,
lo que ocasiona que nos sintamos defraudados ya que la otra parte normalmente
no nos va a dar nada que no pidamos. Los negociadores que comienzan con altas
aspiraciones, si son realistas, suelen obtener mejores acuerdos. Debemos
preguntarnos qué acuerdo es el que satisfará realmente mis intereses y al mismo
tiempo los de la otra parte, de forma que ésta esté dispuesta a aceptar mi
propuesta.
2.- ¿Qué acuerdo,
aunque no sea el perfecto, puede satisfacer suficientemente mis intereses
básicos de forma que me siente
razonablemente contento? Es importante plantearnos esta pregunta porque con
frecuencia no vamos a poder conseguir todo lo que queremos.
3.- ¿Qué acuerdo puede
satisfacer mis intereses marginalmente mejor que mi MAPAN? Si no podemos
alcanzar un acuerdo al menos tan bueno como ese debemos considerar el abandonar
la negociación y recurrir a nuestra alternativa.
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