En dos entradas anteriores hemos visto los tres componentes emocionales y los tres innovadores fundamentales, presentados por Carmine Gallo en su libro “Talk like TED. The 9 Public Speaking Secrets of the World´s Top Minds” que constituyen 6 de los secretos de los oradores excelentes.
Los tres últimos tienen carácter
memorable para conseguir que nuestra presentación sea recordada y no olvidada
con el paso del tiempo y son:
I.-
AJUSTARSE A LA REGLA DE LOS 18 MINUTOS
18 minutos es el tiempo
ideal que debe durar una presentación. Si necesitamos más tiempo entonces
deberemos introducir pausas suaves cada diez minutos utilizando vídeos,
demostraciones, historias,…
Distintas
investigaciones han descubierto que el exceso de información previene la
transmisión eficaz de las ideas.
Paul King, experto en
comunicación, en sus investigaciones sobre el estado de ansiedad que se produce
al escuchar y sus repercusiones, demuestra que aunque siempre hemos pensado que
la ansiedad impacta sólo al orador, también afecta a la audiencia. Esto ocurre porque la acumulación de
información hace que el trabajo mental resulte cada vez más pesado y la
necesidad de recordarla ejerce una mayor presión que puede ser excesiva. El
procesamiento cognitivo: pensar, escuchar, hablar, son actividades que tienen
una demanda física. Si nos concentramos realmente al escuchar vivimos una
experiencia físicamente agotadora. King explica este fenómeno porque el que
escucha está continuamente añadiendo material para recordar. Si lo hacemos
durante 5 minutos la ansiedad será ligera, si la presentación dura 18 minutos
el acumulo de información será mayor y la ansiedad crece y si la extensión es
de 60 minutos o mayor corremos el riesgo de bloquear a la audiencia salvo que
introduzcamos pausas con historias, vídeos, la intervención de otros oradores,…
Cuanto más extensa es
una presentación más esfuerzo tiene que hacer el oyente para organizar,
comprender y recordar y la ansiedad crece y con ella puede surgir la
frustración e incluso el enfado. Como King destaca la mayor parte de las
investigaciones sobre el proceso de memorizar sugieren que es mejor estudiar un
contenido en dos o tres ocasiones durante un corto periodo de tiempo en lugar
de dedicar exclusivamente un periodo largo.
Procesar nueva
información consume energía y el cerebro se cansa con facilidad. Roy Baumeister
ha realizado una serie de experimentos dirigidos a medir los niveles de glucosa
en las personas antes y después de realizar actividades sencillas, tales como
ver un vídeo mientras se proyectan palabras en la parte inferior de la
pantalla. En el estudio de pedía a algunos de los participantes que ignoren el
texto y al resto que hiciesen lo que quisiesen. Posteriormente se medían los
niveles de glucosa y surgieron diferencias. Las personas que habían mantenido
una actitud relajada no experimentaron ningún cambio, pero el nivel de glucosa
descendió apreciablemente en las que intentaban evitar leer las palabras.
Una presentación larga
y confusa fuerza al cerebro de los oyentes a trabajar duro y a consumir
energía. Las células en el cerebro
necesitan casi el doble de energía que las del resto del cuerpo. La actividad
mental rápidamente consume glucosa. Esta es la razón por la que una
presentación de 18 minutos funciona bien: deja a la audiencia con la glucosa
suficiente para pensar en ella, compartir sus ideas y trabajar sobre las
mismas. Si hablamos durante mucho tiempo conseguiremos que la atención de los
que nos escuchan se disperse.
Las restricciones son
claves para obtener una presentación creativa. El autor piensa que la
limitación de la duración a 18 o 20 minutos aporta el tiempo suficiente para
que el orador pueda persuadir a su audiencia. Si es menor algunos miembros de
la misma(sobre todo si son inversores o clientes) pueden creer que no han
recibido suficiente información, pero si es más larga se corre el riesgo de perder la atención de los oyentes.
El discurso inaugural de
John Kennedy es un ejemplo excelente de un mensaje corto e inspirador.
Una explicación
sencilla de temas complejos transmite confianza a la audiencia sobre el dominio
de los mismos del orador. Albert Einstein dijo en una ocasión: ”Si no lo puedes
explicar de forma sencilla es que no lo entiendes bien”. En el mismo sentido E.F.Schumacher, economista y autor de “Small is beautiful” mantenía que .”Cualquier
tonto inteligente puede hacer las cosas más grandes y más complejas. Se
necesita un toque de genio y valor para ir en la dirección opuesta”. El coraje
es la palabra clave. Se necesita para hacer que las cosas sean sencillas. Se necesita
para limitar una presentación a 18 minutos y hacer que se comprenda.
Si queremos condensar
todo nuestro conocimiento es útil recordar la “regla de tres”, que consiste en
que las personas podemos recordar realmente bien tres piezas de información, si
añadimos más la retención va a fallar. En este sentido muchos oradores expertos
utilizan tres historias para enmarcar sus presentaciones.
Otra técnica se centra
en construir un mapa del mensaje al preparar las presentaciones. Éste es la
representación visual de nuestra idea. Para prepararlo debemos seguir tres
pasos:
1.- Redactar un
encabezamiento o título del tipo de los que se cuelgan en twitter. Debemos preguntarnos cuál es la idea más importante que queremos que la audiencia
recuerde de nuestro mensaje. Una vez que la hayamos definido tenemos que
dibujar un círculo en nuestro mapa e incluir la respuesta en ella (éste será
nuestro título).
2.- Apoyar el titular
con tres mensajes clave.
3.- Reforzar los tres
mensajes con historias, estadísticas y ejemplos.
II.-
OFRECER PRESENTACIONES CON COMPONENTES QUE AFECTEN A MÁS DE UNO DE LOS
SENTIDOS: TACTO, GUSTO, OLFATO, OÍDO Y VISTA.
Esta recomendación se
apoya en el hecho de que el cerebro no presta atención a las cosas que le
aburren.es casi imposible sentirse aburrido si estamos expuestos a imágenes
sorprendentes, a vídeos cautivadores, a presentaciones intrigantes, a bellas
palabras y a más de una voz que cuente una historia y nos haga vivirla.
Richard Mayer, profesor
de psicología, en sus investigaciones con sus estudiantes encontró que aquellos
que, en las mismas, estaban expuestos a entornos multisensoriales (texto, imágenes,
animaciones y vídeos), recordaban siempre mejor la información que se les
transmitía que aquellos que solamente escuchaban o leían la misma. Mayer decía
que no teníamos por qué sorprendernos por esto ya que cuando al cerebro se le permite
hacer dos representaciones mentales de una explicación, un modelo verbal y otro
visual, las conexiones mentales que se establecen son mucho más fuertes.
Las diferencias entre
los dos tipos de aprendizaje: auditivo y visual eran todavía más llamativas
cuando la audiencia carecía de conocimientos previo del tema, ya que los
estudiantes que si los tenían eran capaces de generar sus propias imágenes
mentales al escuchar o leer.
Los grandes oradores
son conscientes de este fenómeno y construyen sus presentaciones alrededor de
uno de los sentidos, predominantemente, pero incorporar, al menos, uno o dos de
los otros. Poe ejemplo utilizando imágenes en lugar de texto siempre que sea
posible. Los conceptos presentados en forma de imágenes se recuerdan mejor. Si
escuchamos una información seremos capaces de recordar un 10% tres días
después, pero si añadimos una imagen el porcentaje de retención sube hasta un
65%, ya que las imágenes son procesadas en nuestro cerebro a través de diversos
canales en lugar de por uno solo lo que produce una codificación más profunda y
significativa.
Otro aspecto que hay
que tener en cuenta es que aunque la visión es el sentido predominante
recordamos información mucho mejor si se estimulan muchos sentidos al mismo
tiempo. Nuestro sentido del oído es muy poderoso: la forma en la que decimos
las cosas (tono, intensidad, volumen, articulación) puede llegar al alma del
oyente. Mediante las palabras podemos llegar a pintar las imágenes en la mente
de nuestra audiencia. Los neurocientíficos han encontrado que la corteza visual
de nuestro cerebro no puede establecer una diferencia entre lo que es real y lo
que es imaginado. Si podemos pensar sobre algo vívidamente, realmente
imaginarlo, se activan las mismas áreas del cerebro que si lo estamos contemplando
de verdad. Esta es la razón por la que las metáforas y analogías son formas muy
efectivas de pintar una imagen en nuestro cerebro.
El Santo Grial de una
presentación consiste en transportar a la audiencia a otro lugar. Para
conseguir que la audiencia “sienta” nuestra presentación hay que incluir
demostraciones, mostrar productos o servicios y pedir al público que participe.
III.- SER AUTÉNTICO, ABIERTO Y TRANSPARENTE.
Nunca tenemos que
olvidar que cuando damos una
presentación nuestro objetivo debe ser inspirar a nuestra audiencia,
movilizarla y animarla a que crea que puede alcanzar sus sueños y para ello
tenemos que tener credibilidad. Nunca lograremos convencer a nuestra audiencia
si ésta no nos admira y confía en nosotros.
Richard Branson
mantiene que:” Si queremos ser oradores impresionantes debemos creer en lo que
decimos y si hablamos con convicción y nos mostramos apasionados con nuestro
tema, la audiencia será más tolerante con nuestros errores, porque confiarán
en que les estamos diciendo la verdad.
Por tanto debemos preparar nuestra intervención, dedicarle el tiempo necesario,
relajarnos y hablar desde el corazón”.
Buenos consejos, Gracias
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