Stephen Heidari-Robinson y Suzanne Heywood, autores de “ReOrg: How to get it right”, en
la edición de noviembre de Harvard Business Review, plantean que las
reorganizaciones son un fenómeno frecuente y que pueden ser una vía muy
adecuada para liberar valor: dos tercios de ellas producen al menos una mejora
en el desempeño. Al mismo tiempo, pocas reorganizaciones tienen éxito
completamente. En un estudio de la consultora Mc Kinsey que dirigieron los
autores encontraron que más de un 80% de las reorganizaciones analizadas no
obtuvieron el valor esperado en el tiempo calculado y un 10% perjudicaron a la
organización. Otro aspecto muy negativo es que pueden ser experiencias
desastrosas para los profesionales, como sugieren diversas investigaciones: la
incertidumbre que pueden generar sobre el futuro es causa de mayor ansiedad y
estrés que los despidos, lo que reduce hasta en un 60% la productividad.
Según la experiencia de
los autores esto último ocurre porque los líderes de las reorganizaciones no
especifican los objetivos de las mismas con claridad, no tienen en cuenta
algunas de las acciones claves (por ejemplo olvidando procesos o personas
fundamentales para su desarrollo) o hacen las cosas en el orden equivocado (por
ejemplo decidiendo seguir adelante antes de valorar las debilidades y
fortalezas de su situación actual). Pocas organizaciones, por tanto, siguen un
proceso disciplinado y riguroso.
La encuesta realizada
por Mc Kinsey a 1.800 ejecutivos identificó los siguientes obstáculos más comunes que surgen ante las
reorganizaciones. Éstos, por orden de frecuencia son los siguientes:
1.- Los profesionales
manifiestan una resistencia activa frente a los cambios.
2.- Recursos
insuficientes, económicos, de tiempo y de personas, son empleados en el
esfuerzo.
3.- Los profesionales
experimentan distracciones en sus actividades cotidianas y la productividad
individual cae.
4.- Los líderes
manifiestan una resistencia activa frente a los cambios.
5.- El organigrama de
la organización cambia pero la forma en la que trabajan los profesionales se
mantiene igual que antes.
6.- Los profesionales
abandonan la organización debido a la reorganización.
7.- Actividades no
planificadas, tales como una necesidad no prevista de cambiar los sistemas o de
comunicar los cambios, puede interferir en la implementación.
Heidari-Robinson y
Heywood para ayudar a maximizar el valor y minimizar los daños que ocasionan
las reorganizaciones han diseñado un sencillo proceso en 5 pasos para gestionarlas que es el
siguiente:
PASO
1: PREPARAR UN INFORME SOBRE COSTES Y BENEFICIOS
Una reorganización no
es un fenómeno esotérico sino una iniciativa de negocio. Por tanto debemos
comenzar definiendo los beneficios, los costes y el tiempo que vamos a tardar
en ejecutarla. Hay que recordar que los costes no se refieren exclusivamente a
los correspondientes a los profesionales de la organización y a los consultores
que van a intervenir directamente en el proceso. Deben incluir, también, el
coste humano del cambio y de las interferencias que puede producir en el
funcionamiento cotidiano de la organización.
En la encuesta de Mc
Kinsey sólo el 15% de los ejecutivos contaban con un análisis y valoración
previa de costes y beneficios y con unos
objetivos detallados de negocio para sus
reorganizaciones y un 17% de las mismas se habían llevado a cabo el capricho de
un ejecutivo o porque el equipo directivo creía que era necesario hacer algo para remover la
organización. Estas razones con frecuencia lo único que conseguía era generar
problemas.
PASO
2: ENTENDER LAS DEBILIDADES Y FORTALEZAS EXISTENTES
Ningún cirujano se
plantea operar a un paciente antes de haber realizado pruebas para llegar a un
diagnóstico y en la intervención tendrá cuidado de no extirpar tejido sano. Lo
mismo debe ocurrir en el caso de una organización. Desafortunadamente este paso
con frecuencia se ignora lo cual conduce a que los cambios en el mejor de los
casos no van a tener ningún impacto y en el peor van a minar fortalezas
previas. Aquellas organizaciones que dedican tiempo al autodiagnóstico antes de
embarcarse en un proceso tan drástico suelen apoyarse, frecuentemente, en la
realización de entrevistas con los ejecutivos senior para conocer sus
opiniones. Es conveniente no limitarse a los directivos y ampliar el
análisis por medio, por ejemplo, de una
encuesta por vía electrónica a los profesionales para conocer sus aportaciones
y valorar la diferencia que existe entre lo que piensan los altos ejecutivos,
los niveles intermedios y la primera
línea.
PASO
3: CONSIDERAR MÚLTIPLES OPCIONES
La siguiente etapa
consiste en decidir qué diseño queremos para nuestra “nueva” organización.
Podemos decidir entre dos abordajes:
1.- Cambiar todo el
modelo de la organización. Es recomendable si vemos que la organización está
destrozada ( lo que suele ser raro) o se enfrenta a un cambio completo en el
mercado que no se puede afrontar desde el modelo actual.
2.- Cambiar sólo
aquellos elementos que no funcionen, por ejemplo suprimiendo algún nivel de la
organización. Este enfoque es el más adecuado cuando la organización en
conjunto funciona bien, pero existen problemas en algunas áreas o cuando es
necesario reducir costes.
El análisis realizado
en los dos primeros pasos nos va a ayudar a elegir y si tenemos dudas es
preferible optar por la segunda alternativa.
Un error frecuente que
se comete en esta etapa es el centrase en lo que la organización parece que es
y olvidar cómo funciona en realidad. Esto último normalmente es más importante.
Finalmente hay que
escoger entre las distintas opciones cómo vamos a reestructurar nuestra
organización. Todas las soluciones tienen sus ventajas e inconvenientes, por lo
que tenemos que hacer una valoración de cuáles son las ganancias y pérdidas que
pueden derivarse de cada una de ellas. Con demasiada frecuencia los líderes se
encuentran cuando ya es demasiado tarde que olvidaron incluir algo importante
en el diseño original y si se empeñan en introducirlo después la organización
va a terminar con un diseño con muchos “añadidos” que pueden complicar
innecesariamente la vida de los profesionales.
PASO
4: PLANIFICAR BIEN LAS INFRAESTRUCTURAS NECESARIAS
Después de la tercera
etapa la mayor parte de los ejecutivos se retiran para dejar a sus equipos que
se encarguen de los detalles de la nueva organización y del plan de transición.
Es la fase más complicada de las reorganizaciones si queremos lograr que éstas
tengan éxito. El secreto consiste en conocer todos los elementos que tienen que
cambiar y planificar los cambios en la secuencia adecuada. Por ejemplo, debemos
definir los nuevos puestos de trabajo antes de cubrirlos. Todo esto requiere un
esfuerzo y si olvidamos algo en cualquier área, sea estructural, de procesos,
sistemas o personas, podemos frenar toda la reorganización o hacer que esta
nazca de forma incompleta. En muchos casos la organización ha cambiado pero los
sistemas no, con lo que nos podemos encontrar conduciendo un coche rápido sin
el volante adecuado.
PASO
5: LANZAR, APRENDER Y CORREGIR
Independientemente del
esfuerzo y preparación que hayamos dedicado al proceso de la reorganización no
es realista pensar que todo va a funcionar perfectamente desde el comienzo. Por
tanto, debemos fomentar el que todos los profesionales estén atentos y detecten
y comuniquen los posibles problemas que pueden ir surgiendo en la nueva
organización, que propongan y debatan abiertamente posibles soluciones y que efectúen
las correcciones lo antes posible, en línea con la lógica del plan inicial.
Los autores señalan la
importancia de que el proceso sea justo y transparente si queremos que los
profesionales lo acepten y para ello sugieren las siguientes recomendaciones:
a).-
Planificar cómo se va a efectuar la comunicación en todas las fases de la
reorganización. Empezar facilitando información
transparente: qué va a ocurrir, cuándo y a quién va a afectar. Tratar de
implicar a los profesionales sólo cuando esté claro qué es lo que tienen que
hacer (en el paso 4). Si se intenta hacerlo antes no escucharán y generará
rechazo.
b).-
Centrar la comunicación en los temas que interesen a los profesionales, no sólo
a nosotros. Desgraciadamente pocos de nuestros
colaboradores van a mostrarse tan interesados en la reorganización como
nosotros. Debemos encontrar algún aspecto de los cambios que les motive. Elon Musk, por ejemplo, dice que en las reorganizaciones que han tenido lugar en las
compañías que ha fundado que:”Las personas en Tesla, Solar City y SpaceX
sienten que están haciendo cosas que son trascendentes, como intentar que la
utilización de las energías
sostenibles vaya aumentando para
intentar en 10 años disminuir el empleo de las
más contaminantes.”
c).-
Asegurarnos que la comunicación es personal y no mediante envíos masivos de
correos electrónicos. Con demasiada frecuencia nuestros
correos cuidadosamente redactados terminan sin leerse. Debemos comprobar que
los líderes de los distintos equipos están explicando a sus miembros cuáles son
todos los aspectos prácticos de la reorganización y están respondiendo a todas
las preguntas que les hacen éstos sobre el tema y las preocupaciones que les
genera.
d).-
La comunicación debe ser bidireccional. Es especialmente
importante que esto suceda en los pasos 4 y 5, cuando estamos procurando que
todos los detalles de la reorganización están claros y están funcionando
correctamente. El feedback de loso colaboradores es esencial. Reflexionando
sobre su experiencia en reorganizaciones John Browne, antiguo CEO de BP comenta
que “nuestros profesionales en ocasiones son conscientes de lo que está pasando
antes que nosotros, por lo que debemos escucharlos, si queremos evitar que
surjan problemas o corregirlos si ya han aparecido”.
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