Rebecca Knight en
hbr.org del pasado 14 de noviembre plantea que una buena parte de nuestro
trabajo como directivos consiste en asegurarnos que todos los miembros de
nuestro equipo tienen asignada la carga correcta de trabajo. Resulta tentador el pedir a aquellos que podemos
considerar como “mulos de carga” más
trabajo que a los demás especialmente si somos conscientes de que lo va a
realizar con más rapidez, pero tenemos que ser justos.
Liane Davey, autora de “You first. Inspire your team to grow up, get along and get stuff done”, dice que el delegar de
forma justa es una tarea complicada: “Como directivos pensamos sobre qué es lo
que les importa a nuestros clientes y grupos de interés, cómo obtengo los
mejores resultados sin “quemar” a mi gente y cómo utilizo mejor mis recursos
procurando obtener más de los que no ofrecen el resultado esperado”. Existen
riesgos reales si no somos capaces de distribuir las tareas de forma
equitativa, como mantiene Julie Morgenstern, experta en productividad: “si
exigimos en exceso a los profesionales con el nivel de desempeño más alto
corremos el riesgo de perderlos porque empezarán a resentirse de tener que
trabajar más. Del mismo modo si reducimos las tareas de los más lentos, éstos
perderán interés. Las personas acuden al trabajo deseando tener éxito, crecer y
ser reconocidas. Si no se les da oportunidad para ello las estamos envenenando”.
Knight recomienda las
siguientes estrategias:
1.-
TENER UN PLAN. Tenemos que dedicar tiempo para pensar
cuál es la distribución del trabajo ideal en función, siempre que sea posible,
de las competencias de cada profesional. Sugiere que nos hagamos las siguientes
preguntas: ¿Qué es lo que queremos conseguir? ¿Con quién cuento?¿Qué hace bien
cada uno? Y ¿Quién necesita desarrollo y en qué áreas?
2.-
ACLARAR LOS ROLES. Un elemento central en nuestra
estrategia de delegación consiste en asegurarnos de que cada miembro tiene
claro cuál es su rol y el de sus compañeros. Si encontramos tareas que no
sabemos a quién asignar en una lista y analizar, con la ayuda de los miembros
del equipo, cómo manejarlas. Por ejemplo podemos ver que es necesario
incorporar un nuevo miembro con las competencias requeridas o asignar
temporalmente ciertos trabajos.
3.-
MARCAR EXPECTATIVAS. Continuamente se deben recordar los objetivos
que queremos alcanzar y enfatizar el nivel de esfuerzo requerido para ello para
que los profesionales sientan que están contribuyendo con sus talentos,
habilidades y energía. Es conveniente alabar el trabajo bien hecho
independientemente del tiempo que se ha empleado para realizarlo, para que se
perciba que se valora la tarea y no la presencia.
4.-
MANTENER CONVERSACIONES INDIVIDUALES CON CADA MIEMBRO DEL EQUIPO. Ser
accesible es fundamental y facilita el conocer cuáles son sus aspiraciones y ayudar a resolver problemas. En
estas charlas la autora recomienda decir a:
a).-
La persona sobrecargada porque no sabe decir no.
Si queremos asignarle una nueva tarea debemos primero reconocer el exceso de
trabajo que tiene y explicarle los motivos para posteriormente comentarle la
nueva tarea, la razón por la que le hemos escogido para ella y ver
conjuntamente que actividades puede dejar de hacer o pasar a otro compañero.
b).-
La persona que no “llega”. En este caso debemos ser francos
en el feedback que le ofrezcamos constatando el hecho de que no está realizando
el trabajo en el tiempo adecuado y
analizando cuáles pueden ser las causas, si están relacionadas con una mayor
formación o con la necesidad de tener algún recurso adicional. Existirán casos
en los que la persona no se adapta al trabajo y entonces será necesario tomar
la decisión más complicada de trasladarla o prescindir de ella.
c).-
La “estrella”. Muchos profesionales de alto
rendimiento están constantemente buscando que se les asignen cargas de trabajo
más pesadas, mayor exposición y más oportunidades. Puede parecer que esto es
bueno pero si queremos que la capacidad del grupo en su conjunto crezca el
reparto debe ser equitativo y transparente. No se pueden asignar a determinadas
personas siempre los mejores proyectos. En este caso para no desmotivar a la “estrella”
debemos explicarle las causas, diciendo, por ejemplo” la razón por la que no te
hago este encargo es porque necesito que muchas personas del equipo sepan cómo
hacer X”. También podemos pedirle que ejerza la función de mentor de la persona
a la que se le asigna la tarea.
d).-
La persona no motivada. Algunas personas trabajan exclusivamente
para vivir no viven para trabajar y pueden ser buenas a la hora de realizar su
tarea pero no están dispuestas a dedicar ningún esfuerzo extra más allá del
estrictamente requerido ni a ayudar al resto del equipo si es necesario. A
estos profesionales el directivo debe aclararles que su conducta de bajo nivel
de esfuerzo tiene consecuencias en relación con sus posibilidades de promoción,
incentivos económicos o asignación de tareas. Recalcar la importancia de la
equidad ya que es un miembro del equipo y por tanto deben compartir la carga de
trabajo entre todos.
5.-
SER FLEXIBLES. Aunque contemos con los mejores planes y
comunicación frecuente con nuestro equipo pueden surgir repentinamente
proyectos que hacen que cambien nuestras prioridades. En estos momentos es especialmente importante
no olvidar la necesidad de ser justos al distribuir las nuevas cargas de
trabajo, recordando que esto no implica que en determinado momento no se exija
más a algún profesional sino que al final del año todos han tenido asignada una
carga similar.
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