Sandra L. Robinson y Kira Schabram en
hbr.og del pasado 13 de abril plantean que los efectos negativos del acoso y
otros comportamientos agresivos en el mundo laboral son cada vez más conocidos
y reconocidos pero que otra forma de tormento silenciosos es mucho más común:
el ostracismo. Diversas investigaciones muestran que un 71% de los
profesionales experimentan en algún momento algún grado de aislamiento y que
puede resultar más pernicioso que el ser la diana de un comportamiento más
agresivo y visible.
Los estudios realizados por las autoras
han ayudado a identificar una serie de estrategias que se pueden utilizar si
sentimos que estamos siendo excluidos en el trabajo.
Debemos comenzar por entender por qué se
produce el ostracismo y por qué es tan dañino. Como un “pecado de omisión” el
ostracismo es un acto que no se ha producido: no nos han reconocido, no nos han
invitado a lago, por ejemplo. Podemos sentirlo como conversaciones que se
interrumpen cuando aparecemos o ser ignorados cuando hacemos sugerencias. Con
frecuencia la persona que nos está dejando fuera no es consciente de este
hecho, pueden ser insensibles socialmente, ineptas o estar distraídas en el
momento y las que si son conscientes, con frecuencia como una forma equivocada
de evitar un conflicto o buscando protegerse, no se dan cuenta de que su
comportamiento es dañino.
Numerosas investigaciones muestran que
el ostracismo es perjudicial, sea o no deliberado, porque lo que omite es muy
importante. Como seres humanos tenemos una necesidad social fundamental que es
la de “pertenecer”; desde una perspectiva evolucionista dependemos de nuestra
pertenencia a un grupo para nuestra supervivencia. Por tanto, la ausencia de un
compromiso social esperado se considera una amenaza para una necesidad
fundamental y señala que no tenemos valor socialmente y malos para la comunidad
a la que pertenecemos. Especialmente porque puede ser muy ambiguo ya que puede
que no sea evidente que la otra persona quiera dejarnos fuera o dañarnos o que
sea sólo una interpretación nuestra.
El ostracismo puede tener un efecto muy
negativo en nuestro trabajo principalmente porque la mayoría de nosotros
respondemos con la retirada psicológica, disminuyendo nuestro compromiso con
nuestra tarea, equipo u organización.
Las autoras proponen que si pensamos que
somos objeto de este tipo de comportamiento podemos seguir una serie de pasos:
1.- Cuestionar las presunciones que nos
llevan a considerar que somos responsables de la situación. Entender que el
grado en que vamos a ser afectados por el episodio de ostracismo va a depender
de cómo percibimos la situación y la amenaza que supone. Por ejemplo si nos
esperamos que nos inviten a una reunión no vamos a sentirnos deliberadamente no
tenidos en consideración si no nos convocan para asistir a la misma. Por tanto,
si comprendemos y conocemos las normas de una situación puede mejorar nuestra
perspectiva e interpretación de la misma.
También podemos averiguar que otros
compañeros están siendo excluidos y las razones de este hecho, puede ser que
ningún miembro de un departamento esté invitado porque se prefiere reuniones
individuales o se considera que no es apropiado o necesitamos conocer el
contexto social en el que nos movemos.
2.- Averiguar si les sucede lo mismo a
otros compañeros con frecuencia. Hablar con ellos para intentar conocer las
razones y si podemos hacer algo para evitarlo.
3.- Buscar apoyo social.
Independientemente de que conversemos con compañeros que experimenta la misma
situación para intentar averiguar qué está pasando debemos encontrar
profesionales que valoren nuestras contribuciones al equipo o que nos
reconozcan socialmente e intentar estar más tiempo con ellos. Esto puede
parecer frívolo pero las interacciones sociales positivas van a servir para
incrementar nuestra devaluada autoestima y para ganar la confianza necesaria
para abordar las relaciones más complicadas.
En términos logísticos si nos están
dejando fuera de conversaciones o reuniones donde se comparte información
importante debemos encontrar otras formas alternativas de conseguirla, como por
ejemplo creando una amplia red de relaciones en el trabajo de forma que podamos
evitar a la persona que nos excluye y obtener los recursos de otra manera.
4.- Documentar lo que está ocurriendo si
la situación persiste, como haríamos ante cualquier otro tipo de agresión. De esta
forma tendremos argumentos para comunicar los hechos a otros compañeros o hasta
a aquel que la está ocasionando.
5.- La última opción puede ser el
enfrentamiento directo con la persona que nos está excluyendo. Esta alternativa
tiene sus riesgos ya que con gran frecuencia el responsable no es consciente de
sus actos o se niega a admitirlos, por lo que hay que plantearla de forma constructiva
para buscar soluciones.
muy buen tema y estoy pasando algo así, ya lo he hablado con mis jefes pero siento que ellos tampoco me escuchan ya que según hablan con mis compañeros pero yo no veo ningún cambio en sus actitud hacia mi persona, sino todo lo contrario la cosas se están poniendo peores, tuve que pedir cambio de oficina ahora me encuentro en una oficina sola aislada de todo mi grupo de trabajo, ellos se juntan para celebrar momentos especiales en los cuales son excluida de todos, y al hablar con mi jefatura quieren que yo me dirija a ellos me hacen sentir culpable de todo, y se que se me hara dificil hablar porque no se que decirles..
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