Suzanne M. Johnson Vickberg y Kim Christfort, en la edición de marzo-abril de Harvard Business Review, plantean que las organizaciones no están obteniendo el desempeño que esperan de sus equipos, pero que el origen de esta situación, según sus investigaciones, no radica en los miembros de los mismos sino en los líderes de éstos que no son capaces de aprovechar los diversos estilos de trabajo de sus colaboradores. Algunos directivos son incapaces de reconocer las profundas diferencias que existen entre los profesionales que integran sus equipos y por tanto no pueden gestionar adecuadamente las tensiones que surgen ni comprender los costes que tiene no hacerlo. Como resultado muchas de las mejores ideas no se tienen en cuenta y no se abordan y el desempeño sufre.
Para ayudar a los
líderes a superar estas situaciones Deloitte ha propuesto un sistema llamado
“Business Chemistry” que identifica los cuatro estilos primarios de trabajo y
las estrategias relacionadas para alcanzar las metas compartidas. Las autoras
han investigado la validez de este modelo y han llegado a las siguientes
conclusiones:
Cada persona tiene una mezcla de cuatro estilos de trabajo
aunque el comportamiento y pensamientos de la mayor parte se alinean con uno o
dos preferentemente. Cada estilo aporta perspectivas útiles sobre cómo generar
ideas, tomar decisiones y resolver problemas. Los estilos de los profesionales
son los siguientes:
I.-
PIONEROS. Valoran las posibilidades e insuflan energía e
imaginación a sus equipos. Creen que merece la pena asumir riesgos y seguir a
nuestro instinto. Se centran en la visión global. Se sienten atraídos hacia
nuevas ideas arriesgadas y por los enfoques creativos.
II.-
GUARDIANES. Valoran la estabilidad y aportan orden y
rigor. Son pragmáticos y dudan antes de asumir riesgos. Los requerimientos
básicos para ellos son los datos y hechos y se preocupan por los detalles.
Piensan que tiene sentido aprender del pasado.
III.-
MOVILIZADORES. Valoran los riesgos y para ellos obtener
resultados y ganar es lo que más cuenta. Tienden a abordar los problemas como
una cuestión de blanco o negro para resolverlos con prontitud armados de la
lógica y de los datos.
IV.-
INTEGRADORES. Valoran las relaciones y conectan a los
equipos. Para ellos lo más importante son las relaciones y la responsabilidad
hacia el equipo. Tienden a creer que la mayor parte de las cosas son
relativas y son diplomáticos,
centrándose en obtener consenso.
Los cuatro estilos
ofrecen a los equipos un lenguaje común para entender cómo trabajan las
personas. El problema surge porque lo que motiva a un grupo puede agotar las energías
de otro y las diferencias en la forma de pensar pueden generar diversos problemas.
Por ejemplo si un guardián plantea un plan muy detallado que hay que seguir
paso a paso sin desviaciones un pionero no estará de acuerdo pues prefiere seguir
adelante o plantear una idea completamente diferente.
PIONEROS
|
INTEGRADORES
|
MOVILIZADORES
|
GUARDIANES
|
Extrovertidos
Centrados
en la visión global
Espontáneos
Atraídos
por el riesgo
Adaptables
Imaginativos
|
Diplomáticos
Empáticos
Tradicionales
Orientados
hacia las relaciones
Motivados
intrínsicamente
No
les gustan las confrontaciones
|
Cuantitativos
Lógicos
Centrados
Competitivos
Experimentadores
Profundamente
curiosos
|
Metódicos
Reservados
Orientados
al detalle
Prácticos
Estructurados
Leales
|
Una vez que el líder ha
identificado los estilos de trabajo de los miembros de su equipo y ha empezado
a considerar si las diferencias son beneficiosas o problemáticas debe comenzar
a gestionarlas. Las autoras proponen las siguientes sugerencias:
A).-
Intentar acercar a los opuestos. Con frecuencia uno de
los aspectos más conflictivos se presenta en las relaciones cuando estilos
distintos colisionan, Cada uno de los estilos es diferente de los otros pero no
son distintos en la misma medida. Por ejemplo los guardianes suelen ser más
reservados que los movilizadores pero ambos tipos suelen estar muy centrados lo
que puede ayudar a que encuentren un terreno común, pero los guardianes y los
pioneros son verdaderos tipos opuestos así como ocurre entre los movilizadores
e integradores. Como es de esperar los problemas interpersonales que suelen
surgir cuando los estilos opuestos se juntan enturbian la colaboración y
suponen un desafío para el trabajo en equipo.
Independientemente de
las consecuencias de estas diferencias sobre el desempeño los estilos opuestos
pueden equilibrarse, pero lograrlo requiere tiempo y esfuerzo. Una estrategia
consiste, por ejemplo, en hacer que colaboren en pequeños proyectos y si
funciona asignarles otros mayores, otra puede ser el crear asociaciones
complementarias entre los miembros de los equipos. El líder debe, también, procurar
rodearse de sus opuestos para equilibrar sus tendencias. En general lo que hay
que intentar es crear una fricción productiva.
B).-
Destacar los estilos menos representados. La experiencia
muestra que el estilo de liderazgo que debe de adoptar el líder debe estar más
centrado en los estilos que están representados por menos miembros del equipo
ya que, es importante tener en cuenta esas perspectivas minoritarias si
queremos obtener los beneficios de la diversidad.
Cuando la composición
de un equipo es asimétrica pueden surgir prejuicios cognitivos con frecuencia
conduciendo al fenómeno de las cascadas: cuando las ideas, las discusiones y la
toma de decisiones empiezan a fluir en una determinada dirección la tendencia
es que continúen en la misma. Aunque existan distintas perspectivas en un
equipo probablemente no lograrán cambiar el rumbo una vez que se ha establecido
ya que las personas frecuentemente procuramos evitar mostrar nuestro desacuerdo
con una idea que consigue un apoyo visible temprano. Este efecto se produce por
diversas razones: las “cascadas reputacionales” son consecuencia generalmente
del temor a que nos miren mal o a ser castigados por no estar de acuerdo y las “cascadas
informativas” ocurren cuando las personas asumen que los que hablan primero
saben cosas que los demás desconocen. En ambas ocasiones los resultados son la
autocensura y el pensamiento grupal lo que implica que el equipo no se
beneficia de las diversas perspectivas.
La mayor parte de los
líderes suelen ser pioneros o movilizadores y en muchos casos la mayor parte de
los directivos de los equipos comparten la tendencia del líder lo que hace que
éstos sean susceptibles de experimentar el fenómeno de las cascadas. Por
ejemplo los pioneros suelen ser espontáneos y extrovertidos piensan y hablan
con rapidez en muchas ocasiones sin mucha reflexión, similarmente los movilizadores
suelen tomar el control de los grupos y con su estilo directo y competitivo se
inclinan a manifestar sus puntos de vista sin escuchar lo que los demás tienen
que decir. Especialmente si son mayoría y apoyados por un líder con un estilo
similar existe el riesgo que los pioneros y movilizadores marquen la dirección
de una cascada con sus comentarios.
Las autoras recomiendan
una serie de tácticas para intentar evitar las cascadas y el sentimiento de
marginación:
1.- Si queremos que los
guardianes compartan sus ideas debemos darles el tiempo y la información que
necesitan para prepararse para una discusión o decisión y luego facilitarles
que contribuyan en formas que les resulten cómodas (por ejemplo por escrito) y
que no requieran que luchen por las mismas, porque lo normal es que no lo hagan
en un entorno presencial.
2.- Para que la ideas
de los pioneros afloren debemos dejar que las discusiones sean amplias, por
ejemplo montando una pizarra para que las personas expongan sus opiniones.
Determinando por adelantado el tiempo que vamos a permitir este tipo de
discusiones ayudará que aquellos que necesitan más estructura como los
guardianes se relajen y participen en el ejercicio.
3.- En el caso de los
integradores dedicar tiempo a establecer verdaderas relaciones con ellos y
posteriormente pedirles su opinión. También debemos buscar y ayudarles en la
búsqueda de las perspectivas de otros miembros del equipo y de los grupos de
interés y explorar con ellos cómo la discusión o decisión afecta y busca un
bien mayor.
4.- Con los
movilizadores mantener un ritmo dinámico en las conversaciones y mostrar
conexiones claras entre las discusiones o decisiones en marcha y el progreso
hacia el objetivo común. Se puede considerar el introducir un elemento de
experimentación o competencia para mantenerles interesados (gamificación, por
ejemplo). Algunos estilos como los integradores no se sentirán muy motivados
por la competencia por lo que podemos buscar fórmulas para que sirvan para
fortalecer relaciones como el facilitar
oportunidades para que los equipos competidores socialicen entre sí.
Más allá de estas
tácticas existen otros métodos más generales para que las perspectivas de las
minorías sean escuchadas:
a).- Animar a los
miembros con estilos minoritarios a hablar al inicio de las conversaciones para
posibilitar el que influyan en la dirección de las mismas antes de que se pueda
establecer una cascada. Los experimentos de Simon Asch sobre conformidad, por
ejemplo, demostraron que si una persona va contra la mayoría existen muchas
posibilidades de que los demás empiecen a ofrecer perspectivas divergentes
también.
b).- Pedir a los
miembros que realicen un ejercicio de brainstorming en solitario y después
compartan sus ideas, por turno, cuando
se reúna el equipo. Diversos estudios muestran que este enfoque es más eficaz
que el brainstorming colectivo desde el principio.
c).- Pedir a los
integrantes de un equipo que piensen desde la perspectiva del estilo menos
representado en el mismo. Debemos hacerlo al comienzo de las conversaciones
antes de que el punto de vista de la mayoría tenga la oportunidad de imponerse.
C).-
Prestar atención a los sensibles introvertidos.
Los miembros que son muy introvertidos o sensibles es frecuente que se ahoguen
en las cascadas y no sean escuchados salvo que los líderes se esfuercen
activamente para que lo sean. Estos rasgos se presentan sobre todo en los
guardianes y en los integradores “tranquilos”.
Tanto las investigaciones
de Susan Cain sobre los introvertidos como las de Elaine Aron sobre personas
muy sensibles muestran que los integrantes de estos grupos tienen fortalezas
específicas que pueden beneficiar a los equipos y organizaciones. Por ejemplo
tienden a ser muy concienzudos y buenos para detectar posibles errores y
riesgos potenciales, se concentran intensamente durante largos periodos de
tiempo, son buenos oyentes y suelen destacar las buenas ideas de los demás en
lugar de buscar los focos para ellos y con frecuencia son excelentes a la hora
de abordar trabajos que requieren mucha atención a los detalles que los demás no saben o no quieren hacer.
Para obtener el máximo de estos tipos de guardianes y de integradores debemos preguntarles qué podemos hacer para mantener sus niveles de estrés en un grado manejable lo que puede suponer identificar maneras para reducir el ritmo, disminuir la sobrecarga de información y facilitar entornos de trabajo tranquilos y con pocas distracciones.
PIONEROS
|
INTEGRADORES
|
MOVILIZADORES
|
GUARDIANES
|
1.- Impulsados por:
Brainstorming
La
espontaneidad y probar cosas nuevas
El
entusiasmo
2.- Alienados por:
Las
reglas y la estructura
La
palabra “no”
El
foco en el proceso
|
1.- Impulsados por:
La
colaboración
La
comunicación
La
confianza y el respeto
2.- Alienados por:
Las
intrigas “políticas”
El
conflicto
La
inflexibilidad
|
1.- Impulsados por:
Resolver
problemas
El
estilo directo
Ganar
2.- Alienados por:
La
ineficacia
La
indecisión
La
falta de foco
|
1.- Impulsados por:
La
organización
La
predicitibilidad y consistencia
Un
plan detallado
2.- Alienados por:
El
desorden
La
presión del tiempo
La
ambigüedad e incertidumbre
|
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