Rebecca Knight, en hbr.org del pasado 24 de marzo plantea que los directivos que parece que no saben elegir una línea de acción o que constantemente cambian de opinión pueden ser desesperantes. Sydney Finkelstein, autor de “Superbosses. How exceptional leaders manage the flow of talent”, mantiene que estos jefes vuelven locos a sus colaboradores porque éstos van a sentir que no tienen marcada una dirección clara y por tanto no van a estar seguros sobre lo que tienen que hacer. Nancy Rothbard añade que también la reputación de los que trabajan con ellos se va a ver afectada ya que si el jefe no es tomado en serio en la organización por extensión el trabajo de su equipo va a ser visto como ineficiente.
La autora propone una serie de
estrategias para hacer frente a un jefe indeciso:
1.- Diagnosticar la situación. El primer paso que tenemos que dar
según Finkelstein es intentar descubrir que es lo que esconde ese
comportamiento, para lo cual debemos prestar atención a lo que ocurre en el
mundo del jefe porque nos puede dar pistas sobre la razón de su actuación. Tenemos
que mostrar empatía y asegurarnos de que no estamos exagerando o
malinterpretando la indecisión. Ésta en algunos casos es necesaria para poder
contar con más tiempo para tomar una decisión y analizar mejor los factores que
influyen y las alternativas disponibles. Como subordinados no tenemos por qué
tener toda la información que tiene el jefe.
2.- Ayudar a que el jefe adquiera confianza en sí mismo. Si hemos determinado
que la raíz del problema es la indecisión del jefe debemos ayudarle
mostrándonos muy competentes y leales para aumentar su confianza ayudándole a
encontrar el camino. Si la decisión es complicada podemos actuar como tabla de
resonancia para que analice los pros y contras de las distintas perspectivas, así como hacer
preguntas adecuadas, facilitar datos útiles y relevantes y ofrecer nuestra
opinión.
3.- Tomar el control. Cuando tenemos una opinión muy clara de cuál debe ser la decisión pero
nuestro jefe se encuentra inmerso en la parálisis por el análisis debemos
elegir un enfoque diferente al recomendado en el apartado anterior ya que darle
más datos no tiene por qué ayudarle a seguir adelante. En estos casos hay que
ayudarle a organizar la información y después razonar la propuesta que le
hacemos. Puede ser útil, también, el sugerir que delegue en nosotros aunque sea
de forma informal, como por ejemplo diciendo que hemos estado dando vueltas al
asunto y que pensamos que hay algunas formas de abordarlo y que si nos deja
podemos probarlas e informarle de los progresos logrados. De esta forma al
hacernos cargo de la situación le liberamos de un peso y supone una oportunidad
de desarrollo profesional.
4.- Hablar con el jefe. Dependiendo de lo receptivo que el
directivo sea al feedback podemos intentar mantener con él una conversación
honesta y respetuosa sobre cómo su indecisión nos afecta a nivel individual y
de equipo. No debe ser agresiva ni buscar la confrontación sino que debe
demostrar que nuestras intenciones son buenas, ser constructiva e individual.
No se debe plantear esta conversación si la relación con el jefe no es buena o
no muestran una actitud abierta y accesible ya que intentar discutir su
indecisión puede ser visto como una actuación agresiva.
5.- Buscar aliados. Otra forma de intentar acelerar el proceso de toma de
decisiones consiste en formar una coalición con profesionales con los que
mantenemos una relación razonablemente buena y que tienen influencia sobre nuestro
jefe. Al abordarles no debemos quejarnos sino simplemente pedirles consejo
sobre qué se puede hacer. Si muchas personas están de acuerdo en una línea de
acción a seguir el jefe sentirá que es más fácil tomar una decisión y apoyarla.
6.- Protegerse. Tener un jefe indeciso no es sólo perjudicial para nuestra productividad cotidiana sino
también para nuestra reputación y posibilidades de desarrollo y promoción profesional.
Rothbard recomienda que si llegamos a la conclusión de que la actitud de
nuestro jefe está dañando nuestro potencial debemos procurar distanciarnos de
él y protegernos de su comportamiento fomentando el establecimiento de nuevas
relaciones y realizando networking interno, así como buscar mentores de otras
áreas de la organización. Si el problema persiste puede ser recomendable abandonar
el puesto de trabajo y buscar otro.
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