Mo Gawdat, Chief Business officer en Google X, esn su libro “Solve for Happy. Engineer your path to joy”, propone como hemos visto en una entrada anterior un “modelo de felicidad 6-7-5” cuya primera etapa consiste en desmontar lo que el autor considera son las seis grandes ilusiones o espejismos que nos mantienen en un estado de confusión.
Las 6 grandes ilusiones
nos sumergen en un estado de perplejidad y entorpecen nuestra habilidad de
encontrar un sentido al mundo que nos rodea y consiguen que la vida se
convierta en una lucha permanente al no nos permiten contemplar la realidad
como verdaderamente es y nos hacen plantearnos la razón por la que el mundo es
tan cruel. Cuando somos capaces de ver a través de ellas, nuestra visión del
mundo se aclara y la felicidad se convierte en un visitante frecuente.
Escuchamos el parloteo
constante de nuestra voz interior pero debemos estar alerta porque nos puede
causar dolor e infelicidad. Tenemos que ser conscientes de que esa voz que nos
habla no somos nosotros. La cultura moderna valora exageradamente la lógica y
el pensamiento y lleva hasta asimilar nuestro propio ser con nuestro
pensamiento. La famosa frase de René
Descartes “Pienso luego existo” parece tener una gran aceptación en la cultura
occidental dominada por la importancia del pensamiento pero debemos cuestionarnos
si dicha afirmación es cierta.
Cuando creemos que somos
nuestros pensamientos nos identificamos con ellos. Por ejemplo si tenemos un
pensamiento malo podemos pensar que nosotros somos malvados. Pero tener un
pensamiento de este tipo no quiere decir que la persona sea malvada. Este tipo
de pensamientos simplemente se nos presentan para que los consideremos, pero lo
que hagamos con ellos va a depender de nosotros ya que no tenemos que
obedecerles.
Si finalmente nos damos
cuenta de que no somos nuestros pensamientos habremos sido capaces de ver más
allá del mayor espejismo al que nos enfrentamos que es el del pensamiento. No
somos nuestros pensamientos, éstos existen para servirnos. Lo que Descartes
debería haber dicho es:”Soy, por tanto pienso”.
El cerebro es la máquina
más compleja que existe en el planeta. Tenemos tendencia a cometer tres tipos
de errores al utilizar nuestra mente: la usamos para razones equivocadas, no
aprovechamos todo su potencial y dejamos que se descontrole con nuestros
pensamientos dejando que arruine nuestras vidas y las de los demás.
Para entender las razones
por las que esta máquina compleja habla tanto debemos retroceder hasta el
momento en que no hablaba y observar a un recién nacido. Antes de que
aprendamos las palabras nuestro cerebro se mantiene en silencio y lo que
hacemos es observar e interactuar con el mundo. Al crecer empezamos a percibir
que nuestros padres están ocupados utilizando palabras para mandarnos mensajes:
baño, comida,…, así como que nos alaban si repetimos esas palabras por lo que
desarrollamos la habilidad de llamar a cada cosa por su nombre, aunque estemos
solos. Las palabras se convierten en el único método para entender y comunicar
nuestros conocimientos. Empezamos a narrar lo que vemos para ayudarnos a que
las cosas tengan sentido. Cuando somos niños lo hacemos en voz alta, pero luego
resulta socialmente embarazoso por lo que trasladamos esa narración a nuestro
interior y desde ese momento nunca cesa.
En la década de los 30
del siglo pasado un psicólogo ruso, Lev Vygotsky, observó que esta conversación
interna se acompañaba de movimientos musculares diminutos en la laringe, basado
en este descubrimiento argumentaba que la conversación interior se desarrollaba
a través de la internalización de la conversación externa. En la década de los
90 los neurocientíficos confirmaron esta idea: utilizaron técnicas de
neuroimagen para demostrar que áreas del cerebro como el giro frontal inferior
izquierdo que se activan cuando hablamos en voz alta también se activan con las
conversaciones interiores. La voz dentro de nuestra cabeza es nuestra mente
hablando, aunque seamos los únicos que la escuchemos.
Este diálogo interno
representa el intento de nuestra mente de llegar a tomar las decisiones más
brillantes posibles. Daniel Kahneman explica este proceso en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” en el que describe la dicotomía que existe entre las dos formas
de pensamiento: el Sistema 1 que es rápido, emocional e instintivo y el Sistema 2 que es más lento,
lógico y deliberado. La presencia de estos dos sistemas es lo que ocasiona que,
algunas veces, sintamos que tenemos dos voces en el interior de nuestra cabeza.
Son simplemente dos formas de pensamiento contemplando un hecho desde
diferentes perspectivas y discutiéndolas desde el interior de nuestra cabeza.
Desde el comienzo de la
humanidad nuestras mentes han asumido la responsabilidad total sobre nuestra
existencia y por razones de supervivencia se ha aceptado ese liderazgo, pero
aunque nuestra mente haga determinadas cosas muy bien no debemos concederle la
libertad para que delibere sobre todo, ya que en ocasiones lo que consigue es
convertirse en una carga y deprimirnos. Debemos aceptar que nuestra mente es el
líder indiscutido cuando nos referimos a las tareas mecánicas pero cuando se
trata de nuestros pensamientos debemos mantener el control total. La tarea de
nuestro cerebro será la de producir lógica para que consideremos, por lo que
deberemos decir a nuestra mente que es lo que tiene que hacer y no al
contrario.
Para funcionar bien en el
mundo actual tenemos que diferenciar aquello que está trabajando en nuestro
favor de aquello que está trabajando en nuestra contra. Aunque en ocasiones
parece que nuestros pensamientos son un rio incesante de parloteo inútil la
realidad es que nuestros pensamientos más útiles suelen ser silenciosos.
Existen tres tipos de pensamientos producidos por nuestra mente:
a).- Profundos y
reveladores, utilizados para la resolución de problemas.
b).- Experienciales,
centrados en la tarea a realizar.
c).- Narrativos que se
asimilan al parloteo o cháchara.
Son tan distintos unos de
otros que se originan en lugares
distintos de nuestro cerebro. Necesitamos prestar una gran atención al presente
cuando realizamos tareas y tenemos que resolver problemas, pero lo que
realmente no necesitamos es el componente narrativo de los pensamientos, el
inacabable e inútil cotorreo que nos
puede desequilibrar y nos llega a mantener atrapados en el sufrimiento.
Como ocurre con la
ecuación de la felicidad el ciclo repetitivo de pensar sobre un hecho,
comparando lo que pensamos que ha ocurrido con nuestras expectativas conduce al
sufrimiento. Nuestra incapacidad de actuar y romper el ciclo hace que demos
vuelta al pensamiento una y otra vez en un círculo ininterrumpido de
sufrimiento. Podemos intervenir en este ciclo neutralizando la negatividad de
cada uno de sus nodos, por ejemplo seleccionando la mejor actuación
independientemente de sus resultados. Una vez que actuamos nuestra mente se
centra en los elementos de ejecución que se tienen que realizar y se activa una
parte distinta de nuestro cerebro y nuestros pensamientos pasan a encargarse de
monitorizar el resultado de la acción en lugar de estar incesantemente
centrados en el pensamiento anterior doloroso.
Otra forma de evitar que
el pensamiento se transforme en sufrimiento consiste en asegurarnos de evitar
los puntos ciegos y que los hechos se contemplen como realmente son y no como
nuestra mente hace que parezcan ser. No tenemos que olvidar que nuestra mente
pertenece a la categoría de elementos
controlables porque tenemos un control parcial sobre ella. Podemos decirle
sobre qué tienen que pensar, cómo pensar y hasta que deje de pensar. Lo único
necesario es practicar este control hasta conseguir dominar nuestra voz
interior.
El autor recomienda unas
técnicas para lograrlo que son sencillas y se deben abordar de forma
consecutiva, pero que requieren disciplina. Consisten en:
1.-
Observar el diálogo. Para conocer bien a la “bestia que
queremos domar. La mejor forma de hacerlo es sentarnos tranquilamente y
observar lo que está ocurriendo en nuestra mente sin resistir a los
pensamientos que vayan surgiendo, sino contemplarlos mientras van fluyendo.
Observar un pensamiento y dejar que se vaya recordándonos que ese pensamiento
no somos nosotros. Los pensamientos vienen y van y no van a tener poder sobre
nosotros salvo que se lo queramos dar.
Ahora que somos
conscientes de que no somos nuestros pensamientos es más fácil evitar que nos
molesten y que les dejemos ir. En el momento en el que dominemos el arte de
observar una idea y dejarla ir nuestra mente se quedará sin temas que sacar y
conseguiremos domesticarla enlenteciendo su
agresiva y salvaje corriente incesante y podremos pasar a la segunda
técnica.
2.-
Observar el drama. Nadie es capaz de dejar ir todos sus
pensamientos. Ocasionalmente una idea se mantendrá. Podemos reconocer las
señales de ello porque estaremos totalmente absortos en nuestro pensamiento y
menos conscientes del mundo que nos rodea. Cuando esto ocurra es nuestra
ocasión para aprender a observar el drama.
Debemos comenzar por
reconocer cómo nos sentimos y que emociones se han desencadenado por el
pensamiento, sin resistirnos a ellas, dejándonos llevar. Podemos querer
profundizar en él no para intentar resolver el problema sino para comprenderlo
mejor. Nos podemos preguntar la razón por la que nos enfada o agita y cuál es
el pensamiento que nos ha llevado a esta situación y comenzamos a observar todo
lo que nos pasa, el drama que ocasiona. El simple hecho de intentar identificar
el pensamiento que ha generado la emoción nos da el respiro necesario para
calmarnos. Para centrarnos en la conexión utilizamos la zona del cerebro que se
dedica a la resolución de problemas y nos ayuda a interrumpir el parloteo
incesante y a conocer cuál es el pensamiento original y observar si es exacto y
real y si merece la pena pagar el precio que estamos pagando por mantenerle
activo.
Una vez que nos
habituemos a esta práctica notaremos los patrones repetitivos de nuestra mente
y seremos capaces de detectar las trampas y trucos de nuestro cerebro como un
libro abierto y podremos neutralizarlos y evitar su efecto nocivo.
3.-
Buscar pensamientos más positivos. Una vez que un
pensamiento negativo se ha hecho fuerte puede resultar complicado liberarnos de
él. Una mente no domesticada necesita un pensamiento al que aferrarse y con
frecuencia al eliminar un pensamiento el vacío que éste deja rápidamente se
llena con otro pensamiento de un espectro similar, por tanto, negativo. Para
romper este ciclo debemos poder ser capaces de rellenar esos espacios de
pensamientos positivos para que los negativos no vuelvan a introducirse y para
ello cada vez que un pensamiento doloroso surja tenemos que forzarnos a pensar
en otra cosa.
Un pensamiento feliz no
tiene por qué estar relacionado con el tema oscuro que nos ha desconcertado.
Debemos elaborar una lista de pensamientos felices a los que recurrir y que van
a servir para desplazar a los negativos de forma espontánea una vez que nos
hayamos entrenado. Al volver a un estado mental positivo podemos centrarnos en
los retos a los que nos enfrentamos, especialmente aquellos sobre los que
podemos tener algún control y utilizar energía positiva y pensamientos útiles
para mejorar la situación.
Cuanto más tiempo mantengamos
nuestra mente en esta zona positiva más difícil le resultará volver a la
negatividad. Con práctica podemos conducir este proceso a un paso más adelante
y podemos aprender a rellenar nuestra mente con pensamientos felices
relacionados con la cuestión sobre la que ha estado pensando de forma negativa.
Para ello lo que tenemos que hacer es ser capaces de definir una serie de
preguntas que rastreen los aspectos positivos de cualquier asunto. Por ejemplo si
pensamos que odiamos nuestro trabajo si no actuamos nuestra mente buscará
constantemente pensamientos que nos reafirmen en esta creencia y cada vez nos
sentiremos peor en el trabajo. Pero si nos hacemos una pregunta como:”¿Tiene
que haber algo que me guste de este trabajo? ¿Qué puede ser?” al principio
nuestra mente no cooperará y seguirá ofreciéndonos pensamientos negativos, pero
como respuesta debemos insistir serenamente hasta que vayamos encontrando
aspectos positivos y podamos ver el vaso medio lleno. Normalmente las cosas no
son completamente malas por lo que debemos entrenar a nuestra mente a encontrar
lo bueno y convertirlo en el centro de nuestro pensamiento.
Resulta de utilidad tener
preparada una lista de preguntas que busquen lo positivo tales como: ¿Qué es lo
bueno de esta situación?, ¿Qué es lo que me gusta de esta situación? o ¿Qué es
lo que se encuentra en la parte medio llena del vaso?
Cuando tengamos facilidad
para reconducir la conversación estaremos listos para reestructurar el proceso
aún más y la siguiente ocasión en la que percibamos un pensamiento negativo en
nuestra mente podremos responder pidiendo que vaya y encuentre un pensamiento más
positivo insistiendo hasta que lo haga.
4.-
Silenciar nuestra mente. Existen muchas técnicas de
meditación que nos ayudan a practicar para lograr estar en paz. Normalmente
implican el centrar nuestra mente en algo fuera del ámbito de pensamiento como
en la belleza de una rosa, la llama de
una vela o nuestra respiración. Por ejemplo: dirigir nuestra atención a algo
fuera de nosotros. Observar la luz que hay en la habitación, prestar atención a
los objetos que están en nuestra mesa, captar el olor del café que emana de la
cafetera o escuchar los ruidos distantes de los coches en la calle. No debemos
dejar que nada pase desapercibido, debemos ser conscientes de cada detalle que
nos rodea y limitarnos a observar. También podemos mirar hacia el interior y
centrarnos en nuestro cuerpo.
Tenemos que procurar
captar todos los infinitos estímulos que nuestra mente ha estado filtrando para
que se pueda liberar de los ciclos que hacen que se obsesione con sus propios
pensamientos y al inundarse de señales procedentes del mundo físico evitar que
siga viviendo en su propia burbuja de pensamientos inútiles.
De esta forma seremos capaces
de ver a través de la ilusión del pensamiento y seremos conscientes de que gran
parte de nuestra felicidad depende no de las condiciones del mundo que nos
rodea sino de los pensamientos que creamos sobre estas y del poder que les
concedemos.
Una manera lógica de explicar que no todo lo es... Interesante artículo.
ResponderEliminarExcelente artículo
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