Janice Nadler,
profesora de derecho y de negociación en
la Northwestern University, en su artículo “Rapport in negotiation and conflict
resolution”, plantea la importancia de lograr establecer buenas relaciones con nuestros
interlocutores en una negociación.
Para lograr la
compenetración con el contrario debemos conseguir crear una situación de mutua
positividad e interés. Su desarrollo se caracteriza por la presencia de tres
componentes dinámicos:
1.- Atención mutua e
implicación. Se evidencia con la disposición
física de los participantes en una interacción. Como ejemplos tenemos la
colocación formando un círculo o semicírculo en un grupo, los brazos sin
cruzar, el contacto visual son señales de atención y promueven sentimientos de
implicación e interacción.
2.- Actitud positiva
hacia el contrario. Se demuestra externamente por comportamientos como el
contacto visual, la sonrisa y gestos de aproximación.
3.- Coordinación,
referida a la sensación de estar en sintonía con los otros interlocutores. Se
puede manifestar con gestos de asentimiento a los comentarios del otro o con la
imitación inconsciente de los comportamientos de la parte contraria: tono de
voz, expresiones faciales, posturas,…
Con frecuencia en las
negociaciones se encuentran conflictos
con motivaciones mixtas, ya que por un lado los negociadores están motivados
para cooperar para asegurar que se llega a un acuerdo, pero al mismo tiempo lo
están también para competir con la parte contraria para conseguir el mayor
beneficio posible a nivel personal. En estas ocasiones en las que el obtener el
resultado colectivo óptimo requiere cooperación se puede presentar la situación
de que cada parte está dispuesta a cooperar si la otra lo hace, por lo que
deben coordinarse para cooperar. En estos casos llegar a establecer una
compenetración es fundamental, para lo cual Janice Nadler sugiere:
I.-
ENCUENTROS CARA A CARA. Cuando los negociadores no han
tenido un contacto previo las tecnologías de comunicación pueden perpetuar los
sentimientos de desconfianza y de falta de familiaridad. Los negociadores se
imaginan unos oponentes abstractos y con pocos puntos en común con ellos y que
no merecen que se les dedique mucho esfuerzo en llegar a conocerlos. El
contacto visual facilita, en cambio, la cooperación entre las partes.
II.-
CHARLAR PRIMERO NEGOCIAR DESPUÉS. Es útil también en
los casos en los que el contacto a nivel personal no se puede producir y no
conocemos a nuestros oponentes. Diversas investigaciones demuestran que
conversar de forma informal con nuestros interlocutores en una negociación
antes de su comienzo sirve para generar una atmósfera de positividad, confianza
y actitudes abiertas que va a suavizar el proceso posterior. Los negociadores lo van a enfocar con una
actitud más favorable a confiar en las buenas intenciones ajenas y con un
modelo mental más propicio a la colaboración.
III.
PROCURAR QUE EL OPONENTE TE CONOZCA. La conexión que vamos a
establecer con el oponente va a depender en gran parte del grado en el que
seamos capaces de percibir que compartimos con él rasgos similares de carácter
y actitudes y de que merece nuestra generosidad o apoyo.
Las negociaciones complejas requieren que les
dediquemos tiempo y en el curso de las distintas discusiones y reuniones se
pueden ir generando afiliaciones compartidas que van a constituir la base de
entendimientos posteriores.
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