Las personas poco
sociables o solitarias pueden ser profesionales brillantes, pero pueden afectar
negativamente el rendimiento de un equipo. En un artículo publicado en MindTools el pasado mes de diciembre se planteaban estrategias para evitarlo.
Normalmente este tipo
de personas prefiere trabajar en solitario y con frecuencia son inteligentes y
muy productivos si se les deja a su aire, pero muestran muy poco interés en
compartir sus ideas y en socializar o colaborar con otros.
Es común que se les
confunda con los introvertidos, pero existen dos diferencias fundamentales: los
introvertidos, aunque prefieran trabajar solos y pueden intentar hablar delante
de un grupo, son buenos oyentes y pueden tener un alto nivel de inteligencia
emocional. Los solitarios, por el contrario, pueden sentirse perfectamente
cómodos al hablar ante un auditorio, pueden ser expertos en su campo y tener un
elevado impacto en los clientes debido a su alta confianza en sí mismos y
energía, pero pueden mostrar poca inteligencia emocional o desechar las ideas
de los demás porque prefieren centrarse en las suyas.
En un equipo se pueden
detectar porque pueden parecer:
a).- Distantes.
b).- Desconfiados,
cuestionando las habilidades de los demás.
c).- Perfeccionistas.
d).- Excesivamente
centrados en su tarea.
e).- Autosuficientes.
f).- Insensibles y sin
empatía.
g).- Seguros de sus
habilidades.
h).- Inteligentes y creativos.
Los líderes para
conseguir extraer lo mejor de estos profesionales pueden utilizar las
siguientes estrategias:
1.- Procurar entender las causas por las que el
profesional se muestra poco sociable. Algunas personas lo hacen porque les
gusta trabajar solos, mientras que otros pueden ser tímidos, en cuyo caso hay
que buscar las oportunidades en que se pueda comunicar sin problemas con el
resto del equipo, posiblemente en grupos muy reducidos. En otras ocasiones
puede deberse a la falta de habilidades de comunicación y será necesario
facilitar su formación sobre cómo hablar en público, escuchar o redactar
adecuadamente.
Es muy importante
abordar al solitario con empatía, mostrando que le entendemos, que apreciamos
su perspectiva y conocemos sus necesidades.
2.- Identificar sus fortalezas y debilidades. Maximizaremos su
productividad si le asignamos más tareas acordes con las primeras. No hay que
olvidar que los solitarios suelen ser muy capaces en un determinado campo y si
se les ofrecen oportunidades para brillar pueden ser un factor positivo para el
equipo. Una vez finalicen u proyecto se les deben proponer nuevos retos,
siempre procurando concederles el tiempo y el espacio que necesitan.
Para minimizar sus
debilidades se deben evitar delegar tareas que supongan trabajar con los demás
o buscar personas con la que se encuentren cómodos para actuar como
intermediarios.
3.- Encontrar qué es lo que les motiva. Hablar con el
solitario para confirmar que realmente prefiere trabajar solo, ya que algunas
personas pueden parecer que lo son pero en realidad lo que no saben es cómo
trabajar con otros. Mantener una entrevista para sugerir que se puede integrar
en u proyecto o equipo y facilitarle el coaching necesario para que se puedan
ir adaptando. Si rechaza la oferta nos
encontramos ante un verdadero solitario.
Existen estudios que
han mostrado que los solitarios perciben que van a existir pocos beneficios por
pertenecer a un grupo, por lo que se pueden intentar indagar sobre qué les
motivaría.
Existen ocasiones en
que aunque se muestren reacios a trabajar en equipo no van a tener más remedio
que hacerlo. En estos casos es fundamental que exista una buena comunicación,
ser honestos sobre lo que esperamos de ellos y sobre la duración de la
experiencia. Aclararle que una vez que termine esa tarea determinada podrá
continuar con su forma preferida de trabajar.
4.- Fomentar la
comunicación. Uno de los mayores riesgos de contar con miembros de un equipo
que sean insociables es su falta de
comunicación con el resto del equipo, lo que puede llevar a que realicen
trabajos incompatibles con los de los demás o a hacer tareas que ya han hecho
otros. Se les debe pedir que informen regularmente al grupo de sus progresos y
que asistan a todas las reuniones, para que entiendan los objetivos y el
enfoque del equipo.
Hay que comunicarles,
también, de cuáles han sido las posibles decisiones o cambios que se han podido
tomar de forma informal e insistir en la repercusión de su actitud en la moral del equipo.
Si su comportamiento
no interfiere con la productividad del equipo se le puede permitir trabajar en
solitario en un entorno en el que sienta mayor comodidad: teletrabajo o
despacho individual, por ejemplo.
He conocido a algunos y son difíciles de gestionar, pero conseguida su confianza se encuentra uno a algunas personas estupendas
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