Cass R. Sunstein y Reid Hastie en “Wiser. Getting beyond groupthink to make groups smarter”, que estamos comentando, destacan el hecho de que en las últimas décadas los científicos que se dedican a analizar el comportamiento han dedicado parte de sus esfuerzos a especificar cómo y cuándo las personas cometen errores: cuáles son los mecanismos que llevan a ello.
Se sabe que los
individuos utilizan métodos heurísticos que les conducen a cometer errores
predecibles o se encuentran condicionados por determinados prejuicios que les
llevan a equivocaciones sistemáticas.
Los seres humanos
yerran porque utilizan métodos heurísticos disponibles con facilidad para
responder a cuestiones complejas sobre probabilidad. Por ejemplo en el mundo de
las organizaciones o de la política las personas van a responder de acuerdo a
un fracaso o éxito que haya tenido mucha repercusión. Si una estrategia se ha
mostrado como desastrosa en una determinada situación la tendremos en mente y
afectará decisiones posteriores: ningún político quiere ser responsable de otro
“Vietnam”. La política exterior de los países en ocasiones se plantea teniendo
en cuenta las analogías disponibles, lo cual no tiene por qué ser el peor
enfoque pero no es el más acertado.
La heurística también
explica alguna de las fuentes de discriminación por razón de raza, sexo, edad o
discapacidad. Es fácil recordar casos en lo que una profesional abandona su
trabajo para cuidar de su familia, por ejemplo y así justificar la
discriminación sexual a la hora de seleccionar a un candidato a un puesto de
trabajo. Las buenas decisiones se tienen
que basar, en este caso, en una visión completa del profesional y su desempeño
y no en impresiones fugaces. Si las organizaciones utilizan la heurística
pueden, por tanto, cometer errores significativos, sobre todo si tienden a
generalizar a partir de hechos que tienen recientes o que les han resultado muy
impactantes.
Otros factores que
influyen en las decisiones que tomamos los seres humanos son los derivados de
la forma en que enmarcamos o presentamos los problemas. La misma decisión se puede plantear en
términos qué vamos a perder o qué podemos ganar o qué debo elegir o qué debo
desechar. Es importante porque va a tener un gran efecto en la decisión final.
Si un dilema se enmarca
en términos de pérdidas en cualquiera de las alternativas la mayoría de las
personas pasaremos de una actitud cauta de evitar los riesgos a una más osada
de búsqueda de los mismos. Es lo que ocurre, por ejemplo, en el caso de los
jugadores que pueden aceptar apuestas irrazonables para tratar de recuperar el
dinero perdido.
Los prejuicios también
van a afectar la forma en que vamos a tomar decisiones. Entre ellos, con frecuencia, caemos en los prejuicios de:
a).- El egocentrismo:
pensar que las personas tienen que pensar y actuar como nosotros. Tendemos a
creer que nuestros gustos y preferencias son los más comunes y que los demás
los tienen también. Este prejuicio puede conducir a cometer múltiples errores:
por ejemplo en una empresa se puede pensar que cómo consideran que los productos que fabrican son buenos los
clientes potenciales van a pensar lo mismo.
b).- El optimismo
irreal. Se produce, por ejemplo, cuando una determinada línea de acción está
fallando y en lugar de abandonarla nos implicamos aún más.
c).- El exceso de
confianza que lleva a pensar que nuestras predicciones son más precisas de lo
que lo son en realidad.
d).- La falacia de la
planificación, muy asociada al optimismo irreal y al exceso de confianza. Los
proyectos con mucha frecuencia suelen exceder el presupuesto y el tiempo
estimado para su ejecución. El error
surge porque nos centramos en un escenario miope del proyecto que bloquea
cualquier reflexión sobre las múltiples contingencias que pueden surgir en el
desarrollo del mismo.
e).- La certeza de que
algo que ha ocurrido lo sabíamos con anterioridad. Nos puede condicionar
negativamente porque puede evitar que aprendamos. Si no me sorprende un
resultado, porque pienso que lo esperaba, no me plantearé analizar mis
creencias sobre la situación y la vez siguiente en la que se ocurra un hecho
similar cometeré el mismo error.
Al analizar el
comportamiento de los grupos con respecto a todos los errores mencionados se
comprueba que con frecuencia éstos no sólo se replican sino que se amplifican.
Se ha comprobado que éstos, por ejemplo:
1.- Aumentan su
dependencia de los métodos heurísticos.
2.- Muestran un mayor
exceso de confianza en sus apreciaciones que los individuos.
3.- Son más vulnerables
a los efectos de la forma en que se enmarcan las decisiones.
Entre las causas por
las que los errores individuales no se corrigen a nivel grupal los autores
destacan que intervienen tanto las presiones de la información como la
influencia social (comentadas en la entrada anterior).
Supongamos, por
ejemplo, que gran parte de los miembros de un grupo tienen tendencia a cometer
un error específico. Si la mayoría caen en el mismo error, lo observable es que
una “prueba social” de que esa conducta puede ser correcta. Los que no son
expertos en el tema pueden pensar que si la mayor parte de las personas cometen
un error similar, puede ser que éste no sea un error. La influencia social
juega también un papel importante ya que si en nuestro grupo la mayoría de sus
integrantes caen en determinados errores podemos repetirlos nosotros para no
destacar o parecer que estamos en desacuerdo con el grupo.
Los grupos si pueden
corregir determinado tipo de prejuicios. Por ejemplo, en el caso de los
problemas “Eureka” funcionan bien, aunque los miembros individuales comiencen
por plantear respuestas basadas en algún tipo de prejuicio. Si los integrantes
de un grupo reconocen que una idea es correcta tenderán a terminar convergiendo
en ella. Esta convergencia puede ocurrir por tres razones:
1.- Las personas
aceptan que la respuesta es la correcta, pensando que realmente estaba en sus
mentes lo que pasaba es que no habían tenido acceso a ella, hasta que de
repente surge.
2.- La persona que
defiende la idea correcta es capaz de demostrar su validez por medio de argumentos
convincentes.
3.- La autoridad técnica de la persona que avala
la idea no se puede discutir.
Los grupos, también,
tienen una mayor facilidad para vencer al prejuicio del egocentrismo. La razón
es evidente: como individuos nos centramos en
nuestros propios gustos y preferencias, pero si consultamos con otros
podemos ver que existen otras posibilidades. En estos casos la deliberación en
grupo resulta muy útil, salvo que en éste no exista diversidad en cuyo caso
este tipo de prejuicios se puede amplificar y el grupo fallar.
Diversas
investigaciones han mostrado el hecho de que los errores en los grupos se
pueden amplificar si sus miembros influyen unos sobre otros. Si los que hablan
primero en un grupo favorecen una determinada actuación es más probable que el
grupo en su conjunto termine apoyándola lo que no hubiera hecho si los primeros
oradores hubiesen sido otros. Una lección para los líderes que quieran
aprovechar esta respuesta es que cuando quieran que se apruebe una idea
procuren que hablen primero y con frecuencia aquellos que están a favor de la
misma a lo largo de las deliberaciones.
Este fenómeno comentado
en el párrafo anterior se conoce como “cascadas”. Una cascada ocurre cuando las
personas influyen tanto sobre las demás que éstas últimas ignoran sus
conocimientos individuales y se apoyan
en los juicios establecidos públicamente por las primeras. Existen dos tipos
fundamentales:
1.-
Informativas. En ellas las personas silencian sus
opiniones y conocimientos como una muestra de respeto hacia la información que
transmiten los demás. El problema es que se puede dar porque pensemos que
cuando una persona suscribe una opinión de otra que la ha expresado con
antelación lo hace porque realmente cree en ella y no porque haya sido víctima,
también del fenómeno de la cascada y todos van a apoyar la idea del que primero
se ha manifestado, sin reflexionar sobre la validez de sus juicios. Las
personas tendemos a pensar que si dos o más personas defienden una idea lo
hacen porque han llegado a esa conclusión cada uno de forma independiente.
La consecuencia es que
aquellos que se ven inmersos en una cascada
no revelan todo lo que saben, con lo que el grupo no obtiene información
que puede ser importante y con frecuencia toma decisiones erróneas.
Las personas que son
humildes o complacientes caen con más facilidad en las cascadas, pero también
las que son ansiosas pueden reaccionar acabando con ellas si piensan que son
demasiado optimistas.
Todo grupo necesita
personas como estas últimas que se plantean que si muchas personas comparten
una opinión puede ser que lo hagan por seguir el camino marcado por otros que
pueden estar equivocados y que es necesario que exista algún tipo de disensión para
que se produzca una reflexión antes de tomar una decisión.
Es importante que
entendamos que al confiar en las acciones o palabras de los que les preceden
los miembros de un grupo no tienen por qué estar actuando de forma
irresponsable. De hecho las cascadas informativas se pueden producir cuando sus
miembros están siguiendo rigurosos procesos de pensamiento. Los integrantes del
mismo pueden estar reaccionando sensatamente ante las señales informativas que reciben. Si la
mayor parte de las personas piensan que un proyecto es una buena idea lo más
frecuente es que lo sea. Si queremos estar en desacuerdo con las opiniones
expresadas por la mayoría del grupo tenemos que contar con argumentos sólidos.
Lo anteriormente
expuesto no implica que no debamos subestimar nuestra tendencia a confiar en
exceso en la opinión de los demás. Uno
de los más insidiosos efectos colaterales de las decisiones grupales es que las
personas mantienen más sus creencias en las decisiones incorrectas si son las
tomadas por el grupo.
2.-
Reputacionales. El silencio se produce para evitar el
posible rechazo de los demás. Tienen una dinámica distinta a las anteriores. En
ellas los miembros del grupo piensan que sí saben lo que es correcto o que
puede llegar a serlo, pero siguen adelante con el grupo para mantener la buena
opinión del resto del grupo. El problema no es que los miembros del grupo se
vayan a ver influidos por la información
contenida en las declaraciones de sus predecesores sino que no quieren
enfrentarse a la posible desaprobación de sus jefes o compañeros.
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