Costas Markides, profesor de estrategia en London Business School, en
London Business School Review del pasado 23 de enero plantea que nuestras
buenas no se venden solas sino que necesitan persuasión para que los demás
piensen que son magníficas.
El autor propone 5 variables que van a determinar si nuestros esfuerzos
para convencer a los demás de que nuestras ideas son buenas van a funcionar.
Éstas son:
1.- ¿Quién las propone? Algunas personas tienen una mayor facilidad para vender sus ideas que
otras. Se caracterizan por tener un alto grado de credibilidad, sentir pasión
por lo que se quiere defender y que los demás nos miren y piensen: “este es uno
de nosotros”.
2.- ¿Qué estrategia
utilizamos? Algunas tácticas para convencer son mejores que otras.
Por ejemplo recogiendo evidencias que respalden nuestra idea. Si ésta es
disruptiva enmarcarla de forma que parezca menos amenazante. Otra estrategia
efectiva es buscar aliados que nos ayuden.
3.- ¿Qué “vendemos”? Algunas ideas son mejores que otras por lo que tenemos que reflexionar en
profundidad sobre lo que queremos defender. Si pretendo vender alcohol, por
ejemplo, a la comunidad musulmana aunque sea el mejor vendedor del mundo y mis
tácticas de venta sean fantásticas mis posibilidades de éxito van a ser muy
limitadas. Si una idea es contraria a las normas y valores de las personas es
muy raro que la acepten.
4.- ¿Cuál es el contexto? ¿Qué es lo que está ocurriendo que puede hacer que nuestra idea resuene?
Podemos estar vendiendo· nuestra idea de la forma más eficaz pero los demás no
van a “comprarla” si el contexto no es el adecuado. Por tanto debemos mirar
nuestra idea y considerar si es el momento correcto para plantearla y si existe
una necesidad urgente para ella.
5.- ¿Quién es el “comprador”? Hay que seleccionar bien al colectivo al que dirigimos nuestra idea, si no
es el adecuado nuestras ideas no van a ser bien recibidas aunque utilicemos los
argumentos más persuasivos.
Desgraciadamente la mayor parte de las personas utilizan la variable de
cómo para influir en lugar de considerar las cinco. En relación con el cómo el
mayor mito es que la mejor táctica par influir en los demás es utilizar
argumentos racionales. Éstos son importantes pero no suficientes. Por ejemplo,
un estudio realizado en Harvard Medical School llamado “Change or die” encontró
que transcurridos seis meses después de una operación cardíaca el 90% de los
pacientes habían recuperado las conductas causantes de su mal estado de salud:
fumar, alimentación inadecuada,…, aunque sus médicos les habían dicho que
debían abandonarlos o morirían. Los argumentos racionales no eran suficientes
para convencerles.
Si estos razonamientos no son suficientes tenemos que ver qué es lo que
hizo que el 10% restante cambiase sus hábitos. La respuesta está en la forma en
que los facultativos plantearon la necesidad del cambio. Lo hicieron
recurriendo a algo positivo y emocional que fuese importante en sus vidas:
jugar con los nietos, dar paseos, tener una buena calidad de vida, no depender
del oxígeno para caminar,….
Los psicólogos con frecuencia utilizan la analogía del jinete y el elefante
para destacar la importancia de que nuestro mensaje sea emocional. El primero
representa el lado racional del ser humano y el segundo el emocional. Cuando
pensamos que debemos ir al gimnasio el que está hablando es el jinete pero el
elefante responde que de acuerdo pero que primero tiene que terminar la cerveza
que está bebiendo. Podemos imaginar que el jinete es el que tiene el control
pero es el elefante el que determina lo que hacemos: nada ocurre hasta que el
elefante decide moverse.
Por lo tanto, para convencer a las personas debemos ganarnos al elefante;
nuestro lado emocional. Existen distintas formas de hacerlo. Las dos preferidas
del autor son las siguientes:
a).- Ayudar a las personas a visualizar lo que queremos vender de la forma
más impactante que encontremos.
b).- Apoyarnos en historias.
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