Andrew Shipilov, Werner Hoffmann, Dovev Lavie y Jeffrey J. Reuer en INSEAD Knowledge del pasado 21 de
noviembre, plantean que las tensiones desafiantes de la coopetición requieren
contar con líderes capaces de trabajar en entornos de ambivalencia e incertidumbre.
La rivalidad entre
organizaciones rara vez se presenta en estado puro. El crecimiento industrial
con frecuencia va a depender de un nivel
de acomodación mutua entre los jugadores principales. Gracias a la abrumadora
presión de la economía digital para ser todo para todos los clientes muchos
rivales están siendo conscientes de que no pueden aislarse. Para tener éxito
van a requerir seguir una estrategia que combine los enfoques competitivo y
cooperativo. Lo que se conoce como “coopetición”.
Su necesidad es clara
pero cómo gestionar las tensiones que ocasiona no lo es tanto. Los directivos
deben definir los límites entre los comportamientos colaborativos y combativos,
al tiempo que deben permitir la suficiente flexibilidad para que esta
estrategia cree el máximo valor.
Los autores han
identificado cuatro mecanismos principales por medio de los cuales las
organizaciones pueden intentar mitigar las tensiones generadas por la “coopetición”.
Éstos son:
1.-
Separación organizacional. Mediante este enfoque las
organizaciones crean amortiguadores entre la competición y la cooperación
utilizando su estructura. Esto con frecuencia implica que una unidad de una
empresa utiliza a otra como aliado mientras otro departamento la considera una
competidora. Por ejemplo tenemos la ambivalente relación entre Apple y Samsung que
compiten con “uñas y dientes” por ampliar su cuota de mercado en relación con
el samrtphone mientras Samsung facilita a Apple muchos componentes para el
iPhone.
2.-
Separación temporal. Las organizaciones que emplean este
enfoque tratan de restringir sus actividades hacia la colaboración o hacia la
competición, pasando de una a otra táctica según el momento y las necesidades.
Por ejemplo en el sector de las líneas aéreas es frecuente que se creen
alianzas entre compañías que van cambiando y una vez son rivales para luego
pasar a colaborar entre ellas según la situación.
3.-
Separación de dominios. Un tercer enfoque coloca a la
colaboración y a la competición en dominios diferentes, por ejemplo, líneas de producto, mercados
geográficos o actividades en una cadena de valor, como en el caso de la unión
de empresas para compartir los costes de las primeras fases de innovación en
algún producto y una vez la tecnología preliminar se ha desarrollado cada una
va a competir por conseguir llevarlo al mercado la primera o con el mejor
producto.
4.-
Integración contextual. Se apoya en la síntesis en lugar
de en la separación para controlar las tensiones. Los directivos que siguen
esta aproximación “lucen” tanto el “sombreo” cooperativo como el competitivo
hacia la misma empresa al mismo tiempo, utilizando mecanismos apropiados y
rutinas organizacionales para mantener la coherencia.
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