David
Honigmann, Ana Mendy y Joe Spratt en McKinsey.com del pasado 26 de
junio proponen una serie de recomendaciones para que los líderes puedan
conseguir el compromiso de sus profesionales en la reincorporación al trabajo en
la fase de recuperación de la pandemia.
Cuando la
crisis del COVID 19 surgió las organizaciones en todo el mundo se vieron
inmersas en un nivel tan elevado de incertidumbre que era difícil, para muchas
de ellas, saber si iban a poder emerger de ella intactas. En el momento actual,
aunque el camino por delante sigue siendo complicado, los líderes se están
planteando, no tanto si van a poder volver, sino cómo hacerlo.
Esta fase de
reentrada facilita a los líderes razones convincentes para fortalecer las
conexiones con los profesionales. Reconocer y gestionar las emociones humanas
clave como la aflicción, pérdida y ansiedad en el trabajo ofrece una
oportunidad para reconstruir la salud organizacional, la productividad y la
retención del talento. Facilita una posibilidad histórica para vencer el
estigma de la salud mental y emocional como temas tabúes a discutir en los
entornos laborales.
Una
comunicación clara e inspiradora es clave para lograr que está nueva fase
incierta sea un éxito. Además de establecer cambios estratégicos decisivos los
líderes deben ayudar a sus inquietas fuerzas laborales a confiar en el futuro.
Los autores
recomiendan seguir una serie de pasos para que los líderes puedan diseñar el
enfoque apropiado de comunicación, teniendo en cuenta que según la situación de
las organizaciones éstas se pueden segmentar en “supervivientes” (luchando por
mantenerse), “en proceso de adaptación” ( teniendo que cambiar su modelo de
negocio radicalmente) y “florecientes” (bien posicionadas debido a una demanda
extra o porque ya tenían el teletrabajo incorporado). Éstos son:
I.- PONER LAS BASES SIENDO SENSIBLES
A LAS NECESIDADES DE LOS PROFESIONALES
Los líderes
al abordar esta etapa de reentrada deben conocer y entender cuál es la
situación mental de sus profesionales y preparar las actuaciones en respuesta a
la misma. Algunos estarán deseando volver a su lugar de trabajo mientras otros preferirían
no hacerlo todavía y otros en teoría estarán deseando regresar pero sienten
temor por los posibles riesgos para su salud y la de sus seres queridos. También
sienten incertidumbre sobre su futuro laboral.
Pasos
prácticos a seguir por los líderes son:
1.- Sondear
a los profesionales regularmente para saber en qué situación están. Identificar
a aquellos que ya quieren volver lo antes posible y aquellos que necesitan algo
más de tiempo por formar parte de un grupo de alto riesgo o por razones
personales ( no tener con quién dejar a sus hijos, por ejemplo). Esto dependerá
hasta cierto punto de los puestos de trabajo que permitirán o no la posibilidad
de retrasar el retorno. En este sentido según el grupo el enfoque puede ser:
a).- En relación
a los “supervivientes” mostrarles cómo el retorno al trabajo incrementará las
posibilidades de una rápida vuelta a la viabilidad.
b).- En
relación con los que deben adaptarse mostrarles cómo las nuevas formas de
trabajar pueden ayudar a la organización.
c).- En
relación con los que prosperan mostrarles como el retorno es una recompensa y una
consolidación de los esfuerzos de todos.
2.- Hacer
que los planes de retorno sean transparentes, comunicando quién está trabajando
en ellos y cuándo se van a hacer anuncios sobre el tema. Limitar, dentro de lo
posible la incertidumbre e informar de lo que sabemos que va a pasar y de lo
que sabemos que no va a pasar y sobre cuándo esperamos tener respuestas más concretas.
3.- Ofrecer
información sobre aspectos prácticos como posibilidades de transporte y cambios
en la organización de los espacios en el trabajo.
4.-
Solicitar feedback a todos los grupos de interés de forma regular.
5.- Aclarar
cómo los profesionales pueden plantear sus dudas y preguntas.
II.- HONRAR LO PASADO Y ENCARAR DE
FORMA DIRECTA LAS EMOCIONES
A lo largo de
la pandemia los profesionales han experimentado diversos grados de traumas y
pérdidas tanto en su entorno laboral como a nivel personal y ayudar a afrontar
lo ocurrido es útil para construir resiliencia.
Los líderes
necesitan dedicar tiempo a cultivar conversaciones abiertas y compasivas sobre
lo que se ha perdido en la pandemia. Deben validar que existe un impacto
emocional y que se debe hablar sobre ello. Sus esfuerzos deben ser sinceros ya
que mostrar empatía sin actuar con verdadera compasión en muchas ocasiones
puede empeorar las situaciones. Es recomendable, también, buscar modos de
honrar lo pasado.
Pasos
prácticos a seguir por los líderes son:
1.- Mantener
conversaciones con individuos y equipos sobre el posible impacto emocional. Los
altos ejecutivos tienen que asumir esta función. No pueden delegar esta tarea. En
ellas deben normalizar las preocupaciones emocionales de los empleados a todos
los niveles incluyendo comentar las pérdidas reales y percibidas resultado de
la pandemia, cómo les ha afectado y el reconocimiento de las contribuciones de todo el equipo y de cada
uno de sus miembros.
2.- Dedicar
tiempo a celebrar y reforzar los valores de la organización y a comentar cómo
se han puesto de manifiesto durante la respuesta a la pandemia.
a).- En relación
a los “supervivientes” destacar la larga historia de la organización y cómo ha
capeado temporales antes.
b).- En
relación con los que deben adaptarse resaltar cómo la organización se ha
reinventado a sí misma en el pasado.
c).- En
relación con los que prosperan enfatizar las formas en que el actual éxito está
construido sobre valores sólidos.
3.- Recordar
y honrar a los profesionales que
murieron durante la pandemia, han trabajado en primera línea (sanitarios, por
ejemplo) y a los que han mantenido a la organización funcionando ( los héroes
silenciosos).
4.- Crear un
ecosistema que permita a los profesionales mantener relaciones con aquellos que
han perdido su trabajo no por razones de su desempeño, sino económicas. El
aislamiento de los compañeros durante la pandemia junto con el estigma de la pérdida
de trabajo puede tener efectos devastadores en los profesionales que se
marchan. Para favorecer dicho ecosistema los líderes pueden.
a).-
Transmitir a los profesionales que se mantienen que está bien continuar sus
relaciones con sus antiguos compañeros, así como facilitarles ayuda para
encontrar trabajo.
b).- Lanzar
o expandir una red de profesionales para mantener las buenas relaciones y como
fuente de talentos.
c).- Ligar
estos esfuerzos de mantener el contacto con valores de la organización como el
respeto y la colaboración.
5.- Analizar
el impacto de estas iniciativas mediante encuestas.
III.- MARCAR LA TRANSICIÓN:
RECONOCER EL PODER DE LOS RITUALES
Los rituales
generan un sentimiento de familiaridad y consuelo. Nos ayudan a navegar a
través de las pérdidas y a celebrar hitos significativos en nuestras vidas:
nacimientos, bodas, funerales,…, reduciendo el estrés. La pandemia actual ha producido
una distorsión sin precedentes en las vidas de las organizaciones. Nuevos
rituales, acompañados de los valores de la organización junto a un renovado
propósito pueden servir de pilares para la seguridad psicológica y la
normalidad. Pueden ayudar a los profesionales a procesar lo que ha ocurrido y a
reconstruir el capital social. También resulta de utilidad la reconstrucción de
antiguos rituales.
El entorno
laboral ofrece un marco para que las personas puedan contemplar situaciones
traumáticas desde una perspectiva más motivadora. Al retornar los profesionales
a sus trabajos los rituales pueden servir para marcar una nueva etapa en la
vida de la organización. En los términos del modelo de Kübler – Ross seria el
momento en que los trabajadores empezarían a abandonar la fase de depresión
para pasar a la de aceptación. Los autores recomiendan fijar una fecha
determinada en la organización en la que se va a comenzar la “nueva normalidad”
con unos rituales específicos.
Pasos
prácticos a seguir por los líderes son:
1.- Centrar
la comunicación en el bienestar del os trabajadores no en el trabajo en sí.
2.- Fijar
las fechas para la realización de una serie de eventos que marquen el paso del
pasado al futuro.
3.-
Facilitar un “kit” de bienvenida que informe de lo que los profesionales deben
conocer sobre la “nueva normalidad”. Puede incluir equipamiento así como reglas
para las reuniones, utilización de espacios comunes, …
4.- Ofrecer
programas de ayuda a los empleados e información sobre los mismos.
IV.- MIRAR AL FUTURO: ABRAZAR UN
NUEVO PROPÓSITO
Los líderes
se pueden sentir tentados a refugiarse en pequeños grupos de toma de decisiones
para tomar las que sean claves lo antes posible. En lugar de ello pueden aprovechar
este momento para definir y mostrar un propósito común con sus trabajadores que
estarán esperando su liderazgo y buscando formas para comprometerse. Los
líderes, en este sentido, estarán dispuestos a compartir los planes futuros con
sus colaboradores para solicitar su input y lograr su compromiso para abordar
los desafíos a los que su organización se enfrenta.
Pasos
prácticos a seguir por los líderes son:
1.- Comenzar
o renovar discusiones sobre el propósito
de la organización basándose en los descubrimientos puestos en evidencia por la
crisis.
a).- En relación
a los “supervivientes” plantear cómo se puede retener nuestro propósito en un
mundo que ha cambiado.
b).- En
relación con los que deben adaptarse preguntarles cómo podemos avanzar
rápidamente hacia nuevas formas de trabajar.
c).- En
relación con los que prosperan plantear cómo se puede mantener el éxito actual
mientras el mundo va retornando lentamente a la “normalidad”.
2.- Mostrar
como el propósito se alimenta de una dirección estratégica. Articular la
conexión entre el mismo y las acciones de negocio, por ejemplo como desplegamos
el valor de “el cliente es lo primero” en acciones específicas. Los directivos
deben hablar con sus equipos sobre cómo el trabajo que están realizando
contribuye a la recuperación y preguntarles que es lo que les motiva y da
significado a su trabajo.
3.- Poner la
dirección estratégica en su contexto desarrollando, articulando y compartiendo
lo que el futuro será, incidiendo en lo que ha cambiado en los últimos meses y
lo que no lo ha hecho, de qué forma se van
a establecer prioridades y cuáles son las nuevas expectativas de los
líderes y de los profesionales.
4.-
Monitorizar la eficacia de la comunicación durante los próximos meses,
evaluarla y ajustarla si es necesario.
Todos estos
pasos surgen de la necesidad de una comunicación clara y empática que logre
mantener a las personas optimistas y esperanzadas al tiempo que resilientes y
preparadas para posibles disrupciones futuras.
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