Benjamin Kessler en INSEAD Knowledge del pasado 9 de Julio plantea que no es solo lo que los líderes hacen
en primer plano lo que importa, sino que los grandes líderes saben cómo
gestionar la maquinaría organizacional tras el telón.
El liderazgo tiene dos caras,
una más visible y otra menos. La primera es la más heroica ya que es la que
emplean los líderes para inspirar y motivar. La segunda es más práctica y es la
que asumen los líderes para gestionar los procesos que mantienen a la
organización funcionando sin complicaciones. Las dos son necesarias, pero el
problema es que últimamente el desarrollo del liderazgo parece que se ha
centrado más en la imagen pública a expensas de la orientada a los procesos.
Charles Galunic, profesor de
comportamiento organizacional en INSEAD , en su último libro: “Backstage leadership:the invisible work of highly effective leaders” muestra las bases de la estrategia
organizacional. En él destaca 5 procesos que los líderes deben abordar.
1.- Escanear el entorno ( “ver
las tormentas antes de que se conviertan en huracanes”). Idealmente el líder debería
ser capaz de predecir los problemas antes de que surgiesen. El mejor liderazgo
requiere tener un radar muy fino que vaya más allá del horizonte y la humildad
de vivir con un cierto grado de incertidumbre mientras explora las posibles
soluciones con su equipo.
2.- Generar compromiso con una
estrategia. Requiere contar con el consenso o al menos la aceptación, derivada
de las ideas y el feedback de toda la
organización o de procurar alinear a los principales grupos de interés con
nuestras intenciones.
3.- Gestionar las
contradicciones para poder afrontar elecciones que implican un posible
conflicto entre sí, como por ejemplo la necesidad de mantener una jerarquía vs.
la agilidad que permite la toma de decisiones descentralizada o la sabiduría de
pensar a largo plazo vs. el imperativo de los resultados cuatrimestrales. Para
manejar estos aspectos aparentemente irreconciliables los líderes deben dominar
el arte de la ambidestreza.
4.- Aprovechar la cultura. Si se
detecta disparidad entre lo que los altos directivos dicen que representa la
organización y lo que realmente ocurre no intentar efectuar cambios radicales,
ya que se requiere paciencia y cuidado continuo, sino comenzar por intentar
efectuar los cambios que puede controlar el líder como la contratación, la
cumplimentación de protocolos o el contenido de las comunicaciones
corporativas.
5.- Desarrollar el talento y
las competencias. Implica no solo detectar a las superestrellas y darles la
oportunidad de que brillen sino moldeando el contexto. Por ejemplo, explicando
cómo se hace el trabajo puede ayudar al desempeño de todos los profesionales y
no solo de unos pocos que destacan y en los que derrochamos recursos que pueden
no obtener el retorno deseado.
La crisis actual derivada de la pandemia ha
puesto de manifiesto la importancia de contar con líderes que ofrezcan un
sentido de lo que está ocurriendo y de lo que hacen los profesionales y una dirección inspiradora.
Asimismo la gestión de las contradicciones se ha vuelto más complicada y
urgente: la primera inclinación del líder ante la alarmante situación económica
puede ser centrarse en las eficiencias y olvidar el resto de los aspectos, lo
que pasará factura a largo plazo.
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