Chen Zhang, Jennifer D.Nahrgang, Susan J. Ashford y D. Scott DeRue en physiciansleaders.org del pasado
24 de diciembre, plantean que con mucha frecuencia profesionales prometedores
renuncian a optar a posiciones de liderazgo cuando surge la oportunidad. Los
autores presentan una nueva investigación que muestra tres de los riesgos
percibidos que con más frecuencia se asocian al liderazgo:
1.- RIESGO INTERPERSONAL
Los profesionales piensan
que con frecuencia su actuación como líderes puede dañar sus relaciones con sus
compañeros.
2.- RIESGO PARA LA IMAGEN PERSONAL
Es la segunda preocupación
que se manifiesta con mayor frecuencia: al liderar los demás pueden pensar mal
de ellos. A pesar de que tantos las organizaciones como los trabajadores generalmente
afirman admirar el liderazgo, las personas se preocupan de cómo al actuar como
líderes puede hacer que sus compañeros cambien su visión de ellos y ésta empeore.
3.- RIESGO DE SER CULPADOS
Especialmente
de ser responsabilizados si el grupo falla. Los profesionales se preocupan de que se les pueda achacar del fracaso colectivo
y de que esto les pueda costar una promoción deseada u oportunidades de
liderazgo futuras. El temor a ser asociado y culpado por los fracasos es un
poderoso efecto disuasorio a la hora de aceptar oportunidades de liderar.
Los autores para mitigar y
superar estos riesgos proponen seguir tres pasos proactivos:
a).- Incrementar los apoyos a los profesionales más sensibles al riesgo. Las entrevistas realizadas durante la
investigación sugieren que los profesionales que están en el inicio de sus
carreras, son novatos en los equipos y/o tienen un rango bajo en la estructura
de la organización suelen mostrarse más sensibilizados ante los riesgos del
liderazgo, así como los pertenecientes a determinados grupos étnicos o
sexuales. Para animar a estos empleados a que afronten los retos adicionales a
los que se pueden enfrentar los directivos pueden recurrir a ellos cuando
surjan oportunidades, buscar que expresen sus ideas y opiniones en reuniones y
proyectos clave y públicamente reconocer sus contribuciones de liderazgo
delante de compañeros con más experiencia.
b).- Gestionar el conflicto y la forma en que las
personas lo interpretan. El
conflicto aparece inevitablemente dentro de los equipos, pero el tipo de
conflicto que más disuade de los posibles riesgos de liderar a las personas al
trabajar en equipo es aquel derivado de conflictos de relación (por ejemplo los
debidos a diferencias de personalidad o de valores), más que los ocasionados
por las diferencias de opinión sobre las tareas o procesos de trabajo. Por
tanto, cuando los conflictos surjan los directivos deben ayudar al grupo a
abordar sus desacuerdos específicos y asegurarse de que éstos se refieran al
trabajo, en lugar de dejar que un
conflicto productivo se convierta en uno en el que se producen ataques a los
valores o estilos de personalidad de las personas. Cuando los profesionales
consideran al conflicto como una búsqueda de la mejor idea en lugar de una
lucha entre personas se mostrarán más dispuestos a liderar a esas personas.
c).- Encontrar oportunidades
de baja responsabilidad para que los profesionales puedan probar sus dotes de liderazgo. Las personas suelen tener mayor aversión a los
riesgos cuando pueden estar en juego consecuencias graves para su carrera profesional.
Por ejemplo, si a un líder poco experimentado se le pide que asuma responsabilidades
de liderazgo muy visibles puede que se preocupe ante la posibilidad de que un
desempeño pobre pueda dañar su credibilidad ante compañeros influyentes con los
que puede que tenga que trabajar en el futuro o hacer que pierda posibles oportunidades
de desarrollo más adelante. En casos como estos las posibles consecuencias
importantes que se deriven pueden hacer que las personas no deseen asumir
oportunidades de liderazgo.
Para mitigar esta situación
los directivos pueden identificar oportunidades de menor trascendencia como un
proyecto rutinario con menor visibilidad o una iniciativa con consecuencias
menos significativas para animar a que los profesionales de alto potencial
ejerciten sus capacidades de liderazgo en entornos más seguros. Esta estrategia
permite también probar diferentes enfoques de liderazgo y reflexionar sobre
aquello que funciona para ellos para introducir las modificaciones adecuadas
sin preocuparse de que su carrera esté en juego. De este modo al ir sintiéndose
más seguros y al ir perfeccionando sus habilidades de liderazgo se sentirán y
estarán mejor preparados para asumir oportunidades de mayor riesgo sin miedo al
fracaso.
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