Charlie Gilkey en “Start finishing. How
to go from idea to done” , tras analizar como hemos visto en una entrada anterior cómo elegir una idea plantea la forma en transformarla en una meta.
Para formular la meta Gilkey
recomienda que sea:
1.- Sencilla, lo que
implica que entendemos su significado. Sencilla no quiere decir que sea fácil,
sino que sabemos exactamente lo que tenemos que hacer para avanzar con la idea.
2.- Posible. Una meta
es factible cuando son claras las acciones que tienen que abordarse para
conseguirla.
3.- Significativa. Una
meta se puede considerar que tiene un significado cuando rápidamente podemos
entender la importancia de alcanzarla.
4.- Realista porque
contamos con los recursos necesarios para llegar a ella.
5.- Trazable. Una meta
es rastreable cuando resulta claro de forma cuantitativa o cualitativa lo que
el progreso significa. La mayor parte de las metas, adicionalmente, se deben
formular con un periodo de tiempo límite en que alcanzarlas.
Los pasos para
convertir una idea en una meta son:
a).- Verbalizar la meta
con un verbo que describa bien lo que significa conseguirla. Por ejemplo: “publicar
un libro” o “redefinir la estrategia”.
b).- Asignar un tiempo
para su cumplimentación. Una vez que pensemos cuál puede ser un tiempo
razonable debemos doblarlo ya que tendemos a subestimar el tiempo que nos va a llevar
hacer algo.
c).- Comprobar que es
realista y factible teniendo en cuenta otras prioridades.
d).- Revisar la meta
para comprobar si sigue siendo la misma y continua siendo sencilla.
Otro aspecto que
tenemos que considerar para transformar una idea en una meta es el de qué tipo de éxito supone alcanzarla para nosotros.
Solemos pensar en los resultados en términos de éxito o fracaso pero existen
distintos niveles de éxito y planificar de acuerdo con el seleccionado. Éstos los
podemos clasificar en:
1.- Pequeños triunfos.
Aunque no nos sentimos excesivamente orgullosos de lograrlos, una serie de
pequeños éxitos obtenidos con coherencia e intención pueden conducir a triunfos
mayores. Por tanto debemos celebrarlos ya que se lo merecen.
2.- Éxitos moderados. Éstos
exceden los mínimos requerimientos para ser considerados un triunfo y solemos sentirnos
orgullosos de ellos. Es el nivel máximo que podemos obtener con solo nuestro
propio esfuerzo, posibilidades y recursos.
3.- Triunfo épico. Excede
mucho los requerimientos mínimos para ser considerado un éxito, pero para
alcanzarlo es necesario contar con un equipo.
Si consideramos los
niveles de éxito al fijar los objetivos podemos alinear las expectativas y los recursos. Los pequeños éxitos no requieren
el mismo esfuerzo y dedicación que los épicos, por lo que en el segundo caso si
las cosas se complican podemos recordar que no tiene por qué ser que algo está
mal en nosotros sino que escogimos jugar a un nivel que implica gran
dificultad.
Un ejemplo de los niveles
sería correr un maratón. Un pequeño éxito puede ser lograr finalizarlo, lo que
podemos hacer corriendo y caminando
durante parte del recorrido antes de que el evento termine. Un éxito moderado sería
llegar a la meta corriendo exclusivamente y un triunfo épico sería ganar el
maratón en nuestra categoría.
Este ejemplo muestra
también la naturaleza contextual de los distintos niveles ya que para un
corredor el éxito moderado considerado anteriormente sería solo un pequeño
éxito, pero para alguien que no ha corrido nunca o tiene una discapacidad el
llegar a la meta corriendo puede ser un triunfo épico.
Un elemento fundamental
a la hora de planificar un proyecto es contar con un calendario de ejecución.
Si no existe es difícil que se lleve a cabo por dos razones fundamentales:
a).- Un asunto sin
fecha no genera ningún compromiso.
b).- Naturalmente
tendemos a hacer triaje de los asuntos basándonos en los requerimientos de
tiempo.
Al fijar una fecha
tenemos que comenzar por determinar cuál es la de comienzo, no solo la de
finalización, ya que al hacerlo estamos dirigiendo, redirigiendo y creando el
tiempo, la energía y la atención hacia
el proyecto.
Una vez contamos con
nuestra meta, nuestro nivel de éxito y la fecha de comienzo hay que considerar
quiénes van a integrar el grupo de personas que van a ayudar a impulsar y a
conseguir que el proyecto llegue a buen término. En este grupo tenemos que
incluir cuatro tipos de personas:
1.-
Guías. Son las personas que tienen experiencia y han
tenido éxito en proyectos similares. Actúan como compases y consejeros cuando
nos quedamos atascados y las cosas no funcionan. Idealmente deben estar vivos y
poder ser accesibles, pero podemos tener personajes históricos como referencia.
No consiste tanto en las posibles interacciones externas que podamos tener con
ellos sino en considerar su visión del mundo.
2.-
Compañeros. Son las personas que tienen aproximadamente el
mismo nivel de habilidades que nosotros y que van a contribuir regularmente en nuestro
proyecto. Normalmente mantendremos una relación de reciprocidad ya que les
estaremos ayudando a ellos en sus proyectos. Si a los guías les tenemos delante
de nosotros a los compañeros los tendremos a nuestro lado.
Al seleccionarlos
tenemos que incluir algunos que cuestionen nuestro pensamiento y nuestro
enfoque, al tiempo que nos señalen nuestros puntos ciegos. La gran diferencia
entre el crítico inútil y el útil es que el segundo saca lo mejor de nosotros mismos
en lugar de intentar quedar bien él.
También es importante incorporar
a personas que estén fuera de nuestro campo, disciplina o caja de resonancia ya
que harán preguntas que hemos olvidado que eran preguntas que teníamos que
hacernos y no rechazaremos sus opiniones por pensar que no merecen la pena o
que tienen un matiz de crítica. Otro aspecto positivo es que estos compañeros
tendrán perspectivas y analogías de sus disciplinas que pueden polinizar
nuestro trabajo.
3.-
Simpatizantes. Son las personas que trabajan con y para nosotros para
ayudarnos a realizar el proyecto. En este grupo se pueden incluir a los familiares
y amigos que nos ayudan, por ejemplo liberando tiempo, para que podamos dedicarnos al proyecto.
4.-
Beneficiarios. Son las personas específicas que se van
a beneficiar por el proyecto una vez terminado. Pueden ofrecernos feedback
durante el desarrollo del mismo y así ayudarnos para que no nos desviemos del
objetivo final.
El autor propone que
sigamos los siguientes pasos para convertir la idea en acción a la hora de
formar el grupo de colaboradores:
a).- Hacer un listado
con los nombres de las tres a cinco personas que queremos que forman parte de
cada grupo.
b).- Para cada persona
pensar al menos tres maneras específicas en las que nos pueden ayudar o las
podemos ayudar. Si no lo conseguimos hacer puede ser porque hemos elegido a la
persona incorrecta o no la conocemos bien. En el caso de los guías podemos
hacer un listado del tipo de preguntas que nos gustaría hacerles o con los
nombres de las personas que nos podrían presentar. Con relación a los
compañeros podemos hacer un listado con las competencias, conexiones o
perspectivas que pueden aportar. Al pensar en los simpatizantes preparar una
lista con el trabajo que pueden hacer para ayudarnos y en el caso de los
beneficiarios hacer una lista con las preguntas que pueden revelarnos si lo que
estamos haciendo está contribuyendo a que su mundo sea mejor.
c).- Determinar la
frecuencia de comunicación más adecuada. Por ejemplo podemos considerar un
contacto mensual con los compañeros y beneficiarios y al menos semanal para los
simpatizantes.
d).- Comunicar a cada
persona que forman parte de nuestro grupo de éxito para el proyecto. Para ello
hay que informar a todas las personas que queremos formen parte de nuestro “grupo
de éxito” que vamos a comenzar un proyecto y que nos gustaría contar con su
ayuda. En el caso de los guías es más complicado porque pueden ser difíciles de
localizar o no estar vivos, por lo que es posible que lo único que podamos
hacer es enviarles un correo y comunicarles que los consideramos una
inspiración para el proyecto. Si nuestro guía es nuestro mentor podemos
pedirles que participen como compañeros.
e).- Mantener el
contacto en los términos fijados al comienzo para informarles del desarrollo
del proyecto.
Convertir una idea en un proyecto es todo un proceso, me ha gustado mucho el enfoque que tienes este post
ResponderEliminarAqui les dejo este post que complementa el tema.
https://liderazgoymercadeo.com/como-arrancar-un-proyecto/
Saludos cordiales
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