Paul Thornton, en SmartBrief on Leadership del pasado 28 de abril, plantea que somos juzgados constantemente
por la forma en la que expresamos nuestras ideas por medio de la comunicación
tanto oral como escrita.
La regla de oro
consiste en hacer nuestros mensajes tan largos como sea necesario y tan cortos
como sea posible. Procurar que cada palabra
cuente y ofrecer solo lo que es relevante. Pensar y escribir están
interrelacionados. Escribir sirve para que aclaremos nuestros pensamientos y un
pensamiento claro ayuda a mejorar nuestros escritos.
Las siguientes acciones
ayudan a organizar y centrar nuestros textos escritos:
1,.
Conocer nuestro objetivo
No podemos escribir un
texto claro hasta que no determinemos qué es lo que queremos que el que nos lea
haga y por qué lo debe hacer. Tenemos
que pensar antes de escribir.
2.-
Organizar nuestro mensaje de forma que sea fácil su lectura
Existen dos enfoques
básicos:
a).- Comenzar por la conclusión o por la acción
requerida. Por ejemplo: “Tienes que hacer XYZ para el 8 de
junio”. Luego explicar las razones de nuestro requerimiento.
b).- Comenzar por el asunto o problema. Explicar
lo que debe hacerse y finalizar con nuestro requerimiento.
3.- Explicar y apoyar
nuestras ideas
Decidir que ejemplos,
historias, datos, estadísticas, testimonios y citas nos ayudarán mejor para
explicar y apoyar nuestro mensaje.
4.- Utilizar viñetas o números
De esta forma nuestro
mensaje será más fácil de leer y digerir.
5.-
Emplear frases cortas
Según American Press
Institute las frases con 8 palabras o menos se entienden en el 100% de
ocasiones. David Ogilvy, ejecutivo de publicidad, mantiene que debemos usar
palabras cortas, frases cortas y párrafos cortos.
6.- Usar palabras y frases
precisas
Palabras y frases como “tan
pronto como sea posible”, “ellos” o “trabajo en equipo” son vagas e imprecisas.
Las palabras ambiguas con frecuencia llevan a problemas en la comunicación.
Debemos ser específicos a la hora de nombrar a las personas, describir acciones
y fechas.
7.-
Utilizar una voz activa
Una voz activa lleva a
que el lector sepa inmediatamente quién está realizando la acción. Por ejemplo:
“La reunión fue dirigida por Pat” (voz pasiva), camciar a: “Par dirigió la
reunión” (voz activa).
8.-
Editar nuestros escritos
Un texto bueno necesita
una edición cuidadosa. Por tanto, debemos leer lo que hemos escrito varias
veces. En cada ocasión debemos centrarnos en un aspecto diferente de nuestro
mensaje como organización, gramática, elección de términos y eliminación de
todo aquello que no añada valor. Podemos utilizar apps y herramientas on-line para
asegurarnos de que nuestra gramática, ortografía y puntuación son correctas.
También podemos pedir a un amigo de confianza que lea nuestro escrito y
facilite sugerencias para su mejora.
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