En el boletín correspondiente al 9 de septiembre de Strategy+Business,
Frieda Klotz, periodista, entrevista a
Gavin Kilduff, profesor asociado de Organización y Management en el Leonard N. Stern School of Business de la
Universidad de Nueva York para analizar
cómo si no se controlan las situaciones competitivas pueden hacer que afloren
tanto nuestros aspectos mejores como peores.
Kilduff ha estudiado cómo la rivalidad influye en el comportamiento,
comprobando su efecto motivador en distintos colectivos de deportistas y en
ciudadanos normales. Ha encontrado que la mayor parte de las rivalidades se
desarrollan en una de estas tres situaciones:
1.- Los individuos o equipos son muy similares.
2.- Los individuos o equipos están emparejados de forma equitativa.
3.- Los individuos o equipos compiten entre sí de forma repetida a lo
largo del tiempo.
Entre los aspectos positivos destaca los siguientes:
a).- Cuando las organizaciones se enfrentan a rivales fuertes, los
profesionales que las componen se sienten más comprometidos y son más leales
entre sí.
b).- La presencia de un rival constante ayuda a que se cohesionen los
equipos.
c).- Se incrementa la motivación y el desempeño.
Las desventajas son muchas y entre ellas Kilduff destaca el
comportamiento poco ético y deportivo aumenta cuando las personas compiten
contra sus rivales. Las personas parece que están dispuestas a hacer lo que sea
para lograr una ventaja en esas situaciones. Existe una zona que se puede
considerar como “gris” entre el comportamiento ético y el que no lo es que se
manifiesta con frecuencia en situaciones de rivalidad por el que según la
situación del entorno podemos inclinarnos por uno u otro tipo de comportamiento. Kilduff ha
utilizado una técnica llamada “priming”
en sus investigaciones, que consiste en pedir a las personas que colaboran en
las mismas que escriban sobre un rival, durante 5 minutos, describiendo en qué situación competían y
cuáles eran sus sentimientos hacia ellos. Posteriormente analizó cómo el hacer
este ejercicio podía influir en el comportamiento. Entre los hallazgos encontró
que sólo el hecho de escribir sobre un rival
hace que la persona esté más dispuesta a utilizar argumentos
maquiavélicos, del tipo:”Nunca le digas al otro la razón por la que actuaste
como lo hiciste salvo que tenga alguna utilidad para ti”, “La mejor forma de
manejar al otro es decirle lo que quiere oír”.
Gavin Kilduff destaca que la rivalidad puede beneficiar al desempeño en
tareas rutinarias, donde el esfuerzo es realmente importante, más que la
habilidad o la precisión y donde la motivación necesita un estímulo. En
situaciones en las que la cooperación entre los individuos no es demasiado
importante el promover un cierto grado de rivalidad entre los trabajadores
puede funcionar. Como ejemplos menciona los departamentos comerciales y de
ventas y el telemarketing.
El lado oscuro es que ciertas tareas en determinados entornos de trabajo
facilitan una mayor flexibilidad para que determinados profesionales se
embarquen en comportamientos cuestionables si se fomenta la rivalidad, como
hemos visto que ha ocurrido, por ejemplo, en la banca.
Otro problema al que se pueden enfrentar, tanto las personas como las organizaciones es el de que la rivalidad
se centre exclusivamente en otro individuo u organización. Esta obsesión puede
ocasionar que se dejen de considerar otros competidores que pueden ser más
relevantes para el éxito o fracaso y la preocupación se convierta en
disfuncional y nociva. Como ejemplo menciona lo que ocurrió con los tres principales fabricantes de automóviles en Estados Unidos en los años ochenta.
Estaban tan ocupados en derrotarse unos a otros que no consideraron a sus
competidores japoneses hasta que se
encontraron con que les habían arrebatado gran parte de su cuota de mercado.
que ocurre cuando hay dos lideres en una misma área de trabajo?...uno de los dos sse tiene que ir?
ResponderEliminarNo se dividen los empleados
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