Shawn Achor en “Big potential. How transforming the pursuit of success raises our achievement,happiness and well.being” muestra que el éxito y la felicidad van a depender,
en gran medida de nuestra capacidad de
conectar con los demás y de aprender unos de otros.
La sociedad nos enseña que es mejor ser la única estrella brillante
que serlo en un bosque de estrellas brillantes, por tanto, por ejemplo, que tenemos que ser el mejor de la clase,
trabajar en la mejor compañía y ser elegidos para trabajar en el proyecto más
codiciado. Cuando un recurso, sea la selección para una de la más prestigiosas
universidades, una entrevista en una de las empresas más reconocida o una plaza
en el mejor equipo de atletismo, es limitado nos enseñan que tenemos que competir
para diferenciarnos del resto de la “manada”.
Las investigaciones
realizadas por el autor, por el contrario, muestran que cuando ayudamos a los
demás a mejorar, podemos incrementar las oportunidades disponibles en lugar de
competir por ellas ya que una vez que aprendemos a coordinarnos y a colaborar
con los que nos rodean empezaremos a brillar más tanto a nivel individual y como
ecosistema.
Nuestra sociedad se ha
centrado, hasta la fecha, excesivamente en resaltar el poder del individuo solo
sobre el poder del individuo fortalecido por los demás. Especialmente en las
dos primeras décadas de nuestras vidas somos juzgados y reconocidos por
nuestros atributos personales y por lo que hemos logrado nosotros solos
mientras que en el resto de nuestras vidas nuestro éxito va a estar casi
siempre interconectado con el de otros. Estudios recientes muestran que no se
trata de la supervivencia del más apto sino de la supervivencia del que mejor
encaje. Esto quiere decir que el éxito no depende solo de lo creativos,
inteligentes o motivados que estemos sino, también de la capacidad que tengamos
para conectarnos, contribuir y beneficiarnos del ecosistema de las personas que
nos rodean. No se trata, pues, de cuantos puntos encestamos sino de lo bien que
complementamos a las habilidades del equipo.
Con frecuencia pensamos
que si trabajamos más y mejor alcanzaremos nuestro máximo potencial pero el
mayor impedimento para nuestro éxito no es la falta de productividad,
inteligencia o trabajo duro sino en la forma en que lo buscamos. La búsqueda
del potencial no debe ser un camino solitario, sino que debemos intentar ser
más fuertes juntos. El autor propone, para ello seguir una serie de pasos a los
que llama las “semillas del gran potencial”:
1.- Rodearnos de un sistema de grandes influencias positivas.
2.- Extender nuestro poder ayudando a desarrollar el liderazgo de los demás a su nivel.
3.- Incrementar nuestros
recursos convirtiéndonos en un “`prisma de reconocimiento”.
4.- Defender el sistema ante los ataques negativos.
5.- Sostener los logros fomentando el “ciclo virtuoso”.
I.-
RODEARNOS DE UN SISTEMA DE GRANDES INFLUENCIAS POSITIVAS
Se puede predecir cuál va
a ser la cúspide de nuestro potencial en función de quiénes nos rodean. Debemos
hacerlo de personas que nos eleven y no que nos hundan.
Intentar ser una estrella
solitaria tiene al menos tres costes ocultos:
a).- La soledad.
b).- La pérdida de
significado.
c).- El desgaste
psicológico o “burnout”.
En el mundo de las
organizaciones aquellos que sólo se preocupan de su éxito personal no van a
llegar muy lejos. Si queremos vencer al círculo vicioso de caer en un patrón
mental de yo, yo y sólo yo debemos dejar
de preguntar ¿cuántos puntos metí yo? Y empezar a indagar sobre cómo ayudé al
equipo a ganar. Steve Kerr mantiene que: “Los líderes esperan colaboración
mientras están recompensando el logro individual. Deben aprender a detectar y
reconocer a las personas que hacen ambas cosas”.
Perseguir los logros
colectivos no sólo ayuda a alcanzar un mejor desempeño a corto plazo sino que,
también, nos facilita el mantener una actitud resiliente. Cuanto más
interconectados estemos cualquier hecho negativo se verá amortiguado por los
demás al poder compartirlo. Por tanto podemos ser una superestrella pero no
debemos serlo en condiciones de aislamiento. Debemos buscar integrarnos en una
constelación de estrellas formada por personas positivas y con influencia
auténtica que se apoyen, refuercen y logren que cada una de ellas sea mejor. Para conseguirlo Achor recomienda seguir tres pasos:
1.-
BUSCAR PERSONAS POSITIVAS QUE NOS INSPIREN Y NOS ENSEÑEN CÓMO SER MEJORES. Al
igual que el hecho de estar rodeado de personas negativas y poco motivadas agota
nuestra energía y potencial si estamos cerca de personas positivas,
comprometidas, motivadas y creativas hace que nuestro compromiso, motivación,
creatividad y positividad se multipliquen.
Gran potencial =
atributos individuales x (influencias positivas – influencias negativas)
No significa que tenemos
que establecer contacto con personas de éxito, ni que parece que están siempre
alegres y felices, sino de personas con rasgos de personalidad positivos que
pueden incrementar nuestro potencial al igual que nosotros el suyo.
En el entorno laboral los
efectos de la presión positiva de los compañeros se consideran tan
beneficiosos, sobre todo en los niveles más inferiores que en muchas
organizaciones se está dando marcha atrás a la política de incentivar el
teletrabajo, como es el caso de IBM que en 2017 dejó de dar a sus profesionales
la opción de trabajar en remoto o de Google que no lo fomenta.
Trabajar junto a un grupo
de personas positivas nos convierte en más positivos y Gallup a través de sus
encuestas ha encontrado que los profesionales positivos y comprometidos cometen un 60% menos de errores, tienen un
49% menos accidentes y tienen un 67% menos de absentismo. Además resulta mucho
más agradable trabajar con ellos.
Para localizar a este
tipo de personas podemos trazar un diagrama de Venn con tres círculos, uno en
el que incluir a aquellas personas que me hacen sentir bien, otro con aquellas
que me fortalecen y el último con las que me hacen que espere más y
analizaremos de las personas con las que más nos relacionamos ( no más de 5)
quienes encajan en las tres categorías. Éstas serán nuestras personas con
influencia positiva. Seguramente serán abiertas, compasivas, resilientes,
optimistas y estarán presentes cuando las necesitemos.
También el autor sugiere
que nos rodeemos de libros, revistas y publicaciones escritas que nos
transmitan sentimientos positivos y nos inspiren en lugar de aquellas que
invitan a la negatividad, al igual que de música o de palabras positivas.
2.-
LOGRAR EL EQUILIBRIO A TRAVÉS DE LA VARIEDAD Y DIVERSIDAD. Esta
es la estrategia que se centra en resaltar la importancia de contar con una red
social de apoyo que no esté formada exclusivamente por personas que piensen
como nosotros.
Muchas organizaciones se
muestran reticentes a fomentar la diversidad porque temen que surjan conflictos
o fricciones en las relaciones entre sus profesionales. Asumen que las personas
que son demasiado diferentes unas de otras van a tener problemas para trabajar
de forma colaborativa. Pero, por ejemplo, un estudio muestra que estos temores son exagerados ya que el introducir un “extraño” en
un grupo muy homogéneo duplica sus posibilidades de resolver retos complicados
y que esto ocurre precisamente porque la relación introduce fricciones.
El añadir diversidad
cognitiva conduce a unos resultados mejores porque fuerza a las personas a
salir de su zona de confort y a considerar perspectivas e ideas que no habrían
tenido en cuenta en otras situaciones.
Cuanto más diverso es
nuestro ecosistema más fuerte y resiliente es. Al permitir que entren
influencias que previamente estaban ausentes nos podemos proteger mejor ante
las amenazas. Más aún, cuanto más diversa sea nuestra red de contactos mejor
seremos capaces de enfocar la serendipia. Richard Wiseman en “The luck factor”defiende la idea de que la llave para la “suerte” consiste en variar nuestras
relaciones y rutinas para así tener acceso a nuevas ideas y posibilidades.
Contar con demasiadas personas similares en nuestra red implica que dejamos
muchas puertas sin abrir y todo tipo de oportunidades sin descubrir.
Pero no es suficiente
cultivar un entorno estrella de personas diversas ya que debemos ser capaces de
seleccionarlas de forma que sirvan a diversos propósitos en nuestras vidas.
Achor propone que contemos con tres tipos:
a).- Pilares. Son
aquellos que son nuestras rocas en tiempos difíciles y que nos van a apoyar siempre de forma incondicional.
b).- Puentes. Son los que
nos conectan a nuevas personas o recursos fuera de nuestro ecosistema y por ejemplo
nos invitan a participar en una asociación o nos presentan a posibles
inversores.
c).- Expansores. Son los
que nos empujan fuera de nuestra zona de confort. Puede ser por ejemplo un
amigo o mentor con una personalidad muy distinta a la nuestra, como en el caso
de un introvertido que tiene un amigo extrovertido que le ayuda a probar nuevas
experiencias y a ampliar su círculo social.
La lección que subyace en
esta estrategia es que tenemos que aprender de todos siempre que seamos capaces
de escuchar con atención y conectar con los demás y que debemos conseguir que
las personas que forman nuestro ecosistema conecten también con otros ya que al
hacerlo estaremos fortaleciendo éste.
3.-
CREAR LAZOS RECÍPROCOS. Las mejores relaciones se establecen
de esta forma. Resulta muy tentador recurrir a las personas en nuestra red sólo
cuando les necesitamos, pero si queremos extraer el máximo de una relación
debemos crear el hábito de contactar con ellas también para ofrecerles algo. Robert Cross mantiene que los
líderes que tienen más éxito son los que siempre buscan formas de dar más a sus
contactos. Adam Grant, también en su libro “Dar y recibir”, que hemos comentando
en entradas anteriores, que la personas que dan ganan y a su vez consiguen que
los demás también lo hagan.
Cuanto más recíproca sea
una relación mayor impacto va a tener en nuestra felicidad, compromiso y
creatividad. También va a contribuir a fomentar la seguridad psicológica, que,
como ya hemos visto en entradas
anteriores, se ha demostrado, como por ejemplo en el Proyecto Aristóteles de Google , que es el ingrediente clave para el éxito de un equipo. Cuando las
relaciones entre los miembros de un
equipo son bidireccionales instilan lo que Amy Edmonson describe como “un
sentido de confianza por el que se siente que el equipo no va a avergonzar,
castigar o rechazar a uno de sus miembros por defender sus ideas.”. De esta
forma se origina un clima de confianza y respeto mutuo en el que todos se
sienten cómodos siendo quienes son que es crítico para cualquier equipo que
luche por alcanzar un alto potencial.
Esta estrategia tiene un
pequeño riesgo que es el de la sobrecarga de colaboración. Cuando perseguimos
alcanzar un alto potencial es fácil que nos sintamos tentados a obtener el
máximo de conexiones posibles pero si queremos que sean bidireccionales podemos
sobrecargarnos en exceso para dar respuesta a esta exigencia y podemos empezar
a fallar a algunas personas.
No debemos olvidar que si
queremos encontrar personas dispuestas a ser abiertas, auténticas y generosas
tenemos primero que serlo también nosotros.
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