miércoles, 22 de enero de 2020

LA PRESENCIA EN LOS LÍDERES


Annette Kramer en strategy+business del pasado 5 de diciembre  plantea que para que un líder tenga impacto uno de los mayores retos a los que se enfrenta es inspirar y motivar a los demás para que puedan realizar las acciones correctas para ellos y para su equipo. Por tanto, deben buscar tener una presencia sólida no solo en sus apariciones públicas sino, también en cualquier interacción, ya que cualquier aspecto de la misma, incluyendo la presencia física, nuestro intelecto, voz y emociones está íntimamente ligado a nuestro mensaje.  
Muchas personas en puestos de autoridad luchan por tener una presencia adecuada y adoptan la personalidad que asumen que un líder tienen que tener como por ejemplo, un lenguaje corporal firme y autoritario, una informalidad estudiada y al hablar en público una presentación cuidadosamente preparada. Esto lleva a que estas personas se parezcan a todo el mundo, porque las modas en relación con la apariencia que tiene que tener un líder rápidamente se convierten en clichés y en la mayor parte de las ocasiones estos comportamientos se reconocen e identifican como ficticios, con lo que a la persona que los utiliza se la va a considerar como poco auténtica y sus mensajes serán interpretados de la misma forma y no parecerán sinceros.
Una alternativa es adoptar los métodos y principios del arte dramático e integrarlos a nuestro enfoque de liderazgo. Podemos ganar la confianza e influir expresando nuestro verdadero propósito y compromiso a los demás de una forma genuina. Muchas personas confunden la actuación y las asocian con artificio, pero una buena interpretación, aunque sea en un drama de ficción, va a depender de la autenticidad. Por otro lado, ser un líder auténtico no significa decir lo que sentimos en cada momento. Lleva tiempo, experiencia y práctica el aprender a transformar nuestros impulsos en reflexiones y en articularlas y actuar acorde a ellas de una forma que satisfaga nuestro propósito y construya las relaciones que necesitamos.
El valor que se le concede a este tipo de liderazgo caracterizado por la capacidad para comunicar lo que es necesario decir de forma que inspire a las personas a seguirnos se ha elevado mucho en los últimos años. La confianza cada vez más se considera una ventaja competitiva clave y si somos capaces de sentirnos cómodos con nosotros mismos y de proyectar un mensaje sincero y valioso las personas tenderán a  concedernos a nosotros y a nuestra organización su confianza.
La autora propone 10 principios para ayudar a establecer y mantener una presencia de liderazgo única y auténtica. Éstos son:
I.- MOSTRARNOS COMO UNA PERSONA COMPLETA
Podemos haber crecido pensando que nuestro intelecto, emociones y cuerpo son entidades independientes y haber descuidado algunos aspectos de nosotros mismos, por falta de hábito pero cuando hablamos los demás nos perciben en nuestra totalidad. Las personas no solo se fijan en el significado literal de lo que decimos y en las imágenes que mostramos, sino que, continuamente están evaluando nuestra integridad y veracidad al contemplar nuestro tono, postura, voz y estado de ánimo, mezclándose en la mente de nuestros oyentes dejando una impresión global de nosotros y de nuestro mensaje.
Por tanto, es importante desarrollar la capacidad de comunicarnos considerando todos los aspectos de nuestra persona. Conceptos tales como la inteligencia emocional ayudan a reconocer nuestros sesgos y a evitar ceder a nuestros impulsos. Pero no es suficiente poder gestionar nuestros sentimientos sino, también, reconocer las discrepancias que pueden existir entre nuestra lógica, nuestros sentimientos y nuestros movimientos para que se sintonicen y trabajen juntos para mejorar nuestro impacto.
Sólo el hecho de reconocer las conexiones entre nuestras emociones, razonamientos y acciones puede conducir a una mayor honestidad y autenticidad. Para lograrlo debemos recurrir a un tipo diferente de introspección del que estamos acostumbrados y para ello puede ser que necesitemos contar con un coach. Nuestra meta es ser conscientes de todos los elementos de nuestra persona, nuestro cuerpo físico, nuestra relación con los demás y con lo que queremos conseguir, practicar y ver  lo que sentimos al integrarlos.
II.- LIDERAR CON AQUELLO QUE NOS IMPORTA
Los comunicadores más eficaces son aquellos que hablan de lo que es importante para ellos, en el contexto de lo que quieren alcanzar y de lo que importa a la audiencia. Para ello debemos pensar sobre qué es lo que nos importa y por qué y su conexión con nuestro propósito y el de nuestros oyentes y, posteriormente, comprometernos con ello completamente. Sólo entonces podremos trasladar clara y sinceramente a los demás nuestras convicciones y nuestra disposición para dedicar nuestro tiempo y otros recursos para que los demás lo entiendan  como nosotros lo hacemos. Nuestra capacidad para expresar nuestro compromiso mejorará continuamente con la práctica.
III.- COMENZAR UNA CONVERSACIÓN QUE OTROS QUIERAN CONTINUAR
El verdadero liderazgo es relacional y engendra compromiso genuino y confianza. Por tanto, debemos utilizar cualquier oportunidad para relacionarnos directamente con las personas en lugar de hablar solo ante grandes audiencias. Con esta orientación no nos percibirán nunca como un líder aislado y distanciado de los demás.
Existen muchas formas de transformar una actuación en  una conversación. Nuestro discurso debe ser conciso y utilizar los puntos que recalcamos para invitar a una respuesta para, después, prestar atención a la conversación que surja. Hasta aquellos que no participen se sentirán más cómodos con nosotros y más receptivos a mantener una relación productiva con nosotros porque han visto que estamos abiertos al diálogo.
IV.- DAR IMPORTANCIA A LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
Es difícil valorar el grado en que nuestra actitud física interviene en la forma en que nos perciben como líderes. La manera en la que nos movemos afecta la forma en la que nos sentimos y cómo nos sentimos tiene repercusión en cómo nos movemos y todo ello cambia la manera en que pensamos y nos comunicamos.
Si nos sentimos cómodos con nuestro cuerpo en general estamos en una situación ventajosa frente a los que no lo están. Podemos fascinar a una audiencia sin decir una palabra. No tenemos que ser atletas pero hasta un nivel moderado de vitalidad física energiza y apoya nuestras convicciones y autoridad. Nuestra audiencia lo interpretará como una forma de autenticidad y estará más dispuesta a responder con compromiso y confianza.
Una relación positiva con nuestro cuerpo no se consigue de la noche la mañana. Implica refinar nuestra forma de respirar, nuestros gestos y movimientos para que estén en sincronía con nosotros mismos física, emocional e intelectualmente. Esto lo podemos lograr de muchas maneras, como por ejemplo a través de sesiones de coaching o clases de movimiento en una serie de disciplinas. El trabajar nuestra respiración es muy útil para aliviar el estrés y regular nuestros estados de ánimo.
Cuando somos conscientes de nuestro cuerpo, éste lidera y el intelecto sigue.
V.- CULTIVAR UNA CURIOSIDAD SOSTENIDA
Al tener siempre mucho que hacer y poco tiempo las personas en posiciones de autoridad tienden a evitar distracciones y a operar de forma eficiente. Esto, con frecuencia, conduce a que se aíslan y se cierran ante otras personas y sus ideas. Pero los líderes con una fuerte presencia están abiertos al mundo y cultivan de forma permanente su curiosidad sintiendo la atracción de lo inesperado y poco familiar.
En algunas organizaciones la curiosidad es considerada como un talento especializado que deben poseer solo unos pocos innovadores creativos. Pero la curiosidad es un elemento inherente a nuestra naturaleza humana. Podemos demostrarla, o su carencia, en la forma en la que interactuamos con las personas. Interrumpir a alguien cuando habla, por ejemplo, manda una señal de que no estamos interesados en lo que nos están diciendo y la mayor parte de las personas responden perdiendo el interés por nuestro mensaje. Si lo hacemos debemos asegurarnos de que lo hacemos por el interés del grupo y aclarando los motivos ( “solo nos quedan 15 minutos y quiero asegurarme de que todos puedan hablar si lo desean”).
Si creemos que no somos naturalmente curiosos por nuestra falta de interés en relación con determinados aspectos de nuestro trabajo una estrategia consiste en recordar actividades o experiencias que despertaron nuestra curiosidad en el pasado y qué nos gustaba de ellas, por ejemplo si corríamos y disfrutábamos al sentir que descubríamos una vista espectacular al final de un camino. Una vez que hemos identificado lo que hacía que sintiésemos curiosidad en esa situación podemos buscar oportunidades para utilizar la misma actitud en el trabajo.
VI.- COMENZAR POR MANTENERNOS QUIETOS
Muchos líderes se sienten expuestos delante de una audiencia, sobre todo si no existe una mesa o atril para sentarse o esconderse detrás. Al mantenerse de pie y quietos al comienzo de una intervención podremos centrarnos en respirar profundamente lo que nos ayuda a controlar nuestro pensamiento. Después empezar a hablar mostrando quienes somos, alegres, resolutivos, serios, optimistas, apasionados, analíticos o cualquier combinación de cualidades que surgirán con mayor facilidad.
El mantenerse sin moverse es importante no solo por el efecto que tiene sobre nosotros sino por la impresión que deja en los demás.
VII.- ENCONTRAR UNA HISTORIA EN TODO
Aunque los niños son conscientes de que adoran las historias, contarlas y escucharlas, muchos adultos, especialmente en el mundo de los negocios olvidan que contar con una narrativa convincente y absorbente es una herramienta poderosa. Las historias crean relaciones entre los oyentes y los líderes a través de la empatía que surge con los personajes y por la conexión con su experiencia personal. Facilitan la estructura que hace que nuestras ideas sean evidentes, comprensibles y concretas.
Con demasiada frecuencia los líderes ignoran las historias que tienen que contar y en su lugar recogen datos y los resumen en forma de listados pensando que así apoyan su mensaje. Pero nadie se siente persuadido por datos exclusivamente, las personas son persuadidas por la forma en que se sienten en relación con esos datos y sin una historia explícita que les dé sentido los datos son mucho menos  significativos.
Por esta razón las presentaciones con power point con frecuencia enmascaran la autoridad del orador ya que la atención de la audiencia se divide entre los datos y lo que cuenta la voz. Podemos ser más eficaces si las imágenes apoyan en lugar de repetir o distraer de nuestra historia.
Existen muchas formas de encontrar y articular una historia atractiva. Una buena forma de comenzar consiste en preguntar “¿Cuándo empezamos a preocuparnos por esto?” y seguir con “¿Qué pasó después y a qué condujo” continuando con “¿Por qué nos preocupa ahora?” Las respuestas pueden constituir bloques para nuestra narrativa. No debemos preocuparnos por hacer que nuestra historia sea literal o por si  tiene personajes o un conflicto. Simplemente debemos juntar y secuenciar los elementos que son importantes para nosotros y para nuestra audiencia.
Debemos utilizar un lenguaje sencillo y natural. La jerga, incluyendo muchas de las palabras que los líderes y directivos emplean habitualmente, puede ser percibida como lo que es: un vehículo para protegernos haciendo que lo expuesto sea menos personal. Al final solo existe una regla universal para contar buenas historias: lo que decimos debe hacer que las personas sientan interés por seguir escuchando lo que vamos a decir a continuación.
VIII. GUARDAR ALGO SIN DECIR
Los líderes auténticos no buscan demostrar siempre que tiene la última palabra, sino que reconocen que su trabajo consiste en obtener lo mejor de los demás, lo que requiere mostrar respeto a sus compañeros, no sólo como profesionales sino, también, como seres humanos.
Comunicamos ese respeto de muchas formas no verbales. Una de esas maneras consiste en hacer un hábito de dejar sin decir algunos de nuestros pensamientos y opiniones para dejar espacio para la participación de todos. Esto tiene el beneficio adicional de facilitarnos oportunidades para aprender. Al hacerlo, también, disminuimos la presión sobre nuestros oyentes ya que les muestra que tenemos el deseo de construir una relación independientemente de cualquier transacción particular y si hoy no cerramos un acuerdo, por ejemplo, seguramente existirán otras oportunidades porque la relación establecida es de confianza.
IX.- INVESTIGAR NUESTRO IMPACTO
El liderazgo es intangible pero siempre existen maneras de analizar sus efectos, en nosotros mismos y en los demás, en el momento y a lo largo del tiempo. Se requiere, para ello, que elevemos nuestra consciencia a través de una variedad de medios: nuestras propias conversaciones, encuestas independientes realizadas por otros o métricas basadas en el desempeño que reflejen las respuestas ante lo que decimos y hacemos. La tecnología ha permitido utilizar nuevos métodos como el análisis de la red social para identificar las relaciones importantes. Pero todos estos métodos analíticos no ofrecen una imagen completa, por lo que el líder debe mantenerse alerta para  procurar mirar más allá de sus prejuicios y limitada información para tomar las decisiones correctas, por ejemplo.
X.- CONSTRUIR NUESTRO "MÚSCULO DE LA MEMORIA"
El líder tiene la capacidad de hacer y decir lo adecuado en el momento correcto no por casualidad sino por su experiencia, formación y reflexión. Aunque parezca que para ser líderes auténticos tienen que improvisar sin una experiencia y conocimientos previos. La autora utiliza el concepto “músculo de la memoria” para referirse a la cualidad que cultiva un líder experimentado que le permite improvisar de forma acertada. Es análogo a una clase especial de resiliencia que poseen los atletas profesionales por la que si se lesionan y deben descansar unos meses se recuperan mucho antes que un deportista amateur de sus lesiones porque saben cómo y dónde deben centrar su fuerza y destreza. Nuestra presencia como líderes puede apoyarse en un patrón mental y emocional similar y con la suficiente práctica puede convertirse en algo natural el dirigirnos a un grupo o a una audiencia de una forma auténtica y con autoridad. Construir este tipo de presencia nos ayudará a ser resiliente y en una crisis nos facilitará el centrarnos en lo que ocurre en el momento, responder adecuadamente y recuperarnos más efectivamente.

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