J.D. Schramm en “Communicate with mastery. Speak
with conviction and write for impact” comparte los modelos y herramientas que
enseñan en la Escuela de Negocios de Stanford a los líderes para que comuniquen
con maestría.
Se basan en cinco
factores:
a).- Individualidad. El
desarrollo de las habilidades para comunicar es un hecho individual, no existen
dos líderes que comuniquen de la misma forma.
b).- Relevancia. Cuando
los líderes escriben o hablan deben escoger temas que sean importantes para
ellos ( todo lo que puedan). Si el mensaje está movido por la pasión, el
interés o la aplicabilidad mejor será.
c).- Iteración. La
repetición continua(acompañada de feedback) es la clave de la mejora. Practicar
implica fallar, tener éxito, buscar nuevos enfoques, solicitar y aprovechar el
feedback y luego repetir.
d).- Feedback. Los
líderes aprenden a ambos lados del microscopio. Es tan valioso dar feedback
como recibirlo, por lo que hay que aprender ambas facetas.
e).- Riesgo. Cuando
incrementamos la visibilidad y alcance de un mensaje aumentamos nuestro
compromiso para que sea grande. Elevar las “apuestas” para extraer lo mejor de
nosotros mismos.
El autor plantea que para HABLAR CON CONVICCIÓN Y ESCRIBIR PARA QUE TENGA IMPACTO el mensaje
debemos:
I.-
ADOPTAR UN PATRÓN MENTAL DE COMUNICACIÓN
Tenemos que considerar
nuestro patrón mental de comunicación como si fuese una plataforma cada vez que
queramos transmitir un mensaje, sea verbal o no verbal, escrito o hablado.
Nuestro patrón mental de comunicación nos a a pedir que pensemos de forma
estratégica, analítica y con empatía en nuestra audiencia y en lo que les
importa. Nos va a pedir que clarifiquemos el trabajo que nuestra comunicación
pretende hacer y nos va a invitar a que hagamos elecciones sobre las palabras, canales
y elementos de apoyo que van a dar forma a nuestro mensaje.
Lynn Russell y Mary
Munter han creado un modelo que incluyeron en su libro “Guide to presentations”
en el que plantean la necesidad de analizar “el triángulo del propósito” al preparar una presentación. Schramm
opina que se debe utilizar para cualquier tipo de mensaje.
El orden es crucial por
lo que debemos comenzar primero poniéndonos en el lugar de la audiencia. Una
vez que tenemos claro a quién nos estamos dirigiendo debemos pensar en cuál es
nuestra intención: qué queremos que nuestra audiencia haga, piense o sienta
como resultado de nuestra comunicación. Una vez que lo hayamos decidido es el
momento de pasar al mensaje.
1.-
Audiencia. El punto de inicio de toda comunicación
Los líderes deben
considerar todos los métodos de análisis de la audiencia posible. Los más
frecuentes son:
a).- Investigaciones
online para conseguir información sobre los individuos, grupos u organizaciones
con los que planeamos comunicarnos.
b).- Contactos personales.
Podemos hacernos las siguientes preguntas para realizar este análisis: “¿Alguna
persona de la audiencia puede servirme para realizar un “mini grupo focal” para
mi mensaje? ¿Puedo probar algunas frases o historias con una muestra de la
audiencia antes de utilizarlas con la audiencia real?¿Puedo hablar con alguien
que haya estado en contacto previamente con mi audiencia para contarme su
experiencia?” Lo que resulta más útil es contactar con alguien que haya
fracasado con la audiencia para conocer los motivos.
c).- “Espionaje
creativo”. Por ejemplo fingir ser clientes para conocer mejor a una
organización.
Un factor que siempre
tenemos que tener en cuenta cuando nos comunicamos con los demás es que existen
dos tipos de audiencia:
- ·
Primaria. Son la razón principal de la
comunicación y van a ser los receptores de nuestros correos o van a estar
presentes cuando hablemos.
- · Secundaria. Está formada por las personas con las que los miembros de la audiencia primaria comparten los mensajes recibidos.
Si
un líder no tiene claro quién es su audiencia será incapaz de transmitir un
mensaje que tenga impacto.
2.-
Intención. La razón para comunicar
En este apartado
tenemos que tener en cuenta no sólo lo que quiero que la audiencia piense, diga
o haga sino lo que elijan hacer como resultado del mensaje que he transmitido.
3.-
Mensaje
Si la audiencia es el
“quién” y la intención es el “por qué”, el mensaje es el “cómo”. El canal para
nuestro mensaje es el medio que escogemos para nuestra comunicación. Antes de
elegir cuál vamos a utilizar debemos hacernos las siguientes preguntas:
a).- ¿Hasta dónde
pretendo que llegue mi mensaje?
b).- ¿Cuánto quiero que
“permanezca” mi mensaje?
c).- ¿Quiero que sea
muy formal?
d).- ¿Cuál es el medio
que mi audiencia va a encontrar más fácil para acceder, utilizar o comprender?
Con frecuencia
recurrimos a los canales más convencionales sin considerar la gran variedad de
opciones que tenemos para transmitir nuestro mensaje. Una vez que hemos
seleccionado el canal llega el momento de estructurar el mensaje.
Si tenemos que
comunicar un mensaje muy complejo en un entorno complicado necesitaremos
emplear otro modelo de preparación. El autor recomienda utilizar “Leadership Communication Canvas” que
se representa como un lienzo con nueve casillas: Asociados, actividades,
recursos, proposición de valor, conexiones, canales, audiencia, estructura del
mensaje y resultados, que representan a categorías de los aspectos claves de
cualquier tipo de comunicación, hablada o escrita. Se puede empezar a rellenar
cualquiera de ellas y su tamaño va a variar según el mensaje, pero normalmente
se comienza por:
a).-
La audiencia: ¿Quién tiene que escuchar o leer el mensaje?
Cualquier comunicación eficaz
que transmita el líder debe comenzar centrándose en el receptor. El primer paso
debe ser la definición de quién necesita expresamente escuchar el mensaje que
está siendo creado. Esto puede ser obvio en muchos casos, por ejemplo: “Quiero
que posibles candidatos escuchen mi mensaje para que quieran incorporarse a mi
organización”. Pero para los líderes que se enfrentan a una comunicación
compleja es crucial considerar no sólo a quién puede llegar sino, también, a
quién tiene que llegar y tener en cuenta la audiencia secundaria.
Posteriormente hay que
pensar en el resto de casillas:
b).-
El valor que aporta el líder: ¿Por qué tiene que transmitir él el mensaje?
El líder debe plantearse
cuál es su credibilidad para ser la persona que se responsabilice de ofrecer el
mensaje, su autoridad para hablar o escribir sobre el tema y si sus posibles déficits
en el conocimiento sobre el mismo o la percepción de los demás deben ser
considerados a la hora de preparar el mensaje para que no resulten un
impedimento.
c).-
Canales. ¿Qué vehículo utilizar para compartir el mensaje?
En ocasiones el canal
ya habrá sido elegido, por ejemplo si nos piden que demos una charla sobre un
tema o que contestemos vía e mail a un
requerimiento de información. Pero para comunicaciones importantes es necesario
que revisemos todos los canales disponibles para transmitir un mensaje.
d).-
Conexiones: ¿Qué puede enganchar a la audiencia?
Una vez que tenemos a
nuestra audiencia hay que decidir cómo podemos lograr que se interés por el
tema que vamos a presentar. Podemos utilizar historias o recurrir a plantear
preguntas.
e).-
Recursos ¿Qué es lo que tenemos o podemos desarrollar para
movilizar a la audiencia?
Hay que considerar, por
ejemplo, las charlas TED, imágenes, tablas, gráficos, anécdotas que se pueden
incluir en la comunicación que estamos diseñando.
f).-
Actividades. ¿Cómo podemos llegar a la audiencia que necesita escuchar el
mensaje?
Las acciones deben ir
dirigidas a asegurar que las personas que queremos que reciban nuestro mensaje
lo hagan, por medio de invitaciones o e mails personales, por ejemplo.
g).-
Colaboradores. ¿Quién puede ayudar?
En relación con la
comunicación para ser verdaderamente eficaces necesitaremos apoyarnos en otros
para ayudarnos a crear, probar, refinar y diseminar el mensaje. Mientras
elaboramos éste debemos considerar quiénes
pueden ser cruciales para alcanzar el resultado deseado. Tácticamente podemos
necesitar un diseñador, un editor y un coach para ensayar . Estratégicamente
podemos recurrir a algunas personas que pensamos van a estar de acuerdo con
nuestro mensaje para que tengan una copia de nuestro mensaje antes de su
difusión para que nos apoyen posteriormente.
Resulta, también de
utilidad, contar con algún “abogado del diablo” cuando estemos preparando el
mensaje. Resulta muy valioso tener a alguien que no tenga miedo de señalar las
debilidades de nuestro mensaje o los fallos en su estructura.
h).-
Estructura ¿Cómo formular el mensaje?
La mayor parte de las
comunicaciones cuentan con una introducción que anticipa el contenido, un
cuerpo que ofrece éste de forma clara y una conclusión que revisa y llama a la
audiencia hacia algún tipo de acción.
Cuando se trata de
mensajes más complejos Nancy Duarte recomienda que se comience con un análisis
del estatus quo “lo que es” para luego articular “lo que puede ser”.
i).- Resultados. ¿Qué se espera que la audiencia piense , diga o haga tras la comunicación?
El objetivo se debe
centrar en resultados que pensemos pueden ser factibles pero sin olvidar tener
una visión más amplia de la diferencia que podemos alcanzar.
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