Natalia Karelaia
y Ludo Van der Heyden en INSEAD Knowledge del pasado 13 de octubre planteaban
que nos estamos enfrentando a problemas extraordinarios, como la pandemia o el
calentamiento global, que requieren
nuevos enfoques de liderazgo.
Estos problemas,
no tienen soluciones conocidas, sino que generan gran cantidad de incertidumbres e
implican gran cantidad de complejas dinámicas sociales que son difíciles de
comprender y que parece casi imposible que se puedan resolver eficazmente.
En este contexto
los autores destacan la necesidad de que el liderazgo se asiente en un conjunto
de virtudes y prácticas distintas de las habitualmente asociadas al liderazgo,
que incluyen, por ejemplo el adecuado equilibrio entre humildad y seguridad en
nosotros mismos, firmeza y ecuanimidad y justicia y empatía y valor.
El proceso para
controlar estos problemas consta de 5 fases. Son las siguientes:
1.- Formular el
problema
Esta etapa es
crucial por dos razones evidentes. No existe nada peor que una ejecución
excelente del enfoque equivocado o una gran respuesta ante un problema erróneo.
Por tanto, lo primero que hay que hacer es identificar correctamente el problema que necesita ser solucionado para
canalizar las energías en la dirección adecuada.
En esta fase
debemos hacer muchas preguntas lo que servirá para detectar el problema real y
generar un compromiso colectivo. Éstas pueden ser del tipo:
a).- ¿Cuál es la
naturaleza real del problema al que nos enfrentamos?
b).- ¿Hacia
dónde vamos a medio y largo plazo si no actuamos ahora?
c).- ¿Quién se
ha enfrentado a este problema antes y puede tener respuestas?
d).- ¿Quién se puede
ver afectado o puede ser necesitado para la solución?
A través de
estas preguntas estaremos demostrando humildad y competencia para liderar, ya
que en lugar de buscar que los demás estén ciegamente de acuerdo con nuestras
propuestas estamos mostrando el coraje de admitir que no lo sabemos todo y
reconocemos la necesidad de colaboración tanto de los expertos como de los
profesionales en primera línea.
2.- Explorar “mejores” opciones
Estos problemas
vienen con enormes incertidumbres por lo que adoptar la primera solución puede
no ser la mejor respuesta. La búsqueda y generación de varias opciones
alternativas puede conducir a un entendimiento más profundo del problema y a
soluciones más efectivas. El líder debe implicar a los demás en la búsqueda
creativa de mejores opciones con lo que se sentirán más comprometidos con la
ejecución posterior.
3.- Tomar una
decisión, explicarla en profundidad y marcar las expectativas correctas
Entre todas las
soluciones planteadas por los grupos de trabajo seleccionar una y explicar bien
los motivos, aceptando las sugerencias útiles y las críticas. Moderar las
explicaciones con empatía y compasión
junto a la dura realidad del análisis racional.
4.- Ejecutar el
plan con compromiso
Aclarar que ante
la incertidumbre se debe conceder a la solución elegida todas las oportunidades
para que tenga éxito. El tiempo para el debate ha pasado, pero hay que
continuar comunicando las razones y las expectativas para una ejecución con
éxito con el celo de un misionero, pero estando preparados para admitir que si
una solución no es correcta no lo es por falta de compromiso pero debemos pasar
a la siguiente fase para corregir el error y seguir adelante.
5.- Evaluar los
resultados para progresar y aprender, adaptar y recomenzar el ciclo
Estos problemas
son una fuente de errores en el camino para una solución. Las revisiones de
progreso comparan los resultados reales con las expectativas anunciadas en el
momento de la decisión. Las personas queremos saber qué ha ido bien y qué ha
ido mal y lo que hemos aprendido de ello y lo que estamos haciendo. La
capacidad de aceptar la responsabilidad delante de los demás, especialmente
ante las derrotas es un rasgo fundamental de los grandes líderes.
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