Marlene Chism, en
SmartBrief on Leadership del pasado 5 de octubre, plantea que el buen liderazgo
está relacionado con la adecuada toma de decisiones, pero que existen una serie
de fuerzas que intervienen en dicho proceso.
La autora
destaca las siguientes:
1.- IDENTIDAD
La identidad de
un líder está intrincadamente ligada a las decisiones que toma. Cuando un
profesional, por ejemplo, es ascendido a un puesto de liderazgo pero sigue
identificado con su puesto anterior tendrá dificultades para tomar decisiones,
corregir situaciones o iniciar conversaciones complicadas.
Un caso
frecuente se presenta cuando los líderes se identifican más con ser
considerados agradables y simpáticos que con liderar. Como resultado patrones
tales como apaciguar o evitar se desarrollan como forma de gestionar los
conflictos.
Debemos, tener
conciencia de nosotros mismos y describirnos comenzando cada frase con la
afirmación: “Yo soy”. Por ejemplo: “yo soy impaciente”, “yo soy perfeccionista”
o “yo soy fiable” pueden ser tres formas de identificarnos. Luego tenemos que
observar cómo estas definiciones influyen ayudando o inhibiendo nuestra
capacidad de liderazgo. Si, por ejemplo, nos consideramos perfeccionistas
impacientes seguramente microgestionaremos, creeremos que nadie puede hacer las
cosas tan bien como nosotros y no seremos accesibles. Hay que tener en cuenta
que nuestra autoidentidad se va a manifestar en nuestros comportamientos como
líderes y en sus resultados.
Para corregir
influencias negativas podemos comenzar por seleccionar un área de nuestra
identidad que queremos modificar. Por ejemplo si ser impaciente está teniendo
un efecto negativo podemos cambiar nuestro lenguaje y en lugar de decir “soy
impaciente” decir: “estoy empezando a delegar y a estar más presente” o “
procuro atender las urgencias mientras presto atención a lo que es importante y
relevante”.
2.- INTENCIÓN
Gary Zukav mantiene que “si no conocemos nuestro propósito antes de una interacción lo
conoceremos después”. Las intenciones no se refieren sólo al resultado final
sino también al camino para alcanzarlo. Por ejemplo si necesitamos mantener una
conversación complicada debemos primero examinar cuál es nuestra intención
real. Las dos preguntas principales que nos tendremos que hacer son:
a).- ¿Qué
queremos lograr a través de la conversación?
b).- ¿Cómo
queremos que la otra persona se sienta después?
Debemos
reflexionar, en este caso, si realmente queremos mejorar el desempeño del
profesional y ayudarle o si estamos
utilizando la conversación para demostrar nuestro poder o para documentar la
necesidad de legalmente despedirle, por ejemplo. Antes de mantener, por tanto,
una conversación difícil debemos redactar cuáles son los resultados que
esperamos y cuándo y por qué queremos involucrar a esa persona, no actuando
hasta que nuestros motivos no sean puros. Una vez que lo hayamos conseguido
debemos articular nuestra intención al inicio de la conversación, diciendo por
ejemplo: “Mi propósito en esta conversación es conseguir ayudarte para mejorar
tu trabajo y entender las barreras que puedes encontrar en él desempeño del mismo.
3.- EMOCIÓN
La toma de
decisiones se realiza desde nuestra mente lógica, la corteza prefrontal, pero
las emociones pueden interferir. La mente humana cuenta con recursos limitados
disponibles para el autocontrol. La clave se encuentra en conocer cómo podemos
interpretar nuestras emociones en lugar de dejar que éstas guíen nuestra toma
de decisiones.
Por ejemplo, la
indignación, enfado o ira no es decirnos a nosotros que estamos en lo cierto y
que la otra persona está equivocada. Normalmente es una respuesta a unas
expectativas que no se han cumplido o a un límite que se ha cruzado.
Chism
recomienda, en relación con las emociones, que revisemos una conversación
reciente que haya fracasado y recordemos las emociones que sentíamos antes de
la misma, considerando los temas y patrones. Es posible que encontremos
emociones sin procesar o que tendemos a evitar las conversaciones y debemos
abordarlas antes.
Otra sugerencia
es que la siguiente vez que sintamos una emoción fuerte, respiremos y hagamos
una pausa o hablemos con un coach o compañero si necesitamos a alguien con
quién pensar para poder ver las cosas con más claridad.
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