Laura Hills en
“The problem
employee. How to manage
the employees nobody wants to manage”, que estamos comentando,
plantea que las prima donnas en las organizaciones
pueden ser para los líderes desde los profesionales más productivos a los que
suponen el mayor incordio.
El término prima donna surgió del mundo de
la ópera para referirse a la cantante principal cuando es muy complicado
trabajar con ella, pero se ha extendido su uso y ahora se utiliza para
describir a alguien que es la estrella complicada del espectáculo, independientemente
del género al que pertenezca. Suelen caracterizarse por ser muy buenos
profesionales en lo que hacen y lo saben. Algunos pueden ser los compañeros más
brillantes, inteligentes y productivos con los que nos vamos a encontrar y actuarán como
si tuviesen una confianza en sí mismos extremadamente alta, aunque esto sea
verdad o no. Serán asertivos y se sentirán cómodos dando instrucciones y
consejos, esperando salirse con la suya.
Sidney Dekker sugiere que gestionar una
prima donna es complicado por su valor, ya que es reconocida por su elevada
competencia técnica, su asertividad y confianza en sí misma, pero puede mostrar
insensibilidad ante las metas de la organización y dificultades para
trabajar bajo la dirección de otro profesional o como parte de un equipo. Estos
problemas para su gestión se encuadran dentro de lo que se conoce como el “síndrome
de la prima donna” , en cuyo núcleo está el poder y más concretamente quién
tiene ese poder. Como Henry Mintzberg explica: “cuando una organización se
apoya en conocimientos, habilidades y valores especializados ciertos expertos
alcanzan un grado de poder informal considerable”.
Dekker sugiere que debido a ese poder muchas
prima donnas exhiben una serie de comportamientos poco agradables, entre los
que destacan:
a).- Creen que no deben seguir las reglas
y normas establecidas en la organización.
b).- Resienten ser responsabilizados por su
desempeño como el resto de empleados.
c).- Tienen expectativas poco realistas
sobre lo que la organización debe hacer por ellos.
d).- Muestran resistencia ante el feedback
negativo
e).- Creen que sus competencias como
expertos anula cualquier otra preocupación sobre su actitud.
f).- Son complicados para trabajar y
llevarse bien con ellos
g).- Tienen un sentido muy inflado de su
propia importancia.
h).- Están acostumbrados a ser alabados y
mimados y a recibir atención extra.
i).- Pueden convertirse en maleducados y
corroer la cohesión en sus equipos y en la organización
g).- Florecen en organizaciones con un
alto novel de ambigüedad , especialmente donde el reconocimiento y la culpa
pueden ser fácilmente manipulables
Sidney Dekker mantiene que estos
comportamientos inaceptables son consecuencia del poder informal por dos
fenómenos psicológicos:
I:- Relacionado con el privilegio. Las prima donnas creen que deben recibir un
trato preferencial que no coincide con lo que realmente se merecen. Esperan más
beneficios, atención poder e inputs, sin contemplar la idea de reciprocidad por
su parte ofreciendo mejores niveles de desempeño u otros sacrificios.
II.- Relacionado con el narcisismo. En el
caso de las prima donnas su narcisismo les
conduce a un dilema constante y desagradable: para su autoestima y afirmación
dependen de las mismas personas a las que miran por encima o por las que se
sienten amenazados.
Por estas razones tienden a no aceptar las
responsabilidades o conocimiento de los fallos que cometen, crean mitos para
ocultar información conflictiva o contradictoria y excluir otras igualmente
válidas interpretaciones ( como que puedan estar equivocados), racionalizan
para justificar su comportamiento inaceptable y los presentan de forma que
sienten que es aceptable y tolerable, sobrestiman sus habilidades y
capacidades, encuentran o crean explicaciones para los hechos que les son
favorables y atribuyen los desfavorables
a otras personas, creen que tiene derecho a explotar a los demás y encuentran
muchas dificultades o les resulta imposible empatizar con los demás.
Por tanto son tan complicados porque sus
comportamientos tienden a alimentar sus necesidades psicológicas y para buscar
estrategias para gestionarles debemos recordar, pues, que:
a).- Cuando nos sintamos exasperados por
ellos debemos recordar que probablemente no han sido tratados como la mayoría
de las personas y que este tratamiento especial ha hecho que adopten esos
comportamientos.
b).- Las prima donnas se comportan de
formas que alimentan primero sus necesidades psicológicas y que aunque parezca
que están intentando dañar a los demás, y sea así en ocasiones, su objetivo
primario es actuar para satisfacer sus necesidades.
c).- El tratamiento especial que han
recibido en muchas ocasiones puede haber causado que creen mitos sobre ellos y
sobre el mundo que les rodea y, por tanto, pueden procurar negar la realidad
para conservar esos mitos.
d).- En ocasiones su comportamiento puede
tratar de enmascarar su baja autoestima y su ansiedad.
e).- Aunque parezca que no necesitan a
nadie, si necesitan recibir el aplauso, reconocimiento y tratamiento especial
de los demás para poder tener un desempeño bueno.
f).- Es necesario actuar con cautela para
intentar que acepten la realidad. Si se les enfrenta a sus fallos y flaquezas
directamente lo rechazarán o se irán, buscando nuevos lugares donde perpetuar los
mitos que han creado sobre sí mismos.
Entender la psicología que está detrás de
una prima donna es el primer paso, pero antes de decidir qué más pasos dar
debemos considerar:
1.- El valor que tiene para nuestra
organización, de forma objetiva, procurando no dejarnos llevar por las emociones.
2.- Las razones de su conducta. Por ejemplo
reconocer si es un problema de baja autoestima o ansiedad, si está procurando
evitar o esconder algo, o se siente amenazado o si conscientemente está
intentando crear problemas.
3- Estimar su disposición a cambiar su
comportamiento si se le pide.
4.- Determinar dónde, cuándo y por cuánto
tiempo ha actuado, por ejemplo, creando agitación
abiertamente o no. Comprobar si las quejas sobre la prima donna son reales y si
el comportamiento es nuevo o si lleva mucho tiempo con él y es consistente o ha
empeorado con el tiempo. También dónde y cuándo esos comportamientos eran más
observables en la organización y hacia quién iban dirigidos y con qué consecuencias.
5.- Valorar el impacto de su
comportamiento en los demás y cuál es su respuesta ante el mismo. Considerar,
también, si han existido quejas y eran ciertas y lo que podría pasar si no se
hace nada o si el comportamiento empeora.
6.- Determinar qué comportamientos son
tolerables y cuáles no. Probablemente no podremos cambiar todo lo que
desearíamos por lo que hay que elegir cuáles son los límites que no se puede
permitir que se crucen.
Lo que no debemos hacer es criticarles o
destacar sus puntos débiles cuando cometen un error, mirar hacia otro lado o
minimizar el problema o pensar que se va
a solucionar por sí solo no haciendo nada,. Tampoco debemos utilizar
lenguaje que infle aún más sus egos, los halagos deben ser apropiados pero
moderados, evitando comentarios como: “tú eres el mejor”.
La autora recomienda las siguientes
estrategias para gestionar prima donnas:
a).- Documentar los comportamientos
inadecuados que no pueden ser tolerados. El registro se debe centrar en los
hechos.
b).- Mantener las expectativas a un nivel
razonable y pensar que con frecuencia necesitan mentoring. Mantener una sana
relación con ellos y dedicarles tiempo si lo necesitan.
c).- Alinear nuestro tratamiento a las
prima donnas con su desempeño. No deslumbrarnos por su talento y valor.
e).- Concederles independencia cuando sea
posible. Necesitan el aplauso de los demás, pero también su espacio.
Concederles tiempo en solitario para que piensen sin tener una guía, no solo
sobre la organización, sino también sobre sí mismos, para que puedan analizar
su comportamiento .
f).- Establecer expectativas claras sobre
su comportamiento. Las valoraciones que hemos realizado previamente nos habrán
ayudado a determinar dónde fijar los límites a su comportamiento, por lo que
hay que compartir esta información con ellos. Dejar claro que aunque se pueden
permitir algunas diferencias en la forma de trabajar que se pueden permitir,
existen algunos comportamientos que no pueden ser tolerados.
g).- Preguntarles cómo ayudarles. Por ejemplo
si su conducta surge por alguna frustración , averiguar cuál es y cómo hacer
que las cosas les resulten menos frustrantes.
h).- Describir los comportamientos
específicos que deben cesar y cuándo y por qué deben hacerlo. No emitir
juicios, simplemente citar los comportamientos que hemos observado y
documentado y las consecuencias destructivas de los mismos.
i).- Hacer un seguimiento de sus
comportamientos, manteniendo reuniones de feedback regularmente. Si su
comportamiento ha mejorado reconocerlo de forma apropiada y si persisten
recordarles los límites que hemos fijado, para después tratar de determinar que
está pasando y describir lo que pasará si éste continua.
j).- Hacerles preguntas para comprobar si
están realizando el progreso adecuado, como por ejemplo si están dispuestos a
ser parte del equipo, a hacer lo que los demás hacen sin quejarse, a mantenerse
en las trincheras y a participar en reuniones, proyectos o actividades
voluntarias. Dejar que contesten a estas preguntas directa o indirectamente y
observar si hacen lo que han dicho que harían.
k).- Realizar un análisis coste –beneficio
para valorar si los problemas que ocasionan superan los beneficios que producen
y si merecen la pena a pesar de que sean
muy buenos.
l).- Actuar, si decidimos que no merece la
pena aceptar todas las molestias que ocasionan y empezar a dar pasos
disciplinarios y a prepararnos para que se marchen. Si, por el contrario,
decidimos que merecen la pena o no podemos despedirlos, tendremos que reunirnos
con el resto del equipo y decirles lo que está pasando de forma sincera y
honesta. Debemos ofrecernos a apoyarles y a trabajar con ellos para intentar
que las cosas vayan lo mejor posible, dadas las circunstancias.
m).- Continuar el seguimiento, el registro
de los comportamientos inadecuados y seguir compartiendo información. Mantener a
los supervisores informados si la situación empeora, ya que en algún momento los comportamientos de las prima
donnas pueden permitir que la organización actué legalmente en su contra.
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